Okupa su propia casa en Tenerife
El propietario de una vivienda en la isla la recupera tras la ejecuci¨®n de un detallado plan para el que cont¨® con la ayuda de sus familiares
Un atronador ¡°?Gracias a Dios!¡± retumb¨® en toda la casa cuando el cambio de cerradura se materializ¨®. Juan Carlos Yanes, propietario de un adosado en el municipio de Granadilla de Abona, al sur de Tenerife, grit¨® de alegr¨ªa al recuperar su vivienda despu¨¦s de que la persona a quien se lo alquil¨® llevara casi un a?o sin abonarle la mensualidad y de comprobar por s¨ª mismo que adem¨¢s estaba subarrendando las habitaciones. Un minucioso plan dise?ado junto con varios familiares permiti¨® el ¨¦xito de la operaci¨®n del Equipo desahucio, nombre del grupo de WhatsApp que crearon para coordinarlo todo.
Los problemas de Juan Carlos con su inquilina comenzaron a principios del a?o pasado. Este tinerfe?o de 44 a?os, casado, padre de dos ni?os y empleado del sector hotelero en Baleares, decidi¨® en 2014 alquilar su casa tinerfe?a. Despu¨¦s de varios contratos de seis meses de duraci¨®n con la mujer sin mayores problemas, al proceder en 2016 a la renovaci¨®n por otro periodo igual ella solicit¨® un arrendamiento de 36 meses, a lo que ¨¦l no accedi¨®. Poco despu¨¦s comenzaron los impagos, cuenta el propietario: 540 euros al mes, m¨¢s luz y agua. ¡°Empezamos un tira y afloja. Yo le enviaba mensajes a su m¨®vil para que me pagara , pero me bloque¨®¡±.
Una de las cl¨¢usulas del contrato contemplaba la sujeci¨®n a la figura del arbitraje en caso de conflicto. En julio pasado se inici¨® el procedimiento. ¡°Esta persona debe ser una especialista porque nunca recogi¨® las notificaciones, solo me respond¨ªa por WhatsApp, nunca por carta o correo electr¨®nico¡±, explica Juan Manuel Blanco, mediador de la Asociaci¨®n Europea de Mediaci¨®n y Arbitraje. Ante la imposibilidad de contactar con ella de manera oficial, elabor¨® un informe que traslad¨® al ¨¢rbitro legal, quien emiti¨® hace dos meses un laudo ¡ªcon efectos de sentencia firme¡ª en el que se establec¨ªa que la inquilina deb¨ªa abandonar el domicilio. Algo que tampoco surti¨® efecto.
Un plan organizado
Juan Carlos tom¨® hace unas semanas la decisi¨®n de entrar en la vivienda ¡°cuando no hubiera nadie dentro y de manera pac¨ªfica, sin fuerza ni violencia¡±, especifica. Estaba harto de tener que pagar la hipoteca de la casa sin recibir el alquiler, importe al que se a?ad¨ªan los gastos del arrendamiento de la del piso de Menorca en el que vive con su familia, otros 600 euros. Precipit¨® los acontecimientos el hecho de que los vecinos le informaran adem¨¢s del trasiego de gente que entraba y sal¨ªa del domicilio.
En una primera fase, su t¨ªo Jos¨¦ Paniagua, residente en Tenerife, simul¨® ser alguien que acababa de llegar a la isla por trabajo y necesitaba alojamiento. Pas¨® por la puerta de la vivienda y pregunt¨® a una mujer que sal¨ªa de ella, que lo puso en contacto con la inquilina. Quedaron al d¨ªa siguiente en una cafeter¨ªa, donde ¨¦l le entreg¨® 300 euros en concepto de mensualidad por una de las habitaciones. Consigui¨® la llave y pas¨® esa noche en la casa. ¡°Estaba sucia, pero dorm¨ª bien¡±, relata, aunque atraves¨® la tabla de planchar detr¨¢s de la puerta por si alguien descubriera sus intenciones. Mand¨® fotos al grupo de WhatsApp de sus primeras horas all¨ª haciendo vida normal: sentado en la terraza, leyendo un libro, y convivi¨® con una pareja de italianos y una alemana alojados en las otras las habitaciones. ¡°Lo que queremos demostrar es que esa persona es una okupa que encima est¨¢ haciendo negocio con una casa que no es suya y hay que responderle con sus mismas armas¡±, a?ade.
