Cuatro meses de forcejeo con la violencia en el juicio del ¡®proc¨¦s¡¯
La fiscal¨ªa y las defensas apenas se han movido de sus posiciones antag¨®nicas sobre lo que fue el proc¨¦s tras 52 sesiones de juicio
El juicio del proc¨¦s ya es historia. Pero las preguntas formuladas el 12 de febrero siguen sin respuesta el 12 de junio. ?Hubo violencia en el oto?o independentista catal¨¢n de 2017? ?Puede atribuirse a los l¨ªderes secesionistas? Y si es as¨ª, ?tuvo suficiente entidad como para castigarles con rebeli¨®n o sedici¨®n, dos de los delitos m¨¢s graves del C¨®digo Penal? Las defensas y las acusaciones han mantenido un dur¨ªsimo forcejeo a cuenta de la violencia pero, despu¨¦s de cuatro meses de vista oral, siguen en la casilla de salida.
Las declaraciones de los acusados, las 422 testificales y las horas de v¨ªdeo exhibidas en el Tribunal Supremo sobre los hechos del 20-S y del 1-O apenas han modificado los planteamientos de las partes. Se mantienen dos versiones opuestas e irreconciliables sobre lo ocurrido en Catalu?a hace casi dos a?os. Para unos, fue un golpe de Estado fallido en el que el Govern, la presidenta del Parlament y los dirigentes de las entidades sociales (ANC, ?mnium) asumieron usar o apoyarse en la fuerza para alumbrar la Rep¨²blica Catalana. Para otros, fue una masiva movilizaci¨®n ciudadana que s¨ª, aspiraba a la independencia, pero mantuvo hasta el final el rechazo a la violencia.
Los 12 acusados hablaron al principio y al final, en una estructura circular propia de los juicios. La violencia emergi¨® ya en esas primeras sesiones, pero solo para ser negada como un cuerpo extra?o al soberanismo. Todos abanderaron el discurso pacifista. Y con especial inter¨¦s Jordi Cuixart y Jordi S¨¤nchez, los l¨ªderes sociales que movilizaron a la ciudadan¨ªa en la primera jornada que ¡ªseg¨²n la Fiscal¨ªa¡ª fue verdaderamente violenta: el 20 de septiembre de 2017, cuando miles de personas protestaron por la Operaci¨®n Anubis, unos registros judiciales contra los preparativos del refer¨¦ndum ilegal del 1-O. Desde el techo de un coche de la Guardia Civil, llamaron a desconvocar la concentraci¨®n. Sus esfuerzos por exculparse no han convencido a la Fiscal¨ªa, que mantiene bien fijada el ancla de la rebeli¨®n en esa fecha clave del 20-S.
Al auxilio de la Fiscal¨ªa sobre el lado violento del proc¨¦s acudieron los miembros del Gobierno de Mariano Rajoy. La exvicepresidenta Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa denunci¨® una ristra de incidentes ocurridos en Catalu?a. ¡°Vi murallas humanas, agresiones y lanzamientos de objetos¡±, dijo sobre el 1-O. Lo vio, ¡°como todo el mundo¡± por televisi¨®n, ya que no fue testigo directo de los acontecimientos.
Las defensas trataron de taponar esa v¨ªa de agua hablando de otra violencia, la ¨²nica para ellos con entidad y de la que vale la pena hablar: la que agentes de Polic¨ªa y Guardia Civil emplearon contra votantes del 1 de octubre. Los abogados lograron enfrentar a Rajoy con uno de esos v¨ªdeos y el expresidente tuvo que ¡°lamentar¡± las im¨¢genes. Al d¨ªa siguiente, Manuel Marchena advirti¨® ¡ªen una de las decisiones m¨¢s controvertidas del juicio¡ª que las im¨¢genes se reservaban para la fase documental, o sea que no iban a ser contrastadas con los testigos.
