El fort¨ªn de Melilla encierra los retos pendientes de la inmigraci¨®n
La ciudad aut¨®noma aglutina los dilemas y ambig¨¹edades del problema migratorio que debe afrontar el nuevo Gobierno, m¨¢s all¨¢ de los gestos
En Melilla, cercada por una valla de 11,5 kil¨®metros, se podr¨ªa rodar algo parecido a Casablanca, porque es una ciudad donde miles de personas se matan por llegar, pero de la que luego se mueren por salir. Pero ninguna de las dos cosas es f¨¢cil. Es una especie de trampa para inmigrantes, el lugar para tocar con la mano los dilemas y las dobleces legales del fen¨®meno, la hipocres¨ªa con que se aborda. El nuevo Gobierno de Pedro S¨¢nchez, que hoy acude a una cumbre europea sobre este problema, ha lanzado se?ales de cambio. Melilla es el lugar para evaluarlas. Empezando por la primera: quitar la concertina. La realidad es que apenas quedan ni dos kil¨®metros en toda la valla y Espa?a ahora puede permitirse limpiar su conciencia porque Marruecos, en su lado, ya ha levantado una valla que es pura concertina de arriba a abajo. ¡°Este a?o apenas ha habido saltos¡±, confirma la Guardia Civil. Ni un solo intento masivo desde la noche de Reyes, en enero, cuando pasaron 200. Solo peque?os grupos. En Ceuta s¨ª hay m¨¢s concertina en la parte espa?ola. Y otra cuesti¨®n: se piensa solo en la valla, pero hay otra de la que no se habla en el acceso al puerto de Melilla, lleno de concertina. Por ah¨ª intentan colarse ni?os en los barcos y ser¨¢ m¨¢s complicado sustituirla de forma tan eficaz.
Por la misma raz¨®n, que llegan menos personas por la valla, ahora se puede debatir con menos problemas el fin de las llamadas devoluciones en caliente. Es el punto que el Defensor del Pueblo y todas las ONGs consideran m¨¢s grave y urgente. Apuntan que, a la espera de derogarla, bastar¨ªa una orden de Interior de que no se aplique. El aut¨¦ntico problema es que a menudo no se tiene noticia de ellas: ¡°Las expulsiones sumarias a Marruecos son constantes, lo vemos continuamente con menores e incluso algunos solicitantes de asilo. Desaparecen y luego te llaman por tel¨¦fono y te dicen que est¨¢n en Marruecos, que les han echado. Les meten en un coche y los llevan a la frontera¡±, asegura un abogado que trabaja con inmigrantes.
El goteo de llegadas irregulares en Ceuta y Melilla sigue. En lo que va de a?o, ha bajado un 5,4% por tierra, y se ha disparado por mar, de forma paralela al resto de Espa?a, donde ha crecido un 100%. En el caso de Melilla, los ¨²ltimos datos de Interior se?alan que hasta el 15 de junio entraron de forma irregular 411 personas por mar, un 234% m¨¢s que en mismo periodo del a?o anterior, y 2.241 por tierra, un 36% m¨¢s.
PP ya se enfrenta a la nueva delegada y VOX hace un m¨ªtin
La llegada de Pedro S¨¢nchez a Moncloa tiene en Melilla un efecto patente: una nueva delegada de Gobierno, la socialista Sabrina Moh, de 34 a?os, que toma posesi¨®n ma?ana. A¨²n no se asentado en el cargo cuando ha tenido que afrontar ya las primeras pol¨¦micas. El gobierno de la ciudad aut¨®noma es del PP y ya ha empezado el choque. El presidente de Melilla, Juan J¨®s¨¦ Imbroda, ha alertado estos d¨ªas del "efecto llamada" que supone la acogida del Aquarius y los anuncios del Ejecutivo sobre la concertina o acabar con las devoluciones en caliente.
Tambi¨¦n esta semana ha aterrizado Vox en Melilla. Su secretario general, Javier Ortega, hizo un m¨ªtin el jueves en un hotel ante 65 personas en el que pidi¨® una tercera valla en la frontera y expulsiones ¡°calientes, fr¨ªas o templadas". Llam¨® a "luchar con sangre, sudor y l¨¢grimas, como en el Mio Cid" para triunfar en las urnas. El nuevo coordinador de la formaci¨®n en la ciudad es el presidente del Colegio de M¨¦dicos, Jes¨²s Delgado.
