Siete fieras para un bestiario electoral
El ganador puede perder y el perdedor puede ganar en una campa?a agresiva y polarizada
Siete candidatos se disputan las elecciones el 21 de diciembre, pero podr¨ªa ocurrir que el ganador (a) fuera el perdedor (a) y que hasta terminara coron¨¢ndose en el trono de la Generalitat el quinto clasificado. Son las paradojas de una recta final polarizada que deja en posici¨®n de comparsa a las CUP y al PP. Y que expone una familia de¡°animales pol¨ªticos¡± en feroz antagonismo.?
CARLES PUIGDEMONT (JUNTS PER CATALUNYA)
Se ha resentido la dimensi¨®n ¨¦pica del ex presidente al retir¨¢rsele la euroorden. Ya no es un pr¨®fugo ni un exiliado. Es un turista. En teor¨ªa aspira a la presidencia que ya desempe?¨® gracias a una carambola de billar,? pero la represalia de la justicia y la propia cobard¨ªa apuntan al destierro eterno. Una condena ejemplar, insoportable, para quien dice sentirse independentista de sangre y de raza. Y una raz¨®n, acaso, para hacerse llegar al ¨¦xodo de Bruselas la tierra de labranza de Girona, como hac¨ªa Dr¨¢cula en sacas de arpillera en su viaje de Transilvania a Londres, conjurando as¨ª el dolor del exilio. Vampiros son ambos, en cierto sentido. Puigdemont, por ejemplo, ha vampirizado la democracia, la ha desnutrido con sus colmillos de superviviente, pero tambi¨¦n ha logrado inocular en su grey un estado de secuestro sentimental y de amnesia que le permite sobrevivir como un h¨¦roe a la indecorosa ¡°espant¨¢¡± del 30 de octubre. Puigdemont declaraba la rep¨²blica un viernes y hu¨ªa de ella el lunes. Y encontraba acomodo en unos bosques de oto?o eterno donde acostumbra a conceder entrevistas y pasear, con los dedos cruzados, su disfraz de m¨¢rtir, a semejanza de un espectro de la santa compa?a.
MARTA ROVIRA (ERC)
Es la cabeza de Esquerra Republicana en la mel¨¦ del 21D, pero puede perderla si la decapita su benefactor, pues no est¨¢ claro si monse?or Junqueras ha abierto la cuesti¨®n sucesoria o ha urdido un enroque gracias al cual podr¨ªa desempe?ar la presidencia de la Generalitat en la prisi¨®n de Estremera. Quedar¨ªa as¨ª probado el cinismo vaticano y el bizantinismo estrat¨¦gico del pater Oriol, aunque ¨¦l mismo ha ungido a Rovira como remedio al heteropatriarcado esqu¨¦rrico y como alegor¨ªa de la pureza: ¡°la¡± Marta viene del campo, procede de una Catalu?a incontaminada, se la imagina uno liderando por la Diagonal una columna de tractores, aunque ha incorporado a su aspecto preconciliar? el dogma urbanita del gafapastismo. Quiz¨¢ para enfatizar las l¨¢grimas, pues acostumbra a derramarlas la candidata de ERC cada vez que sobreviene un contratiempo a la ruta laber¨ªntica del proc¨¦s. Detuvo su llanto de pla?idera el trance en que Puigdemont estuvo a punto de convocar las elecciones, aunque el pasaje melodram¨¢tico de la consternaci¨®n se precipit¨® cuando aludi¨® al ba?o de sangre: los indepes acataban la Constituci¨®n, se plegaban al 155 y compet¨ªan en el 21D porque el Estado opresor ten¨ªa previsto amontonar cad¨¢veres en las calles. El farol parece haber convencido a la feligres¨ªa de ERC y jalona el holograma de la independencia como la sombra del mago de Oz.