El factor Trapero
Los jefes policiales llevaron el juicio a otro estadio: el dispositivo contra el refer¨¦ndum del 1-O. Aunque en el Supremo no se ha juzgado a los Mossos d¡¯Esquadra ¡ªvarios mandos est¨¢n imputados en otros procesos¡ª en algunos momentos lo pareci¨®. Las sesiones se centraron en saber si el plan de la polic¨ªa auton¨®mica catalana fue adecuado o, como sostiene la Fiscal¨ªa, fue un ¡°fraude¡± para aparentar que se cumpl¨ªa la orden judicial de impedir la votaci¨®n. El asunto remite de nuevo a la violencia porque, para el ministerio p¨²blico, la tr¨ªada Govern-Parlament-entidades apoyaba sus objetivos pol¨ªticos en el ¡°control¡± de los Mossos, o sea en disponer de una fuerza ¡°armada¡± de 17.000 personas ¡°al servicio¡± del plan independentista.
El major de los Mossos, Josep Llu¨ªs Trapero, hizo de bombero. El aplomo y la persuasi¨®n del hombre que lidi¨® con los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils en 2017 tuvo su peso. Trapero defendi¨® a los suyos, neg¨® sometimiento a Carles Puigdemont y dijo al tribunal que advirti¨® al expresident de la alta probabilidad de que el 1-O se produjeran incidentes. Ojo: problemas de orden p¨²blico, no una sublevaci¨®n. Satisfecha por los dardos contra el Govern, la fiscal¨ªa dio se?ales leves de soltar la presa de los Mossos. Ha sido el ¨²nico movimiento de una acusaci¨®n dura y ¨¢spera capitaneada por Javier Zaragoza. Si hab¨ªa alg¨²n rumor de que, al final, rebajar¨ªa la rebeli¨®n a sedici¨®n ¡ªque implica menos penas de prisi¨®n y saca la violencia del primer plano del relato¡ª ¨¦ste se esfum¨® enseguida. Esa inmovilidad ha irritado a las defensas, descontentas porque no haya asumido una sola idea, siquiera nimia o superficial, de los hechos probados en la sala. ¡°?No ha servido de nada el juicio?¡±, se preguntan.
El Supremo fue, durante varias semanas, un desfile de polic¨ªas y guardias civiles que relataron, con m¨¢s o menos dramatismo, la violencia sufrida durante el ¡°periodo insurreccional¡±. As¨ª bautiz¨® el principal investigador del proc¨¦s, el teniente Daniel Baena ¡ªcuestionado un perfil de Twitter antiindependentista¡ª lo ocurrido entre el 19 de septiembre y el 27 de octubre de 2017. Los 93 agentes lesionados (la inmensa mayor¨ªa, por contusiones) describieron un panorama de violencia general. Repitieron expresiones como ¡°murallas humanas¡± o ¡°caras de odio¡± el 1-O mientras las defensas asist¨ªan impotentes, sin poder rebatir a los testigos con los v¨ªdeos. Hasta que lleg¨® el turno de los ciudadanos que votaron en el refer¨¦ndum e intentaron darle la vuelta a la narraci¨®n.
En un proc¨¦s que en buena medida fue retransmitido en directo, la exhibici¨®n de los v¨ªdeos del 1-O parece una prueba clave en la decisi¨®n que finalmente adopte el Supremo. Pero lo cierto es que son v¨ªdeos parciales, de unos cuantos colegios, y que pueden leerse de forma distinta seg¨²n se elija el prisma de la acusaci¨®n o de las defensas. Desde luego hay escenas de violencia de los antidisturbios, como golpes en la cabeza o lanzamientos de personas escaleras abajo, que est¨¢n siendo investigadas en otros juzgados. Pero tambi¨¦n resistencias, pasivas y activas, de ciudadanos a la acci¨®n policial.
Los abogados, que empezaron con un marcado perfil pol¨ªtico, se han fajado a la hora de la verdad en cuestiones jur¨ªdicas. Y han cedido (un poco) el terreno. No ven rebeli¨®n ni sedici¨®n porque niegan la violencia. Pero asumen que hubo desobediencia y, si acaso, alg¨²n delito de des¨®rdenes p¨²blicos o atentado a la autoridad. Poco m¨¢s ha cambiado en su posici¨®n. Y menos a¨²n en la de los acusados y en la del independentismo, que siguen viendo el proceso como un juicio pol¨ªtico y una farsa. La ¨²ltima palabra no es en realidad suya. Nunca lo fue. Es del Supremo, que acotar¨¢ al fin qu¨¦ parcela ocup¨® la violencia en el proc¨¦s.
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