Ciudadanos en el esc¨¢ner
Un cambio de liderazgo puede mejorar la situaci¨®n del partido a corto plazo, pero es poco previsible que resuelva sus problemas de fondo: una formaci¨®n en exceso presidencialismo
En la pol¨ªtica, como en la medicina, es importante distinguir los s¨ªntomas de las enfermedades. La fiebre, el dolor de cabeza y el v¨®mito son s¨ªntomas que se pueden tratar de forma aislada pero, si no se diagnostica que lo que en realidad subyace es una meningitis y no se pone el tratamiento adecuado, evitar¨¢n que el paciente fallezca de una sepsis aunque, inicialmente, mejore. Ciudadanos cosech¨® un dram¨¢tico resultado electoral el pasado 10 de noviembre y entr¨® en la UCI. No hab¨ªamos cambiado las listas, no hab¨ªamos cambiado el programa... ?qu¨¦ hab¨ªa sucedido? Muchos dijeron que hab¨ªamos cometido un error en la pol¨ªtica de pactos auton¨®micos ¡ªyo entre ellos¡ª; otros, que hab¨ªamos errado en la comunicaci¨®n, que hab¨ªamos perdido personas importantes; otros dijeron que nos hab¨ªamos derechizado... S¨ªntomas, s¨®lo s¨ªntomas. S¨ªntomas que ahora tratamos de aliviar mejorando nuestra comunicaci¨®n, centrando el mensaje y cambiando de l¨ªder y de equipo ¡ªal menos parcialmente¡ª. Es muy probable que esto mejore la situaci¨®n del paciente a corto plazo, pero es poco previsible que resuelva sus problemas de fondo si no es capaz de diagnosticar su enfermedad: la enfermedad del hiperliderazgo.
Cs es un partido cuya estructura est¨¢ dise?ada para que todo el poder recaiga sobre el presidente. Es este quien elige a toda su ejecutiva y quien la despide a su antojo. El consejo general, que consigue estos d¨ªas mayor¨ªas a la b¨²lgara de forma reiterada, es un ¨®rgano elegido por un sistema mayoritario de dos vueltas. Primero, la elecci¨®n de los compromisarios y, despu¨¦s, la de los consejeros elegidos de entre los propios compromisarios. El sistema deja pr¨¢cticamente sin lugar a las minor¨ªas. Se trata de un sistema de listas abiertas, como el Senado espa?ol, pero que ni siquiera guarda ese hueco del cuarto senador para las minor¨ªas. El ganador se lo lleva todo. El comit¨¦ disciplinario tambi¨¦n sale directamente de la ejecutiva. Lo mismo ocurre con todos los coordinadores y secretarios auton¨®micos y provinciales. No hay un solo contrapeso. Es, por tanto, un sistema dise?ado para el fracaso.
Es como si hubi¨¦ramos dise?ado un avi¨®n de pasajeros y le hubi¨¦semos quitado todas las alarmas que pueden avisarnos de que algo va mal. Toda la organizaci¨®n le debe su puesto al superior jer¨¢rquico. Llevarle la contraria, avisarle de que se equivoca o denunciarle si incumple las normas elementales de la prudencia pol¨ªtica puede acabar con tu carrera. No hay un sistema de avisos o testigos. No hay contrapeso. De las siete personas que en su d¨ªa avisaron del error en la estrategia en aquella famosa ejecutiva, solo queda una hoy en la gestora. Es como si hubi¨¦semos despedido del Titanic a quienes avistaron el iceberg.
El poder territorial y de organizaci¨®n no solo dirige la vida ordinaria del partido, sino que es el principal responsable en la elaboraci¨®n de listas. Los comit¨¦s de elaboraci¨®n cuentan habitualmente con el secretario de organizaci¨®n y el secretario institucional, que son quienes designan a los candidatos en las circunscripciones que cuentan con menos de 350 afiliados, es decir, en m¨¢s del 95% de los casos. Estos responsables no rinden cuentas de sus resultados ante la afiliaci¨®n, lo hacen ante sus superiores, con lo que el incentivo principal no est¨¢ en la obtenci¨®n de buenos resultados en sus distritos, sino en la lealtad y la obediencia ante quienes los eligen. As¨ª pues, los incentivos no est¨¢n alineados con el crecimiento, lo est¨¢n con la gratitud.
El r¨¦gimen disciplinario, de otro lado, se aplica por parte de un comit¨¦ elegido por la propia ejecutiva, obviando la separaci¨®n de poderes que solicitamos en nuestra propuesta. El c¨®digo incluye apartados que consideran faltas muy graves el verter opiniones en p¨²blico que pudieran resultar lesivas para el partido. Esta suerte de ¡°delito de opini¨®n¡± interpretado por alguien nombrado directamente por la ejecutiva contribuye poco a crear un ambiente favorable a la cr¨ªtica. Por tanto, todo el sistema est¨¢ dise?ado para el fracaso. Un fracaso un¨¢nime, eso s¨ª. Un partido que rodea a su l¨ªder de todo el poder. Un partido que desalienta la existencia de la cr¨ªtica y elimina cualquier representaci¨®n de las minor¨ªas, ya sea a nivel nacional o territorial. Hemos dise?ado un coche r¨¢pido y vistoso para nuestro l¨ªder. Tiene toda la potencia, pero no tiene frenos, ni testigos de aceite o de calentamiento del motor. Cuando vengan curvas es muy probable que volvamos a salirnos de la carretera. El sistema no solo es poco participativo sino que, adem¨¢s, es escasamente compatible con el esp¨ªritu liberal.
Ciudadanos tiene en In¨¦s Arrimadas una excelente l¨ªder, como excelente era Albert Rivera, pero necesita unos estatutos que le doten de un equipo que rinda cuentas de sus resultados. Un equipo que entienda que un partido se debe a sus votantes primero, a sus militantes despu¨¦s y, por ¨²ltimo, a sus dirigentes. Un partido que permita y promueva el debate para evitar que las decisiones dif¨ªciles dependan s¨®lo de la voluntad de un l¨ªder. Ciudadanos tiene una excelente militancia. Una militancia comprometida y que vino a la pol¨ªtica a servir y a cambiar las cosas. Debemos confiar m¨¢s en ellos. La inteligencia colectiva es el alma de los partidos liberales. La esencia del liberalismo debe ser el debate, no la disciplina. No perdamos esta oportunidad. Si nos quedamos en los s¨ªntomas, volveremos a equivocarnos.
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