El d¨ªa que nos robaron nuestra atenci¨®n
El futuro al que nos conduce la tecnolog¨ªa no tiene por qu¨¦ ser necesariamente peor. Para lograrlo hace falta una cosa: nuestra atenci¨®n
Cuentan que a Isaac Newton le vino a la cabeza la idea de la ley de gravitaci¨®n universal durante el confinamiento obligatorio?de dos a?os impuesto en la Universidad de Cambridge a causa de una epidemia de peste bub¨®nica. Afortunadamente para su capacidad de concentraci¨®n, en el siglo XVII todav¨ªa no exist¨ªan ni redes sociales ni Google ni Zoom ni Whatsapp, y a¨²n quedaban 342 a?os para que naciese el smartphone.
Celebremos que Newton no estuviese mirando Instagram justo en el momento en que la manzana cayo del ¨¢rbol. La tecnolog¨ªa ha sido una gran aliada durante los meses de confinamiento. Pero tambi¨¦n hemos ca¨ªdo en sus garras. Nos roba la atenci¨®n y nos est¨¢ marcando la forma en la que nos relacionamos y en la que viviremos en un futuro poscoronavirus.
La innovaci¨®n no es neutra (ni persigue el bien de la humanidad). Nos conduce a un mundo determinado entre muchos posibles. Conferimos a empresas privadas la potestad de decidir con sus dise?os c¨®mo es la vida que vivimos y viviremos. Circulamos por sus sistemas casi de la misma manera que lo hace la informaci¨®n que les regalamos: teledirigidos. El medio es m¨¢s que nunca el mensaje.
El futuro al que nos conduce la tecnolog¨ªa no tiene por qu¨¦ ser necesariamente peor. Para lograrlo hace falta una cosa: nuestra atenci¨®n. Que nos paremos a pensar en plena sociedad de la distracci¨®n. Que usemos la tecnolog¨ªa de una forma inteligente. El auge de los bulos en plena explosi¨®n tecnol¨®gica y la alegre manera en que los abrazamos, sin embargo, no invita precisamente al optimismo.
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