Arte e inteligencia artificial: cuando los androides sue?an con crear
El creciente uso de la inteligencia artificial en numerosas disciplinas como herramienta creativa abre caminos a nuevas formas de expresi¨®n y plantea debates sobre la autor¨ªa, la inspiraci¨®n o la originalidad
En el fondo, seguramente no enga?e a nadie. Pero salta a la vista que la frase despliega unos innegables rasgos de estilo: ¡°En un lugar de la Mancha est¨¢ en su amada, y hab¨ªa de hacer regidor de tu amo que desde aqu¨ª est¨¢ por el suelo¡±.
En ella se leen referencias a los lugares y personajes de El Quijote y tambi¨¦n palabras que remiten a la ¨¦poca en que se escribi¨® la novela. Pero del autor, Miguel de Cervantes, no se ve ni rastro. Tampoco de ning¨²n otro ser humano, ya que se trata de un texto escrito por una m¨¢quina a partir de un modelo computacional de redes neuronales dise?ado por el Instituto de Ingenier¨ªa del Conocimiento (IIC). Hablamos de inteligencia artificial (IA), esa tecnolog¨ªa que tantas historias ha inspirado a lo largo del tiempo y que hoy es capaz de escribir las suyas propias. Con habilidades para redactar novelas, poemas y otros textos, la literatura no es el ¨²nico campo de la creatividad donde se est¨¢ experimentando con esta tecnolog¨ªa: desde las artes visuales a la m¨²sica, el cine, los videojuegos o la escena, programadores y artistas ¡ªque muchas veces resultan ser la misma persona¡ª est¨¢n haciendo un uso cada vez m¨¢s audaz de esta herramienta. Con su trabajo, no solo abren camino hacia nuevas formas de expresi¨®n, sino que tambi¨¦n plantean preguntas fundamentales sobre conceptos de significados fluctuantes como la autor¨ªa, la creatividad, la inspiraci¨®n o la originalidad.
Si el ser humano creara una sola m¨¢quina capaz de superar nuestra inteligencia, esta posiblemente podr¨ªa generar todo un nuevo mundo dominado por la tecnolog¨ªa. Pero no se asusten, la humanidad se encuentra muy lejos de ese momento. Proyectos como el que llev¨® a cabo en 2016 el IIC con El Quijote, en el que un algoritmo aprendi¨® a imitar la forma y estructura del estilo cervantino, parecen acercarnos un paso m¨¢s a ese futuro tecnol¨®gico con el que, depende de a qui¨¦n se pregunte, llevamos d¨¦cadas so?ando o teniendo pesadillas. Pero por el momento, la apariencia de autonom¨ªa con la que funciona la m¨¢quina es solo eso, apariencia. Que esa frase a la manera del Quijote la haya perge?ado una inteligencia artificial no significa que no haya una aportaci¨®n humana de por medio. Al contrario, sin una inteligencia viva detr¨¢s de este trasunto artificial jam¨¢s hubiera podido llevarse un experimento como ese a t¨¦rmino. Alguien ha escrito el c¨®digo del programa, alguien lo ha alimentado con textos de Cervantes para que aprenda su estilo y vocabulario y, adem¨¢s, alguien ha ajustado los par¨¢metros para que la m¨¢quina escriba espec¨ªficamente ese y no cualquier otro texto de entre las infinitas opciones posibles. Y, por encima de todo eso: alguien ha tenido la motivaci¨®n de hacerlo. La m¨¢quina no es m¨¢s que una herramienta insensible, auxiliar en ese proceso.
¡°Se trata de una inteligencia artificial ente comillas, porque lo de inteligente es muy discutible¡±, apunta ?lvaro Barbero, el cerebro real detr¨¢s de este y otros proyectos basados en las redes neuronales promocionados por el IIC (que a veces usan algoritmos inventados por otras personas, retocados), un modelo que se inspira vagamente en el funcionamiento del cerebro y que, en los ¨²ltimos a?os, se est¨¢ utilizando crecientemente en campos desde la banca y las finanzas a la medicina, el procesamiento de datos y la traducci¨®n, por poner solo algunos ejemplos. ¡°Para crear sistemas capaces de escribir primero hay que ense?arle c¨®mo funciona el idioma¡±, explica el chief data scientist Barbero. ¡°Para ello te descargas much¨ªsimos textos, por ejemplo, toda la Wikipedia, y a partir de ah¨ª el sistema hace ejercicios como los de rellenar el hueco, de modo que va aprendiendo por el contexto qu¨¦ palabras usar. Para hacer que escriba de manera creativa, le das una frase vac¨ªa y el sistema te ofrece una serie de opciones para que t¨² elijas la que m¨¢s te gusta. Se trata de una creatividad que se implementa a partir de la arbitrariedad¡±. De ah¨ª frases como la de ese suced¨¢neo del Quijote, que son gramaticalmente correctas, estil¨ªsticas incluso, pero que no tienen realmente sentido. Porque el sentido lo aportan las personas. Lo mismo ocurre en la que se considera la primera novela escrita con IA, 1 the road, de 2018, ideada por el estadounidense Ross Goodwin, que tambi¨¦n dio forma al primer cortometraje con guion escrito por IA: Sunspring.
