¡°No percibo un cambio en el Gobierno de Catalu?a¡±
"La inmigraci¨®n puede provocar una crisis m¨¢s importante que la del euro", asegura el ministro de Asuntos Exteriores en una entrevista en EL PA?S
Los diplom¨¢ticos son especialistas en fabricar eufemismos, o mitos que acaban siendo pol¨ªticamente ¨²tiles, para describir la realidad. El nuevo jefe de la diplomacia espa?ola, Josep Borrell (La Pobla de Segur, Lleida, 1947), no parece muy amigo de ese tipo de ejercicios. ¡°No soy partidario de echarle mucho ung¨¹ento bals¨¢mico al an¨¢lisis de las cosas¡±, dice durante la entrevista. Exministro con Felipe Gonz¨¢lez, exl¨ªder fugaz del PSOE, expresidente de la Euroc¨¢mara y con un curr¨ªculo interminable, Borrell sigue hablando claro en Exteriores y asegura que apoya la nueva pol¨ªtica de di¨¢logo del Gobierno de Pedro S¨¢nchez con Catalu?a, aunque se muestra esc¨¦ptico con los gestos de distensi¨®n de una parte del independentismo. ¡°No he percibido un cambio en el Gobierno catal¨¢n¡±, afirma el ministro de Asuntos Exteriores, pese al ¡°esfuerzo extraordinario para recuperar el di¨¢logo¡± del Ejecutivo. Sobre el mundo, vienen curvas: ¡°La situaci¨®n es incluso m¨¢s inestable de lo que parece¡±. Sobre Europa: ¡°Ha empezado a andar el camino de la desintegraci¨®n¡±. Sobre Espa?a, se declara m¨¢s cercano al Portugal de Ant¨®nio Costa que a la Francia de Macron: ¡°Espa?a puede repetir la historia de ¨¦xito en la UE que ha protagonizado el Gobierno socialista en Portugal¡±.
Pregunta: En Catalu?a se habla de deshielo ?Aprecia un cambio en el independentismo?
R. En lo que se refiere a m¨ª, parece que no: me he convertido en el pimpampum del independentismo, que construye un maniqueo atribuy¨¦ndome declaraciones que no he hecho e intenciones que no tengo.
P. ?Y en el Gobierno catal¨¢n?
R. Yo no he percibido un cambio. Pero lo que est¨¢ claro es que este Gobierno est¨¢ haciendo un esfuerzo extraordinario para recuperar el di¨¢logo; el presidente, el primero. Pero hacer un esfuerzo de di¨¢logo no significa estar de acuerdo con el interlocutor. Si el se?or Torra insiste en decir que quiere ejercer el derecho a la autodeterminaci¨®n, no hay manera de imped¨ªrselo, pero tendr¨¢ que escuchar tambi¨¦n al presidente del Gobierno cuando le dice que tal cosa no va a ocurrir.
P. Si la otra parte no cambia, ese di¨¢logo puede ser est¨¦ril.
R. Acabamos de empezar. No podemos resolver un desencuentro que ha alcanzado niveles cr¨ªticos y que ha durado mucho tiempo con un par de sonrisas y un paseo por La Moncloa. Har¨¢ falta mucho m¨¢s. A Espa?a le ha faltado un relato, aunque tenemos muchos elementos para hacerlo. El independentismo catal¨¢n s¨ª ha construido uno, que asocia ¨¦pica y est¨¦tica, que tiene un himno que cantar y otro que silbar. Espa?a est¨¢ obligada a construir un relato alternativo, el de un pa¨ªs que tiene problemas pero que ha vivido desde la Constituci¨®n los mejores a?os de su historia moderna. Los indicadores internacionales m¨¢s fiables nos sit¨²an en libertades, derechos e independencia de los poderes muy por encima de pa¨ªses que pretenden darnos lecciones, como B¨¦lgica. Esta no es la Espa?a de la leyenda negra ni del franquismo. Hay que combatir ese relato y cara al exterior es mi obligaci¨®n como ministro. Creo que la primera vez que se ha hecho de una forma contundente y eficaz es el episodio del embajador Moren¨¦s en Washington. ?Qui¨¦n puede sorprenderse de que el embajador de un pa¨ªs reaccione de forma contundente pero educada a la acusaci¨®n de que en Espa?a hay presos pol¨ªticos y no se respetan los derechos? Eso demuestra la falta de relato, que Espa?a no ha tenido quien le escriba. Un relato sint¨¦tico como el American Dream, que nos trae las resonancias de Martin Luther King, aunque ahora lo han cambiado por el America First que ya viene de la ¨¦poca del Ku Klux Klan.
