Las casas de apuestas movilizan al barrio de Pedro S¨¢nchez
La lucha contra la proliferaci¨®n de locales de juego ha levantado en las ¨²ltimas semanas a los vecinos de Tetu¨¢n, el distrito madrile?o donde creci¨® el presidente
Ricardo Lacruz tuvo la feliz idea de buscar la direcci¨®n de correo electr¨®nico de Pedro S¨¢nchez en el Congreso de los Diputados y enviarle una fotograf¨ªa de la ¨¦poca en la que estudiaban juntos en el colegio Santa Cristina, en Madrid. En la imagen se ve a S¨¢nchez, el m¨¢s alto de sus compa?eros, tocando la flauta en lo que parece una funci¨®n de fin de curso. "Yo soy el guitarrista", le explicaba Lacruz en el texto. El presidente le contest¨® con un escueto "me alegra saber de ti, un abrazo". Lacruz interpret¨® que el amigo que le invit¨® el d¨ªa de su cumplea?os al cine y a cenar al Burger King le daba largas.
S¨¢nchez a menudo ha llevado a gala ser de Tetu¨¢n, un barrio obrero, y de estudiar en el colegio p¨²blico Ramiro de Maeztu. Lo que el viejo amigo ven¨ªa a recordarle, o eso cree ¨¦l al menos, es que antes de llegar a esa instituci¨®n progresista estuvo en un colegio privado y religioso donde ellos dos hac¨ªan d¨²o de flauta y guitarra. Lacruz se calent¨® con la respuesta estilo servicio al cliente de una empresa y le escribi¨® un nuevo mensaje en el que le reprochaba que nunca hubiera hablado en p¨²blico de su paso por ese colegio. S¨¢nchez no contest¨® esta vez. Parece poco probable que estos dos vuelvan a ir juntos al cine.
S¨¢nchez quiz¨¢ potencie una parte de su pasado y deje en sombra una zona distinta porque unos le votan m¨¢s que otros. En puridad, el candidato socialista a las elecciones del 10-N se crio en el distrito madrile?o de Tetu¨¢n, aunque no en la zona multicultural y de izquierdas, sino en una m¨¢s abajo, la que colinda con el Paseo de la Castellana y el distrito financiero. Parad¨®jicamente, S¨¢nchez tiene muchos m¨¢s apoyos entre las calles del barrio que frecuent¨® menos que en las que pas¨® su infancia, donde en las ¨²ltimas elecciones ¡ªhace nada, seis meses¡ª prefer¨ªan a Pablo Casado, el l¨ªder del PP.
En lo que se considera el barrio cl¨¢sico de Tetu¨¢n, Bravo Murillo y las calles de alrededor, la repetici¨®n electoral no parece haber desmovilizado a la gente. Rafael Feliz y Daniel S¨¢nchez, dos amigos parados frente a una casa de apuestas que abri¨® hace unos meses, escuchan por primera vez en sus vidas que S¨¢nchez vivi¨® cerca de aqu¨ª.
¡ªNo se lo he o¨ªdo yo nunca eso, ?est¨¢ usted seguro? Yo sab¨ªa que aqu¨ª al lado viv¨ªa Camilo Sesto, pero no este se?or...
Es igual. Feliz, un dominicano de 51 a?os, dice que ¨¦l lo dejar¨ªa en La Moncloa para "una eternidad". "Ese hombre habla con el coraz¨®n", opina. Daniel S¨¢nchez, de 45 a?os, a?ade que su tocayo de apellido "valora al trabajador". Se une a la ch¨¢chara improvisada un alba?il, Jos¨¦ Heredia, que no se anda con rodeos ni miramientos: "Yo le voy a votar".
Hasta hace unas semanas cund¨ªa cierto pesimismo en el barrio por el hecho de que S¨¢nchez y Pablo Iglesias no hubieran podido llegar a un acuerdo que evitara la repetici¨®n de las elecciones. Sin embargo, en los ¨²ltimos meses la gente se ha movilizado por una causa concreta, las casas de apuestas que han crecido como setas en el ¨²ltimo a?o, al igual que en otros barrios humildes de Madrid. "No son las grandes ideas las que mueven a la sociedad ahora, sino las peque?as cosas, las que son concretas. Y hace dos semanas reunimos a mucha gente contra las casas de juego", explica Em¨¦rito S¨¢nchez, de la asociaci¨®n de vecinos Cuatro Caminos-Tetu¨¢n.