Hace unos meses, la m¨²sica canadiense Grimes, que acaba de lanzar el ¨¢lbum Miss Anthropocene, levant¨® una de esas famosas polvaredas en las redes que, por una vez, dio pie a un interesante debate. En una entrevista radiof¨®nica, la compositora, cuyos nuevos temas juegan con ideas relacionadas con el poshumanismo, afirm¨®: ¡°Cuando haya una verdadera inteligencia artificial fuerte [es decir, que supere a la inteligencia humana], esta va a ser capaz de crear arte mucho mejor que nosotros... Eso ocurrir¨¢ cuando la IA domine totalmente la ciencia y el arte, lo que podr¨ªa pasar en los pr¨®ximos 10 a?os, o m¨¢s bien probablemente 20 o 30. Siento que estamos ante el final del arte, del arte humano¡±.
La idea, tan sugerente como inquietante, se est¨¢ instalando con fuerza en el imaginario popular, espoleado por elucubraciones cin¨¦filas y novelescas, as¨ª como por experimentos mucho m¨¢s reales como el de la diva japonesa de pelo azul Hatsune Miku, un vocaloid (un software que recrea voces) desarrollado por la empresa Crypton Future Media; o el de la copia virtual del cantante Travis Scott, el Travis Bott, que produce canciones a la manera del rapero estadounidense. El sombr¨ªo vaticinio de Grimes, en cualquier caso, no tard¨® en recibir r¨¦plica por parte de internautas y expertos en el tema como Holly Herndon, otra compositora cuyo tercer disco, Proto, ha sido creado con la ayuda de un cerebro artificial. ¡°Seguramente la IA no reemplazar¨¢ del todo a los m¨²sicos¡±, escribi¨® en redes sociales la compositora, originaria de EE UU. ¡°La idea de una IA sintiente es una fantas¨ªa que creo que a veces distrae (a menudo intencionalmente) de las cuestiones pol¨ªticas y econ¨®micas que est¨¢n ocurriendo en torno a la tecnolog¨ªa¡±.
De entre las diferentes maneras en que el machine learning se puede aplicar a la composici¨®n e interpretaci¨®n de m¨²sica, Herndon se concentr¨® en entrenar a la m¨¢quina para que aprendiera a reproducir distintas voces humanas, incluida la suya propia. Lo hizo a trav¨¦s de Spawn, un sistema de grabaci¨®n que ella misma dise?¨®, haciendo verdadera una tendencia creciente en el mundo del arte: la de los creadores que son a la vez ingenieros. Que Herndon haya usado Spawn como herramienta no significa que ella no sea la autora, int¨¦rprete y productora del disco. ¡°Los programas de IA no son creativos porque no tienen emociones ni intentan comunicar nada, no tienen motivaci¨®n¡±, explica el fil¨®sofo de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona David Casacuberta, que agrega que, en el debate sobre la autor¨ªa que suscita el uso de la inteligencia artificial, ¡°tenemos que ser cr¨ªticos con la idea de artista¡±. En el caso de los creadores cuyas obras se producen en un taller, ?dejan de ser ellos los art¨ªfices? Y cuando alguien toma una foto, ?es la c¨¢mara la que deber¨ªa llevarse el cr¨¦dito? ¡°El artista ha pasado de ser creador de contenidos a creador de estructuras: algo que ya comenz¨® con Fluxus, que implantaron la idea de que el p¨²blico es el que hace la obra, dando lugar a una creaci¨®n colectiva¡±, apunta Casacuberta, que menciona otro concepto que la inteligencia artificial ha vuelto m¨¢s difuso: el de la originalidad. ¡°Este es un debate antiguo¡±, se?ala el profesor. ¡°La m¨¢quina no puede ser original porque t¨² le das instrucciones, pero s¨ª proporciona herramientas para ser original¡±.
