Jordi S¨¤nchez, pir¨®mano o bombero
En un duro intercambio de golpes con la fiscal¨ªa, el l¨ªder de la ANC niega las acusaciones de rebeli¨®n y circunscribe la violencia a los veh¨ªculos de la Guardia Civil
Hay tipos que nacen con cara de sospechoso, los t¨ªpicos que en una rueda de reconocimiento tienen todas las de perder. El expresidente de la Assemblea Nacional Catalana es todo lo contrario. No es alto ni bajo, ni delgado ni grueso, viste de gris y es educado, y por si fuera poco se llama Jordi y se apellida S¨¤nchez, un salvoconducto para el anonimato seg¨²n se utilice en Catalu?a o en el resto de Espa?a. Pero basta con ver solo dos minutos del v¨ªdeo que una de las abogadas de la defensa propone en el Tribunal Supremo para percatarse de que, aquel largo 20 de septiembre de 2017 en que una multitud acorral¨® a la Guardia Civil durante un registro en Barcelona, el se?or S¨¤nchez era el due?o absoluto de las calles.
Aquel d¨ªa, seg¨²n qued¨® demostrado en la sexta sesi¨®n del juicio, Jordi S¨¤nchez convoc¨® una concentraci¨®n por la ma?ana, la desconvoc¨® por la noche, orden¨® a su gente hacer un pasillo de seguridad ante la Consejer¨ªa de Econom¨ªa, recibi¨® llamadas de los principales l¨ªderes independentistas, coordin¨® el operativo de seguridad con los Mossos d¡¯Esquadra y cuando, a las 20.57 de aquel jueves explosivo, el teniente de la Guardia Civil que dirig¨ªa el registro baj¨® a la puerta de la calle para ver qu¨¦ tal estaba la situaci¨®n, ?con qui¨¦n habl¨®? ?Y qui¨¦n fue el que, a las 23.40 y con un meg¨¢fono en la mano, se dirigi¨® a la multitud desde el techo de un Nissan Patrol?
¡ª No es f¨¢cil subirse a un coche de la Guardia Civil.
Jordi S¨¤nchez pronuncia la frase durante el interrogatorio ¡ªduro, a cara de perro¡ª al que le somete el fiscal Javier Zaragoza. Se refiere a las dificultades f¨ªsicas, pero tambi¨¦n es la antesala de una reflexi¨®n que llega unos minutos despu¨¦s: "Llevo 500 d¨ªas en prisi¨®n, estoy delante de un tribunal y la fiscal¨ªa pide 17 a?os de c¨¢rcel por un delito de rebeld¨ªa". Lo dice porque la imagen ya ic¨®nica de ¨¦l y Jordi Cuixart encaramados a un todoterreno de la Guardia Civil abollado, lleno de pegatinas y con los cristales rotos es para la fiscal¨ªa la prueba irrefutable de que la violencia ¡ªun condimento indispensable para el delito de rebeli¨®n¡ª s¨ª existi¨® y adem¨¢s lleva su apellido.
Durante cinco horas largas de declaraci¨®n, Jordi S¨¤nchez intenta demostrar todo lo contrario. Y lo hace bien, de forma cort¨¦s y con voz firme, pero para argumentar que ¨¦l es un hombre de paz tiene que decir que habl¨® con todos ¡ªdesde las m¨¢s altas instancias del secesionismo hasta con el mando de la Guardia Civil¡ª y eso mismo va conformando la imagen de piedra angular del intento de ruptura. Si, como ya han dicho todos los acusados con palabras m¨¢s suaves, la posibilidad de independencia depend¨ªa de la movilizaci¨®n popular, el autorretrato que se hace S¨¤nchez se termina pareciendo mucho al del jefe absoluto del cotarro. Uno, si no el ¨²nico, de los que ten¨ªa el poder de modular la reacci¨®n de los manifestantes ante, por ejemplo, la detenci¨®n aquella ma?ana de Josep Maria Jov¨¦, mano derecha del vicepresidente de Oriol Junqueras, y el registro de las oficinas de la Generalitat. Y, aunque la sangre no lleg¨® finalmente al r¨ªo, s¨ª es cierto que la "multitud intimidatoria" ¡ªcomo dice la Fiscal¨ªa¡ª mantuvo a los guardias civiles como rehenes hasta bien entrada la madrugada y destroz¨® sus veh¨ªculos mientras los antidisturbios de los Mossos, siempre en contacto con S¨¤nchez, esperaban en la esquina.
El tribunal tendr¨¢ que decidir ahora si el expresidente de la Assemblea Nacional Catalana utiliz¨® su poder para hacer de pir¨®mano o de bombero. Si es un esc¨¢ndalo que lleve 500 d¨ªas en prisi¨®n o si, por el contrario, hay indicios para justificar los 17 a?os que pide la fiscal¨ªa por el delito de rebeli¨®n.
El interrogatorio termina casi de noche. Solo unos minutos despu¨¦s, los furgones de la Guardia Civil con los l¨ªderes independentistas parten hacia prisi¨®n. Ah¨ª no va Santi Vila. El que fuera consejero de Empresa de Carlos Puigdemont logr¨® evitar la c¨¢rcel porque dimiti¨® el 26 de octubre de 2017, la v¨ªspera de la declaraci¨®n unilateral de independencia (DUI) en el Parlament. Ahora est¨¢ en libertad, pero tiene tambi¨¦n el desprecio evidente de algunos de sus compa?eros de banquillo, que siguen consider¨¢ndolo un traidor y ni siquiera lo saludan. Durante su interrogatorio, Vila, un tipo amable que acusa el vac¨ªo de sus antiguos camaradas, intenta lavar su imagen. Dice que se mantuvo fiel a Puigdemont hasta que ya la ruptura fue irreversible, que un d¨ªa espera recuperar su amistad. No utiliza esas palabras, pero se presenta como una especie de mediador, de agente doble, lo que viene siendo un h¨¦roe cuando las cosas salen bien y un traidor cuando las cosas salen mal.
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