Una enorme calle para un ¡®Escorial¡¯ laico y republicano
Tras varios proyectos fallidos, la Castellana reorient¨® para siempre el eje de crecimiento de Madrid hacia el norte
Ir a la fotogaler¨ªa 'La enorme avenida que naci¨® de una fuente y una casa de campo'
Si debajo de los adoquines de Par¨ªs estaba la playa, bajo el asfalto de Madrid est¨¢n el arroyo y el prado. El prado con min¨²scula, que luego se crecer¨¢ y, con su may¨²scula inicial, bautizar¨¢ el paseo madrile?o m¨¢s conocido. Lo peinaba con la raya en medio un arroyo, el del Carcav¨®n o de la Castellana, cuyo flujo ¡ªa veces exang¨¹e, a veces torrencial, siempre barroso¡ª qued¨® domado de orden de Carlos III. Nac¨ªa la calle que, alargada a Recoletos, dio origen a La Castellana.
La Castellana es hoy la principal calle de Madrid, pero otra lo fue antes y durante largo tiempo. Los Austrias marcaban, con sus traslados, la manera en que la ciudad se conceb¨ªa. Durante siglos la ciudad creci¨® de oeste a este, siguiendo la senda que marcaban las mudanzas reales desde el Alc¨¢zar, sobre cuyas ruinas se construy¨® el Palacio de Oriente, hasta el del Buen Retiro, del que sobreviven el Cas¨®n y el Sal¨®n de Reinos.
Ese eje es la calle Mayor, protagonista mucho tiempo del callejero: ¡°En su primer tramo, hasta la plaza de la Villa, acog¨ªa a los arist¨®cratas que quer¨ªan estar pr¨®ximos a la corte; en el segundo, los comerciantes y artesanos: hileras, herreros, cuchilleros; en el tercero, las posesiones de la Iglesia puestas en alquiler¡±, ilustra Carlos Sambricio, que fue catedr¨¢tico de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo de la Polit¨¦cnica de Madrid (UPM). Pero cuando arde el Alc¨¢zar una Nochebuena de 1734, los reyes se trasladan al Buen Retiro. Y los arist¨®cratas quieren seguir cerca de la corte. Compran los antiguos conventos, con sus amplias huertas, que cercan el cauce del arroyo y sobre ellos se hacen sus palacios y sus jardines. El Prado se engalana.
El futuro de Madrid empezaba a asomarse a esa zona. Deparar¨¢ un cambio de aquel eje oeste-este de Mayor por el norte-sur, pero con un origen modesto: una nueva calle que naci¨® discretamente como un paseo hacia una fuente, la de La Castellana, donde mana el arroyo del Prado. Fernando VII manda poner una fuente en ese punto, y otra m¨¢s abajo, con un cisne. Celebra as¨ª el nacimiento de su hija, la futura Isabel II. Qu¨¦ pl¨¢cidos eran aquellos sitios, sobre todo si se los compara con el jaleo de tr¨¢fico que hoy albergan la glorieta de Emilio Castelar y el paso elevado de Rub¨¦n Dar¨ªo. En su misma ubicaci¨®n estuvieron aquellas fuentes.
Un tap¨®n del tama?o de un hip¨®dromo
Madrid quiere ver correr a los caballos en un sitio digno. En 1878 se inaugura el hip¨®dromo, en los terrenos que ahora ocupan Nuevos Ministerios. La aristocracia y la alta burgues¨ªa se hacen ver y quieren ser vistos en un edificio que act¨²a como enorme tap¨®n urban¨ªstico y compromete la prolongaci¨®n del Ensanche y La Castellana. Mucho m¨¢s arriba, un hotel apodado ¡°del Negro¡±, en terrenos del municipio de Chamart¨ªn de la Rosa, marca el lugar de la futura plaza de Castilla . Y entre el hip¨®dromo y el hotel, huertas y descampados, salpicados acaso por alguna villa, como la Ulpiana, en los mismos terrenos del Santiago Bernab¨¦u.
As¨ª era, a grandes rasgos, el solar de la Castellana cuando llega el siglo XX. El Madrid que aspira a ser metr¨®poli busca maneras de crecer hacia el norte, dando la espalda a ese sur que arranca en Atocha, con su indeseable hospital de infecciosos, las c¨¢rceles, los cementerios, un r¨ªo en tal mal estado que de ¨¦l solo cabe avergonzarse...