¡°El de inteligencia artificial es un t¨¦rmino enga?oso¡±, apunta la m¨²sica Holly Herndon en conversaci¨®n por Skype con EL PA?S. ¡°En realidad a lo que se refiere es a un trabajo humano agregado¡±. De lo que se trata, efectivamente, es de alimentar a la computadora con datos para que esta pueda establecer patrones estad¨ªsticos, que ser¨¢n m¨¢s sofisticados cuanta m¨¢s informaci¨®n posea. Esos datos, claro est¨¢, no surgen de la nada, sino que provienen de personas que los han ido recopilando. El hecho de que una inteligencia artificial se abastezca de las aportaciones de muchos no significa en cualquier caso que la obra que produzca vaya a resultar mejor -m¨¢s profunda o elegante o emocionante- que el trabajo art¨ªstico, al menos el excelente, nacido de la compleja inventiva de un ser humano. ¡°M¨¢s no significa mejor¡±, resume Herndon. ¡°Las redes neuronales siguen modelos, mientras que la m¨²sica m¨¢s interesante es la que genera variaciones sobre esos patrones. Si lo que quieres producir es algo idiom¨¢tico [es decir, algo basado el lenguaje que ha aprendido la m¨¢quina], una red neuronal puede hacer eso estupendamente¡±, indica la artista. ¡°El problema es que la m¨²sica no es un ejercicio estad¨ªstico¡±.
El genio de los m¨²sicos m¨¢s celebrados de la historia, como Mozart o Bach, no podr¨ªa cuantificarse solamente en t¨¦rminos matem¨¢ticos. Pero eso no quiere decir que no se est¨¦ intentando dar forma a r¨¦plicas artificiales de ese talento. En el 250? aniversario del nacimiento de Beethoven, el Instituto Von Karajan ha preparado una versi¨®n de la D¨¦cima Sinfon¨ªa del compositor, una pieza que dej¨® inacabada y que ellos han finalizado con la contribuci¨®n de redes neuronales. Como en el caso del proyecto sobre El Quijote, la m¨¢quina se ha nutrido con toda la m¨²sica de Beethoven y la de otros compositores de la ¨¦poca. Para Matthias R?der, director de la instituci¨®n austriaca, la composici¨®n s¨ª estar¨¢ a la altura del inmortal m¨²sico alem¨¢n, al menos en lo que se refiere a la calidad t¨¦cnica. ¡°La cuesti¨®n es que una m¨¢quina no tiene visi¨®n ni intenci¨®n propia¡±, explica al tel¨¦fono, para aportar su propia visi¨®n de c¨®mo la IA se utilizar¨¢ en la composici¨®n musical. ¡°Habr¨¢ software que contenga IA para que, quien lo use, lo pueda entrenar para crear m¨²sica que pueda servirle de inspiraci¨®n o de base¡±.
Entre los pioneros en asignar tareas creativas a una inteligencia artificial se encuentra Francisco Vico, investigador de la Universidad de M¨¢laga, cuyo equipo present¨® al mundo en 2010 Iamus, el primer cluster de computaci¨®n capaz de escribir centenares de piezas musicales en cuesti¨®n de minutos. ¡°No se trata de modelar la inspiraci¨®n, sino de algo m¨¢s simple¡±, explica Vico. ¡°Partimos de partituras muy elementales, que van evolucionando y se van convirtiendo en obras cada vez m¨¢s complejas¡±. Tanto que, en 2012, las interpret¨® la mism¨ªsima Orquesta Sinf¨®nica de Londres. Desde entonces, el alcance del proyecto de Vico ha ido reposicion¨¢ndose para ¡°demostrar que la m¨²sica compuesta por ordenador tiene un papel terap¨¦utico¡±. ¡°En el momento que una melod¨ªa se repite, uno entra en el juego e intenta predecir lo que va a venir¡±, agrega el investigador. ¡°Y ese es un juego que te permite desconectar de los problemas¡±.