P. ?Est¨¢ decepcionado con la decisi¨®n del tribunal alem¨¢n sobre Puigdemont?
R. Uf, sobre eso hay que escribir otro libro. La respuesta de rigor: pleno respeto a las decisiones judiciales. Ya criticamos a la ministra alemana de Justicia cuando opin¨® sobre una decisi¨®n judicial y no voy a ponerme a su nivel. Pero respetar no significa estar de acuerdo, ni no poder analizar. Lo que dice la sentencia es que en la rebeli¨®n no se us¨® la fuerza en grado suficiente como para torcer la voluntad del Gobierno contra la que iba dirigida. No dice que no la hubiera: dice que no fue lo suficientemente fuerte. Ese es un juicio de valor.
P. ?Un juicio de valor?
R. Los c¨®digos penales reflejan caracter¨ªsticas idiosincr¨¢ticas de un pa¨ªs, en funci¨®n de su historia. La nuestra es un siglo y medio de golpes de Estado, de uso de la fuerza para derribar el orden constitucional: por eso la palabra rebeli¨®n est¨¢ metida en nuestro cromosoma pol¨ªtico. La historia alemana est¨¢ plagada de enemigos exteriores, de guerras permanentes; para ellos, lo grave es la traici¨®n. No hay, por tanto, correspondencias entre los conceptos penales porque sus respectivos c¨®digos son distintos como consecuencia de su historia. Esto obliga a pensar en las euro¨®rdenes, que exigen confianza mutua para que el sistema funcione. Pero yo no tirar¨ªa el beb¨¦ con el agua sucia. Porque la euroorden es un paso de gigante en la construcci¨®n de un espacio de justicia com¨²n.
P. ?Puede haber afectado la imagen internacional de Espa?a en la decisi¨®n del tribunal?
R. Creo que no deber¨ªa ponerme a hacer psicolog¨ªa judicial. Pero es evidente que ha habido una campa?a de descr¨¦dito a las instituciones espa?olas. Y que ha tenido un cierto ¨¦xito por incomparecencia del contrario.
P. Hace unos meses, en Bruselas, tild¨® al Gobierno catal¨¢n de neototalitario y habl¨® de golpe de Estado. ?C¨®mo ministro mantiene esos calificativos?
R. Los dir¨ªa de manera que no se me pueda malinterpretar, algo que me ha sucedido con frecuencia. Yo no he dicho nunca que haya que desinfectar a los catalanes; qu¨¦ barbaridad es esa. He dicho que la sociedad catalana tiene heridas profundas que hay que sanar, que hay que cerrar. En este caso le dir¨¦ lo que dicen los tratadistas pol¨ªticos: pasar de un sistema democr¨¢tico a otro sin usar los instrumentos que prev¨¦ el propio sistema pol¨ªtico es una transformaci¨®n que los expertos definen como golpe de Estado. No pasamos de la ley a la ley a trav¨¦s de la ley, que fue la grandeza de la Transici¨®n; y eso es lo que ha pasado.
P. Trump y el Brexit, liderazgos fuertes en Rusia y China, populistas en Europa: ?Qu¨¦ papel jugar¨¢ Espa?a en esa redefinici¨®n de las relaciones internacionales? ?Junto al eje Par¨ªs-Berl¨ªn en la UE? ?M¨¢s cerca de Macron?
Respuesta. El equilibrio en Europa, que pivotaba casi exclusivamente en la pareja francoalemana, cambia con la llegada de un Gobierno decididamente europe¨ªsta en Espa?a y un Gobierno como m¨ªnimo euroesc¨¦ptico en Italia. Espa?a lleva a?os de seguidismo de las posiciones alemanas, e Italia bastante ten¨ªa con sobrevivir a su cr¨®nica inestabilidad pol¨ªtica, un largo estancamiento econ¨®mico y una deuda muy elevada. Vamos a impulsar decididamente la integraci¨®n europea. Y eso tiene que hacerse con Francia y Alemania a la vez. Es ut¨®pico pensar que Espa?a y Francia pueden constituir un eje, porque sin Alemania gira en el vac¨ªo. Pero lo nuevo y fundamental es que Espa?a ha recuperado la confianza de Europa.
P. Bruselas no se fiaba.
R. M¨¢s bien poco, y es l¨®gico despu¨¦s de haberles contado 35 versiones diferentes de nuestra situaci¨®n presupuestaria. Pero ahora Espa?a puede repetir la historia de ¨¦xito que ha protagonizado el Gobierno socialista en Portugal. Ha conseguido cumplir con las exigencias de equilibrio presupuestario comunitarias y al mismo tiempo retomar el crecimiento gracias al margen de maniobra obtenido de la confianza europea. Espa?a va por el mismo camino: la prueba es que hemos acordado con Bruselas una senda de reducci¨®n del d¨¦ficit m¨¢s acorde con nuestra situaci¨®n real.
