El ¡°esclavo¡± atrapado entre las palizas y el ¡®karkubi¡¯
Un hombre toxic¨®mano y con problemas mentales vive un secuestro de cuatro d¨ªas en Algeciras sometido "a todo tipo de vejaciones"
Siente que ya no puede m¨¢s. Estaba casi convencido de que depend¨ªa de su captor. Con la persuasi¨®n de golpes y amenazas de muerte, se hab¨ªa doblegado a ser su criado. Lo mismo se ocupaba de las faenas dom¨¦sticas que de menudear con su droga. Todo por un techo, comida y una dosis diaria con la que colocarse. Pero, entre recado y recado, se escapa para ver la final de la Champions a un bar cercano. Ni siquiera aprovecha para huir. Cuando regresa a su cautiverio, el castigo es despiadado: 40 pu?etazos y m¨¢s amenazas con un machete de grandes dimensiones.
Tiene que salir de esa casa en la calle del Ebro, en la barriada desfavorecida de La Pi?era de Algeciras, donde lleva cuatro d¨ªas secuestrado. Corre la madrugada del 28 de mayo. A¨²n con las lesiones de la paliza recibida dos d¨ªas antes, a las tres de la ma?ana, ve una patrulla de la polic¨ªa por la ventana. Aprovecha que su captor est¨¢ descansando, sale del bajo en el que convive con ¨¦l y otra persona m¨¢s y se echa a la calle. Nervioso y alterado, relata a los agentes su padecimiento. Responde a las iniciales de J. A., tiene 37 a?os, padece un trastorno mental y est¨¢ siendo v¨ªctima de un secuestro.
"Yo te creo y conf¨ªo en ti. Cu¨¦ntamelo todo", Joaqu¨ªn Llanos, psic¨®logo y jefe de la UDEV 1 (Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta) de Algeciras, le anima a abrirse cuando llega a la comisar¨ªa. ?l rompe a llorar y relata su padecimiento. Hace ya m¨¢s de 12 d¨ªas de aquella confesi¨®n, pero a¨²n Llanos se estremece cuando relata el caso, dado a conocer por la propia polic¨ªa esta semana. "Le trataba como un esclavo, se me saltaron las l¨¢grimas al escucharle", reconoce el agente, con 18 a?os de trayectoria. El testimonio de la v¨ªctima ha sido clave para que ahora su captor, Nabil M. M., ciudadano espa?ol de 25 a?os, ya est¨¦ en prisi¨®n provisional, acusado de un delito de secuestro y otro de tr¨¢fico de drogas.
La pesadilla de J. A. arranca con un viaje frustrado, tal y como ¨¦l mismo relata a los polic¨ªas. Es marroqu¨ª, reside en Girona y decide visitar a sus padres en T¨¢nger. Algeciras es punto obligado en su camino. Llega al sur entorno al 24 de mayo y decide hacer noche, antes de coger el ferri con el que cruzar¨¢ el estrecho de Gibraltar. Tiene poco dinero. A pocos pasos del puerto y del Consulado de Marruecos, una mujer le hace un ofrecimiento dif¨ªcil de rechazar: un hombre le dar¨¢ alojamiento y comida por muy bajo precio.
As¨ª es como la v¨ªctima llega al domicilio de Nabil, un ceut¨ª residente en La Pi?era, famoso entre sus vecinos por su car¨¢cter violento y por querer hacerse con el monopolio del menudeo de droga en la zona. En su historial de antecedentes figuran hasta siete casos, la mayor¨ªa por delitos contra la salud p¨²blica. En el ¨²ltimo mes ya ha participado de dos tiroteos entre grupos rivales por hacer valer su poder. El ¨²ltimo de ellos se produce en la tarde del 17 de mayo. Mientras miles de algecire?os se manifiestan por el fin del narcotr¨¢fico, una banda se cuela a tiros en su domicilio. ?l se defiende con el mismo machete que d¨ªas despu¨¦s emplear¨¢ para amenazar a su v¨ªctima.