Hoy, resulta sencillo encontrar m¨²sica generada por IA en cualquier plataforma digital. Aunque parece complicado dar con la clave para componer los pelotazos, los grandes hits capaces de mover a las masas, lo cierto es que esas melod¨ªas resultan perfectamente aceptables como m¨²sica de ambiente. Ah¨ª es donde reside ese potencial terap¨¦utico del que hablaba Vico. ¡°Quiz¨¢ se empiece a hacer m¨²sica a la carta, o a facilitar herramientas para que cualquier usuario pueda ser compositor¡±, vaticina el profesional sobre los futuros usos de la IA como instrumento creativo. Desde usuarios particulares hasta gigantes como Google, a trav¨¦s de su proyecto de machine learning aplicado a las artes, Magenta, ya es posible acceder a herramientas de c¨®digo abierto que ayudan tanto a los profesionales como a los amantes de la m¨²sica en tareas como escribir letras, tocar el piano, crear ritmos o usar nuevos sonidos en la composici¨®n de canciones. ¡°Nuestro objetivo es que la gente pueda usar Magenta para hacer m¨²sica que no se podr¨ªa hacer hecho de otro modo¡±, explica Doug Eck, investigador de Magenta, que subraya que ¡°en Google no tenemos ning¨²n derecho sobre la m¨²sica que se crea con esas herramientas¡±.
Uno de los problemas que emergen de este nuevo escenario es en realidad un viejo dilema que se remonta al uso de los primeros samples. ¡°Si te fijas en las listas de los top 10, hay un mont¨®n de temas que cogen partes de la m¨²sica de Internet, como los ritmos o los loops de bater¨ªa, que est¨¢n libres de royalties¡±, ilustra Holly Herndon. ¡°Lo que acaba pasando es que la persona que ha creado el loop gana cero, mientras que el artista hace millones¡±. Lo mismo ocurre con los programas de inteligencia artificial que se ofrecen en c¨®digo abierto que deber¨ªan ser compensados de alg¨²n modo por su esfuerzo. ¡°En vez de independiente, deber¨ªamos crear una industria musical interdependiente, en la que todos dependi¨¦ramos de todos¡±, reivindica Herndon. ¡°Pero lo cierto es que ya tenemos precedentes en los que las cosas no funcionan y no somos capaces de organizarlas de otro modo, como ocurre con los recursos naturales. As¨ª que tampoco es que tenga grandes esperanzas¡±.
El retrato de Edmond, una pintura realizada por el colectivo franc¨¦s Obvious por medio de un algoritmo, se convirti¨® en 2018 en la primera obra de arte con IA vendida en subasta, en Christie¡¯s, donde alcanz¨® un precio de 432.500 d¨®lares. ¡°La obra no iba firmada, sino que indicaba la f¨®rmula del algoritmo mediante el cual hab¨ªa sido creada. Lo conflictivo del caso es que dicho algoritmo hab¨ªa sido programado y codificado por otra persona distinta al colectivo que produjo la pieza final subastada¡±, explica Marta Su¨¢rez Mansilla, abogada especializada en arte y subdirectora de la feria Art Madrid. ¡°La pol¨¦mica que se plantea es qui¨¦n debe llevar el cr¨¦dito por la generaci¨®n de la pieza o qui¨¦n deber¨ªa participar de los beneficios de la venta. Al usar un c¨®digo abierto libre, jur¨ªdicamente no hay nada que reclamar al respecto, pero se plantean dudas morales¡±, explica la abogada. ¡°De todos modos, esta situaci¨®n es muy frecuente en el arte: el apropiacionismo o la reinterpretaci¨®n de obras maestras, desde que en los inicios del modernismo Marcel Duchamp inventase el ¡°ready-made¡±.
La segunda obra de arte realizada con ayuda de la IA que se vendi¨® en subasta (en Sotheby¡¯s) fue Memories of Passerby I, un retrato en infinita transformaci¨®n creado por el alem¨¢n Mario Klingemann, quien no solo llevaba m¨¢s tiempo que Obvious trabajando con las redes neuronales sino que, como subraya, lo hace de una manera mucho m¨¢s sofisticada. ¡°Creo que solo son buenos empresarios que han sabido aprovechar el momento¡±, contaba Klingemann a este peri¨®dico el pasado febrero en la inauguraci¨®n de la muestra Still Human, en la colecci¨®n Solo de Madrid, donde present¨® una obra realizada ex profeso para la ocasi¨®n: Appropriate Response, un letrero de aeropuerto que despliega un mensaje diferente para cada espectador. ¡°La IA me permite explorar en muchas direcciones, trabajar con informaci¨®n, con datos, que es algo con lo que nosotros trabajamos como humanos¡±, explic¨®. No se trata esta de la ¨²nica exposici¨®n de arte realizado con inteligencia artificial que se ha celebrado recientemente en Espa?a: desde el Azkuna de Bilbao y su colectiva Open Codes a la fundaci¨®n Sandretto, que llev¨® a Madrid a principios de este a?o la obra de Ian Cheng, un videojuego que se juega a s¨ª mismo, pasando por la Laboral de Gij¨®n, que organiz¨® una retrospectiva ¨CDeus ex Machina¨C con obras desde los a?os setenta hasta la actualidad, esta manera de crear arte vive una ¨¦poca de esplendor. Pronto, tambi¨¦n se convertir¨¢ en un medio para organizar esas mismas muestras. La Bienal de Bucarest, retrasada hasta el 2022, ya ha contratado al que ser¨¢ su comisario en jefe: se llama Jarvis y, claro est¨¢, se trata de un simp¨¢tico robot.