Sabrina Moh, en su despacho, cree que este alarmismo es "irresponsable". Apoya la retirada de las concertinas y el fin de las llamadas devoluciones en caliente, dentro de lo que marque la ley y el derecho internacional. ¡°Queremos abrir una nueva etapa de m¨¢s empat¨ªa y sensibilidad con los derechos humanos¡±, explica.
Los saltos a la valla, de momento, han descendido porque Marruecos ha reforzado notablemente su parte de la frontera en los ¨²ltimos dos a?os. Ahora hay concertina, fosos, m¨¢s garitas, con presencia policial permanente, donde se ve ropa tendida en la misma valla. M¨¢s c¨¢maras, e incluso en la costa, el ¡°punto cero¡± donde empieza la valla, se ve una peque?a base desde el mirador de Aguad¨². ¡°Cuando yo era ni?o ¨ªbamos all¨ª la playa¡±, recuerda un mando de la Guardia Civil. Entonces no sab¨ªan ni si era Espa?a o Marruecos. La ¨²nica frontera era una peque?a verja de espino militar, cuyos restos oxidados a¨²n se ven en los matorrales. A veces desaparec¨ªa un trozo que alguien usaba para un gallinero y no pasaba nada. ¡°Yo he vivido otra ciudad. Pero esto no tiene marcha atr¨¢s, porque no es la valla de Melilla, es la valla de Europa¡±.
El decisivo y discutible papel de Marruecos se ve bien en el paso fronterizo. En 2014 se instal¨® all¨ª una oficina de asilo. "?C¨®mo es posible que en todos estos a?os no haya aparecido all¨ª ni un solo negro a pedir asilo?", se pregunta Jos¨¦ Palaz¨®n, de la ONG Prodein. "Pues porque no les dejan acercarse, solo a los blancos. Por eso tienen que coger una patera, meterse en el salpicadero de un coche o, la opci¨®n m¨¢s barata para los m¨¢s pobres y la m¨¢s dif¨ªcil, intentar saltar la valla". Aun as¨ª, tambi¨¦n el resto de extranjeros que logran entrar en la oficina de asilo espa?ola tienen que pagar antes una mordida. La novedad en los ¨²ltimos meses es el aumento en las llegadas de Yemen, escenario de una cruel guerra civil, desde Sud¨¢n por la ruta del S¨¢hara. Y con todo hay una paradoja: ¡°Puede parecer incre¨ªble, pero la oficina de Ceuta no ha registrado ni una sola petici¨®n de asilo estos a?os¡±, subraya Estrella Gal¨¢n, de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR). ¡°Es necesario revisar los acuerdos con Marruecos desde una perspectiva de derechos humanos¡±, dice Ver¨®nica Barroso, de Amnist¨ªa Internacional.
¡°Un primer paso para un cambio serio y real en pol¨ªtica de inmigraci¨®n ser¨ªa que la oficina de asilo empezara a funcionar como debe¡±, apunta. Y CEAR va m¨¢s all¨¢: que se permita solicitarlo en embajadas y consulados espa?oles, en los pa¨ªses de origen o de tr¨¢nsito. Por ejemplo, en el de Nador, la ciudad marroqu¨ª pr¨®xima a Melilla. Hasta 2009 se pod¨ªa. El Gobierno socialista de Rodr¨ªguez Zapatero lo cambi¨® con una nueva ley de asilo. Cuyo reglamento, nueve a?os despu¨¦s, a¨²n sigue sin desarrollarse, y es otra cosa que se podr¨ªa hacer. La idea b¨¢sica de la pol¨ªtica espa?ola, en todo caso, es evitar que se acerque nadie, y una vez que lo han conseguido, marearles con nuevos obst¨¢culos. En Melilla hay uno especial: un solicitante de asilo, en teor¨ªa, tiene derecho a moverse libremente por el pa¨ªs mientras espera que se resuelva su petici¨®n. ¡°En Melilla les dan una tarjeta roja, pero si se van con ella al barco que zarpa a M¨¢laga no les dejan pasar¡±, explica Antonio Zapata, abogado que defiende casos de inmigrantes. ¡°Hay sentencias en contra de esa pr¨¢ctica y los casos se ganan, pero no cambia la pol¨ªtica, es escandaloso¡±, opina Josep Buades, portavoz del Servicio Jesuita a Migrantes, que tiene una oficina en Melilla.
