La mujer de un yihadista decidido a viajar a Siria: ¡°?Qu¨¦ es eso de que vas a ir a morir, mi amor?¡±
Las conversaciones de las esposas espa?olas de terroristas que eleg¨ªan marcharse a combatir hasta la muerte en Siria reflejan sus miedos, angustia y frustraci¨®n
¡ª¡°Cuando saco el tema me dice que ya est¨¢ zanjado. Y cuando me lo saca ¨¦l yo le contesto: ¡®si tienes cojones te vas (a Siria), pero yo quiero saber mi situaci¨®n ahora mismo¡¯. Un amigo de ¨¦l se ha ido ya, con sus hijos y su mujer¡±.
El 16 de abril de 2014 a las 19.28 horas Samira El Hallaoui se confes¨® con su t¨ªa Ikram y le explic¨® que su marido Mohamed Bouyakhlef, de 32 a?os, quer¨ªa obligarla a viajar a Siria para que toda la familia se uniera a las filas del Estado Isl¨¢mico (ISIS) y participara en la creaci¨®n del nuevo Califato. Catorce familias espa?olas ya hab¨ªan emprendido la ruta hacia la muerte. En Alepo recib¨ªan 20.000 euros, una casa y un Kalashnikov para el padre de familia.
Miedo, frustraci¨®n y angustia son los sentimientos que reflejan las conversaciones ¨ªntimas grabadas por la polic¨ªa a las mujeres espa?olas de los ocho yihadistas marroqu¨ªes que integraban la Brigada Al Andalus, una c¨¦lula terrorista desarticulada en Madrid y dirigida por un expreso de Guant¨¢namo. Sus miembros so?aban con morir en Siria haciendo la yihad. Dos lo consiguieron. El resto est¨¢ en prisi¨®n donde cumplen penas de ocho a?os.
"Si tienes cojones vete, pero coge la puerta y me dejas la carta de divorcio"
Ante la resistencia de su esposa, Mohammed, el marido de Samira, pidi¨® consejo por tel¨¦fono a un supuesto sabio llamado Sheik Abderrazak residente en Nador (Marruecos).
¡ª ¡°He decidido irme por la causa de Dios y tengo una mujer que no quiere ir. Si la dejo y me marcho solo, ?es l¨ªcito o no?
¡ª ?Por qu¨¦ no quiere ir?
?Vaya hombres estos que van a luchar!
Lahcen Ikasrrien, de 50 a?os, marroqu¨ª residente en Espa?a desde hace varias d¨¦cadas, aglutin¨® a la c¨¦lula que envi¨® hacia una muerte segura a dos de sus miembros. Abdellatif El Morabet y Bilal El Helka viajaron en 2012 de Madrid a Estambul (Turqu¨ªa) y desde all¨ª a Alepo (Siria) donde murieron combatiendo en una katiba (brigada) del Frente al Nusra, filial de Al Qaeda.
Por su pasado en Afganist¨¢n, donde fue detenido tras la invasi¨®n de EE. UU. en 2001 y sus cinco a?os de prisi¨®n y torturas en Guant¨¢namo, los miembros del grupo le daban tratamiento de emir (jefe). El propio Lahcen escribi¨® una carta en ¨¢rabe a un mutf¨ª, jurisconsulto musulm¨¢n con autoridad p¨²blica, para consultarle su decisi¨®n de desplazarse a Siria.
Un v¨ªdeo intervenido a uno de los ac¨®litos demostr¨® a los investigadores que antes de su frustrado viaje a Siria para unirse a las filas del Estado Isl¨¢mico realizaron ejercicios de entrenamiento. En las im¨¢genes aparecen miembros del grupo cruzando un r¨ªo. El que graba les anima y dice: ¡°muyahid 2, muyahid 3, n¨²mero 3, venga, ser hombres..¡± Y uno de ellos responde: ¡°preferimos ser mujeres, ja, ja, ja¡±. ¡°!Vaya hombres estos que van a luchar?¡±, reprocha el que sostiene la c¨¢mara.
Lahcen neg¨® siempre a este peri¨®dico tener relaci¨®n con la yihad, incluso en conversaciones pocos meses antes de su detenci¨®n. Pero las evidencias lo han empujado a la prisi¨®n. La polic¨ªa descubri¨® un diario con sus haza?as en Afganist¨¢n y el 22 de enero de 2014 llam¨® por tel¨¦fono a uno de los desplazados a Siria, Omar El Harchi, y le dese¨® ¡°un buen matrimonio¡±, en referencia a sus planes de suicidio.Cumple una pena de 11 a?os y seis meses por integraci¨®n en banda terrorista y falsedad documental.
¡ªTiene miedo.
¡ªSigue intent¨¢ndolo y si al final no quiere, puedes ir porque lo has intentado.
Mohammed le dijo que un hermano suyo ten¨ªa el mismo problema con su mujer y el ¡°sabio¡± les anim¨® a marchar. ¡°Dios es y ser¨¢ responsable. Ser¨¢ vuestro tutor y cuidar¨¢ de vosotros¡±, le vaticin¨®.
