El temor a los ni?os inmigrantes
Los recientes ataques a centros de menores extranjeros en Catalu?a resucitan el fantasma de la xenofobia. Los datos contradicen la imagen de adolescentes peligrosos
Los adolescentes marroqu¨ªes deambulan desnortados por la plaza Catalu?a, en pleno centro de Barcelona, rodeados de un bullicio que les es ajeno. Hay una decena sentados en bancos, cerca de un furg¨®n policial. Es donde pasan las tardes. Mohammed, de 15 a?os, tiene hambre y fr¨ªo. Asegura llevar ocho d¨ªas durmiendo en la calle desde que se fug¨® de su centro de acogida, en Sabadell. Denuncia que le trataban mal y que no hab¨ªa ¡°nada¡± que hacer. Cuando se quej¨® al director sobre las normas, dice que este le espet¨®: ¡°Si no te gustan, te vas a la puta calle¡±. Su sue?o es ser cocinero, pero se arrepiente de haber emigrado a Espa?a. Sus amigos en Marruecos le promet¨ªan que se alojar¨ªa en buenos albergues y se podr¨ªa comprar ropa. ¡°Es la mayor mentira del mundo¡±, zanja desenga?ado. Dice que ¨¦l no, pero que sus amigos roban para sobrevivir. ¡°No sabemos qu¨¦ vamos a hacer¡±, se queja.
En las dos ¨²ltimas semanas la tensi¨®n en Catalu?a ha aumentado varios grados y se han registrado episodios graves de violencia. Ni?os como Mohamed despiertan el rechazo en la calle. Ven c¨®mo las se?oras se abrazan a sus bolsos o los vigilantes les persiguen por los pasillos de los supermercados. ¡°La gente es un poco racista¡±, sostiene el joven. ¡°Es un problema diario. Estoy pensando en prohibirles la entrada¡±, asegura Alba Gim¨¦nez, responsable en una hamburgueser¨ªa junto a la plaza. La trabajadora afirma que los adolescentes tratan de dormir en el establecimiento, consumen drogas en los ba?os y se ponen violentos si les pide que se marchen.
El n¨²mero de ni?os que migran solos a Espa?a viene creciendo en los ¨²ltimos dos a?os y, seg¨²n el Ministerio del Interior, ya son m¨¢s de 13.000, m¨¢s del doble de los registrados en 2017. Los expertos consideran que el n¨²mero, adem¨¢s de ser menor porque el registro oficial no es riguroso, es m¨¢s que manejable. Pero la acogida de estos ni?os ha expuesto las costuras de los sistemas de protecci¨®n de las comunidades aut¨®nomas. Las administraciones han pasado a habilitar centros solo para menores extranjeros, donde faltan mediadores y psic¨®logos, como ha denunciado recientemente Unicef. El cuidado de los ni?os se ha subcontratado, hay demoras en tramitar su documentaci¨®n, trabas para que estudien y trabajen y camas en los suelos de los pasillos.
Perfil de los ni?os acogidos en Catalu?a
Radiograf¨ªa. Un informe de la Generalitat de noviembre perfil¨® las caracter¨ªsticas de los 3.000 ni?os inmigrantes en acogida. Catalu?a es la segunda comunidad con m¨¢s menores extranjeros no acompa?ados. El 81% son marroqu¨ªes.
?Por qu¨¦ emigran? Los tres principales motivos para migrar son la falta de expectativas, la pobreza y las condiciones laborales en origen. El 73% consensua con su familia el proyecto migratorio.
Convivencia. Tres de cada cuatro adolescentes tienen un grado de convivencia en el centro alto o muy alto, seg¨²n sus educadores
Delincuencia y drogas. El 91% de los ni?os no tiene requerimientos policiales y judicia les. Exceptuando el tabaco, el 79% no hab¨ªa consumido ninguna droga.
Lengua. El 61% de los adolescentes entienden castellano y el 59% tiene experiencia laboral en su pa¨ªs de origen.
En Barcelona, la ciudad espa?ola donde m¨¢s creci¨® en 2018 la delincuencia (un 17,2%) , fuentes policiales relacionan a los menores solos con el crecimiento de los hurtos. Pero la radiograf¨ªa de estos ni?os en Catalu?a, la segunda comunidad que m¨¢s acoge, revela que la inmensa mayor¨ªa no encaja en el imaginario que desprecian algunos vecinos. El 79% de los 3.000 ni?os que depend¨ªan de la Generalitat en noviembre no hab¨ªa consumido ning¨²n tipo de droga y el 91% no ten¨ªan ning¨²n requerimiento policial y judicial, seg¨²n un documento al que ha tenido acceso este peri¨®dico. En este informe, las autoridades catalanas, sin embargo, reconocen un fen¨®meno que no deja en buen lugar la atenci¨®n dedicada a los menores en desamparo: ¡°A medida que aumenta el tiempo que est¨¢n acogidos en el centro aumenta tambi¨¦n la proporci¨®n de ni?os con requerimientos policiales y judiciales¡±. Tras seis meses bajo tutela, el porcentaje de ni?os con alg¨²n requerimiento sube del 9% de la media al 20%.