IN?S ARRIMADAS (CIUDADANOS)
?Por qu¨¦ no te vuelves a C¨¢diz? He aqu¨ª la sugerencia que Nuria de Gispert, ex presidenta de la C¨¢mara catalana, hizo a In¨¦s Arrimadas cuando la lideresa de Cs declar¨® que Catalu?a no pod¨ªa permitirse otros cuatro a?os de proc¨¦s. Reflejaban las interrogaciones la hostilidad a la extranjera. Y C¨¢diz adquir¨ªa, o parec¨ªa hacerlo, la simbolog¨ªa de una tierra remota y ex¨®tica, aunque In¨¦s Arrimadas, hija de padres castellanos, naci¨® exactamente en Jerez de la Frontera. Suficiente para imaginarla a lomos de un caballo cartujano. Y de retratarla como una contrafigura del orgullo ind¨ªgena vestida de faralaes. No habr¨ªa que escandalizarse. Montilla fue president ¡°pese¡± a haber nacido en la C¨®rdoba romana y mora, aunque es cierto que el l¨ªder socialista ejerci¨® de hooligan converso mucho m¨¢s de cuanto lo hace Arrimadas en el mascar¨®n de proa del gale¨®n naranja.?Es ella una encarnaci¨®n mal¨¦fica y enciclop¨¦dica de la idiosincrasia maldita que habita la otra orilla: urbanita, capitalista, cosmopolita, pija, europeista y hasta liberal. Un engrudo espa?olista. Y la marca blanca del PP, m¨¢s por la tez que por la ideolog¨ªa. Decidi¨® militar en Cs cuando una amiga la llev¨® a un mitin de Rivera, en la Epifan¨ªa de la verdad revelada. Y ahora es Albert Rivera quien necesita a Arrimadas para edulcorar su imagen de delf¨ªn de Aznar en este gran circo de fieras.
MIQUEL ICETA (PSC)
Bajito, gordito, calvito y gay. M¨¢s que un retrato de Miquel Iceta, es un autorretrato de Miquel Iceta. Lo dibuj¨® ¨¦l mismo ¡°chez¡± Bert¨ªn Osborne exagerando los diminutivos como premonici¨®n inversa del gran sustantivo al que aspira: president de la Generalitat con las siglas del PSC. Miquel Iceta es el ep¨ªgono catal¨¢n de Fran?ois Hollande. Por aspecto. Por ideolog¨ªa. Y por el carisma del hombre sin carisma, aunque el ex jefe de Estado franc¨¦s nunca lleg¨® al extremo de bailar Don¡¯t stop my now en un mitin. As¨ª logr¨®, en cambio, Iceta convertirse hace dos a?os en un actor de la pol¨ªtica nacional. El se?or cualquiera arrasaba en El hormiguero. Y corr¨ªa el riesgo de terminar secuestrado por el personaje que hab¨ªa engendrado, desdibujando incluso el constante y perseverante camino hacia la cima: Iceta fue ¡°azafato¡± del PSC, alcanz¨® el rango de sobrecargo y es ahora el comandante en jefe de la aeronave socialista con su fama de pactisita. Y hace bien en pactar, pero no con el diablo, pues impresiona el oportunismo mefistof¨¦lico con que ha reclamado el indulto de los Jordis y otros infractores, acaso para obtener la investidura por el camino del azufre. Felipe Gonz¨¢lez se adherido a su candidatura desde la omnisciencia patriarcal. El problema es que la forma de hacerlo se antoja tan hiperb¨®lica como contradictoria: Hollande, sosten¨ªa FG, es el Messi de la pol¨ªtica catalana... pero deber¨ªa mirar m¨¢s a puerta. Messi... sin gol es como el pu?o sin... la rosa.
XAVIER DOM?NECH (CATALUNYA EN COM?)
