C¨®rdoba, un para¨ªso sin papeles
La ciudad est¨¢ rodeada por 10.000 casas ilegales. Ning¨²n grupo pol¨ªtico ha sido capaz de solucionar el problema
Hace m¨¢s de 40 a?os que C¨®rdoba juega una partida de ajedrez que siempre acaba en tablas. Desde que, coincidiendo m¨¢s o menos con el cambio de r¨¦gimen, cientos de cordobeses empezaron a construir sus viviendas en terrenos r¨²sticos no urbanizables, el Ayuntamiento trata de conseguir sin ¨¦xito que cumplan la ley. El fracaso, que se pueden repartir todos los partidos pol¨ªticos, porque todos han pasado por la alcald¨ªa desde las primeras elecciones democr¨¢ticas de 1979, es del 100%. En la actualidad, m¨¢s de 10.000 parcelas r¨²sticas albergan edificaciones ilegales, muchas de ellas sin agua, luz ni alcantarillado, abasteci¨¦ndose de pozos muy lesivos para los acu¨ªferos y, en algunos casos, ocupando las inmediaciones del yacimiento arqueol¨®gico de Medina Azahara, declarado el pasado mes de junio Patrimonio Mundial de la Unesco.
"El PGOU de 1986", explica el socialista Emilio Aumente, teniente de alcalde de Presidencia y Seguridad Ciudadana, "fue el primer plan serio de ordenaci¨®n urbana que se hizo en C¨®rdoba. Pues bien, desde entonces hasta ahora no se ha conseguido legalizar ni una parcela. Nunca. Ninguna. Se trata de una historia frustrante para la administraci¨®n y frustrante para los vecinos". Que se lo digan a Manuel del Pino, que lleva m¨¢s de una d¨¦cada intentando poner en orden los papeles de su casa de El Alamillo. ¡°Hay que reconocer que aqu¨ª todos somos culpables¡±, admite Del Pino, ¡°nosotros cometimos un fraude, pero tambi¨¦n contribuyeron a esta situaci¨®n los sucesivos gobiernos municipales, que al principio hicieron la vista gorda y luego nos pusieron por delante un sinf¨ªn de requisitos, pr¨¢cticamente imposibles de cumplir, para obtener la legalizaci¨®n¡±. El m¨¢s conflictivo de los requisitos es el importante desembolso econ¨®mico que, de forma solidaria, tienen que asumir los colonos para contribuir a la reurbanizaci¨®n ¡ªcalles, saneamiento, alumbrado¡¡ª de las zonas ahora ilegales.
Emilio Aumente y Manuel del Pino, cada uno por su lado, se remontan a la g¨¦nesis del problema. El concejal explica que, a mediados de los 70, cuando se produce el ¨¦xodo del campo a la ciudad, ¡°C¨®rdoba empieza a recibir a personas de la provincia con una tradici¨®n de campo que se encuentran a disgusto en los pisos peque?os y caros que la ciudad les ofrece¡±. A ese flujo, a?ade el propietario, se suman los que escapan de la ciudad asustados por los altos precios de la vivienda: ¡°Un piso en el centro de C¨®rdoba te costaba como m¨ªnimo 140.000 euros y aqu¨ª por ese precio te pod¨ªas hacer una casa completa en un terreno de 2.500 metros cuadrados¡±. Esa fuerte demanda de viviendas r¨²sticas se encontr¨® adem¨¢s con tres factores que abonaron el problema. El primero, una gran oferta. ¡°En los a?os 80¡±, explica Manuel del Pino, ¡°la comunidad econ¨®mica europea pagaba a los agricultores para que no sembraran. Y muchos de aquellos que ten¨ªan aqu¨ª las fincas bald¨ªas y a la vez cobraban las subvenciones decidieron venderlas. Fue un pelotazo. Si el metro r¨²stico val¨ªa a peseta, a ti te lo vend¨ªan a mil. Hac¨ªa negocio ¨¦l y hac¨ªas negocio t¨²¡±. El segundo factor que favoreci¨® el boom de las construcciones ilegales fue los mensajes confusos, cuando no contradictorios, que emit¨ªan los pol¨ªticos, en especial Julio Anguita, que gobern¨® C¨®rdoba desde 1979 hasta 1986 ¨Clos a?os claves de la parcelaci¨®n ilegal¡ª y jam¨¢s plant¨® cara al problema. El tercer factor, que todav¨ªa subsiste, es una burocracia endiablada. ¡°Cuando en 1986 se intenta por primera vez abordar de forma seria la cuesti¨®n¡±, explica Emilio Aumente, ¡°ya era muy complicado porque exist¨ªan una gran cantidad de parcelaciones. La consecuencia es que se sigui¨® construyendo sin que adem¨¢s existieran equipos capaces de controlar el desarrollo urban¨ªstico an¨¢rquico¡±.
La situaci¨®n actual es tan grave que Pedro Garc¨ªa, el presidente de la Gerencia Municipal de Urbanismo, llega a reconocer que, a pesar de los planes sucesivos, ¡°el desorden urban¨ªstico en C¨®rdoba es tan complejo que en 40 a?os no se ha llegado a arreglar todav¨ªa la situaci¨®n de ninguna parcela ilegal¡±. Y a?ade: ¡°No se sabe a ciencia ciertas cu¨¢ntas son en realidad. Usted puede estar tres d¨ªas sin parar en el coche viendo casas ilegales. Algunas son aut¨¦nticos palacios¡±.
No es dif¨ªcil encontrarlos. Algunos de ellos situados enfrente de chabolas con pretensiones. En La Gorgoja, Madeleine, una holandesa que lleg¨® hace 20 a?os desde Mallorca, dice que la relaci¨®n con el Ayuntamiento es ¡°un cachondeo¡± porque, seg¨²n dice, paga el IBI aunque su urbanizaci¨®n no est¨¦ legalizada y, por tanto, no dispongan ni de alumbrado p¨²blico. En la casa de enfrente, una asociaci¨®n evang¨¦lica trata de rehabilitar a toxic¨®manos y, en la de al lado, un hombre que se cay¨® de un andamio y se qued¨® parapl¨¦jico dormita al sol en un chal¨¦ lleno de esculturas de piedra. Los propietarios de parcelas ilegales exhiben en general una extraordinaria paciencia labrada por a?os de promesas rotas y leyes inextricables, pero en Las Pitas ¡ªun conglomerado de casas a dos kil¨®metros de Medina Azahara¡ª no est¨¢ el horno para bollos. ¡°Le pido por favor¡±, dice Rafael Mu?oz, ¡°que ponga bien claro que no son parcelas ilegales, sino parcelas legales con casas ilegales dentro. Es importante. ?Lo ha puesto bien? Todo el mundo sabe que no derribar¨¢n la casa, pero tambi¨¦n que nunca nos dar¨¢n luz ni agua. ?Hay derecho a eso?¡±.
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