Doble desafecci¨®n

Jos¨¦ Montilla, cuarto presidente de la Generalitat restaurada, fue quien denunci¨® en Madrid la desafecci¨®n hacia Espa?a que estaba creciendo en Catalu?a en los tiempos tormentosos de discusi¨®n del nuevo Estatut. Montilla estuvo ayer en el Fossar de la Pedrera, junto a Torra, en el homenaje oficial a Llu¨ªs Companys, el presidente de la Generalitat republicana fusilado por Franco.

La desafecci¨®n se halla de nuevo en su punto de ebullici¨®n, como en oto?o de 2017. A diferencia de una d¨¦cada antes, cuando Montilla advirti¨® de su existencia, ahora ya no es desafecci¨®n hacia Espa?a de una parte de los catalanes, sino desafecci¨®n generalizada, doble. De los secesionistas respecto a las instituciones de esa entidad p¨¦simamente denominada El Estado, que engloba todo lo que no es catal¨¢n y se considera adverso; y de los catalanes hostiles, e incluso agn¨®sticos en relaci¨®n a la independencia, respecto a las instituciones catalanas.

Despu¨¦s de una sentencia como la pronunciada por el Supremo, muchos entre los primeros desafectos aseguran sentirse definitivamente maltratados y hostiles a todo lo que pertenezca a Espa?a. Ellos no suelen tener en cuenta, y menos todav¨ªa sus dirigentes, que hay otros catalanes en una sim¨¦trica situaci¨®n, aunque en direcci¨®n inversa: cada vez tienen m¨¢s dificultades para sentirse representados e incluidos por las instituciones catalanas de autogobierno en manos del secesionismo y poco o nada esperan de la Catalu?a oficial.

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La moda puede revelar m¨¢s una carencia que una querencia. As¨ª sucede con la empat¨ªa, la palabra de moda utilizada por la portavoz del Gobierno, Meritxell Bud¨®, para expresar la esquizofr¨¦nica solidaridad del gabinete de Torra con quienes se enfrentan con los Mossos en los cortes de carreteras y en las ocupaciones de infraestructuras, siendo este gobierno el mando pol¨ªtico de los Mossos. La empat¨ªa significa situarse en la piel del otro, de un otro lo m¨¢s distinto posible, incluso de un otro adversario. No sirve para la identificaci¨®n entre Bud¨® y los manifestantes, m¨¢s pr¨®xima a una perversa relaci¨®n de subordinaci¨®n, aunque es dif¨ªcil saber qui¨¦n manda aqu¨ª, si la calle al Gobierno o viceversa.

La desafecci¨®n tiene que ver tambi¨¦n con la falta de empat¨ªa, con una capacidad obsesiva para aislarse en los propios deseos y despreciar los deseos de los otros. Quiz¨¢s con m¨¢s empat¨ªa podr¨ªa empezar a desaparecer la desafecci¨®n. Empat¨ªa con los presos y empat¨ªa con los catalanes que desde septiembre de 2017 se sienten expulsados de la institucionalidad catalana.

Se recordar¨¢ a Montilla por su denuncia de la desafecci¨®n y a Companys por su exclamaci¨®n emp¨¢tica tras la proclamaci¨®n del Estado catal¨¢n el 6 de octubre de 1934: ¡°Ahora no dir¨¦is que no soy catalanista¡±. El secesionismo explota la desafecci¨®n, en realidad las dos desafecciones, y tiene una ostensible falta de empat¨ªa, como le sucede al nacionalismo sim¨¦trico espa?ol, con el que siempre suele crecer acompasadamente, en 1934 y ahora, como crecen los mellizos.