La manifestaci¨®n llevaba una pancarta en la que se le¨ªa "Fuera casas de apuestas de nuestros barrios". Se volvi¨® multitudinaria. Los vecinos ped¨ªan que se frenara la apertura de este tipo de negocios, sobre todo cerca de colegios o institutos. La consideran la gran adicci¨®n del siglo XXI. Em¨¦rito S¨¢nchez cree que fue una forma de movilizar a una sociedad durmiente y recordarles que, como hace unas d¨¦cadas, hab¨ªa que echarse a la calle para intentar cambiar las cosas.
Las asociaciones de vecinos como las de Em¨¦rito est¨¢n enfrentadas a otras que, como la de Mar¨ªa, una activista del barrio, creen que Tetu¨¢n ha entrado en un proceso de degradaci¨®n por la proliferaci¨®n de narcopisos, afterhours, pisos con camas calientes y la presencia, documentada por la polic¨ªa, de bandas de delincuentes como la de los Trinitarios. Un conocido pandillero fue asesinado hace dos a?os en estas calles angostas y con aroma a pueblo. Mar¨ªa asegura estar amenazada por su denuncia a cara descubierta de una situaci¨®n que considera insostenible. La presencia de la polic¨ªa es constante, como esta tarde, que le da el alto a un hombre en bicicleta y chanclas. En oto?o, un hombre en chanclas resulta sospechoso.
¡ª?Es tuya?, le pregunta un polic¨ªa se?alando la bici.
¡ªS¨ª, amigo.
Los agentes le cachean y no le encuentran nada. No parece ser uno de esos peque?os narcos del barrio que se pasen en bicicleta. El ciclista se marcha pedaleando con gesto burl¨®n.
A un par de calles de las ahora plagadas de casas de apuestas viv¨ªa el ni?o Pedro S¨¢nchez, aunque en una realidad muy distinta. Esa zona del barrio madrile?o en la que confluyen las v¨ªas Aviador Zorita y Hernani tiene m¨¢s que ver con la calle de Orense, muy comercial, el ¨¢rea pr¨®xima al estadio Santiago Bernab¨¦u y sus alrededores de edificios. All¨ª es posible encontrar muchos pisos con 200 metros cuadrados de superficie.
Quique Amar¨¦ viv¨ªa en lo que ahora es el Tetu¨¢n de las casas de apuestas y no se cruz¨® con el ni?o que llegar¨ªa a ser presidente hasta que coincidieron en el equipo de baloncesto del Ramiro de Maeztu, el Estudiantes. ¡°Un t¨ªo trabajador, siempre cumpl¨ªa. Nunca se escaqueaba. Se sal¨ªa poco de las normas. Generoso con el equipo¡±, lo recuerda Amar¨¦.
Esa capacidad de trabajo del l¨ªder del PSOE ¡ªque perteneci¨® durante a?os a la agrupaci¨®n socialista del barrio¡ª deber¨¢ aplicarla durante esta campa?a electoral en los lugares donde creci¨®. En el propio edificio donde viv¨ªa, como si fuese un resumen de este recorrido por Tetu¨¢n, las opiniones se parten en dos, como las dos partes iguales de una naranja. Un se?or con malet¨ªn y chaqueta que sale del portal cuestiona que S¨¢nchez sea de izquierdas: ¡°?Viviendo aqu¨ª? Esta realidad no es de izquierdas¡±. A los cinco minutos aparece una mujer que dice llamarse Ana. Entra justo por la puerta a trav¨¦s de la que acced¨ªa a casa S¨¢nchez hace 30 a?os. Ella, de 59, no se lo cruz¨® nunca porque no vino a vivir aqu¨ª hasta 2009. ?Va a votar?
¡ªNo es que vaya a votar, es que lo acabo de hacer. He votado por correo. Si no votamos todos, gana la derecha.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.