En los ¨²ltimos meses se han repetido los casos en los que alcaldes y vecinos de localidades, poco acostumbrados a la novedad, se han encontrado, sin previo aviso, conviviendo con grupos de inmigrantes adolescentes para los que no hab¨ªa m¨¢s planificaci¨®n que unas aulas de castellano y una mesa de ping pong. En algunos de estos pueblos, donde la Generalitat ha metido a los ni?os en albergues y casas de colonias ante el desbordamiento de sus centros, la mecha de la xenofobia tambi¨¦n ha tardado poco en prender. ¡°Hay mucho desconocimiento y no se ha trabajado en los municipios. Hay que pedir a los Ayuntamientos que busquen actividades y colaboren. Es importante que la poblaci¨®n los conozca y que participen en las actividades de la comunidad¡±, analiza la antrop¨®loga Nuria Empez, que trabaja con j¨®venes migrantes desde 2003. ¡°Los ni?os vienen de trayectorias de vida muy complicadas, necesitan un entorno positivo y se encuentran con recursos muy limitados, con personal poco preparado y una gesti¨®n improvisada¡±.
Episodios puntuales
Las tensiones se han visibilizado en las dos ¨²ltimas semanas. Encapuchados y enfurecidos, el pasado s¨¢bado 25 individuos asaltaron un albergue de Castelldefels donde viven 60 menores extranjeros tutelados por la Generalitat. Reventaron parte del mobiliario y atacaron con piedras a adolescentes y educadores. Al d¨ªa siguiente un grupo a¨²n mayor, de cerca de 60 personas, volvi¨® al centro lanzando piedras. Unos d¨ªas antes, a 78 kil¨®metros de all¨ª, en Canet de Mar, otro peque?o municipio de la provincia de Barcelona, un hombre entraba con un machete en otro alojamiento, un ataque que canalizaba la ira de una parte del pueblo que ya hab¨ªa dejado claro, armado con cacerolas y silbatos, que no quer¨ªa a los reci¨¦n llegados como vecinos. Les acusan de robar, aunque las cifras por este delito hayan bajado y la propia alcaldesa mantenga que los responsables son mafias que vienen de fuera.
Los ataques, reconoce la Generalitat, han disparado las alarmas. ¡°Nos preocupa que alguien pueda tener estas actitudes contra colectivos vulnerables¡±, lamenta la secretaria de Infancia, Adolescencia y Juventud, Georgina Oliva, que apunta a ¡°pulsiones pol¨ªticas que quieran hacer ver que hay conflictos de convivencia donde realmente no los hay¡±.
Los incidentes han ganado repercusi¨®n en Catalu?a, pero diversas manifestaciones contra la presencia de los menores inmigrantes se han visto en Madrid, Andaluc¨ªa, Zaragoza, Ceuta o Melilla, donde los expertos tambi¨¦n apuntan deficiencias en la atenci¨®n a los ni?os. ¡°Se trata de episodios de rechazo puntuales, fruto de pol¨ªticas de acogida improvisadas. En muchos casos hay detr¨¢s una administraci¨®n negligente que enfrenta una gesti¨®n muy compleja¡±, afirma la antrop¨®loga Mercedes Jim¨¦nez, una de las mayores conocedoras de la realidad de estos ni?os en Espa?a. ¡°Es cierto que hay m¨¢s menores y estamos instalados en una visi¨®n de urgencia y de alarmismo social, pero nos olvidamos de que hace 20 a?os que hay menores no acompa?ados en este sistema de protecci¨®n. Hay recursos suficientes para haberlo hecho mejor. Falta previsi¨®n, falta ordenaci¨®n¡±.
Atardece en plaza Catalu?a. Mohamed, que tirita de fr¨ªo, dice que esta noche tratar¨¢ de dormir en una comisar¨ªa en Matar¨®, a 45 minutos en tren. Se lo ha recomendado un amigo. ¡°Aqu¨ª si no tienes familia, hermano, hermana, la vida es muy dura¡±, se queja. ¡°No hay ayuda¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.