Nabil trafica a peque?a escala con?karkubi, una mezcla de hach¨ªs con ansiol¨ªticos ¡ªcomo el alprazolam y el clonazepam, conocidos por sus marcas comerciales de Trankimazin y Rivotril¡ª que causa estragos en Marruecos. La v¨ªctima, con un trastorno bipolar sin tratar, suele consumir esta sustancia y en casa del traficante recibe su raci¨®n peri¨®dica, junto al alojamiento y la comida. Pronto descubre que la contraprestaci¨®n es demasiada alta. Debe encargarse de todas las tareas dom¨¦sticas y de menudear por el barrio con la droga que su captor le prepara.
Y no es suficiente con eso. "Cuenta como le golpea, le maltrata, le insulta o le amenaza con hacerle da?o o matarle", explica Llanos. Tambi¨¦n le retira la documentaci¨®n que llevaba y su carta de identidad para evitar que huyese. Con la voluntad doblegada, en apenas cuatro d¨ªas el tangerino "lleg¨® a creerse que depend¨ªa de ¨¦l", reconoce el psic¨®logo y negociador de la polic¨ªa. "En estos casos te das cuenta c¨®mo la miseria humana lleva a cometer estas barbaridades", a?ade el agente.
Pero la madrugada del 28 de mayo consigue huir y relata su cautiverio a Llanos: "Lo cont¨® r¨¢pido, m¨¢s trabajo le cost¨® confesar que tambi¨¦n ten¨ªa que pasar droga para ¨¦l". Gracias a su testimonio, la polic¨ªa consigue del Juzgado N¨²mero 3 de Algeciras una orden de registro y detenci¨®n contra Nabil. Cuando derriban la puerta de su domicilio en la calle del Ebro le encuentran acompa?ado de Mohamed M., de 31 a?os. No les sorprende. La v¨ªctima ya les hab¨ªa alertado de que en el piso sol¨ªa haber una persona m¨¢s que era testigo de las agresiones.
Los dos acaban detenidos como presuntos autores del secuestro, pero el caso vuelve a dar otro giro. "Hab¨ªa algo que no nos encajaba as¨ª que, en los calabozos, le pregunt¨¦ al segundo detenido '?tienes que contarnos algo?", a?ade el investigador. Mohamed se derrumba entre sollozos. Tiene miedo a las represalias, pero accede a hablar. Tambi¨¦n est¨¢ al servicio de Nabil. Vende droga para este y la oculta a buen recaudo en su casa. Para demostrar su coartada, Mohamed da autorizaci¨®n a la polic¨ªa para registrar su domicilio. En su interior, encuentran m¨¢s hach¨ªs y comprimidos de f¨¢rmacos Trankimazin y Rivotril.
Adem¨¢s, su?jefe le suele amenazar con el mismo machete del que habla la v¨ªctima y corrobora haber estado presente en las palizas que el secuestrado padeci¨®. El testimonio de Mohamed apuntala las palabras de la v¨ªctima y complica el futuro procesal del supuesto captor y traficante, como reconoce el jefe de la UDEV: "En este tipo de casos es complicado demostrar las amenazas. Pero aqu¨ª las testificales de la v¨ªctima y este detenido coinciden".
Ahora, el hombre de 31 a?os y de nacionalidad marroqu¨ª est¨¢ ya en libertad con cargos, acusado de tr¨¢fico de drogas y de ser colaborador de la detenci¨®n ilegal del toxic¨®mano. Desde entonces, ya ha recibido amenazas del entorno de Nabil, que contin¨²a en prisi¨®n a la espera de juicio. Los vecinos de La Pi?era respiran ahora algo m¨¢s aliviados sin la presencia de su conflictivo vecino, mientras que la v¨ªctima ha seguido su camino a T¨¢nger para reencontrarse con sus padres. Antes de marcharse, emocionado entre l¨¢grimas, se despidi¨® emocionado de los agentes: "S¨¦ que tengo problemas. Sois los primeros que me hab¨¦is escuchado y hab¨¦is tomado en serio".
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