La primera vez que Juan Carlos I dijo ¡°democracia¡±
Un libro revela los secretos de c¨®mo el monarca estren¨® en 1976 los desplazamientos institucionales y su modelo de democracia con un discurso hist¨®rico en EEUU
El guion de la piropeada transici¨®n espa?ola lo adelant¨® el rey Juan Carlos I en un hist¨®rico viaje a Estados Unidos que prepar¨® con celo y muchos secretos y que se convirti¨® as¨ª en su primera visita de Estado y en el reencuentro de Espa?a con la modernidad, al menos en el plano de la pol¨ªtica internacional. Ese viaje inaugural clave, en junio de 1976, es desmenuzado ahora en un libro, Periodistas y diplom¨¢ticos en la Transici¨®n espa?ola, que aborda con pretensiones acad¨¦micas las siempre conflictivas relaciones de intereses entre los medios de comunicaci¨®n y los actores de la pol¨ªtica internacional en Espa?a en un momento crucial. Cuando el Rey y su amplia comitiva se mont¨® en aquel Espa?oleto, la nave de Iberia que le llev¨® a Washington, pocos sab¨ªan lo que iba a decir y lo que iban a suponer las palabras que pronunci¨® ante el entusiasta Congreso norteamericano.
El peri¨®dico EL PA?S, el empuje de la transici¨®n en tantos aspectos en aquellos a?os, titul¨® en primera p¨¢gina ese 3 de junio: "El Rey de Espa?a promete una Monarqu¨ªa democr¨¢tica". Luego se incluy¨® un amplio resumen de sus palabras y se reflej¨® el enorme eco y satisfacci¨®n que sus palabras causaron entre los congresistas. No fue un discurso ni f¨¢cil ni improvisado. En aquella Espa?a no hab¨ªa ni gobierno democr¨¢tico, lo presid¨ªa a¨²n Carlos Arias Navarro, ni se intu¨ªa la Constituci¨®n.
El rey Juan Carlos I, con todos los poderes heredados del dictador Francisco Franco, alab¨® varios pasajes hist¨®ricos en esa celebraci¨®n del bicentenario de Estados Unidos y luego remach¨®: "La Monarqu¨ªa espa?ola se ha comprometido desde el primer d¨ªa a ser una Instituci¨®n abierta en la que todos los ciudadanos tengan un sitio holgado para su participaci¨®n pol¨ªtica sin discriminaci¨®n de ninguna clase y sin presiones indebidas de grupos sectarios y extremistas. La Corona ampara a la totalidad del pueblo y a cada uno de los ciudadanos, garantizando a, trav¨¦s del Derecho y mediante el ejercicio de las libertades civiles, el imperio de la Justicia".
Ya en la fase final de su alocuci¨®n, el monarca a?adi¨®: "La Monarqu¨ªa har¨¢ que, bajo los principios de la democracia, se mantengan en Espa?a la paz social y la estabilidad pol¨ªtica, a la vez que se asegure el acceso ordenado al poder de las distintas, alternativas de gobierno, seg¨²n los deseos del pueblo libremente expresados. La Monarqu¨ªa simboliza y mantiene la unidad de nuestra naci¨®n, resultando libre la voluntad decidida de incontables generaciones de espa?oles, a la vez que coronamiento de una rica variedad de regiones y pueblos, de la que nos sentimos orgullosos".
Los aplausos fueron atronadores en Washington. En Madrid hubo mucho desconcierto y expectaci¨®n. TVE, canal ¨²nico, interrumpi¨® la emisi¨®n y lo ofreci¨® en directo. El presidente Arias lo escuch¨® "con el ce?o fruncido". Desconoc¨ªa el tono y el fondo del mensaje, como muchos de los planes en marcha del Rey, que tres semanas despu¨¦s de su vuelta de Estados Unidos le destituy¨® y nombr¨® en su lugar a Adolfo Su¨¢rez.
Ese viaje de los reyes a Estados Unidos, entre el 2 y el 6 de junio de 1976, es considerado ahora con la perspectiva del tiempo como "el m¨¢s importante de los realizados en sus 39 a?os de reinado, que abarcan m¨¢s de 300 visitas oficiales al exterior". Es la conclusi¨®n que aporta el estudioso y periodista Juan Manuel Fern¨¢ndez Fern¨¢ndez-Cuesta en su libro, de inminente publicaci¨®n por la editorial Fragua, y que es el resumen de la tesis de 500 p¨¢ginas sobre comunicaci¨®n y pol¨ªtica internacional coordinada con el catedr¨¢tico Juan Carlos Pereira.
El cap¨ªtulo sobre La primera visita de Estado, que se centra en esa estancia de los monarcas en Washington y Nueva York, es esclarecedor sobre cu¨¢l era la idea del proyecto democr¨¢tico de Espa?a que el Rey quer¨ªa exportar por todo el mundo. El viaje fue calificado luego como un "¨¦xito total". Retom¨® una agenda olvidada durante las d¨¦cadas de la dictadura y estableci¨® pautas de comportamiento, para los monarcas y los medios que le acompa?aban.