Los que logran entrar en Melilla est¨¢n atrapados all¨ª, generalmente en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). ?Cu¨¢nto tiempo? Depende, y esa es otra cr¨ªtica. ¡°En el CETI hay discriminaci¨®n por nacionalidades¡±, acusa Barroso. Los sirios suelen salir r¨¢pido, pero subsaharianos, marroqu¨ªes, argelinos, tiran meses. ¡°Es especialmente preocupante el caso de los marroqu¨ªes perseguidos por su orientaci¨®n sexual, aun en casos bastante documentados pueden estar all¨ª un a?o¡±. El CETI, por otro lado, est¨¢ concebido como un lugar de estancia provisional, pero muchos se quedan all¨ª meses. Suele estar desbordado. Ha aumentado su capacidad de 480 a 780, pero el a?o pasado tuvo una media de 900 internos. La puerta siempre est¨¢ animada. Este mi¨¦rcoles, una mujer subsahariana hac¨ªa trenzas a un ni?a de la ciudad. Es un peque?o servicio de peluquer¨ªa para sacarse algo de dinero, porque no pueden trabajar. Pide la voluntad y su madre le paga 5 euros.
Hay otra peculiaridad que esta semana ha causado un incidente de escaso eco, pero que contrasta con las im¨¢genes de la llegada del Aquarius. Un grupo de 14 personas lleg¨® a las islas Chafarinas y Espa?a aplic¨® un acuerdo de readmisi¨®n de 1992 con Marruecos por el que les expulsa directamente a ese pa¨ªs. No es una devoluci¨®n en caliente, pero casi. Curiosamente solo se recurre a ¨¦l en el caso de estas islas y otros puntos de la costa de soberan¨ªa espa?ola, como Alhucemas o el pe?¨®n de V¨¦lez de la Gomera. La raz¨®n es evitar que, dada la cercan¨ªa de estos enclaves al litoral marroqu¨ª, se abra una nueva v¨ªa de entrada irregular. Tradicionalmente se ha actuado sin miramientos. Como esta misma semana: 8 fueron expulsados aunque pidieron asilo y ser asistido por un abogado, Pepe Alonso, presidente de la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos de Melilla: ¡°Present¨¦ un escrito en la jefatura de Polic¨ªa con sus nombres para asistirles y a¨²n estoy esperando¡±. Alonso presentar¨¢ una denuncia ante el Defensor del Pueblo, como hizo hace dos meses con otro caso similar, sobre el que la instituci¨®n ya ha abierto un expediente. En aquella ocasi¨®n el juez neg¨® a los afectados la libre elecci¨®n de abogado y oblig¨® a que fuera de oficio. Sobre esta cuesti¨®n, el turno de oficio, tambi¨¦n hay sombras, ante la sospecha de que algunos sean m¨¢s proclives a avalar expulsiones: ya ha habido una denuncia por alterar los turnos en ocasi¨®n de una expulsi¨®n colectiva para que acudiera un abogado y no otro.
En el laberinto que es Melilla para el extranjero tambi¨¦n hay un gran negocio de asesor¨ªas y gestor¨ªas con los papeles necesarios para obtener el empadronamiento que permite a los menores, cuando cumplen 18 a?os, irse a la pen¨ªnsula. Se pagan de 500 a 800 euros por uno certificado de residencia. Otra carencia es la asistencia psicol¨®gica a los inmigrantes, en la que nadie parece haber pensado: solo hay dos especialistas en el CETI, no hay m¨¢s en toda Melilla. El solicitante de asilo tiene derecho a la tarjeta sanitaria y atenci¨®n m¨¦dica p¨²blica, pero si lo hace no est¨¢ bien visto en el CETI, apuntan diversas ONGs.
Se requiere un gran cambio de planteamiento sobre el problema en Espa?a y, obviamente, en Europa. Las ONGs tampoco ahorran cr¨ªticas a los medios: preguntan cu¨¢ntos reportajes en los pa¨ªses de origen de estas personas, explicando d¨®nde est¨¢n, qu¨¦ pasa all¨ª y por qu¨¦ huyen. Los que trabajan con inmigrantes ven con esperanza, pero cautela, el cambio de Gobierno. Para comprender la situaci¨®n, afirman, basta una idea: solo aplicar la ley, las sentencias y la jurisprudencia ya ser¨ªa un avance.
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