P. ?Se siente m¨¢s cerca de Ant¨®nio Costa, con un Gobierno socialista apoyado por la izquierda radical, que de Macron?
R. Me siento muy identificado con lo que ha hecho Costa, que fue vicepresidente del Parlamento Europeo cuando yo lo presid¨ªa. Pero, si Pablo Iglesias hubiera sido portugu¨¦s, Costa no estar¨ªa gobernando. As¨ª de claro: en Portugal, la izquierda, la nueva y la cl¨¢sica, han preferido que no siguiese gobernando la derecha. Y ese Gobierno, por cierto, en minor¨ªa, ha inspirado confianza, le han dado un mayor margen, ha cumplido sus compromisos y recuperado el crecimiento. Eso mismo empieza a pasar con Espa?a.
P. ?Hasta d¨®nde va a llegar el Gobierno si entramos en la Europa de varias velocidades y n¨²cleos duros?
R. ?Si entramos? Pero si ya estamos en ella... Los dos atributos b¨¢sicos de la soberan¨ªa, la moneda y la frontera, algunos pa¨ªses ya los comparten. Espa?a estar¨¢ en los n¨²cleos, no s¨¦ si duros, pero s¨ª en los que se formen para avanzar en la integraci¨®n. Desgraciadamente, Schengen est¨¢ empezando a desaparecer. Por la puerta de atr¨¢s y a la chita callando, Francia, Alemania e Italia han puesto controles en sus fronteras por la crisis migratoria. La derecha dura estaba imponiendo sus tesis hasta ahora: el m¨¦rito de Espa?a ha sido poner un punto de inflexi¨®n en el debate migratorio con el episodio del Aquarius. La derecha dura estaba ganando con su discurso y obligando a Merkel a retroceder en sus planteamientos: entre Trump y sus socios de Baviera han colocado a la canciller en una posici¨®n fr¨¢gil. El nuevo Gobierno espa?ol viene a compensar en Europa ese discurso, fuerte en el Este pero que ha llegado tambi¨¦n al Sur.
P. A Italia.
R. Si el Gobierno italiano cumple sus promesas y gasta 100.000 millones de euros m¨¢s estar¨¢ enfrent¨¢ndose a Bruselas y puede reeditar la crisis del euro. Pero si, como parece, opta por endurecer la pol¨ªtica migratoria, puede estar empezando a andar el camino hacia la desintegraci¨®n de Europa.
P. ?Ese es el mayor riesgo?
R. El problema migratorio es el disolvente m¨¢s poderoso de la UE. Puede provocar una crisis m¨¢s grave que la del euro. Una crisis econ¨®mica puede resolverse con recursos financieros y con cambios institucionales, pero los problemas de la migraci¨®n son m¨¢s profundos: afectan a valores, identidades, culturas, capacidades de asimilaci¨®n de las sociedades. La estructura mental de las sociedades europeas no est¨¢ preparada para hacer frente a un incremento desordenado de los flujos de migraci¨®n, que por otro lado necesita para compensar el declive demogr¨¢fico.
P. El Supremo acaba de condenar a Espa?a por incumplir las cuotas de refugiados.
R. El juez subraya que los compromisos adquiridos por un Estado de la UE no son a humo de pajas: el Gobierno debe cumplir lo que firma.
P. ?Se compromete entonces a dar asilo a los 15.000 refugiados que faltan para cumplir la cuota?
R. Nos comprometimos y tendremos que cumplir. Al ritmo que vamos no tardaremos demasiado.
P. Vuelve el proteccionismo. El multilateralismo est¨¢ muy tocado. Proliferan los populistas. ?Es tan inestable la situaci¨®n internacional como parece?
R. Es incluso m¨¢s inestable de lo que parece. El mundo de hoy es mucho m¨¢s peligroso en lo relativo a proliferaci¨®n nuclear y de armas qu¨ªmicas que el de ayer, el de la Guerra Fr¨ªa o el de la crisis de las famosas armas ¡ªinexistentes¡ª de destrucci¨®n masiva en Irak. Y, ante esos nuevos riesgos de un mundo fragmentado, Europa es incapaz de hablar con una sola voz. La relaci¨®n transatl¨¢ntica nos divide entre los que temen que avanzar en una Europa de la defensa debilite el v¨ªnculo transatl¨¢ntico y les deje indefensos, y quienes creen que la respuesta a la nueva actitud de EE UU es reforzar las capacidades europeas. Unos alertan de que si avanzamos en nuestra autonom¨ªa saldremos del paraguas de EE UU; otros, que el paraguas se ha cerrado y deber¨ªamos abrir el nuestro.