Pablo Iglesias ha tenido que exagerar la trama de Borgen para concluir que el candidato m¨¢s adecuado a la Generalitat de Catalu?a corresponde... al quinto clasificado. Es el lugar que las encuestas otorgan a Xavier Dom¨¨nech, cuyo principal defecto radica probablemente en su mejor virtud: un candidato que no incita ni odios ni pasiones. No est¨¢ claro tampoco si es independentista o si no lo es, de tal forma que su ambig¨¹edad es la definici¨®n de su indefinici¨®n. Tanto en el plano te¨®rico -marxista heterodoxo- como en la versatilidad de la bisagra. Tiene la llave de la gobernabilidad, el fiel de la balanza.Y aspira a utilizarla... para s¨ª mismo, un president ef¨ªmero, un papa m¨¢s breve que Juan Pablo I, cuya misi¨®n ¨²nica consistir¨ªa en convocar elecciones otra vez para despojar Catalu?a de la maldici¨®n cabal¨ªsitica (155). Dom¨¨nech es el cl¨¢sico candidato que le gusta a todo el mundo y al que nadie vota, m¨¢s todav¨ªa en estos tiempos de polarizaci¨®n y de ardores militares. Y Dom¨¨nech es un sentimental. Bes¨® los labios de Iglesias emulando la promiscuidad?de Breznev y Honecker. Y llor¨® como un extra de Titanic?cuando fueron conducidos los Jordis a la c¨¢rcel, aunque el aspecto m¨¢s inquietante de su trayectoria consiste las horas que ha dedicado al estudio de?Margaret Thatcher, como si fuera un exorcista de biblioteca. No estando muy claro d¨®nde se encuentra el l¨ªder de los Comunes? -no lo sabe ni ¨¦l mismo-, es m¨¢s f¨¢cil entender que aspire a conquistar el voto de un mill¨®n... de indecisos.
XAVIER GARC?A ALBIOL (PP)
Xavier Garc¨ªa Albiol es madrile?o y no lo sabe. Te¨®ricamente naci¨® en Badalona hace medio siglo, pero desmienten su partida de nacimiento los ademanes chuletas y las expresiones ca?¨ª con que se desenvuelve a semejanza de un perdonavidas del foro. Parece el candidato del PP a la Generalitat un donante de testosterona, y se dir¨ªa que concurre en beneficio de los dem¨¢s partidos. Un antagonista perfecto, un estibador del espa?olismo que intimida con la palabra y con el f¨ªsico de ala-pivot del Joventut. Jug¨® en el club baladon¨¦s. Y mide 2,01, muchos m¨¢s cent¨ªmetros del 1,83 de aprobaci¨®n con que la ¨²ltima encuesta del CIS le ubica en ¨²ltima posici¨®n de los l¨ªderes que concurren a los comicios del 21D. No resulta sencillo dar la cara por el diablo de Rajoy en Catalu?a. Es m¨¢s, la campa?a de Albiol se dirige parad¨®jica y realmente hacia fuera de Catalu?a, sobrellevando con resignaci¨®n las palmadas de los pensionistas y el predicado de su partido: lo ser¨¢ todo, pero popular no pude decirse que lo sea mucho el PP. Menos a¨²n cuando Albiol ha escogido como ep¨ªlogo de sus m¨ªtines una f¨®rmula selectiva o restrictiva: ¡°A por ellos¡±. Tan oculto es el voto de Albiol que corre el riesgo de no aparecer ni entre sus m¨¢s allegados familiares.
CARLES RIERA (CUP)
Las CUP aglutinan los votantes de mayor renta per capita de Catalu?a . Una paradoja ¡°gauche caviar¡± que discrimina la forma de vivir de la forma de votar, aunque es verdad que la formaci¨®n estalinista-revolucionaria de Anna Gabriel corre el riesgo de degradarse al prosa¨ªsmo de una moda pasajera. Para impedirlo o para lo contrario, las CUP han escogido un candidato desconocido fuera de Catalu?a y casi desconocido en la propia Catalu?a. Carles Riera es un se?or mayorz¨®n (57 a?os) en un partido hormonal, borrokero y adolescente. No le falta trabajo ni como psicoterapeuta ni como soci¨®logo, toda vez que el proc¨¦s se ha convertido en un gran psicodrama, pero en este ajetreo activista parece incluso Riera una figura de museo, no tanto por su apariencia de cantautor trasnochado -barba sesentayochista, jersey de cuello alto, pu?o arriba- como por el radio de acci¨®n de sus fobias: antimitilitarista, antinuclear, antiespa?ol, antieurope¨ªsta y hasta antipacifista. Debe resultarle frustrante disputarle la ¨²ltima plaza a Garc¨ªa Albiol en la zona de superviviencia de la tabla. Y tendr¨¢ la tentaci¨®n de pintarlo de rosa, como hizo con una fragata de la VI flota estadounidense en gesto de rebeli¨®n al imperio. Am¨¦rica no se ha recuperado de aquella afrenta.
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