Los cataclismos que causa el activismo digital ponen en guardia al ¡®statu quo¡¯
Las redes sociales desencadenaron la Primavera ?rabe y auparon el fen¨®meno Trump. ?scar Howell-Fern¨¢ndez analiza en 'La mano emergente' los patrones del quinto poder
Adam Smith populariz¨® el t¨¦rmino mano invisible en su obra magna La riqueza de las naciones (1776). La teor¨ªa cl¨¢sica recurre desde entonces a esa expresi¨®n para hablar de la supuesta capacidad del mercado para autorregularse. Dos siglos despu¨¦s, en La mano visible (1977) de Alfred D. Chandler se sosten¨ªa que la complejidad de las organizaciones requer¨ªa una jerarqu¨ªa profesional y bien estructurada.
Las empresas y los gobiernos estaban acostumbrados a dominar el relato. Las redes sociales les han quitado poder¡±
El emprendedor y consultor ?scar Howell-Fern¨¢ndez (San Jos¨¦ de Costa Rica, 1964) acaba de publicar un libro cuyo t¨ªtulo le sigue el juego a Smith y Chandler. En La mano emergente (Biblioteca Nueva), el autor desarrolla el concepto hom¨®nimo. El t¨¦rmino alude a esa suerte de activismo digital cotidiano que genera el uso de Internet, que en ocasiones eclosiona en grandes movilizaciones p¨²blicas (v¨¦anse la Primavera ?rabe o el 15M) y otras se queda en un simple hostigamiento hacia una empresa cuya actuaci¨®n no ha agradado a un colectivo determinado.
La mano emergente, que bebe de la efervescencia de las redes sociales, viene y se va. ¡°Yo lo comparo con las luci¨¦rnagas, que exhiben un comportamiento coordinado¡±, explica el autor. ¡°El baile de luces se detona por ciertas se?ales que hace algunas de ellas, hay un momento en el que llegan a un punto ¨¢lgido y luego se apagan¡±.
- Una lucha de poder
La ilusi¨®n de progreso y riqueza creada por un enfoque de laissez-faire desenfrenado de la econom¨ªa y la pol¨ªtica, lee el libro, junto con la aparici¨®n de los micropoderes y los activistas digitales en el mundo online, han dado lugar a una situaci¨®n de fin de la autoridad que afecta a las multinacionales, gobiernos y ONG a la vez. Esto ha cambiado las normas del juego pol¨ªtico y empresarial de forma sustancial. ¡°La irrupci¨®n de las redes sociales trajo consigo la capacidad de llegar a miles o millones de lectores a muy bajo coste. Eso cre¨® una cierta utop¨ªa de la comunicaci¨®n, seg¨²n la cual uno ya no est¨¢ encasillado en las 20 personas con las que pueda hablar en un d¨ªa, sino que tiene muchas m¨¢s posibilidades de ganar presencia, tambi¨¦n en la esfera p¨²blica¡±, explica Howell-Fern¨¢ndez.
As¨ª nacen los micropoderes. ¡°El poder en la sociedad est¨¢ repartido, y si t¨² tienes parte de ¨¦l quiere decir que se lo est¨¢s quitando o a las empresas o a los gobiernos. Entonces hay una pugna para ver hasta d¨®nde puedes llegar como individuo. El uso de herramientas digitales por los gobiernos es parte de su estrategia para tratar de recuperar terreno en esta discusi¨®n¡±, asevera. ¡°Las empresas estaban bastante acostumbradas a tener mucho dominio de la comunicaci¨®n. Ahora un grupo de activistas puede generar graves problemas de marca de forma relativamente f¨¢cil, por lo que han perdido cierto poder de influencia. Una forma de recuperar ese terreno es participar, formar parte de la conversaci¨®n y comprender qu¨¦ est¨¢ sucediendo¡±, explica.
