Abierto 24 horas
El odio a S¨¢nchez provoca dos tragedias: que ese odio sea lo m¨¢s sincero de la oposici¨®n y que la izquierda neutralice la autocr¨ªtica como si el odio de tus enemigos te hiciese bueno 'per se'
Cuando sube a la tribuna, Pedro S¨¢nchez ordena su taco de folios de tal forma que parece que tiene uno solo. Todos los folios obsesivamente alineados, perfectos. Es un trabajo delicad¨ªsimo que S¨¢nchez, con las dos manos, como si fuese un alfarero, hace una y otra vez: las dos palmas agarrando lo alto de los folios para ajustarlos, las dos palmas ajustando lo ancho. Ya puede leer. Lee uno ¡ªimpreso a una carilla, interlineado de dos puntos: se va Greta Thunberg de Madrid y esto es jauja¡ª y lo coloca junto a los otros que ya ley¨®, cuyo mont¨®n tambi¨¦n es perfecto. Eso le lleva unos segundos, ordenar los ya le¨ªdos. Siempre hay un folio de los de abajo que asoma un mil¨ªmetro de los dem¨¢s y eso es una desgracia; S¨¢nchez lo corrige espantado. ¡°Hasta que no se coloque la gomita del pantal¨®n no saca¡±, le digo a mi vecina de tribuna, la periodista ?ngeles Caballero. Vuelve a leer. As¨ª dos horas. Si la oposici¨®n quiere destruir a S¨¢nchez, lo ¨²nico que tiene que hacer es colarle un folio A5 entre sus A4; enloquecer¨¢.
Es cierto que, como denunci¨® buceando en su hemeroteca (las maniobras que habr¨¢ hecho para esquivarse a s¨ª mismo), la derecha ha considerado siempre y por orden de aparici¨®n a cada presidente socialista como una plaga. Por la forma de decirlo parec¨ªa dar a entender que la izquierda les ha tenido a los presidentes de derechas un cari?o loco, pero es verdad que hacia S¨¢nchez el odio deslegitimador es algo menos sofisticado, menos elaborado, mucho m¨¢s primario. Es un odio que provoca dos tragedias: que ese odio sea lo m¨¢s sincero del discurso de la oposici¨®n y que la izquierda ¡ª?esos barones revoltosos!¡ª neutralice cualquier cr¨ªtica a S¨¢nchez bajo la argumentaci¨®n infantil de que el odio de tus enemigos te hace bueno per se. Cuando la realidad es que S¨¢nchez deja los folios le¨ªdos boca arriba por si hay que volver a leerlos pero al rev¨¦s, de derecha a izquierda. Y esas l¨ªneas amarillas sobre el folio que se adivinan desde la tribuna de prensa no se sabe si son tachones o subrayados porque, efectivamente, pueden ser las dos cosas dependiendo del momento, del lugar y de los socios.
La vida es muy compleja. Pablo Iglesias, por ejemplo. Aplausos y ovaciones en pie a S¨¢nchez, le dijo ¡°adelante, presidente¡± y fue a chocarle la mano al bajar de la tribuna. M¨¢s que el insomnio, el principal enemigo de este Gobierno es el pasado. Se necesitan expertos en gesti¨®n, pero tambi¨¦n en olvido. Aunque qu¨¦ otra cosa es la pol¨ªtica sino la capacidad de olvidar, y qui¨¦nes alcanzan el poder en sus partidos sino los imperturbables como S¨¢nchez, aquellos que estrechan el tiempo entre una cosa dicha y la contraria como si buscasen un r¨¦cord. Por qu¨¦ Casado, por ejemplo, est¨¢ d¨®nde est¨¢. Su discurso de a?os 30 amenazaba con dejarle con 30 esca?os y cuando adopt¨® un discurso de a?os 80, moderado ma non troppo, defini¨® como extrema derecha a Vox y se dedic¨® a hacer la estatua dej¨¢ndole la sobreactuaci¨®n a Rivera, subi¨® a los 88; ahora, poniendo a prueba a su electorado retornado, se dedica a dar un discurso que no hace falta ni escucharle: basta ver a Santiago Abascal rehaciendo el suyo a toda prisa.
A Abascal s¨ª hubo que escucharlo para entenderle mejor. Vox se resume en esta frase dirigida al diputado de Teruel Existe, Tom¨¢s Guitarte: ¡°Espa?a tambi¨¦n existe¡±. La extrema derecha espa?ola est¨¢ formada por esa clase de patriotas que, en caso de invasi¨®n, se suben los primeros a los tanques enemigos y les dicen a los soldados que los espa?oles primero si mandan los espa?oles, pero, si hace falta, ellos son americanos o chinos: ¡°Los fuertes, primero¡±. Abascal, como la mitad de los diputados de primera fila, mascaba. La ministra Delgado repart¨ªa chicles (o caramelitos, o ¨¢cidos, lo que fuese) al resto de ministros. Los independentistas suministraban a los diputados de Unidas Podemos, hecho en el que no repar¨® Ortega Smith, sumido en la lectura de un libro. Ortega Smith, al lado de Ignacio Garriga, el diputado negro de Vox, y concentrado apaciblemente en la lectura era como si en lugar de en el Congreso estuviese en casa esperando a un evaluador social.
El resumen es que unas 400 personas siguen celebrando una fiesta de Nochevieja en Castell¨®n y unas 400 siguen celebrando una fiesta de 2018 en el centro de Madrid. Rodeada de polic¨ªa que, en lugar de disolverla, est¨¢ all¨ª para protegerla. Este pa¨ªs lleva una actividad tan loca que para soportarla abre 24 horas, no cierra los domingos, decide presidentes en la v¨ªspera de Reyes, negocia en Nochevieja; no hay d¨ªas para tanta movida. Se ha perdido la cuenta de algo que antes se celebraba cada cuatro a?os y ahora es un no parar, como si a la fiesta de la democracia le siguiese un after que no cierra nunca; no cierra, en Espa?a, desde hace dos a?os, si bien los m¨¢s veteranos sit¨²an el inicio del carrusel de sesiones de investidura en 2015, lo que convierte el Congreso de los Diputados en un lugar de culto. Uno de esos sitios en los que, para ser presidente, el candidato ha de hilar tan fino con el resto de grupos que ni la esquina de un folio puede salirse del taco; ni la esquina de un folio ni la esquina de un pa¨ªs.
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