La ¡®pistolera¡¯ que puso voz al fin de ETA
La elecci¨®n de Soledad Iparraguirre, Anboto, como la persona que ha le¨ªdo en euskera el comunicado de disoluci¨®n de la banda tiene un cargado simbolismo por su sangriento historial
La elecci¨®n de Soledad Iparraguirre Genetxea, Anboto (Eskoriatza-Guip¨²zcoa, 1961), como la etarra elegida para leer en euskera el comunicado con el que este jueves ETA formalizaba su disoluci¨®n tiene una importante carga simb¨®lica, seg¨²n los expertos de la lucha antiterrorista. Su condici¨®n de mujer y de madre (tiene un hijo en com¨²n con el tambi¨¦n dirigente terrorista Mikel Albizu, Mikel Antza) y, sobre todo, su sangriento historial (est¨¢ acusada de 14 asesinatos) reflejan la decisi¨®n de la organizaci¨®n de pasar definitivamente la p¨¢gina de la violencia, seg¨²n estas fuentes. ¡°Ella, junto a Mikel Antza, fueron los dos ¨²ltimos grandes dirigentes de la banda. Tras la detenci¨®n de ambos en Francia en 2004, la organizaci¨®n qued¨® en manos de personajes menores. Era casi obligado que ella o Antza tuvieran alg¨²n tipo de participaci¨®n porque, seguramente, tambi¨¦n han estado detr¨¢s del proceso que ha vivido ETA en estos ¨²ltimos a?os¡±, a?aden. Su condici¨®n de reclusa ¡ªen la actualidad est¨¢ en la prisi¨®n de Reau Sud Francilien, cerca de Par¨ªs¡ª no ha sido impedimento para que asumiera este protagonismo.
Anboto fue, literalmente, acunada por la organizaci¨®n terrorista. Criada en un caser¨ªo en los montes guipuzcoanos, sus padres convirtieron la vivienda en escondite recurrente para los integrantes de los comandos etarras que entraban en Espa?a para matar. Uno de estos terroristas, Jose Aristimu?o, Pana, termin¨® convirti¨¦ndose en el novio de la que entonces era una estudiante de Magisterio de 20 a?os. Cuando la Polic¨ªa descubri¨® en 1981 lo que se ocultaba en aquel edificio, en una operaci¨®n en la que result¨® muerto Pana y detenido otro etarra, toda la familia, incluida a ella, fue arrestada. Solo el padre consigui¨® escapar al sur de Francia. Cuando Anboto fue puesta en libertad poco despu¨¦s, sigui¨® sus pasos.
Cuatro a?os despu¨¦s volv¨ªa a Espa?a, pero en esta ocasi¨®n de manera clandestina y como integrante del comando Araba, junto a Jos¨¦ Javier Arizkuren, Kantauri, otro de los hist¨®ricos pistoleros de la organizaci¨®n terrorista y con el que tambi¨¦n coincidir¨ªa en el comando Madrid a?os despu¨¦s. Hasta 1987, Anboto y sus compa?eros desarrollaron una intensa actividad terrorista en ?lava. Su comando cometi¨® once atentados con un resultado de cuatro personas muertas y tres heridas. Una sangrienta carrera que se vio interrumpida en octubre de aquel a?o al ser detenido en el sur de Francia Santiago Arr¨®spide, Santi Potros, m¨¢ximo responsable de los comandos. Su ca¨ªda llev¨® a Iparraguirre y sus compa?eros a cruzar la frontera para refugiarse en Francia.
A partir de ese momento, y durante a?os, los expertos en la lucha antiterrorista perdieron su rastro. No lo recuperaron hasta 1992, cuando fue detectada como integrante del comando Madrid, de nuevo con Kantauri como compa?ero. Entonces, sus huellas dactilares fueron encontradas en un coche bomba que hab¨ªa hecho estallar en la capital al paso de una patrulla policial. La Polic¨ªa cree que Anboto estuvo en Madrid desde comienzos de 1991 hasta finales del a?o siguiente, periodo en el que ETA perpetr¨® en la capital varios atentados con coches bomba que costaron la vida a diez personas. El ¨²ltimo, el que cost¨® la vida al subteniente jubilado Miguel Miranda el 30 de noviembre de 1992 en Madrid. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, el Ministerio del Interior difundi¨® su fotograf¨ªa y el comando decid¨ªa ocultarse de nuevo en Francia.
