Nada que celebrar en la sede de Podemos
Decepci¨®n por la p¨¦rdida de esca?os, el avance de la ultraderecha y, de paso, un dardo a Errej¨®n
La confusi¨®n reinaba esta noche en la nave industrial donde Podemos sigui¨® el recuento electoral. Se hab¨ªan cerrado las urnas unos minutos antes y los primeros resultados que llegaban hasta el b¨²nker de Pablo Iglesias e Irene Montero, situado frente a la plaza de toros de Las Ventas, eran malos, muy malos. El desbarajuste era tal que la gente de su partido se olvidaba de qui¨¦n era qui¨¦n.
¡°Como ha dicho Natalia...¡±, se arranc¨® en p¨²blico el n¨²mero tres por Madrid, el comunista Enrique Santiago, cuando en realidad se refer¨ªa a la portavoz Noelia Vera. La aludida sonri¨® de mala gana, como la novia a la que confunden con una ex. Esto ocurr¨ªa en la segunda planta del Espacio Harley, en Madrid. De la primera, a la que nadie salvo los m¨¢s cercanos a la c¨²pula del partido ten¨ªa acceso, no hab¨ªa noticias. Ni siquiera emit¨ªa se?ales que se pudieran interpretar. Si algo interesante ocurr¨ªa, el mundo no lo sab¨ªa. Pablo Echenique hab¨ªa entrado a toda prisa por el acceso principal, que tiene un aire a discoteca secreta: ¡°Despu¨¦s doy unas declas¡±. Todav¨ªa estamos esperando. En el equipo de Podemos tambi¨¦n eran ambiguos sobre si ah¨ª abajo hab¨ªa vida humana capaz de comunicarse con el mundo exterior: ¡°Depende del ¨¢nimo y de los resultados puede que sepamos algo de lo que est¨¢ pasando¡±.
No se supo, que fue una forma, en elipsis, de saberlo todo. Solo hizo falta ver la cara con la que apareci¨® Pablo Iglesias a las 22.35. Ni rastro de la sonrisa de hace seis meses, cuando hab¨ªa perdido un mill¨®n de votos respecto a las elecciones anteriores. Entonces hac¨ªa el c¨¢lculo de que por primera vez podr¨ªa formar parte de un Gobierno. Nunca lo hab¨ªa tenido tan cerca. Esta vez, en cambio, no hab¨ªa nada que echarse a la boca.
Solo hizo falta ver la cara de Iglesias a las 22.35: ni rastro de la sonrisa de abril
Hab¨ªa llegado a las 20.30 con una beb¨¦ lactante en brazos, su hija Aitana. Despu¨¦s, el silencio. La intriga. El rumor. La comidilla vaticana. Los resultados le daban siete esca?os menos. Al saberlo, Iglesias le escribi¨® a Pedro S¨¢nchez para decirle que los resultados no eran buenos en general: ni para ti ni para m¨ª. Los dos partidos tienen menos diputados en el Congreso. Entonces apareci¨® Iglesias y dijo que le ve¨ªa algo positivo a las elecciones: siguen vivos, supervivientes de una campa?a en la que el sistema ¡ªseg¨²n ¨¦l¡ª trataba de aniquilar a su partido, quitarlo de en medio, dejarle v¨ªa libre al presidente S¨¢nchez por el carril de la izquierda. Lo que Alberto Garz¨®n, con muchas lecturas entre pecho y espalda, denomin¨® ¡°c¨¢lculos partidistas de ingenieros sociales de La Moncloa¡±.
Aqu¨ª hab¨ªa dolor pero el funeral se celebraba en frente, en la sede de Ciudadanos. A un minuto a pie. El desplome de Rivera son¨® con fuerza, como un aviso a navegantes. Se bromeaba con que por primera vez exist¨ªa una comuni¨®n absoluta entre Rivera y sus votantes: todos cab¨ªan en la misma sala.
Iglesias no estaba para escuchar a los mariachis que le enviaron con sorna a Rivera. La p¨¦rdida de unos 600.000 votos y el subid¨®n de la ultraderecha le agriaron el rostro. Iglesias repiti¨® que Vox ha pasado de cero a 100, de casi no existir hace un a?o a convertirse en una de las extremas derechas m¨¢s grandes de Europa. Si en abril el acuerdo con el PSOE era una oportunidad hist¨®rica, ahora, recalc¨®, era una necesidad. En ese momento clav¨® su mirada en las c¨¢maras. La gente que le rodeaba asinti¨®.
?Qu¨¦ quer¨ªa decir eso? El en¨¦simo ofrecimiento a S¨¢nchez. En eso Iglesias no se rinde. Es la soluci¨®n, seg¨²n ¨¦l, para ¡°frenar a la extrema derecha¡±. Pese a todas las diferencias, a los mensajes cargados de quejas (ni para ti ni para m¨ª), Iglesias espera ir a un consejero matrimonial para arreglar este erial. Entonces se lanz¨® con una frase que suena a menudo en los podcast de Modern Love: "Vamos a dejar los reproches atr¨¢s".
De todos modos, hasta en las noches m¨¢s tristes hay alg¨²n consuelo. A otros les fue incluso peor. En esto Iglesias tuvo estilo y finura. Si lo ten¨ªa preparado, no lo pareci¨®. En su discurso inicial hab¨ªa hablado de la fragmentaci¨®n de la izquierda de manera muy et¨¦rea. El pu?al que iba a tocar hueso estaba por llegar. No estaba destinado para Abascal, ni Rivera, ni para S¨¢nchez, pese a la animadversi¨®n manifiesta que a veces han mostrado en el Congreso de los Diputados, sino para alguien a quien ha querido de verdad. Cuando le preguntaron los tres diputados que hab¨ªa sacado el partido de ??igo Errej¨®n, su examigo, excompa?ero, exfundador de Podemos, excolega de juergas, dijo conocerlo muy bien: "S¨¦ que hoy es el d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de su vida. Le mando un abrazo solidario".
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