Los preparativos de todo el plan de trabajo duraron cinco meses, bajo la direcci¨®n directa del propio Rey, de su entonces solo ministro de Asuntos Exteriores, Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza y de un coordinador y "responsable ¨²nico" del evento, Juan Jos¨¦ Rovira. La primera alusi¨®n la hab¨ªa formulado en Madrid, durante una visita rel¨¢mpago para firmar el Tratado de Amistad y Cooperaci¨®n de ambos pa¨ªses el 24 de enero de 1976, el todopoderoso secretario de Estado Henry Kinssinger, que oficializ¨® as¨ª la invitaci¨®n en la que llevaba meses negociando en secreto el embajador Wells Stabler. Kissinger aprovech¨® para ordenar a su embajador apoyo, disponibilidad y consejo fiable al joven rey, seg¨²n consta en documentaci¨®n oficial norteamericana. Y a Areilza, antes de marchar, le aport¨® algo m¨¢s que un lema: "Hagan reformas y den libertades democr¨¢ticas, mantengan la autoridad del Estado y, sobre todo, no tengan prisa".
Juan Carlos I y el embajador Stabler mantuvieron varias charlas en los siguientes meses para no dejar ning¨²n detalle suelto. Fue en ellas donde el Rey no disimul¨® sus inquietudes y descontento con Arias Navarro. La visita se confirm¨® el 2 de marzo y el 24 de abril, durante una escala en Madrid del presidente de la C¨¢mara de Representantes, el dem¨®crata Carl Albert, el Rey trat¨® la opci¨®n de dar un discurso ante el Congreso norteamericano en sesi¨®n conjunta. El 8 de mayo cerr¨® con Stabler un encuentro on the record (para el uso de la informaci¨®n sin citar su procedente) durante su parada en Nueva York con una decena de periodistas de los medios m¨¢s relevantes, entre los que estaba el m¨ªtico Walter Cronkite.
Los reyes y su amplia comitiva, con casi 30 periodistas, salieron de Madrid en un DC-10 de Iberia llamado El Espa?oleto el 30 de mayo e hicieron una breve escala casi t¨¦cnica en la Rep¨²blica Dominicana, donde les recibi¨® el presidente Joaqu¨ªn Balaguer con un expresivo: "Hab¨¦is llegado a vuestra casa, Majestades". El objetivo pol¨ªtico era otro. Los monarcas aterrizaron en la base a¨¦rea de Sant Andrews, en Washington, en la medianoche del 1 de junio. Fueron alojados en la Blair House, frente a la Casa Blanca, donde a la ma?ana siguiente les recibi¨® el presidente Gerald Ford y su esposa, Betty, con el m¨¢s alto nivel de protocolo.
El Rey y Ford mantuvieron una conversaci¨®n de una hora en el despacho oval sobre la situaci¨®n de Espa?a y all¨ª Juan Carlos I inform¨® de que ning¨²n partido pol¨ªtico demandaba cambios radicales. El Rey se quej¨® de que ante algunos momentos dif¨ªciles la prensa no estaba ayudando y Ford sentenci¨®: "Nunca lo hace". El monarca anticip¨® su deseo de adelantar las primeras elecciones generales a las municipales para "evitar el error que cometi¨® mi abuelo en 1931".
A las 12.30 del 2 de junio, el Rey traspas¨® el hemiciclo del Congreso entre grandes aplausos. Juan Carlos I fue uno de los tres jefes de Estado invitados ese a?o del bicentenario a dirigirse en sesi¨®n conjunta a congresistas y senadores, adem¨¢s de la reina de Inglaterra y el presidente franc¨¦s Val¨¦ry Giscard d?Estaing. En 2.190 palabras y en ingl¨¦s, diferenci¨® una primera parte de su intervenci¨®n sobre aspectos hist¨®ricos, redactados por el catedr¨¢tico Vicente Palacio Atard, y otra m¨¢s pol¨ªtica, amasada por Areilza, el embajador Staber y ¨¦l mismo. Fue la primera vez que us¨® la palabra "democracia" en p¨²blico.
Los medios norteamericanos le prestaron mucha cobertura a esas palabras, con informaciones y editoriales, y tanto Juan Carlos I como Sof¨ªa protagonizaron sus primeras ruedas de prensa, ella ante 12 periodistas femeninas en su residencia oficial y ¨¦l ante 65 informadores acreditados a su paso por el Waldorf Astoria en Nueva York. A juzgar por los testimonios ambos salieron bien de ese envite, pero el ministro Areilza se atrevi¨® a interrumpir y completar varias respuestas que le debieron parecer incompletas del Rey. A su regreso el Rey promocion¨® a Su¨¢rez para el cargo que Areilza tanto hab¨ªa anhelado. Nunca se explic¨® bien la raz¨®n.
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