El guardi¨¢n de los secretos
Sanz Rold¨¢n ha dirigido el espionaje espa?ol durante una d¨¦cada, con tres presidentes y dos reyes
En la mayor¨ªa de las fotos, F¨¦lix Sanz aparece sin gafas. Ser¨¢ porque tiene buena vista, pese a sus 74 a?os, o porque es un hombre presumido. Lo primero no es seguro, pero cuando sonr¨ªe y entorna los ojos, escudri?ando a su interlocutor, uno llega a pensar que lo sabe todo sobre ¨¦l. Y tal vez no est¨¦ equivocado.
Despu¨¦s de Emilio Alonso Manglano, que dirigi¨® el Centro Superior de Informaci¨®n de la Defensa (Cesid) ¡ªantecesor del CNI¡ª durante 13 a?os, el general Sanz Rold¨¢n es quien m¨¢s tiempo ha estado al frente de los esp¨ªas espa?oles. Y tambi¨¦n el secretario de Estado (es decir, el miembro del Gobierno, aunque sea en un segundo escal¨®n) m¨¢s duradero: 15 a?os, si se suman la d¨¦cada al frente del CNI, los cuatro a?os de jefe del Estado Mayor de la Defensa (2004-2008) y el a?o como asesor de Zapatero (2008-2009). Todo ello con tres presidentes de dos partidos diferentes. Y con dos reyes.
El sentido de Estado, la lealtad al poder constituido y su capacidad de seducci¨®n son las claves de una supervivencia pol¨ªtica sin precedentes, seg¨²n varias personas que han trabajado con ¨¦l.
Como jefe de la c¨²pula militar, Sanz le sac¨® las casta?as del fuego en 2006 al entonces ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono, asumiendo la decisi¨®n de arrestar al capit¨¢n general de Sevilla, Jos¨¦ Mar¨ªa Mena, quien lanz¨® una arenga golpista contra el Estatuto catal¨¢n; y a quien su superior directo, el jefe del Ej¨¦rcito de Tierra, no se decid¨ªa a castigar. Y en 2009 Zapatero ech¨® mano de ¨¦l tras el abrupto cese del primer director que puso al frente del CNI, Alberto Saiz, v¨ªctima de una conspiraci¨®n de esp¨ªas agraviados que filtraron a la prensa una retah¨ªla de supuestas irregularidades y corruptelas.
Sanz desembarc¨® en el CNI con el encargo de pacificar el centro y lo logr¨® aplicando doctrinas y procedimientos aprendidos en su larga etapa en las Fuerzas Armadas a un servicio cada vez m¨¢s desmilitarizado: hoy dos tercios de sus 3.500 agentes son civiles y un tercio, mujeres.
Al contrario de lo ocurrido con sus antecesores, el mayor enemigo de Sanz no estaba en el interior del CNI sino fuera: era el comisario jubilado Jos¨¦ Manuel Villarejo. ¡°No puede sacar ninguna grabaci¨®n m¨ªa porque nunca he hablado con ¨¦l¡±, presum¨ªa Sanz. Y eso que varias personalidades, incluido alg¨²n ministro, le pidieron que lo recibiera.
Tras filtrarse una grabaci¨®n en la que agentes del CNI y polic¨ªas hablaban del caso del peque?o Nicol¨¢s se encendieron las alarmas. Sanz se propuso desmontar el Estado paralelo que trabajaba para la red corrupta de Villarejo y este convirti¨® a El General¨ªsimo, como le llamaba, en su enemigo a batir.
Uno de los escenarios de esta guerra sin cuartel fue el caso de Corinna Larsen (exprinciesa Zu Sayn-Wittgenstein). Sanz contribuy¨® a convencer al rey Juan Carlos de que pusiera fin a una relaci¨®n que estaba minando el prestigio de la Monarqu¨ªa e incluso viaj¨® a Londres para reunirse con ella; una reuni¨®n que Villarejo aprovechar¨ªa a?os despu¨¦s para chantajear al Estado con el testimonio de una mujer despechada.
La confianza que don Juan Carlos ten¨ªa en Sanz, fruto de su com¨²n condici¨®n de militar, le convirti¨® en elemento clave de la operaci¨®n que llev¨® a la abdicaci¨®n, la primera sucesi¨®n no traum¨¢tica de la Monarqu¨ªa espa?ola en siglos.
Menos ¨¦xito tuvo en el empe?o por desactivar el desaf¨ªo independentista catal¨¢n. El CNI se hizo con los borradores de las leyes de desconexi¨®n pero, contagiado por el exceso de confianza del Gobierno, se estrell¨® el 1 de octubre de 2017, cuando 10.000 urnas se repartieron por Catalu?a sin que los servicios de informaci¨®n del Estado las olieran. El CNI se desquit¨® con la captura del fugado Carles Puigdemont, pero la euforia dur¨® hasta que un juez alem¨¢n se neg¨® a extraditarlo.
El atentado yihadista del 17 de agosto de ese mismo a?o en Barcelona, el primero desde 2004, fue un golpe a¨²n m¨¢s duro. Los agentes del CNI hab¨ªa tenido en el radar al im¨¢n de Ripoll, con quien se reunieron varias veces mientras estaba en prisi¨®n, pero no advirtieron su peligrosidad. Poco dado a lamerse las heridas, Sanz dijo aquel d¨ªa a sus subordinados: ¡°No es hora de lamentarse sino de aprender la lecci¨®n¡±.
De todas sus condecoraciones y t¨ªtulos, el que lleva m¨¢s a gala es el de guardia civil honor¨ªfico: despu¨¦s de todo, este general de cuatro estrellas sigue siendo el hijo de un guardia segundo de Ucl¨¦s (Cuenca).
¡°Este es el trabajo m¨¢s interesante que existe¡±, dijo el pasado d¨ªa 11 en Toledo, en una de sus ¨²ltimas intervenciones p¨²blicas. ¡°Si tuviera otra vida me gustar¨ªa repetir algo similar¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.