Los no Presupuestos y la no pol¨ªtica
Espa?a demuestra una vez m¨¢s que solo sabe discutir, no debatir. Y si llega una nueva crisis econ¨®mica, el pa¨ªs se encontrar¨¢ sin los deberes hechos
El engranaje narrativo del proc¨¦s deparaba una sorpresa invernal: el di¨¢logo (de sordos) entre el Tribunal Supremo, el Congreso de los Diputados, el Palacio de La Moncloa y la plaza de Col¨®n. El pasado viernes, el Gobierno rompi¨® las negociaciones con los independentistas, un fracaso que nadie se explica porque ninguna de las partes quer¨ªa ese final abrupto (la ¨²nica explicaci¨®n es el desastre de gesti¨®n de los negociadores, encabezados por Carmen Calvo, Pere Aragon¨¨s y Elsa Artadi, que salen muy tocados de ese episodio). Las derechas intentaron una demostraci¨®n de fuerza el domingo en Col¨®n. Y a partir de ah¨ª se precipitan las cosas: nadie quiere elecciones pero vamos a elecciones. Los independentistas han votado de la mano de PP y Ciudadanos para rechazar los Presupuestos en el Congreso. La Moncloa se dispone a anunciar el adelanto electoral, con el 28 de abril como la fecha m¨¢s contemplada en las quinielas. En medio de ese jaleo, en el Supremo ha arrancado un juicio que va a planear sobre la pol¨ªtica espa?ola durante meses.
Puede que las elecciones sean, a la corta, lo m¨¢s impactante de esa lasa?a de complejidades en las que se ha convertido el relato pol¨ªtico-judicial de este mes de febrero recalentado. Pero puede que la falta de Presupuestos acabe siendo tan importante, a la larga, como las elecciones.
Espa?a crecer¨¢ en torno al 2% este a?o, con todo el PIB del Atl¨¢ntico norte desacelerando: las crisis suelen llegar con retraso a la econom¨ªa espa?ola; pero cuando llegan, llegan de verdad. Sin Presupuestos, el d¨¦ficit p¨²blico se ir¨¢ en torno al 2,5%. Algunos de los nuevos impuestos no llegar¨¢n; la?tasa Google y la tasa Tobin?eran un buen tanto publicitario para el Ejecutivo aunque tampoco iban a proporcionar muchos ingresos. Algunas inversiones no se har¨¢n, pero el grueso de los nuevos gastos sigue ah¨ª. Subir¨¢n las pensiones, el sueldo de los funcionarios y el salario m¨ªnimo, que ya est¨¢n aprobados y no dependen de los Presupuestos. Es casi lo de menos: las cuentas se prorrogan, como ha pasado media docena de veces en 40 a?os, y no pasa pr¨¢cticamente nada. O s¨ª: en caso de que la desaceleraci¨®n fuese m¨¢s fuerte de lo previsto, tiene pinta de que coger¨ªa a Espa?a con el paso cambiado y puede que incluso sin Gobierno.
Lo fundamental es la sensaci¨®n de tiempo perdido. Espa?a ha desperdiciado un lustro de fuerte crecimiento para buscarse colchones fiscales y surfear la pr¨®xima recesi¨®n. En cuanto la troika levant¨® el pie del acelerador, Rajoy aprob¨® est¨ªmulos en plena reactivaci¨®n: la pol¨ªtica econ¨®mica equivocada, seg¨²n ocho de cada tres economistas. S¨¢nchez tampoco ha hecho gran cosa: su debilidad parlamentaria y las negociaciones fallidas con los independentistas le han impedido sacar unas cuentas que en realidad tampoco permit¨ªan poner en orden el agujero fiscal. El d¨¦ficit estructural (mil disculpas al sufrido lector: el agujero fiscal independientemente de c¨®mo est¨¦ el ciclo econ¨®mico) sigue siendo un problema may¨²sculo; las cuentas no cuadran. La deuda p¨²blica est¨¢ en torno al 100% del PIB. La deuda externa espa?ola es una de las m¨¢s abultadas de Occidente. La banca est¨¢ mejor, pero qui¨¦n sabe. El paro sigue en torno al 15% tras cinco a?os de aumentos del PIB a toda vela.
Es posible que la pr¨®xima crisis tarde en llegar, pero acabar¨¢ llegando. Cuando lo haga, Espa?a no tendr¨¢ los deberes hechos: hay que dar las gracias al Gobierno de Rajoy y al de S¨¢nchez, y al ala derecha del Congreso, y a los independentistas. El ¨¦xito de las pol¨ªticas depende de c¨®mo se debaten: Espa?a demuestra una vez m¨¢s que solo sabe discutir, que no sabe debatir. La soluci¨®n f¨¢cil al ovillo pol¨ªtico-judicial eran las elecciones. Siempre hay una soluci¨®n f¨¢cil para cada problema: limpia, veros¨ªmil y err¨®nea.
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