Bailando con humanoides
Una de las aplicaciones m¨¢s vistosas de la inteligencia artificial en el arte es la que se desarrolla en el campo de las artes esc¨¦nicas. En este terreno es pionera a nivel internacional una compa?¨ªa espa?ola de danza llamada Stocos, fundada en 2007 por la core¨®grafa y bailarina Muriel Romero y el compositor Pablo Palacio, que integra sistemas de IA en los procesos de creaci¨®n de sus espect¨¢culos. Su trabajo es muy apreciado porque no se conforman con que las m¨¢quinas imiten modelos de creaci¨®n preexistentes, sino que las usan para inventar verdaderamente otros nuevos. ¡°Nuestro objetivo es generar mundos alternativos, espacios nuevos, multisensoriales o multidimensionales, que jam¨¢s nuestra mente hubiera podido imaginar sin esta herramienta¡±, explica Palacio.
En la mayor¨ªa de las obras de Stocos, como Acusmatrix,Phantom Limb, Polytopya o El matrimonio del cielo y el infierno, los bailarines interaccionan por medio de sensores con criaturas virtuales concebidas por redes neuronales. Son compa?eros de baile artificiales con cierto grado de autonom¨ªa que el espectador ve en forma de holograma. ¡°Una especie de humanoides que han estado aprendiendo de los movimientos de los bailarines y que nos ofrecen despu¨¦s nuevas estructuras coreogr¨¢ficas. Evidentemente no lo hacen solos, t¨² decides qu¨¦ movimientos le vas a dar a la m¨¢quina para que luego ellos jueguen con eso. Pongamos que son como extensiones del cuerpo del bailar¨ªn¡±, comenta Romero. Lo interesante no es solo lo que hacen esos entes, sino c¨®mo su comportamiento influye tambi¨¦n en los bailarines, expandiendo sus movimientos m¨¢s all¨¢ de sus propios l¨ªmites corporales.
La compa?¨ªa utiliza tambi¨¦n la IA para componer la m¨²sica de sus espect¨¢culos. Un ejemplo de c¨®mo se hace esto son las zapatillas con sensores que han inventado ellos mismos junto con el tercer miembro de la compa?¨ªa, Daniel Bisig, bi¨®logo e investigador del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Universidad de Z¨²rich, con el que habitualmente Palacio y Romero desarrollan nuevos softwares. En el proceso de entrenamiento se asocia un modelo de sonido a cada movimiento que hace el bailar¨ªn con sus pies para que la m¨¢quina aprenda y genere despu¨¦s nuevos sonidos.
El mismo tipo de sensores que llevan las zapatillas se pueden colocar en otras partes del cuerpo del bailar¨ªn para activar sonidos con una mano, un brazo o una pierna. ¡°Al principio es una sensaci¨®n extra?a. Despu¨¦s de bailar toda una vida siguiendo una m¨²sica que te viene dada, de pronto eres t¨² quien la est¨¢ componiendo a la vez que bailas. De repente muevo una mano y se activa un sonido. Poco a poco tu cuerpo se va adaptando y de alguna manera vas creando otro estado sensorial. Es como tener otro sentido¡±, confiesa Romero.
El hecho de que la m¨²sica se vaya creando a la par que el movimiento propicia una simbiosis in¨¦dita entre ambas dimensiones. ¡°La relaci¨®n entre m¨²sica y danza es distinta, se le da la vuelta. Normalmente un bailar¨ªn trabaja con su cuerpo, su mente y sus emociones, pero en nuestros trabajos adem¨¢s puede estar creando a la vez la m¨²sica y modificando la escenograf¨ªa o activando un foco¡±, a?ade la core¨®grafa, que finalmente resume la experiencia con una frase del bi¨®logo chileno Francisco Varela, experto en neurociencias: ¡°El cerebro no est¨¢ en la mente, sino en todo el cuerpo¡±.
