Desde el otro lado de la verja: amenazas a Europa, quejas¡ y colaboraci¨®n
Marruecos controla la frontera mediante una mezcla de confianza policial estrecha con Espa?a y demandas constantes hacia Europa
Ning¨²n ministro marroqu¨ª, y por supuesto nadie del Ministerio del Interior en Rabat, ha emitido un comunicado para explicar por qu¨¦ este mi¨¦rcoles 602 migrantes lograron saltar la valla de Ceuta. Tampoco ha explicado ninguna autoridad por qu¨¦ han aumentado las salidas desde las costas marroqu¨ªes (entre enero y el 25 de julio llegaron al Mediterr¨¢neo espa?ol 20.992 migrantes, m¨¢s que en 2015 y 2016 juntos); ni por qu¨¦ estamos cerca de rebasar el r¨¦cord de todo el a?o pasado, 22.419, la cifra m¨¢s elevada desde 2006, cuando se registraron 39.180 llegadas por mar, en plena crisis de los cayucos.
Desde mediados del a?o pasado son los propios marroqu¨ªes quienes han vuelto a arriesgar sus vidas en las pateras, como hace varios lustros, por delante de la mayor¨ªa de pa¨ªses africanos, seg¨²n Frontex, la agencia comunitaria de control de fronteras exteriores de la UE. Pero a las autoridades espa?olas no les preocupan tanto los marroqu¨ªes, ya que Rabat y Madrid firmaron en 1992 un Acuerdo de Readmisi¨®n Bilateral que entr¨® en vigor en diciembre de 2012. En cualquier caso, no ha habido explicaciones p¨²blicas que ayuden a comprender por qu¨¦ estos d¨ªas no hay forma de contener desde las costas marroqu¨ªes el flujo de migrantes sin papeles.
Es casi imposible encontrar en los cinco partidos del Gobierno, en la oposici¨®n o en las pocas ONG locales que trabajan con migrantes, una lectura del fen¨®meno como la que facilita a este diario Hassan Ammari, el responsable en la ciudad de Uchda, fronteriza con Argelia, de la Asociaci¨®n Marroqu¨ª de Derechos Humanos (AMDH), la organizaci¨®n no religiosa m¨¢s cr¨ªtica con el Estado y de mayor presencia nacional. ¡°Mi experiencia me dice que Marruecos siempre utiliza la presi¨®n migratoria en sus negociaciones con Espa?a y Europa¡±, se?ala. Ammari cree que el aumento se debe a varios factores: ¡°Por un lado, la inseguridad en Libia hace que vengan m¨¢s gente por Marruecos. Por otro, en varias zonas de Marruecos, sobre todo en el Rif, se han registrado varias protestas sociales muy graves. Hay muchos j¨®venes que no encuentran ni trabajo, ni vida digna, ni libertad. Por otro, las mafias cambian constantemente de estrategia, se perfeccionan. Y a todo eso se suma una bajada voluntaria de la vigilancia por parte de la gendarmer¨ªa en las costas marroqu¨ªes¡±.
La ¨²nica vez que una autoridad marroqu¨ª amenaz¨® p¨²blicamente con aflojar su control sobre la inmigraci¨®n fue el 6 de febrero de 2017. Pero el mensaje fue contundente. En plenas negociaciones con Bruselas sobre los acuerdos agr¨ªcolas y pesqueros en relaci¨®n con el S¨¢hara Occidental, el ministro de Agricultura, el empresario Aziz Ajanuch, una de las mayores fortunas del pa¨ªs y amigo personal del rey, emiti¨® un comunicado donde advert¨ªa que cualquier obst¨¢culo respecto a los citados acuerdos conllevar¨ªa el riesgo de reanudar ¡°el flujo migratorio que Marruecos, mediante un esfuerzo sostenido, ha conseguido gestionar y contener¡±.
Observadores internacionales consideran un delirio pensar que el flujo migratorio haya aumentado desde el a?o pasado porque Marruecos? est¨¦ haciendo la vista gorda de forma sistem¨¢tica
Por si no hab¨ªa quedado claro su mensaje el ministro a?adi¨® en declaraciones a EFE: ¡°?C¨®mo quer¨¦is [los europeos] que hagamos el trabajo de bloquear la emigraci¨®n africana y hasta la marroqu¨ª si hoy Europa no quiere trabajar con nosotros? ?Por qu¨¦ vamos a seguir haciendo de gendarmes y darles empleo (a los africanos establecidos en Marruecos)? ?Para exportar ad¨®nde? El problema de la emigraci¨®n es muy costoso para Marruecos, y Europa debe apreciarlo en su justo valor¡±.
