¡°Me vi obligado a disparar¡±
El octogenario condenado por matar a un ladr¨®n que entr¨® en su casa vive angustiado a la espera de saber si tendr¨¢ que entrar en prisi¨®n
Jacinto Siverio Moreno, de 83 a?os, se sienta en un banco de su casa en el municipio tinerfe?o de Arafo. Est¨¢ triste, angustiado, y asegura que duerme muy mal. No tiene ganas de hablar. Es la primera entrevista que concede tras haber sido condenado por un jurado popular a cuatro a?os y seis meses de prisi¨®n por matar a Jon¨¢s Cano Ruiz, de 26 a?os, despu¨¦s de que este intentara robar en su domicilio y agrediera a la mujer de Siverio, Mercedes.
La pesadilla de Jacinto Siverio, un canario que tuvo una empresa como contratista, comenz¨® la noche del 1 de marzo de 2015. El hombre se encontraba en una especie de bodega del domicilio viendo un partido del Real Madrid. Su mujer y su cu?ada estaban ya acostadas en la vivienda principal. De repente entraron dos hombres en la parcela, Finca Carlota (el nombre de su cuarta hija, la m¨¢s peque?a). Iban con ropas oscuras, guantes y caretas para evitar ser reconocidos. Tres compinches esperaban fuera.
Los perros empezaron a ladrar. El hombre cerr¨® la corredera de cristal, pero uno de los asaltantes la revent¨® con una barra de hierro y le oblig¨® a salir. ¡°Llevaban una pistola. Me la pusieron en la sien para que entrara en la casa¡±, recuerda el octogenario. Uno de los ladrones cogi¨® a su esposa por la mu?eca, se la apoy¨® en el quicio de la puerta y comenz¨® a cerrarla violentamente, mientras el otro la emprend¨ªa a patadas con la mujer. ¡°Se cebaron con ella porque pensaron que era la que manejaba los billetes. Mi mujer les dijo que no hab¨ªa dinero y que les daba su tarjeta de cr¨¦dito¡±, relata el hombre. Mientras, la cu?ada pudo refugiarse en el cuarto de ba?o y llamar con el m¨®vil a sus familiares.
Sin licencia
Siverio logr¨® escabullirse a su habitaci¨®n y abrir una peque?a caja fuerte en la que guardaba un rev¨®lver Ruby del calibre 38, para el que no ten¨ªa licencia. Se lo hab¨ªa dado su hijo, ya fallecido. ¡°He tenido licencia de caza, pero jam¨¢s he disparado contra nadie ni contra nada. Me la saqu¨¦ porque entonces era una moda y la ten¨ªa todo el mundo. No me gustan las armas¡±, asegura el condenado.
Siverio aleg¨® que ¨¦l y su mujer habr¨ªan muerto si no hubiera usado el rev¨®lver
El hombre se fue hacia los atacantes y peg¨® un primer disparo. El proyectil dio en el suelo del hall y, de rebote, tir¨® un cuadro colgado en la pared. Los dos asaltantes, uno de ellos de 17 a?os, salieron huyendo. ¡°Si se hubieran marchado, que es lo que yo pretend¨ªa, no habr¨ªa pasado nada¡±, dice con tristeza Siverio. Pero Jon¨¢s Cano regres¨® y se enfrent¨® al hombre con una pistola simulada y un form¨®n. El due?o de la casa efectu¨® un segundo tiro. ¡°No supe ni ad¨®nde disparaba ni desde luego ten¨ªa intenci¨®n de herirle¡±, a?ade. La bala le entr¨® al asaltante por el labio y le sali¨® por el cuello, tras reventarle la vena yugular. ¡°Yo no quer¨ªa pero me vi obligado a disparar. Si hubiera fallado, habr¨ªamos muerto los dos. O los tres¡±, afirma Siverio.
El ladr¨®n sali¨® de la casa malherido y baj¨® hasta el lavadero, dejando un reguero de sangre. Cay¨® muerto en segundos. Al poco llegaron los hijos del matrimonio y la Guardia Civil. Siverio le dijo al sargento d¨®nde hab¨ªa ocultado el rev¨®lver. Desde el primer momento se confes¨® autor del crimen.
Un jurado formado por siete mujeres y dos hombres no apreci¨® la eximente completa de leg¨ªtima defensa. Consideraron que era ¡°incompleta¡±. Seg¨²n su veredicto, hab¨ªa ¡°soluciones menos gravosas¡± que podr¨ªan haberse aplicado a la situaci¨®n, y Siverio, al disparar por segunda vez, ¡°asumi¨® el riesgo de causar la muerte de la persona enmascarada¡±. La Audiencia Provincial de Tenerife impuso dos a?os y seis meses por el homicidio y dos a?os m¨¢s por la tenencia il¨ªcita del rev¨®lver. Suspendi¨® la ejecuci¨®n de esta ¨²ltima pena. El abogado de Siverio, Avelino M¨ªguez Cai?a, ya ha recurrido ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.
Un jurado popular consider¨® que pudo aplicar ¡°soluciones menos gravosas¡±
¡°Me parece una verg¨¹enza que, con casi 84 a?os, tenga que entrar en la c¨¢rcel. Espero que no me metan, porque yo no podr¨ªa aguantar ni una semana¡±, dice Siverio. ¡°?Qu¨¦ quer¨ªan, que me marchara corriendo y dejara a mi mujer mientras la mataban?¡±. La esposa de Siverio tiene miedo de vivir en Finca Carlota. ¡°Si yo dijera que la vendemos y nos vamos, la har¨ªa muy feliz, pero yo no puedo renunciar a lo que me ha costado levantar m¨¢s de 30 a?os. Tendr¨ªa que dejar mi criadero de p¨¢jaros y los ¨¢rboles y el huerto¡±, lamenta el hombre. ¡°Pens¨¦ que de aqu¨ª ir¨ªa ya al cementerio, pero quiz¨¢s vaya antes a la c¨¢rcel¡±, concluye.
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