P. ?En qu¨¦ lado est¨¢ usted?
R. Creo que deber¨ªamos tener nuestro propio paraguas sin romper el v¨ªnculo transatl¨¢ntico.
P. A pesar del show de Trump.
R. Mire, los EE UU son los primeros que se beneficiar¨ªan de una mayor capacidad europea de Defensa. Pero el relato tiene que estar de acuerdo con la realidad. Voy a tener que escribir sobre las cuentas y los cuentos de Trump. No es cierto que EE UU se gaste en la defensa de Europa las cifras astron¨®micas que da: se gasta 600.000 millones de d¨®lares anuales en Defensa; Europa supone unos 30.000 millones. Y aun as¨ª casi todo se lo gastar¨ªan de igual modo. Al contrario, sus bases en Europa abaratan su coste global de defensa.
P. Aun as¨ª, sigue tensando la cuerda. Si sigue por esa senda, ?Espa?a d¨®nde se situar¨¢?
R. En explicar las cosas como son, en reforzar las capacidades europeas y la complementariedad UE-OTAN. No hay que elegir entre pap¨¢ y mam¨¢. En eso la actitud de Merkel es admirable: est¨¢ rodeada de machos alfa y los torea con elegancia, no entra en provocaciones. Esa es la actitud a la que Espa?a debe contribuir.
P. Pero usted tambi¨¦n habla de que Espa?a ha sido demasiado seguidista de Alemania.
R. Una cosa es estar cerca; otra es la sumisi¨®n. La pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno espa?ol, por ejemplo, no coincide con el ordoliberalismo alem¨¢n, con esa obsesi¨®n por los super¨¢vits. Los socialistas hemos sido cr¨ªticos en la oposici¨®n con las pol¨ªticas de excesiva austeridad: si hay que juzgarlas por sus resultados, no podemos estar satisfechos.
P. Volvamos a Trump. ?Mantiene la invitaci¨®n que le hizo Rajoy para venir a Espa?a?
R. El Rey se la reiter¨® en su visita.
P. Frente a Trump, la estrategia de Europa parece ser sentarse a esperar que pase el cicl¨®n.
R. Esperar que los problemas se resuelvan por s¨ª solos es un error. Trump, los populismos en Italia o el Este, el Brexit o el declive de la socialdemocracia responden a una corriente de fondo: los excesos o contrachoques de la globalizaci¨®n, el hecho de una din¨¢mica que en t¨¦rminos globales es positiva pero que ha generado en las sociedades occidentales muchos m¨¢s perdedores de los que pens¨¢bamos. Ahora esos perdedores manifiestan su desconcierto, su ira, su rechazo. Y eligen l¨ªderes que dan malas respuestas, demasiado simples, a problemas reales pero complejos. Trump, Salvini y Orb¨¢n ganan elecciones porque han construido un relato que conecta con la percepci¨®n que mucha gente tiene de la realidad.
P. ?Va a bloquear Espa?a la incorporaci¨®n de Gibraltar al acuerdo transitorio del Brexit?
R. Es pronto para decirlo. Para nosotros la clave son las consecuencias para el desarrollo econ¨®mico Campo de Gibraltar: aeropuerto, contrabando, fiscalidad, pesca¡ Las cuestiones de soberan¨ªa eran importantes para alg¨²n exministro de Exteriores; pero esta es la ocasi¨®n para acabar con el subdesarrollo del Campo de Gibraltar, y evitar que se convierta en un terreno abonado para el tr¨¢fico de droga, al lado de un territorio que tiene la tercera renta per c¨¢pita m¨¢s alta del mundo. Y eso no puede ser: alguien est¨¢ parasitando a alguien.
P. ?Y Rusia? ?Este Gobierno va a mantener la posici¨®n del anterior sobre las sanciones o van a pesar m¨¢s cuestiones como la energ¨ªa o el turismo?
R. Nos guste o no, Rusia est¨¢ de vuelta. Putin tiene una enorme popularidad porque representa el regreso a la escena internacional de un pa¨ªs humillado, de una antigua gran potencia que quiere ejercer de nuevo. Y s¨ª, tiene el arma nuclear. Pero tiene el PIB de Italia, y su presupuesto en Defensa es de 60.000 millones; frente a los 900.000 de la OTAN. Aun as¨ª, Mosc¨² tiene capacidad para influir en conflictos de nuestro entorno. Hay una posici¨®n com¨²n europea sobre Rusia; Espa?a no va a ser m¨¢s dura. Pero eso no significa que tengamos que olvidar los problemas que provoca a nuestros aliados y socios: por eso, entre otras cosas, Espa?a participa en el despliegue militar del B¨¢ltico.
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