Uno de los trabajos m¨¢s singulares de Stocos en los ¨²ltimos a?os es Piano & Dancer (2016), una pieza en la que Muriel Romero activa con su baile un piano mec¨¢nico. ¡°Ella controla y transfiere su expresividad al piano, pues sus movimientos son interdependientes. Toca el piano sin tocarlo. Y con ello nacen tambi¨¦n estructuras musicales sorprendentes, generadas por los movimientos de la bailarina, mucho m¨¢s complejos que los que realizan las manos de un pianista¡±, dice Palacio.
Stocos desarrolla casi todas sus producciones dentro de programas europeos, tanto enfocados a la investigaci¨®n cultural y art¨ªstica (Europa Creativa) como otros de ¨¢mbito cient¨ªfico, entre ellos el llamado Horizonte 2020, uno de los m¨¢s ambiciosos de la UE, enfocado a la innovaci¨®n. Eso les ha permitido colaborar con expertos en disciplinas muy variadas, aprovechando los ¨²ltimos avances en IA y a su vez contribuyendo a ellos con sus investigaciones. Se cumple as¨ª el principal motivo que llev¨® a Romero y Palacio a crear Stocos: ¡°Nacimos de un intento de fusionar arte y ciencia. En qu¨¦ manera la ciencia puede inspirar al arte, pero tambi¨¦n c¨®mo el arte puede inspirar ideas cient¨ªficas¡±.
El cierre de los teatros por la crisis del coronavirus ha empujado a los artistas a volcar sus creaciones en Internet. Y de paso, algunos se han lanzado como nunca antes a experimentar con herramientas digitales. Entre los proyectos que han surgido estos meses en esos entornos hay uno que utiliza la inteligencia artificial, en concreto un bot llamado ENA que imita la conversaci¨®n humana, con el cual cualquier persona puede chatear (en ingl¨¦s) desde la semana pasada en la web del Teatre Lliure de Barcelona. Se trata de un experimento del director y dramaturgo Roger Bernat, referente del teatro de vanguardia en Espa?a, que est¨¢ recogiendo los di¨¢logos que se producen entre la m¨¢quina y el p¨²blico para hacer despu¨¦s con ello una pieza teatral que ser¨¢ llevada a escena cuando los teatros se reabran.
ENA ha sido desarrollada partiendo de los bots que mejor reproducen el habla humana actualmente, Transformer de Google, GPT-2 d¡¯OpenAI y DialoGPT de Microsoft, adaptada espec¨ªficamente para propiciar escenas ¡°teatrales¡± en su interacci¨®n con el p¨²blico.
Las m¨¢quinas filtran el cine del futuro
En 1996, la inteligencia artificial apenas hab¨ªa tocado el mundo del cine. Y Robert Downey Jr. todav¨ªa no volaba. As¨ª que circulaba por Los ?ngeles como cualquiera: en coche. Tampoco llevaba armadura. Aunque ese d¨ªa, en realidad, no se puso ni ropa. Cuando los agentes detuvieron su Porsche, Robert Downey Jr. estaba desnudo. Y ocupado, al parecer, en una tarea poco superheroica: intentaba vaciar el veh¨ªculo de ratas imaginarias arroj¨¢ndolas por la ventanilla, seg¨²n The Guardian. En el interior segu¨ªa, en cambio, la coca¨ªna que la polic¨ªa incaut¨®. Era junio, el actor ten¨ªa 31 a?os y una carrera a punto de acabarse y m¨¢s que los plat¨®s visitaba las c¨¢rceles. Y las cl¨ªnicas de rehabilitaci¨®n. Pero siempre se levantaba y sal¨ªa. Hasta que lleg¨® su oportunidad: en 2005, el director Jon Favreau les explic¨® a unos ejecutivos presumiblemente at¨®nitos que aquel tipo, que se defin¨ªa a s¨ª mismo como ¡°veneno para la taquilla¡±, era perfecto para protagonizar Iron Man. Result¨® que ten¨ªa raz¨®n. La pel¨ªcula puso en marcha la saga de Marvel, la m¨¢s rentable de la historia del cine. Y convirti¨® en rey Midas al propio Downey Jr. Todo gracias a una intuici¨®n humana: donde la mayor¨ªa ve¨ªa a un villano, Favreau vislumbr¨® al hombre de hierro.