En esta ocasi¨®n lo hizo para integrarse en la direcci¨®n de la organizaci¨®n terrorista. En primer lugar, como lugarteniente de Kepa Pikabea, entonces m¨¢ximo responsable de los comandos legales ¨Cintegrados por etarras no fichados-. Tras el arresto de este en 1994, ya como m¨¢xima responsable de estos. Lo hac¨ªa adoptando un nuevo alias, el de Anboto. Se hab¨ªa convertido as¨ª en la segunda mujer en ocupar un puesto en la c¨²pula de ETA, tras Dolores Gonz¨¢lez Catarain, Yoyes, a la que sus excompa?eros asesinaron por reinsertarse. A partir de aquel momento, buena parte de los etarras que fueron detenidos la se?alaban como la mujer que los adiestraba y se?alaba los objetivos para los atentados, a la vez que les facilitaba dinero y armas.
La polic¨ªa la consideraba ya entonces una activista escurridiza y discreta, a la que era pr¨¢cticamente imposible seguir los pasos. De hecho, en 1998 su rastro desaparec¨ªa por completo -al parecer, se traslad¨® a Cuba, donde residi¨® un tiempo y dio a luz a su hijo- y no se volvi¨® a recuperar hasta un a?o despu¨¦s, cuando la Guardia Civil logr¨® hacerle la ¨²nica foto ¡°operativa¡± de ella que se consigui¨® durante los casi 25 a?os que estuvo en la clandestinidad. Fue en los alrededores de un templo del sur de Francia cuando caminaba junto a su antiguo compa?ero de comando Kantauri. Para hacerla, un agente del Instituto armado tuvo que disfrazarse de sacerdote. Durante a?os, aquella imagen se convirti¨® en un preciado tesoro para los agentes de la lucha antiterrorista en su intento por capturarla.
Esto no se consigui¨® hasta octubre de 2004 en la bautizada Operaci¨®n Santuario, un operativo de la Guardia Civil y la Polic¨ªa francesa que concluy¨® con el arresto de 28 personas a un lado y otro de la frontera, as¨ª como con el desmantelamiento de cinco dep¨®sitos de armas con m¨¢s de 1.100 kilos explosivos y dos misiles tierra-aire, adem¨¢s de subfusiles, pistolas, rev¨®lveres, munici¨®n y detonadores. La operaci¨®n se hab¨ªa iniciado cuatro a?os antes, durante los seguimientos a Ignacio Gracia Arregi, I?aki de Renter¨ªa, un veterano dirigente de la organizaci¨®n al que se le vio acudir dos d¨ªas seguidos a una vivienda aislada en la localidad de Salies de Bearn, al sur de Francia. La casa fue sometida a vigilancias espor¨¢dicas durante esos a?os, sin que se pudiera averiguar qui¨¦nes eran sus moradores. Pese a ello, los agentes la incluyeron entre los lugares a registrar en el operativo. Al entrar descubrieron que all¨ª se ocultaban Mikel Antza y Anboto, con el hijo de ambos, que entonces contaba siete a?os.
Ambos eran considerados ya entonces los m¨¢ximos dirigentes del aparato pol¨ªtico de la banda. Sin embargo, el an¨¢lisis de la abundante documentaci¨®n que se intervino ¡ªbuena parte en un pendrive que estaba oculto bajo un escal¨®n de la vivienda¡ª permiti¨® concretar cu¨¢l era el papel de cada uno de los miembros de la pareja. Antza era el responsable pol¨ªtico, el responsable de los comunicados. Anboto estaba centrada en las finanzas de la organizaci¨®n. La ca¨ªda de ambos fue el principio del fin de ETA, en cuyo ep¨ªlogo Anboto ha asumido un papel protagonista al poner voz en euskera al mensaje de disoluci¨®n.
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