Abandonados entre el desbordamiento y el caos

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Amadou, ojos vivos y bigotillo de 18 a?os, lleva cuatro meses huyendo. Su nombre es ficticio. Cuenta, recostado en una silla y sin apenas inmutarse, un periplo que casi lo mata. Lo echaron de su casa y ha escapado de un secuestro de los tuaregs. Sali¨® de su Guinea Conakry natal con lo puesto y, 6.000 kil¨®metros despu¨¦s, ha llegado a C¨¢diz, donde las autoridades y organizaciones sociales se han visto desbordadas con el desembarco de pateras con cientos de inmigrantes a bordo. ¡°Donde pas¨¦ m¨¢s miedo fue en el mar. Estuve nueve horas en una z¨®diac, hab¨ªa tempestad y nos quedamos sin gasolina¡±, recuerda Amadou, ajeno al caos.

Mientras el joven relata su historia, la campanilla de la puerta de la Asociaci¨®n Cardijn no para de sonar. El centro de acogida es un hervidero de personas en busca de ayuda ante la falta de estructura oficial. Solo a C¨¢diz, hasta el 31 de mayo, hab¨ªan llegado por v¨ªa mar¨ªtima m¨¢s de 1.900 personas, un 95% m¨¢s que en el mismo periodo del a?o pasado, seg¨²n la Cruz Roja. Llegan deshidratados y con quemaduras graves por la reacci¨®n que produce en la piel la mezcla del gasoil con el agua del mar. La cifra crece por horas y el buen tiempo que se avecina apunta a que aumentar¨¢ m¨¢s deprisa.

Entre crisis y crisis -la migratoria y la de la moci¨®n que ha hecho caer a Mariano Rajoy-, el Gobierno lleva d¨ªas improvisando la acogida y despu¨¦s abandonando a su propia suerte a centenares de reci¨¦n llegados a diversas localidades de Andaluc¨ªa. Andaluc¨ªa ha sido el puerto de llegada de cerca de 3.400 inmigrantes solo en mayo y hasta el fin de mes hab¨ªa atendido a un 92% m¨¢s de personas que el a?o pasado, 7.376. No caben m¨¢s en los calabozos de las comisar¨ªas, donde permanecen un m¨¢ximo de 72 horas hasta que se les identifica, ni en los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE), donde se les encierra, un m¨¢ximo de dos meses, mientras se resuelve su expediente de expulsi¨®n. Las ONG tampoco dan m¨¢s de s¨ª.

Los fallos del sistema no son nuevos y as¨ª lo denunci¨® el Defensor del Pueblo, Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n, en abril: ¡°Se constata una notable precariedad de dispositivos para articular una atenci¨®n humanitaria merecedora de tal nombre, al margen de las labores puramente policiales. Ambos aspectos pueden y deben hacerse compatibles; m¨¢s a¨²n, insistimos una vez m¨¢s, dada la reiteraci¨®n de estas situaciones en los ¨²ltimos 30 a?os¡±. Ya en 2017 las llegadas de personas?se duplicaron respecto al a?o anterior, seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional de las Migraciones. Se registraron 26.941 entradas en Espa?a frente a las 13.246 de 2016.

Los magreb¨ªes, debido a los acuerdos de devoluci¨®n, acaban expulsados tras la detenci¨®n, lo que no ocurre con los subsaharianos, entre otros motivos, por la dificultad de determinar su origen. A ellos se les abandona sin m¨¢s. El jueves pasado, un grupo de unos 15 subsaharianos,deambulaba por las calles cercanas al muelle de C¨¢diz en busca de un locutorio. Otros 21 recorrieron a pie la madrugada del viernes los 14 kil¨®metros que hay desde la comisar¨ªa de San Fernando, donde les soltaron, a los centros de acogida en C¨¢diz. "?rdenes de Madrid para no generar alarma social¡±, informaron fuentes policiales.