¡°El Hip¨®dromo supon¨ªa un problema ya en 1910. Es del Estado y para aceptar que se derribe, el Ayuntamiento se compromete a construirlo en otro lado, pero que pertenec¨ªa al municipio del Pardo¡±, comenta Pedro Ismael Jim¨¦nez Arias, jefe de divisi¨®n de Investigaci¨®n del Archivo de la Villa. En ese contexto, un ingeniero, Pedro N¨²?ez Gran¨¦s, que hab¨ªa planteado una reforma para ordenar el extrarradio de Madrid, recoge el guante del Ayuntamiento y considera ¡°imperiosa¡± la extensi¨®n al norte de la Castellana. La imagina con tres kil¨®metros, hasta alcanzar el hotel del Negro, bien amplia para el ¡°r¨¢pido desarrollo de nuestra metr¨®poli¡± en condiciones de ¡°higiene, amplitud y belleza¡±. Cuatro plazas amenizar¨¢n el duro trayecto rectil¨ªneo; la primera de ellas una inmensa y monumental dedicada a Alfonso XIII.
N¨²?ez Gran¨¦s piensa en su uso: plantea la calle con una zona de jardines, una acera, un paso para carruajes y tranv¨ªas. ¡°Su proyecto acierta en dividir los 100 metros de secci¨®n de la v¨ªa en esas bandas funcionales¡±, valora Patxi J. Lam¨ªquiz, profesor del Departamento de Urbanismo y Ordenaci¨®n del Territorio de la UPM. La avenida ser¨¢ m¨¢s amplia y m¨¢s recta que la principal v¨ªa que conecta el centro con el norte, la casi paralela Mala de Francia, como se llam¨® en el siglo XIX Bravo Murillo, que se interna en ese Madrid informal del Tetu¨¢n de las Victorias y en el t¨¦rmino municipal de Chamart¨ªn de la Rosa. En 1922, el proyecto de 1916 se refunde en otro, que plantea construir una plaza dedicada a Am¨¦rica en el lugar del hip¨®dromo.
Las ideas de N¨²?ez Gran¨¦s se quedan en el caj¨®n. ¡°Plantea un Madrid de 25 kil¨®metros de di¨¢metro, pero no lo prioriza ni lo razona¡±, apunta Sambricio. ¡°Concibe un proyecto solo p¨²blico, sin la colaboraci¨®n financiera e inmobiliaria privada, y eso le resta posibilidades; adem¨¢s, el capital entonces se centra en la Gran V¨ªa y el Ensanche¡±, abunda en la idea Lam¨ªquiz.
Madrid es una enorme plataforma inclinada hacia el Manzanares. ¡°Entre el r¨ªo y la plaza de Castilla hay unos 120 metros de desnivel, el equivalente a un rascacielos de medio centenar de plantas¡±, comenta Carlos Sambricio. ¡°Hoy d¨ªa, a la altura de Nuevos Ministerios, hay una vaguada, pero no siempre estuvo ah¨ª¡±, ilustra el catedr¨¢tico. ¡°En 1924 se plantea un debate importante en 1924: bifurcar la Castellana hacia el paseo de La Habana, por un lado, y por el otro hacia la actual Orense¡±, comenta. En lugar eso, se optar¨¢ luego por el desmonte: la Castellana salvar¨¢ ese tap¨®n orogr¨¢fico y correr¨¢ libre hasta la plaza de Castilla.
Un plan m¨¢s moderno
Los a?os veinte marcan un cambio de tendencia. El movimiento moderno deja obsoletas las avenidas pensadas como escenarios monumentales. En 1929, el Ayuntamiento convoca un concurso internacional. Un arquitecto alem¨¢n, Hermann Jansen, que en 1910 ha planteado la gigantesca expansi¨®n de Berl¨ªn anexionando pueblos para crear una ciudad de 50 kil¨®metros de di¨¢metro, se asocia con un brillante y prestigioso colega espa?ol, Secundino Zuazo: ambos presentan un proyecto innovador para la Castellana, pensado para las tres clases fundamentales: la burgues¨ªa alta, la clase media y la clase obrera, con pisos de diferente extensi¨®n, pero los mismos equipamientos.
