La peque?a Rusia que habla asturiano
Bimenes es el ¨²nico concejo que reconoce la oficialidad del bable, pese a ser una competencia regional
En la parroquia de San Juli¨¢n (Bimenes) la mina ya no hace ruido. El clac clac de los zuecos de tres tacones se clava en la mente como un martilleo que rompe el silencio de la cuenca asturiana. ¡°Madre?es¡±, aclara su portador, mientras levanta un modesto cayado con el que saluda. Es Manolo el de Lita, un minero jubilado que cuida un peque?o museo en una casa sin luz el¨¦ctrica, donde guarda la memoria de una ¨¦poca olvidada. ¡°Se ha perdido todo, hasta la lengua¡±, se lamenta en la oscuridad, y su sincero asturiano reverbera en los cachivaches que cuelgan de las paredes. El concejo de Bimenes, a media hora de Oviedo, ha perdido al hijo de Manolo y otros 3.000 vecinos desde que cerraron las minas a finales de los sesenta, pero se niega a perder su identidad. Aunque eso suponga saltarse la ley.
En 1997, Bimenes se convirti¨® en el primero de una decena de Ayuntamientos que declararon lengua oficial el bable. Hoy es el ¨²nico que lo mantiene, despu¨¦s de que el Tribunal Superior de Asturias anulase todas esas declaraciones por invadir competencias auton¨®micas. El pleno del municipio desafi¨® el fallo en 2016 y volvi¨® a votar la oficialidad, con un apoyo un¨¢nime. Esta vez no ha habido pronunciamiento judicial y, mientras en el resto de la regi¨®n se produce un encendido debate sobre el estatus de una lengua que lucha por ocupar espacio, en Bimenes, de 1.700 habitantes, el asturiano se usa con normalidad en carteles, comercios y hasta en la burocracia municipal.
El alcalde, Aitor Garc¨ªa, de 40 a?os, ha experimentado en primera persona el cambio de las ¨²ltimas d¨¦cadas. De peque?o se march¨® a vivir a Gij¨®n con sus padres, donde era el ¡°mono de feria¡± de la clase por hablar en bable. Ahora ha vuelto al pueblo para sostener el bast¨®n de mando con mayor¨ªa absoluta, y despacha en esa lengua ataviado con una camiseta que la reivindica. En Asturias, el 53% apoya la oficialidad, seg¨²n una encuesta de la Universidad de Oviedo, aunque a sus partidarios (PSOE, Podemos e IU) les falta un diputado para aprobarla en el Parlamento.
De personalidad volc¨¢nica y verborrea infinita, Garc¨ªa niega que su singular pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica cause problemas en el pueblo: ¡°Yo no quiero que le impongan el asturiano a nadie. Hasta la derecha lo ha aceptado¡±, dice. Pero la derecha no existe en la peque?a Rusia, como se conoce al municipio, donde IU ha gobernado casi siempre y ahora lo hace quien presume de ser el ¨²nico ¡ªy pol¨¦mico¡ª alcalde asturianista que queda en Asturias.
Garc¨ªa salt¨® a la fama en septiembre de 2018, despu¨¦s de insultar a los periodistas que buscaban en el pueblo a la madre del cantante Luis Miguel, y ha sido acusado por Vox de robar la bandera de Espa?a, ausente de la fachada del Ayuntamiento durante m¨¢s de un mes el pasado verano en contra de lo que dicta la ley. Pese a todo, los vecinos lo apoyan, y cuesta encontrar a uno que no defienda la oficialidad del bable. Salvador Guti¨¦rrez, miembro de la Real Academia Espa?ola, es de los pocos esc¨¦pticos, aunque se niega a hablar sobre el tema: ¡°Cada vez que lo he hecho se me ha malinterpretado¡±.
Transmisi¨®n generacional
La discusi¨®n que se produce en las ciudades no existe en un municipio que cada a?o re¨²ne a cientos de personas en una gran fiesta a favor de la llingua. A ?scar P¨¦rez, camarero de 19 a?os, siempre le toca trabajar ese d¨ªa, pero lo hace con gusto: ¡°Mis amigos y yo hablamos asturiano siempre, aunque a los de Oviedo les moleste y no nos entiendan¡±, dice antes de dirigirse al prado, donde su ganado ¡ªdel que se ocupa por las tardes¡ª parece llamarlo con el sonido de los cencerros.
La transmisi¨®n generacional est¨¢ en riesgo. En el patio de la escuela, los ni?os se sientan en c¨ªrculos para dibujar unos coloridos carteles contra la violencia machista. No se escucha ni una palabra en bable, pese a que el 96% cursa la asignatura optativa. Entre ellos est¨¢n Owen y Luca, hijos de una pareja que acaba de llegar al pueblo. Ella es vasca; ¨¦l, ingl¨¦s, pero tienen claro que los ni?os deben aprender la lengua de Bimenes. ¡°Es la forma de integrarse en la cultura local¡±, sentencia Naia Lumbreras, la madre.
Manolo el de Lita no tuvo tanta suerte, y su hijo se averg¨¹enza de ¨¦l cada vez que va a visitarlo a Logro?o, ataviado con sus zuecos, y habla en bable. Sin embargo, el veterano minero a¨²n guarda en el museo las primeras madre?es que tuvo el guaje. Huelen a gasoil: es la ¨²nica forma de que no entre la polilla. Tienen que estar preparadas para el d¨ªa en que el hijo pr¨®digo regrese, y los nietos de Manolo se las pongan para jugar con Owen y Luca en el idioma de su abuelo.?
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