La pugna por Madrid medir¨¢ el giro a la izquierda de Espa?a
Todos los ojos estar¨¢n pendientes de qui¨¦n gana y qui¨¦n pierde en la capital
Hay una imagen de Mariano Rajoy que ninguno de los que la vivieron ha olvidado. Fue hace ocho a?os, la noche de las municipales de mayo de 2011. El l¨ªder del PP, que vivi¨® una derrota detr¨¢s de otra desde 2004, muy cuestionado internamente, hab¨ªa triunfado al fin. Le sac¨® 10 puntos al PSOE. Fue el previo de la mayor¨ªa absoluta que le llevar¨ªa a La Moncloa a finales de ese a?o. Lejos de irse de fiesta, Rajoy se qued¨® solo en su despacho hasta las cuatro de la ma?ana, mirando resultados de pueblos, sobre todo gallegos. Quer¨ªa ver si hab¨ªan tenido efecto sus m¨ªtines, su paso por all¨ª. Rajoy ten¨ªa en Galicia su prueba de fuego. Esta comunidad le salv¨® en 2009, cuando ya se fraguaba una operaci¨®n de alto nivel para echarle y la victoria en las elecciones gallegas la fren¨®.
Pablo Casado, con mucha menos fuerza interna que Rajoy y sin su m¨ªtica resistencia, tiene ahora una prueba similar. Y es Madrid, su territorio ¡ªaunque es de Palencia, ha hecho toda su carrera en la capital, y los votos de los delegados madrile?os fueron claves para que se hiciera con el poder en el PP¡ª, el que definir¨¢ su futuro y el de los dos grandes bloques de centro izquierda y centro derecha que se han consolidado en las generales. La noche electoral, Casado estar¨¢ muy atento a los pueblos de la Comunidad y a los barrios de la capital como Rajoy lo estuvo con los gallegos. Madrid, la ciudad y la autonom¨ªa, decidir¨¢ en dos semanas si la izquierda logra el KO definitivo y una hegemon¨ªa rotunda, si logra recuperar la Comunidad despu¨¦s de 24 a?os o, por el contrario, si el bloque de PP, Ciudadanos y Vox gana, resiste la ola del 28 de abril y se parapeta en el poder local para preparar su ataque a La Moncloa.
Hay muchas otras batallas, 8.131 municipios en juego, 12 autonom¨ªas, unas elecciones europeas y muchos pulsos, como el que libra el independentismo en Catalu?a o la revancha en Andaluc¨ªa, pero en las c¨²pulas de los partidos lo tienen claro: Madrid decidir¨¢ el sentido de la noche electoral. En teor¨ªa, es el mejor escenario de combate para la derecha. Manuela Carmena se hizo con la alcald¨ªa en 2015 por la m¨ªnima, y porque hubo votos sin concejales a UPyD y Vox, que entonces tuvo casi 10.000 apoyos. Con un poco de desmovilizaci¨®n de la izquierda, la capital caer¨¢.
Madrid siempre fue un escenario infernal para la izquierda, que de nuevo acude dividida en tres y estuvo a punto de hacerlo en cuatro en la Comunidad. Esa fragmentaci¨®n es clave. En 2015, IU no logr¨® pasar el umbral del 5% y eso impidi¨® que ?ngel Gabilondo fuera presidente. Pero ahora tambi¨¦n la derecha se ha dividido, y en el PSOE, M¨¢s Madrid y Podemos creen que pueden lograr el hito empujados por la ola positiva de las generales. Pero todos tienen terror a la desmovilizaci¨®n.
El PP, que precisamente en Madrid puede perder la hegemon¨ªa de la derecha a manos de Ciudadanos, ha decidido dar un vuelco a su estrategia para evitar la movilizaci¨®n de la izquierda. ¡°Es evidente que nos equivocamos en las generales. Logramos una movilizaci¨®n espectacular de la izquierda y del nacionalismo contra nosotros y, sobre todo, contra Vox. Nos destroz¨®. Ahora tenemos que cambiar el tono, no dar miedo, sacar mucho menos a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y a Cayetana ?lvarez de Toledo y olvidarnos de Vox y Ciudadanos. Nuestro rival es la izquierda. Casado tiene que apuntalar su poder con Madrid, que es su territorio. Tenemos una ventaja: los votantes de Vox ya han visto la inutilidad de su voto y, adem¨¢s, Vox ya no va a movilizar tanto a la izquierda porque ya no da tanto miedo. Pero tenemos que hacer una muy buena campa?a para ganarle a Ciudadanos y gobernar en la ciudad y la Comunidad. Eso salvar¨ªa a Casado¡±, resume un dirigente del PP.
Casado, que tras borrar el marianismo ahora recupera a Rajoy y aparca a Aznar para suavizar la imagen del PP, recurrir¨¢ a la misma estrategia que defendi¨® Pedro Arriola toda la vida y detestaba el aznarismo: no dar miedo para no movilizar a la izquierda. Puede controlar la l¨ªnea del PP, pero no la de Vox, que en cualquier caso ser¨ªa imprescindible para gobernar Madrid si la derecha sumara.
Todas las batallas se concentran en Madrid, incluida la que libran Pablo Iglesias e ??igo Errej¨®n, el t¨¢ndem de amigos ¨ªntimos que ide¨® Podemos y ahora se enfrentan con listas diferentes en la Comunidad. Si suman, gobernar¨¢n juntos; si pierden, ambos se culpar¨¢n de la derrota.
Las municipales y auton¨®micas no son una segunda vuelta de las generales. Nadie va a arreglar la debacle del PP en el Congreso ni va a impedir que S¨¢nchez sea el nuevo presidente si logra tener m¨¢s s¨ªes que noes en la investidura, algo que todos dan por hecho. Pero los dos bloques las viven como una oportunidad para rematar la jugada de abril ¡ªpara el centro izquierda¡ª o preparar la remontada ¡ªcentro derecha¡ª.
Dentro de ellos hay mucha batalla: el PSOE quiere consolidar su dominio sobre Podemos para reforzar su intenci¨®n de gobernar en solitario, y la formaci¨®n de Iglesias quiere resistir y as¨ª tener m¨¢s fuerza para exigir entrar en el Gobierno con un acuerdo que incluya a comunidades y ayuntamientos. En la derecha es m¨¢s descarnado: se elige qui¨¦n lidera el bloque. Madrid decide todo.
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