Queda desierto el concurso, pero la Segunda Rep¨²blica lo resucita. Manuel Aza?a quiere que Madrid deje de ser ¡°un poblach¨®n manchego¡±. El Ayuntamiento rescata y rehace el proyecto de Zuazo y Jansen. Como n¨²cleo de la nueva avenida, en la zona donde estaba el problem¨¢tico hip¨®dromo, un edificio se impone. Los Nuevos Ministerios, que parte del imaginario popular atribuye al franquismo, pero que son un proyecto republicano. Zuazo hab¨ªa estudiado el lenguaje y la composici¨®n de El Escorial. Los Nuevos Ministerios son, en su concepci¨®n original, un Escorial civil y republicano.
¡°Zuazo es el gran arquitecto del primer tercio de siglo en Madrid¡±, destaca Carlos Sambricio, editor de unas memorias sobre el arquitecto. ¡°Es un hombre extra?¨ªsimo: culto, cat¨®lico, de una derecha muy civilizada, capitalista y empresario, y a la vez republicano¡±. Lo acosan los anarquistas, que le exigen que dedique a uso p¨²blico sus edificios privados. Se marcha a Par¨ªs, ¡°?exiliado de la Rep¨²blica que ¨¦l apoya!¡±, se admira Sambricio. Cuando las tropas nacionales ganan la guerra, los falangistas sacan a cuento su pasado republicano y lo ¡®confinan¡¯ ¡ªun eufemismo para el destierro¡ª a Canarias.
Ya en 1946 el plan de urbanismo de Pedro Bidagor recoger¨¢ la idea, pero en ella habr¨¢ desaparecido la buena parte de la intenci¨®n original. ¡°Bidagor era un hombre con sensibilidad y culto, y de hecho hab¨ªa estado en el estudio de Zuazo¡±, detalla el arquitecto Jos¨¦ Mar¨ªa Ezquiaga, pero desmantela buena parte del esp¨ªritu de su maestro: ¡°Considera que La Castellana es una zona muy buena, que all¨ª no puede haber viviendas sociales; adem¨¢s, sustituye las torres previstas originalmente por manzanas, siguiendo el modelo del barrio de Salamanca¡±.
"Hay un enorme contraste entre la concepci¨®n de la Castellana antigua y aristocr¨¢tica de N¨²?ez Gran¨¦s, con sus palacetes y su visi¨®n propia del movimiento City Beautiful, y la mucho m¨¢s moderna y?sedimentada de Jansen-Zuazo e incluso de Bidagor, que viene de los CIAM y del funcionalismo. Era la idea del eje que albergar¨¢ los elementos de?la capitalidad de Madrid, su centro administrativo, el distrito financiero y otros", apunta Lam¨ªquiz.
Los pactos de Madrid de 1953 trajeron a los militares americanos a Espa?a. Y muchos se quedaron a vivir en aquella flamante nueva avenida, a la altura de los n¨²meros 185 a 191. A aquella zona se la apod¨® ¡°Corea¡±, porque naci¨® cuando la Guerra de Corea, comenta Carlos Sambricio. Al otro lado de la avenida, en las zona intermedia entre la nueva avenida y Bravo Murillo, abundan los bloques construidos por cooperativas. Los numerosos vecinos que viven en chabolas en la parte alta de la Castellana ser¨¢n realojados en nuevos barrios allende la actual M30, como La Concepci¨®n o Carmen.
¡°Zuazo fue un visionario y acert¨® en la clave de Madrid. En urbanismo tambi¨¦n se dan los descubrimientos, como ocurre en la ciencia y en el arte. Y ¨¦l ve que hay un eje para organizar la urbe¡±, celebra Ezquiaga. ¡°Gracias a la Castellana los madrile?os saben d¨®nde est¨¢n los puntos cardinales. Organiza mentalmente la ciudad¡±.
Este reportaje pertenece a la serie ?rase una vez Madrid, dedicada divulgar a aspectos poco conocidos del pasado de la ciudad y que se publican semanalmente a lo largo del verano. Puede leer aqu¨ª los reportajes ya publicados?Las otras 'Gran V¨ªa' que no pudieron ser y La primera plaza de Espa?a de la que solo se salv¨® Cervantes y?ver las fotogaler¨ªas?As¨ª ser¨ªa el Madrid del futuro?y Tres siglos de la plaza de Espa?a de un vistazo.
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