El m¨®vil es una bomba
Las amenazas cibern¨¦ticas resultan hoy mucho m¨¢s reales que las convencionales
La OTAN habita en un edificio de cristal cercano al aeropuerto de Bruselas, pero sus decisiones clave se adoptan en una sala casi acorazada en la que est¨¢n vetados los dispositivos electr¨®nicos. Incluso apagados. Que el principal baluarte de la seguridad en Occidente estime m¨¢s probable verse comprometido por un m¨®vil indiscreto que por una bomba ofrece una buena pista sobre d¨®nde residen hoy las amenazas. El espionaje de las comunicaciones, la propagaci¨®n de bulos o incluso la proliferaci¨®n de discursos xen¨®fobos, como sugiere el informe del Departamento de Seguridad Nacional, pueden resultar m¨¢s da?inos que cualquier complot de tintes cl¨¢sicos.
Admitir ese giro en la concepci¨®n de la seguridad desarma a quienes tradicionalmente se han encargado de velar por ella. La vigilancia de las fronteras mar¨ªtimas se refuerza con m¨¢s lanchas, guardacostas y radares, pero la receta para propiciar un mayor blindaje de las redes no es tan obvia. La Uni¨®n Europea incluy¨® hace unos meses el concepto de ataque cibern¨¦tico como motivo para que un Estado miembro solicite respaldo militar de sus socios. Lo que sobre el papel resulta relevante, en la pr¨¢ctica se convierte casi en papel mojado. Porque responder a este tipo de agresi¨®n requiere identificar claramente al atacante. Y las tecnolog¨ªas permiten difuminarlo: el enmascaramiento es clave en la impunidad de esos actos.
Tranquiliza saber que los poderes p¨²blicos no son ajenos a ese cambio de paradigma en la seguridad. Pero inquieta enormemente la falta de herramientas eficaces para afrontar las nuevas amenazas. Una de las voces que m¨¢s crudamente lo ha expuesto en Espa?a ha sido el coronel de la Guardia Civil Luis Fernando Hern¨¢ndez Garc¨ªa. Este alto mando de la jefatura de informaci¨®n alert¨® el pasado octubre en el Congreso de los Diputados de que el ciberterrorismo constituye ¡°un riesgo cr¨ªtico¡± ante el que hay que mantener ¡°la t¨¢ctica militar: estar preparados para responder a la hip¨®tesis m¨¢s peligrosa¡±.
Si la amenaza de cibercrimen resulta brumosa, m¨¢s a¨²n lo es la de manipulaci¨®n informativa. Los Estados capean contra un fen¨®meno con potencial mucho m¨¢s desestabilizador que cualquier ataque f¨ªsico. Los bulos, la desinformaci¨®n y otras manifestaciones que se empaquetan bajo la denominaci¨®n inglesa de fake news preocupan a los dirigentes de las sociedades modernas. Nadie quiere ser acusado de haber ignorado el problema, as¨ª que tanto los Gobiernos nacionales como la Uni¨®n Europea y la OTAN habilitan estructuras ¡ªen general demasiado modestas¡ª para neutralizar esa ofensiva. Espa?a lo ha hecho recientemente, con una unidad contra la desinformaci¨®n radicada en La Moncloa y con la vista puesta en los riesgos que puedan surgir con motivo de las citas electorales venideras.
Los remedios a corto plazo se antojan complicados. El testimonio que ofreci¨® a finales de 2017 Janis Sarts, director del Centro de Excelencia de la OTAN para comunicaci¨®n estrat¨¦gica, en el Parlamento espa?ol resulta revelador. Frente a la desinformaci¨®n, lo m¨¢s eficaz es contar ¡°con una narrativa nacional s¨®lida¡±, defendi¨®. Y abog¨® por ¡°introducir estos asuntos en el sistema educativo y en los medios de comunicaci¨®n y hacerlos accesibles al p¨²blico en general¡±. Libros ¡ªy peri¨®dicos¡ª frente a tuits.
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