El milagro del parque que se hundi¨® sobre un aparcamiento
Una zona de juegos se derrumba sobre un aparcamiento subterr¨¢neo de Santander sin que haya v¨ªctimas
¡°A esta parte paso solo porque me pagan. Yo de ti no estar¨ªa aqu¨ª¡±. Un bombero avanza con precauci¨®n por lo que este domingo era un garaje y que solo 12 horas despu¨¦s se convirti¨® en un sinf¨ªn de escombros, coches aplastados y columnas derruidas. La iron¨ªa del asunto est¨¢ en que, en el fondo, ha habido suerte. El hundimiento de un parque infantil donde los chavales jugaban tarde tras tarde ante la mirada de sus padres se produjo a las 6.30 de este lunes en Santander. No hab¨ªa cr¨ªos en esas canchas ahora destrozadas. La ciudad suspira aliviada. Tampoco hab¨ªa adultos cogiendo el coche rumbo al trabajo en estos bloques de protecci¨®n oficial de familias humildes donde viven cerca de 500 personas.
El milagro al que aluden vecinos, polic¨ªas y Protecci¨®n Civil se percibe tan solo al mirar tras la cinta que impide el acceso a los curiosos. Las pistas deportivas por las que volaban balones han quedado hundidas a varios metros de la superficie; los bancos en los que se sentaban los mayores observan, torcidos y por los suelos, a la mezcla de morbo y resignaci¨®n que acompa?a a las tragedias que se quedan a medio camino. Incluso hay quien ha tenido suerte y su coche ha salido relativamente indemne de la avalancha de rocas y cimientos que cay¨® sobre ellos. La peor parte la sufren aquellos cuyos veh¨ªculos siguen bajo tierra.
El temor de los vecinos se fue disipando poco a poco, conforme los agentes confirmaban que todos se encontraban a salvo. ¡°En un caso tuvimos que despertar a uno que segu¨ªa dormido, pues hab¨ªa tomado una pastilla la noche antes y no cog¨ªa el tel¨¦fono¡±, recuerda la alcaldesa de Santander, Gema Igual, quien segu¨ªa dando vueltas por la zona.
Cuentan los vecinos de este barrio residencial con muchas parejas j¨®venes y con hijos que un potente estruendo los despert¨® de madrugada. Ana Mart¨ªnez, de 42 a?os, tiene dos peque?os que sol¨ªan disfrutar del ¡°mejor parque de la zona¡±. ¡°Estaba muy guay¡±, aseguran unas chicas que fotograf¨ªan la escena. Mart¨ªnez explica que los residentes bajaron r¨¢pidamente a un centro c¨ªvico que hace las veces de punto de control.?
Angy Vasquez, de 26 a?os, se ha convertido en informadora de excepci¨®n sobre lo ocurrido. El bar que regenta, el Gran Caf¨¦ Santander, era el refugio para los padres que dejaban a sus hijos correteando entre los ¨¢rboles, columpios y porter¨ªas ahora devastados. Ahora es una sala de tertulia y corrillos. ¡°Flipas la de ni?os que hay por aqu¨ª un d¨ªa por la tarde¡±, explica la camarera, que intercambia opiniones con peque?os y mayores.
Los adultos especulan con que la zona, cercana a unas marismas, es de suelo blando y que hab¨ªa indicios de que la construcci¨®n no era la adecuada. Hace 14 a?os, los cuatro bloques de viviendas fueron construidos y promocionados por la empresa p¨²blica Gevisc¨¢n. Los vecinos hab¨ªan denunciado filtraciones de agua en los forjados de los garajes de la parte derrumbada desde hac¨ªa cinco a?os. De hecho, hab¨ªan ganado un juicio y estaba previsto que las obras de impermeabilizaci¨®n del parque comenzaran en febrero. Sin embargo, esta hip¨®tesis fue descartada por el Gobierno de Cantabria. Seg¨²n informa el Ejecutivo regional, el suceso puede atribuirse a una deficiencia de la placa sobre la que se asentaba el parque.¡°El peso de la tierra del parque infantil, agravado por la humedad provocada por las lluvias de los ¨²ltimos meses, es la causa m¨¢s probable [del hundimiento]¡±, seg¨²n confirma a EL PA?S Jos¨¦ Luis Gochicoa, consejero de Obras P¨²blicas.?
El bombero Julio Revuelta,?que coordina este no parar de cascos, sudor y trajes y botas sucias, relata que sus compa?eros han apuntalado el aparcamiento subterr¨¢neo. ¡°Hemos hecho como en las minas: seg¨²n avanzamos, aseguramos porque a¨²n hay riesgo de desprendimiento¡±, relata con el aval de 20 a?os de profesi¨®n. Unos metros m¨¢s abajo, sus colegas cortan un conducto de ventilaci¨®n con una radial para rescatar un coche que, como otros 76, se ha librado de acabar en la chatarra. Las chispas iluminan los rostros de concentraci¨®n de un equipo al que le queda mucha faena por delante.
El acontecimiento supone todo un hito para la chavaler¨ªa, que disfruta con el trabajo constante de operarios, polic¨ªas y los 20 bomberos desplazados para la ocasi¨®n. Un padre comenta con sarcasmo que el aut¨¦ntico drama lo sufrir¨¢n cuando se den cuenta de que se han quedado sin lugar de juegos, habitualmente ¡°plagado de ni?os¡±, por una buena temporada. Las primeras l¨¢grimas las derrama un ni?o peque?o, pero por caerse de su patinete. Tambi¨¦n ha tenido suerte: mam¨¢ estaba cerca.
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