Este enero, el guionista Zack Stenz recordaba en Twitter aquel episodio. Y lo acompa?aba con el enlace a una noticia: el acuerdo de Warner Bros con Cinelytic, una compa?¨ªa que emplea n¨²meros y tecnolog¨ªa para intentar prever el potencial ¨¦xito o fracaso de un filme. Con apenas unas palabras y un enlace, Stenz resum¨ªa un debate que domina presente y futuro de Hollywood. Porque la inteligencia artificial mueve ahora los primeros pasos en la industria del cine, pero ya ha generado expectativas enormes, al menos tanto como los temores. A un lado, las promesas seductoras de muchas start-ups: cruzan miles de datos en pocos instantes para estimar c¨®mo ser¨¢ recibida en las salas o en la Red cada pel¨ªcula. Pero, enfrente, est¨¢n las dudas de Stenz y muchos m¨¢s creadores: tal vez, si piensa el algoritmo, el cerebro renuncie a hacerlo. Temen que desaparezcan riesgos como el que asumi¨® Favreau. Y, por ende, todos los filmes que hubieran generado.
El camino, en el caso del s¨¦ptimo arte, empez¨® con las recomendaciones autom¨¢ticas de las plataformas de streaming: el algoritmo de Netflix estudia qu¨¦ ve cada usuario, cu¨¢ndo, c¨®mo y cu¨¢nto; a partir de ah¨ª, le sugiere la receta de series y filmes perfecta para que no vuelva a levantarse del sof¨¢. El c¨®digo debe de funcionar tan bien que la compa?¨ªa estim¨® su valor en 1.000 millones de d¨®lares. Pero, adem¨¢s de dar sugerencias a miles de espectadores, el sistema tambi¨¦n envi¨® un consejo claro a los otros estudios: basta de escepticismo ante la tecnolog¨ªa. De ah¨ª que, poco a poco, las puertas del cine se entreabrieran para las m¨¢quinas.
¡°Su implantanci¨®n est¨¢ en una fase inicial, pero la inteligencia artificial ya se emplea en la evaluaci¨®n previa de proyectos y guiones, o en la escritura de los mismos, con herramientas para la generaci¨®n autom¨¢tica de di¨¢logos (aunque est¨¢n todav¨ªa en ciernes). Se utiliza para seleccionar los momentos de un tr¨¢iler que m¨¢s impacto generen. Puede colaborar en los procesos de clasificaci¨®n (por edades u otros) de pel¨ªculas, as¨ª como en la detecci¨®n de fragmentos pirateados online. Y tambi¨¦n contribuye a la generaci¨®n de im¨¢genes por ordenador: gracias a ello se puede, por ejemplo, resucitar o envejecer a los actores¡±, enumera Julio Talavera, investigador del Observatorio Audiovisual Europeo, que en diciembre organiz¨® una serie de conferencias sobre este asunto. Quiz¨¢s el rejuvenecido Robert de Niro de El irland¨¦s sea la cara m¨¢s evidente de la vanguardia. Sin embargo, el terreno donde el avance es m¨¢s r¨¢pido -y pol¨¦mico- llega mucho antes del rodaje. Ahora, la inteligencia artificial ayuda directamente a establecer si un filme nace o muere.
¡°La nuestra no es una herramienta autom¨¢tica de decisi¨®n, sino que ofrece apoyo, informaci¨®n y an¨¢lisis. La elecci¨®n le corresponde exclusivamente al usuario¡±, insiste Dev Sen desde Barcelona, donde trabaja el equipo t¨¦cnico de Cinelityc. El cofundador y administrador delegado aplica ahora a su nueva compa?¨ªa el aprendizaje de a?os como analista de la NASA. Y describe el funcionamiento de su sistema: el cliente introduce en la plataforma los elementos clave de su proyecto, como ¡°el presupuesto, el g¨¦nero, el director, los int¨¦rpretes, el guionista, la estrategia de distribuci¨®n o si es parte de una saga¡±. Acto pr¨¢cticamente seguido, obtiene una estimaci¨®n de los posibles ingresos en los distintos formatos (salas, online, DVD, televisi¨®n) y ¨¢reas geogr¨¢ficas. Una pista r¨¢pida para sumar al olfato humano. Muy ¨²til, por ejemplo, en los festivales y mercados, donde los tratos se cierran en cuesti¨®n de horas. Si el servicio no costara miles de euros, en realidad, cualquiera podr¨ªa deleitarse un rato, descubriendo las potencialidades de un w¨¦stern sangriento dirigido por Kathryn Bigelow o cu¨¢ntos espectadores estar¨ªan dispuestos a ver un relato intimista de la vida en el campo protagonizado por Sylvester Stallone.