Al d¨ªa siguiente pusieron en marcha la segunda parte de la operaci¨®n. Juan Carlos vol¨® desde Menorca a Tenerife, mientras su hermano recib¨ªa una clase r¨¢pida de un amigo ferretero que le explic¨® c¨®mo cambiar una cerradura en tiempo r¨¦cord. A la hora fijada, los dos llegaron y aparcaron su coche junto a la casa. Era el momento de entrar despu¨¦s de que, desde el interior, su t¨ªo les informara de que ¨¦l era la ¨²nica persona que hab¨ªa dentro.
Irrumpieron en la casa nerviosos pero decididos, y en menos de tres minutos Rayco realiz¨® el cambio de la cerradura. Al lograrlo se abraz¨® con su hermano y se fundieron en un c¨¢ntico: ¡°?No nos mover¨¢n!¡±. En un primer recorrido vieron que las tres habitaciones estaban numeradas, que hab¨ªa taquillas con llaves y carteles que indicaban zonas de fumadores. El garaje se hab¨ªa convertido en otra habitaci¨®n m¨¢s, y lo mismo ocurr¨ªa con un peque?o cuarto de madera de la azotea, inicialmente construido por Juan Carlos para escuchar m¨²sica en sus momentos de relax. Juan Carlos hall¨® la vivienda en buen estado general aunque ¡°sucia y con restos de comida, de consumo de alcohol y estupefacientes¡±, apunta. Unos d¨ªas despu¨¦s se llev¨® una nueva sorpresa: encontr¨® en Internet que ¡°la inquilina anunciaba adem¨¢s servicios como masajista t¨¢ntrica y er¨®tica en p¨¢ginas webs de citas x y masajes de la isla, con fotos sensuales tomadas en distintos espacios de mi casa¡±, se?ala. Por tarifas a partir de 100 euros, se ofrec¨ªan masajes a ¡°cuatro manos y con final feliz¡±.
La versi¨®n de la inquilina
La mujer, Mara G¨¢mez, apareci¨® por la vivienda 10 minutos despu¨¦s del cambio de cerradura, pero le impidieron el acceso en la misma puerta. ¡°?Y dijo que estaba en Menorca! Esto es un desahucio al contrario. No hay derecho. Yo conozco las leyes y no puede haber desahucio salvo que lo haya dictado un juez¡±, declar¨® indignada. ¡°He denunciado a este se?or hasta tres veces, me ha acosado a trav¨¦s de los vecinos y ha venido la inmobiliaria a echarme¡±, se queja. Asegura que realiz¨® unas obras en la azotea que el arrendador no le pag¨®, y que por eso no le ha abonado las mensualidades.
Desde all¨ª mismo llam¨® a la Guardia Civil solicitando que acudiera al lugar, y en la espera lleg¨® la alemana que tambi¨¦n viv¨ªa en la casa. La ya exinquilina le cont¨® lo ocurrido, y la mujer, con amplia cara de asombro, solo repet¨ªa: ¡°Crazy, crazy¡¡±. Tras esperar un rato, Mara se fue a interponer la denuncia al cuartel: ¡°Ha sido demasiado f¨¢cil para ellos, pero esto es lo mejor que me pod¨ªa haber pasado. Ahora voy a pedir todo lo que tengo que pedir, 20.000 euros de indemnizaci¨®n¡±.
Varias horas despu¨¦s, ya por la noche, la Guardia Civil toc¨® en la vivienda. Identificaron a las personas que se encontraban dentro: a Juan Carlos, a Rayco, a la madre de ambos, Loli Paniagua, y a sus t¨ªos Jos¨¦ y Manolo. Completado el tr¨¢mite, los agentes se marcharon. ¡°?C¨®mo vamos a echar a los propietarios?¡±, les dijeron.
Juan Carlos y su exinquilina se ver¨¢n las caras de nuevo el pr¨®ximo 5 de marzo en un juicio en el que ella lo ha demandado por amenazas. En lo que llega ese d¨ªa, donde ¨¦l har¨¢ valer el laudo arbitral y solicitar¨¢ 30.000 euros por las rentas impagadas y por cada d¨ªa que afirma que la mujer ocup¨® la casa sin contrato, sus primeros d¨ªas en la vivienda los han empleado en un profundo zafarrancho de limpieza.
¡°Merecen una ola todos, no hay palabras¡±, se lee en uno de los ¨²ltimos mensajes escritos en el grupo de WhatsApp del Equipo desahucio
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