A la concejala de Derechos Sociales de Granada, Jemi S¨¢nchez, la llamaron el mi¨¦rcoles: ¡°Tienes una hora para acoger a 54 inmigrantes¡±. El aviso, cuenta S¨¢nchez, ven¨ªa de la subdelegaci¨®n de Gobierno. Le dijeron, asegura, que la comisar¨ªa y los centros de acogida de Motril estaban desbordados, que los hab¨ªan trasladado a la comisar¨ªa de Granada y que los iban a dejar en la calle tras las 72 horas de detenci¨®n. La ciudad no cuenta con recursos ni competencia para ese tipo de atenci¨®n.

Tres d¨ªas comiendo galletas

S¨¢nchez corri¨® a un supermercado a comprar pan y queso ¡ª¡°llevaban tres d¨ªas comiendo galletas y zumo¡±¡ª y moviliz¨® a toda la red asociativa de Granada, a una parroquia y una mezquita. ¡°Me puse a llamar a todo el mundo, fue un caos¡±, recuerda. La concejala improvis¨® un campamento en la estaci¨®n de autobuses y compr¨® cargadores para que los j¨®venes pudiesen usar sus m¨®viles y avisar de que estaban vivos. Despu¨¦s se hicieron autorretratos. ¡°La urgencia estos d¨ªas fue cuidar de ellos, pero hay que exigir responsabilidades porque es indigno c¨®mo les han abandonado¡±, critica la concejal. Contactados por este peri¨®dico, ni la Secretar¨ªa de Estado de Seguridad ni la Delegaci¨®n de Gobierno de Andaluc¨ªa respondieron?a las quejas vertidas sobre su gesti¨®n.

Ante la situaci¨®n desesperada, el malestar es evidente en cada uno de los eslabones que componen la cadena de recepci¨®n de los reci¨¦n llegados. ¡°Desde el a?o pasado hab¨ªa informes que preve¨ªan que, en 2018, se iba a duplicar la llegada de inmigrantes. Lo normal es que se hubiese hecho algo, pero, aparte de fotos, no se ha hecho nada. Cero previsi¨®n¡±, reconoce un cargo policial de la provincia de C¨¢diz. ¡°La situaci¨®n de acogida est¨¢ desbordada. Estamos incumpliendo con la moralidad¡±, sentencia Carlos Carvajal, responsable de Cardijn, perteneciente al obispado.

Pero hay m¨¢s fallos. ¡°La atenci¨®n jur¨ªdica del Colegio de Abogados de C¨¢diz no tiene turno espec¨ªfico de oficio para inmigraci¨®n por lo que los letrados no tienen formaci¨®n espec¨ªfica. Adem¨¢s, la comparecencia judicial no es individual, sino colectiva¡±, explica Jes¨²s Mancilla, secretario de Algeciras Acoge. Algunos juzgados, denuncia una fuente policial de C¨¢diz, est¨¢n tambi¨¦n desbordados como se ha visto este fin de semana en el de Barbate con decenas de inmigrantes esperando la decisi¨®n que autorizar¨¢ su ingreso en un CIE de Madrid.

El joven Amadou se siente un peregrino m¨¢s queriendo continuar su ruta migratoria. Tras ¨¦l hay una enorme cola de inmigrantes planeando c¨®mo abrirse camino en Europa. Francia o Alemania son los destinos m¨¢s deseados. "Nos creemos tan ombligos del mundo que creemos que quieren venir a Espa?a", remacha Mancilla con iron¨ªa. Amadou no piensa en quedarse en Andaluc¨ªa. Su segunda parada ser¨¢ en Madrid para encontrar a su primo y, despu¨¦s, reconstruir la vida que dej¨® al otro lado del Estrecho: "Yo ni siquiera quer¨ªa venir a Europa, solo deseaba continuar mis estudios y es lo que voy a hacer. Me gustar¨ªa estudiar Econom¨ªa".