Once d¨ªas despu¨¦s, el 17 de febrero de 2017, 498 migrantes subsaharianos lograron entrar en Espa?a mediante un asalto masivo a la valla de Ceuta. Y tres d¨ªas m¨¢s tarde, el 20 de febrero, penetraron 359 por la misma valla. Una semana despu¨¦s el Tribunal de Luxemburgo promulg¨® una sentencia donde advert¨ªa que el acuerdo de pesca no es aplicable al S¨¢hara Occidental porque ese territorio ¡°no forma parte del Reino de Marruecos¡±. Eso tampoco ha impedido que un a?o y medio despu¨¦s, Marruecos se haya apuntado una gran victoria pol¨ªtica al firmar el 20 de julio con la Comisi¨®n Europea un acuerdo pesquero donde quedan incluidas las aguas del S¨¢hara Occidental, a pesar de las protestas del Frente Polisario. ?Tiene todo esto algo que ver con el flujo de inmigrantes? Para el ministro marroqu¨ª de Agricultura y Pesca todo est¨¢ unido, todo forma parte del mismo lote.
Entonces, ?est¨¢ bajando Marruecos la vigilancia estos d¨ªas? Hay varios observadores que siguen muy de cerca la pol¨ªtica marroqu¨ª y creen que es un delirio pensar que el flujo migratorio ha aumentado desde el a?o pasado porque Marruecos est¨¦ haciendo la vista gorda en la frontera de forma sistem¨¢tica. Aducen que Marruecos se est¨¢ convirtiendo en un pa¨ªs de acogida de emigrantes, no solo de tr¨¢nsito. Y que abrir las puertas hacia Europa les perjudicar¨ªa a los marroqu¨ªes tambi¨¦n, porque en el ?frica subsahariana se extender¨ªa el mensaje de que es f¨¢cil pasar por Marruecos. Primero llegar¨ªan a Marruecos y despu¨¦s ya ver¨ªan si cruzan. Y mientras tanto, a Rabat le tocar¨ªa gestionar la situaci¨®n. No obstante, los mismos analistas admiten que tal vez Rabat puede bajar los brazos en alg¨²n momento de forma muy puntual, para dar un susto.
La colaboraci¨®n policial en la frontera nunca se ha cuestionado desde Espa?a desde hace lustros, tanto con el PSOE como con el PP en el Gobierno, a excepci¨®n del ejecutivo de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. La comunicaci¨®n es constante entre la gendarmer¨ªa y la guardia civil. Hay patrullas que trabajan de forma conjunta en T¨¢nger y en Algeciras. Algunos guardias civiles destacados en Marruecos suelen decir en broma que se llevan mejor con los gendarmes marroqu¨ªes que con la polic¨ªa de Espa?a. El pasado febrero, ante otro salto masivo en Ceuta, la gendarmer¨ªa lleg¨® a facilitar a la guardia civil las grabaciones internas mantenidas por radio durante el asalto.
Sin embargo, por encima de los gendarmes siempre hay autoridades marroqu¨ªes que se quejan de la burocracia europea para recibir ayudas econ¨®micas. No quieren dinero para insertar migrantes, sino para invertirlos en la frontera. Esperan entre 20 y 60 millones de euros, pero hasta el momento no les ha llegado nada. Y esgrimen como agravio comparativo los 3.000 millones de euros que la Uni¨®n Europea asign¨® a Turqu¨ªa en 2016 para atender y contener en sus fronteras a dos millones de refugiados sirios. Cuando alguien solicita informaci¨®n sobre un salto masivo en la frontera, cierta autoridad marroqu¨ª responde en privado: ¡°Ten¨¦is tan mala conciencia que pens¨¢is que los dejamos pasar¡±.
Fuentes pr¨®ximas a la cooperaci¨®n internacional destacan que la soluci¨®n no est¨¢ en pedirles cuentas a Marruecos, sino en volcarse en ?frica con una pol¨ªtica europea ambiciosa. Estiman que mientras no se frene la miseria y la hambruna todo lo dem¨¢s ser¨¢ como poner tiritas ante una hemorragia mucho m¨¢s profunda.
Pero si se trata de conocer que piensa Marruecos sobre la oleada migratoria, nada mejor que recurrir al propio rey, la m¨¢xima autoridad. Mohamed VI no se prodiga en entrevistas, pero el 9 de noviembre de 2017 difundi¨® a trav¨¦s de la agencia oficial MAP un discurso con motivo de la V Cumbre Uni¨®n Africana-Uni¨®n Europea, celebrada en Costa de Marfil. Ah¨ª expres¨® su intenci¨®n de corregir varios ¡°mitos infundados¡± sobre la inmigraci¨®n: ¡°La migraci¨®n africana no es predominantemente intercontinental. Es ante todo interafricana. De cinco africanos que salen, cuatro se quedan en ?frica¡±. Y concluy¨®: ¡°Ya no hay distinci¨®n entre pa¨ªses de emigraci¨®n, de tr¨¢nsito y de instalaci¨®n¡±.
Marruecos no se ve ya solo como un gendarme que cuida la frontera. Est¨¢ esforz¨¢ndose en acoger a miles de subsaharianos. Pero al mismo tiempo, quiere que su labor de gendarme sea reconocida y remunerada.
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