Mohamed se hac¨ªa llamar entre los suyos Mohamed El Grande y frecuentaba una finca de Santa Cruz de Pinares (?vila) donde se reun¨ªan los miembros de la c¨¦lula con sus mujeres. Su determinaci¨®n a hacer la yihad era tan firme que hasta hab¨ªa viajado a Melilla para entrevistarse con Mustaf¨¢ Maya, un salafista barbudo que sentado en su silla de ruedas y con la ayuda de un ordenador port¨¢til hab¨ªa enviado a 200 combatientes de ocho pa¨ªses a combatir junto al ISIS en Siria e Irak.
En mayo de 2014 el marido de Samira traslad¨® sus sentimientos m¨¢s ¨ªntimos a Nabil Benazzou, otro de los miembros de la c¨¦lula de marroqu¨ªes. ¡°Te despiertas ilusionado cuando dices: ¡®me quedan unos d¨ªas para morir por la causa de Allah. Cuando est¨¢s en la yihad sabes que puedes morir shahid (m¨¢rtir)¡¯.
D¨ªas despu¨¦s es Nabil, de 49 a?os, el que le llama a su tel¨¦fono m¨®vil y se sincera con ¨¦l. Le comunica que est¨¢ preparado y que ya no le interesa escuchar m¨²sica. ¡°Eso es normal, llegado este punto de misticismo¡±, responde Mohammed.
Raquel Alonso la mujer espa?ola de Nabil viv¨ªa en aquellas fechas la misma angustia e incertidumbre que Samira. A las 19.12 horas del 1 de mayo los agentes que monitorizaban sus conversaciones grabaron un elocuente di¨¢logo con la hermana de su marido residente en Marruecos. ¡°Me est¨¢ asustando (Nabil). Me da la sensaci¨®n de que se puede ir (a Siria) en cualquier momento. No es la persona con la me cas¨¦. Es otra persona. Hay gente que entra en un estado radical muy fuerte y tu hermano est¨¢ en ese punto. Yo no s¨¦ hasta donde puede llegar. Cuando se obsesiona por algo es hasta el final. Estoy segura de que el viaje a Marruecos tiene una finalidad. No me creo que cuatro amigos se van a Marruecos de repente¡±.
¡°Ya no aguanto m¨¢s, es un machaque psicol¨®gico¡±
En aquella ¨¦poca se intensificaron las reuniones del grupo en sus centros de reuni¨®n m¨¢s ¨ªntimos: la teter¨ªa Isla Verde de Torrej¨®n de Ardoz (Madrid), en el pantano de El Atazar y en la finca de ?vila propiedad del suegro de Nabil adonde acud¨ªan fines de semana con sus mujeres.
Nabil llevaba un a?o anunciando su muerte a su mujer. ¡°Yo amor, yo voy a morir joven amor, yo no voy a llegar a la jubilaci¨®n mi vida, cari?o¡±. ¡°?Pero qui¨¦n te dice que vas a morir joven? ?Pero qu¨¦ es eso de que te vas a ir a morir, mi amor? ?Qu¨¦ gilipollez es esa? ?Te has hecho alg¨²n reconocimiento m¨¦dico que yo no sepa?, porque llevas dos semanas diciendo que te vas a morir. ?Pues d¨ªmelo ya!¡°, le respond¨ªa ella.
Nabil, natural de Casablanca, disfrutaba de una vida acomodada. Pero su obsesi¨®n era alimentar su cuenta en Facebook con v¨ªdeos de Al Qaeda y buscar en Internet material militar. Ni su mujer, ni sus dos hijos eran un impedimento para sus planes. A una vendedora de American Express que le comunic¨® que la tarjeta oro que le ofrec¨ªa llevaba aparejada un seguro de vida le respondi¨® as¨ª: ¡°Mi religi¨®n me proh¨ªbe contratarlo porque la muerte es un juego de azar¡±.
Un padre a su hijo, menor de edad: "no puedo confiar en t¨ª. Los de tu edad ya est¨¢n combatiendo a los infieles"
Marta Trabado, la esposa de Abdeslam El Haddouti, otro de los ac¨®litos de la c¨¦lula, fue discreta en sus conversaciones telef¨®nicas, pero se desahogaba en su diario. ¡°Ya no aguanto m¨¢s, es un machaque psicol¨®gico tal que no puedo seguir..¡± Abdeslam no le permit¨ªa salir sola a la feria, le prohibi¨® tener im¨¢genes en su casa y, a veces, la insultaba:¡° Eres una basura¡±.
Sus hijos iban al instituto del barrio y los fines de semana daban clases de ¨¢rabe en la mezquita de la M30, la m¨¢s grande de Madrid. Para proteger a su marido, Marta asegur¨® a los jueces que aquellos sentimientos plasmados en su diario eran solo discusiones de pareja.
Abdeslam intent¨® captar a El¨ªas, su hijo y mostr¨® su lado m¨¢s oscuro y la manipulaci¨®n de la que era capaz. ¡°El¨ªas me siento mal al saber que mis hijos desde peque?os me mienten y me esconden cosas. No puedo tener confianza en ti, parece que tienes dos a?os mientras que los de tu edad ya est¨¢n en la yihad combatiendo a los infieles. S¨¦ un hombre y ten fuerza, queremos que se¨¢is hombres. No puedes seguir as¨ª. ?Tienes que ser un hombre! ?Me oyes? ¡°.
No todas se resistieron. Yolanda Mart¨ªnez, la esposa de Omar El Harchi, escribi¨® una carta de despedida en la que afirmaba que ante el conflicto sirio hab¨ªa que pasar a la acci¨®n.
investigaci¨®n@elpais
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