- Activismo diario
El activismo digital, asegura el autor, es una forma poderosa de expresi¨®n y de agencia social. ¡°Es una representaci¨®n m¨¢s o menos exacta de nuestras preferencias y de nuestra actividad social que se desarrolla de manera constante y a diario en l¨ªnea, frente a instituciones p¨²blicas o privadas, gubernamentales o comerciales¡±, se?ala en su libro. Cada clic, cada comentario, cada me gusta es un tipo de voto. En ocasiones, ese magma de opiniones eclosiona en forma de protesta; el resto del tiempo es una incre¨ªble fuente de informaci¨®n para los cient¨ªficos de datos.
La participaci¨®n en l¨ªnea no sustituir¨¢ al activismo f¨ªsico.? Con las multitudes an¨®nimas es muy dif¨ªcil construir un movimiento social o lazos que perduren¡±
El problema es que, pese a que el poder de la mano emergente puede ser demoledor (las redes sociales han acabado con carreras profesionales y han causado estragos en empresas), es poco constante en el tiempo. Su ¨ªmpetu acaba agot¨¢ndose, como se calman las aguas tras una tormenta. ¡°Yochai Benkler dice en La riqueza de las redes (Icaria, 2006) que, para que un proyecto en el procom¨²n de Internet sea exitoso, debe tener motivaci¨®n y granularidad. La primera es clara: si veo que hay un problema, me preocupo por solucionarlo y participo. Pero la clave est¨¢ en la segunda: el tiempo que se te pida que inviertas en ello tiene que ser lo suficientemente peque?o como para que no tengas la percepci¨®n de que est¨¢s dando m¨¢s de lo que recibes. Esa sensaci¨®n de que das mucho es lo que hace que se colapsen estas multitudes o grupos de presi¨®n, porque siempre llega el momento en el que falla la motivaci¨®n o la percepci¨®n de recompensa¡±, argumenta Howell-Fern¨¢ndez.
?Est¨¢ sustituyendo el activismo digital al convencional? Que la solidaridad de clase est¨¢ cayendo es un hecho que cualquier sindicato puede corroborar. ¡°La participaci¨®n en l¨ªnea no la va a sustituir, porque estamos hablando de multitudes an¨®nimas con las que es muy dif¨ªcil construir un movimiento social o lazos que perduren. Necesitas tener permanencia, un liderazgo, un programa¡ Las relaciones sociales en l¨ªnea son tan d¨¦biles que pueden colapsar en cualquier momento¡±, reflexiona el autor.
- El terremoto Trump
La Primavera ?rabe demostr¨® a los gobiernos de todo el mundo que las redes sociales no son una herramienta a menospreciar. Comprobaron que se pueden usar para influenciar a la opini¨®n p¨²blica. Y que funciona. Para Howell-Fern¨¢ndez, nadie ha ido tan lejos en el uso de la desinformaci¨®n (prefiere este t¨¦rmino al de posverdad) como Donald Trump, tanto durante la campa?a electoral que le coloc¨® en la Casa Blanca como ya a los mandos de EE UU.
Barack Obama fue el primer candidato en darse cuenta del poder de las redes sociales. Las us¨® para ganar apoyo y para animar a la donaci¨®n de uno o dos d¨®lares, con lo que obtuvo unos fondos impresionantes. ¡°Trump ha cambiado el foco: si las redes sociales tienen ese poder, ?por qu¨¦ no usarlas para diseminar desinformaci¨®n? De hecho, se cree que la mitad de seguidores de Trump, que retuitean todo lo que dice, son bots¡±.
Desde que lleg¨® al poder, el republicano est¨¢ encontrando trabas para implementar sus pol¨ªticas. ¡°Entonces lo que hace es tratar de hacer presi¨®n a trav¨¦s de su apoyo en las redes. Es como cuando un pol¨ªtico que no logra lo que quiere saca a la gente a la calle para decir que tiene apoyo popular. Esto es lo mismo. ?Pero qu¨¦ pasa si buena parte de ese apoyo no es real? ?O si ni siquiera son de EE UU?¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.