La agon¨ªa de un final

Todos son conscientes de que est¨¢n llegando al final de una escapada que emprendieron juntos y todos se esfuerzan por hacer ver que corren en la misma direcci¨®n, pero en realidad ha comenzado la desbandada. La del pr¨®ximo d¨ªa 11 ser¨¢ la ¨²ltima Diada de un ciclo pol¨ªtico de alta tensi¨®n que culminar¨¢ en octubre con la sentencia del proc¨¦s. La inercia con la que el independentismo ha intentado sobrevivir desde octubre de 2017 se agota y todos se preparan para lo que ha de venir despu¨¦s. Sea cual sea el veredicto de la sentencia, est¨¢ claro que marcar¨¢ un punto y aparte. La v¨ªa unilateral est¨¢ muerta pero necesita el certificado de defunci¨®n. Y nadie quiere firmarlo.

La ret¨®rica que precede a la Diada sigue siendo encendida pero apenas puede ya tapar la evidencia de que no hay ni unidad de acci¨®n ni estrategia compartida. Por mucho que Carles Puigdemont y Marta Rovira hayan aparecido juntos en un v¨ªdeo llamando a la movilizaci¨®n y traten de animar con la idea de llenar de nuevo las pantallas de televisi¨®n de todo el mundo, apenas pueden tapar las enormes grietas que se han abierto. La preparaci¨®n ha sido ca¨®tica y confusa. A los socialistas no se les esperaba, pero esta vez tambi¨¦n los comunes se retiran. Y hasta sectores de ERC se han distanciado de una convocatoria a la que una de las dos entidades convocantes, la Asamblea Nacional Catalana, ha dado peligrosos aires antipartido y antipol¨ªtica.

Cuanto m¨¢s se prodigan en sus apelaciones a la unidad m¨¢s evidente es que las dos grandes brancas del tronco independentista se han separado. Si no comparten el diagn¨®stico de lo ocurrido en 2017, es dif¨ªcil que puedan compartir una estrategia com¨²n. La movilizaci¨®n independentista ha sido en los ¨²ltimos a?os ejemplar y sorprendente en muchos aspectos, entre ellos la fuerza y la persistencia de una parte de la ciudadan¨ªa catalana, que se ha mantenido fiel al proc¨¦s a pesar de las evidentes carencias de su dirigencia pol¨ªtica. Pero el cansancio y la falta de un horizonte pol¨ªtico est¨¢n haciendo mella. Mucha gente se manifestar¨¢ de nuevo el d¨ªa 11, aunque solo sea para decir que no se rinde, que el problema catal¨¢n sigue y seguir¨¢ ah¨ª. Pero este ciclo se acaba y el que viene nadie sabe c¨®mo ser¨¢.

Es un final ag¨®nico, con mucha gente cansada y mucha otra mareada. Un ejemplo: entre las respuestas a la sentencia que se barajan est¨¢ la de convocar elecciones auton¨®micas. Junqueras las quiere. Torra de ninguna manera. Pero hace exactamente un a?o, cada uno de ellos sosten¨ªa, con la misma vehemencia, la posici¨®n contraria. Puigdemont defiende ahora la confrontaci¨®n y Esquerra el pacto, pero en los decisivos d¨ªas de septiembre de 2017 era al rev¨¦s. Muchos ya no saben si Rufi¨¢n es radical o moderado y no entienden por qu¨¦ los que ayudaron a derribar al Gobierno de Pedro S¨¢nchez al no apoyar sus presupuestos, quieran ahora darle la investidura. Unos hablan de desobediencia civil, que es una cosa, y otros de desobediencia institucional, que es otra muy distinta. Unos sue?an, en fin, con emular las calles de Hong Kong y otros esperan el alivio de la retirada.