Un fiscal contra la dictadura y un gran conversador
Fue uno de los m¨¢s comprometidos con el cumplimiento de los mandatos de la Constituci¨®n de 1978
El pasado d¨ªa 15 de febrero falleci¨® en M¨¢laga a los 83 a?os Juanjo Mart¨ªnez Zato, uno de los fiscales implicados en la recuperaci¨®n de las libertades durante la dictadura franquista y, consolidada ya la democracia, m¨¢s comprometido con el cumplimiento de los mandatos de la Constituci¨®n de 1978.
Reci¨¦n superada la oposici¨®n a la carrera fiscal a mediados de la d¨¦cada de los sesenta del pasado siglo, durante el a?o de pr¨¢cticas en la Escuela Judicial compatibiliz¨® sus obligaciones con el asesoramiento jur¨ªdico al diario Ya con el prop¨®sito de encontrar los recovecos legales a trav¨¦s de los cuales pudieran expresarse opiniones cr¨ªticas de la situaci¨®n que padec¨ªamos los espa?oles. Desde entonces, y sin soluci¨®n de continuidad, su firma ha estado presente en los medios de comunicaci¨®n escritos y su voz ¡ªla del actor que siempre quiso ser¡ª fue escuchada en radios y televisiones para reclamar avances en el desarrollo del Estado social y democr¨¢tico de derecho que la Constituci¨®n instaur¨®.
Su primer destino profesional fue la Fiscal¨ªa de la entonces Audiencia Territorial de Barcelona. En ella, junto a las dem¨¢s tareas, se hizo cargo de la Fiscal¨ªa de Peligrosidad Social. Calladamente, dictamen tras dictamen, obstaculiz¨® la aplicaci¨®n de aquella inicua legislaci¨®n basada en principios contrarios a los propios del derecho penal culpabil¨ªstico que solo despu¨¦s de la vigencia de la Constituci¨®n de 1978 fue posible instaurar en Espa?a.
En aquellos a?os se incorpor¨® al movimiento Justicia Democr¨¢tica, en cuyas actividades particip¨® destacadamente. Nunca rehus¨® el riesgo que supon¨ªa vivir profesionalmente en confrontaci¨®n con leyes que, por su origen dictatorial, crey¨® que deber¨ªan ser desobedecidas. En funciones de fiscal de guardia, hizo cuanto estuvo a su alcance para que las declaraciones de los perseguidos por la reivindicaci¨®n de derechos fundamentales fueran favorables a su defensa.
Form¨® parte del grupo de magistrados y fiscales enviado por el Gobierno espa?ol a Guinea Ecuatorial para asistir t¨¦cnicamente en el proceso de independencia de aquel pa¨ªs. Dur¨® poco: cuando tuvo conocimiento de que los detenidos por la polic¨ªa guineana permanec¨ªan indefinidamente privados de libertad sin ser puestos a disposici¨®n del correspondiente juzgado, pidi¨® una audiencia al ministro de Justicia de aquel pa¨ªs, en el curso de la cual le manifest¨® la ilegalidad en que estaba incurriendo. Acto seguido, el Gobierno le declar¨® persona non grata y le concedi¨® 72 horas para abandonar el pa¨ªs. Fue expulsado y recibido en Espa?a con admiraci¨®n por sus compa?eros.
Tras las elecciones de octubre de 1982 se incorpor¨® al equipo del Ministerio de Justicia como director general de Instituciones Penitenciarias. Asumi¨® las dif¨ªciles responsabilidades del cargo con pasi¨®n. Se entreg¨® a mejorar nuestras c¨¢rceles. Las abri¨® a la sociedad, persigui¨® los malos tratos, mejor¨® la alimentaci¨®n, la asistencia educativa y sanitaria, los talleres penitenciarios, humaniz¨® la jornada laboral de los funcionarios, por cuyo reconocimiento social pele¨®. Y cuando decidi¨® descansar hab¨ªan quedado inauguradas 13 nuevas c¨¢rceles. No resolvi¨® todos los problemas, pero s¨ª algunos. Los avances fueron en gran medida obra suya.
De vuelta a la Fiscal¨ªa fue vocal del Consejo General del Poder Judicial. Despu¨¦s, jefe de la Secretar¨ªa T¨¦cnica de la Fiscal¨ªa del Tribunal Supremo, inspector jefe y teniente fiscal de dicho tribunal. Trabaj¨® mucho e hizo trabajar para que el cumplimiento de la legalidad democr¨¢tica fuera la ¨²nica finalidad de las funciones que la Constituci¨®n encomienda al ministerio fiscal. Cuid¨® la transparencia informativa y no rehus¨® dar cuenta de cuanto estaba bajo su autoridad. Gestion¨® con honradez intachable el importante gasto p¨²blico afecto a aquella Direcci¨®n General.
Llegada la jubilaci¨®n se instal¨® en M¨¢laga, cerca de su familia. Se present¨® en las listas del PSOE a las elecciones locales y fue elegido concejal, volc¨¢ndose de nuevo en el servicio a los ciudadanos, quienes pod¨ªan escuchar y leer sus opiniones en radios, televisiones y peri¨®dicos, aparte de las intervenciones en el seno de la corporaci¨®n municipal.
Durante sus a?os madrile?os particip¨® en las tertulias del Caf¨¦ Gij¨®n, en las que hizo grandes amigos entre escritores, periodistas, autores y colegas del foro. Conversador infatigable y divertido, ley¨® con denuedo, sobre todo historia de Espa?a. Y, como ten¨ªa una memoria envidiable, memoriz¨® buena parte del poemario relacionado con la Guerra Civil espa?ola, que recit¨®, acompa?ado de m¨²sica, en un precioso teatro de M¨¢laga. La m¨²sica, cl¨¢sica y moderna, le acompa?¨® siempre. Fue un estupendo jugador de tenis. Mezcla de gallego coru?¨¦s, vasco, malague?o y melillense, ya se habr¨¢ notado cu¨¢nto hemos perdido con su marcha.
Fernando Ledesma Bartret es consejero permanente de Estado.
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