Tanto Cinelytic como ScriptBook, una empresa belga que presume de valorar ¡°en seis minutos¡± luces, sombras y esperanzas de cualquier guion, afirman acertar m¨¢s del 80% de sus previsiones. Y subrayan que el ¨¦xito del criterio humano nunca supera el 40%. ¡°Aunque es dif¨ªcil saber en base a qu¨¦ exactamente se han hecho estos c¨¢lculos¡±, destaca Talavera. En todo caso, la responsable de ScriptBook, Nadira Azermai, suele ilustrarlo con un ejemplo: entre 2015 y 2017, Sony estren¨® 62 filmes. Hubo 32 que acabaron en n¨²meros rojos. Y, cuando el algoritmo de su empresa estudi¨® a posteriori esas obras, detect¨® 22 de esos fracasos. A la vez, el sistema intuy¨® el ¨¦xito de pel¨ªculas peculiares como La La Land, Un lugar tranquilo o D¨¦jame salir. Aunque su filtro hubiera renunciado a producir The Disaster Artist, el largo de James Franco que gan¨® el festival de San Sebasti¨¢n en 2017.
Aun as¨ª, cada vez m¨¢s estudios reconocen los m¨¦ritos de la inteligencia artificial. Y el ahorro que puede suponer en una industria donde el riesgo es alt¨ªsimo: la mitad de las pel¨ªculas realizadas nunca se llegan a estrenar y ni siquiera una de cada dos que lo consiguen recupera su inversi¨®n, seg¨²n The Guardian. De ah¨ª que los consejos del algoritmo suenen como m¨²sica celestial para los o¨ªdos de cualquiera que est¨¦ a punto de firmar una apuesta millonaria. Tanto que Sony tambi¨¦n ha contratado los servicios de Cinelytic y 20th Century Fox emplea otro sistema, Merlin, para hacer m¨¢s atractivos sus tr¨¢ileres. ¡°Tenemos muchos clientes: estudios grandes y peque?os, inversores, agencias de ventas, productoras independientes o distribuidores¡±, sostiene Dev Sen, de Cinelytic.
Sin embargo, mientras muchos abrazan a las m¨¢quinas, otros les siguen dando la espalda. O hasta se burlan de ellas: sugieren que no son tan inteligentes y que invertir el mismo dinero en una campa?a de marketing resulta mucho m¨¢s eficaz. Es cierto que Cinelytic vio venir el ¨¦xito de Vengadores: Endgame ¡ªestim¨® una recaudaci¨®n de 708 millones, frente a los 793 que ingres¨® en EE UU¡ª, pero, ?qui¨¦n no lo hubiera profetizado? Lo dif¨ªcil era apostar por ello cuando Robert Downey Jr. era un apestado, no ahora que se ha vuelto ¨ªdolo. Tanto que miles de fans lloraron su despedida de Iron Man y el cierre de la epopeya de Marvel se convirti¨® en la pel¨ªcula m¨¢s taquillera jam¨¢s proyectada, con 2.584 millones de euros. Aunque las empresas tecnol¨®gicas responden con una clave: la rapidez. Tal vez un ser humano competente sea capaz de llegar a la misma conclusi¨®n, teniendo en cuenta elementos parecidos. Sin embargo, no puede analizar tal cantidad de datos en tan poco tiempo.
En su archivo, Cinelytic afirma tener 95.000 filmes y m¨¢s de 500.000 actores. Lo que lleva, por otro lado, a la segunda cr¨ªtica. Por artificial que sea, la inteligencia es creada por el hombre: le f¨ªa su experiencia, pero tambi¨¦n sus prejuicios. As¨ª, puede que el algoritmo herede e incluso multiplique tendencias viciosas como la falta de inclusi¨®n, el racismo o el presupuesto medio menor que se destina a las directoras. La web de ScriptBook, sin embargo, argumenta todo lo contrario: defiende que contribuyen a democratizar la narraci¨®n y se?alan que su programa nota inmediatamente, entre otros elementos, si un guion supera el test de Bechdel. Es decir, si incluye al menos un di¨¢logo entre personajes femeninos que no gire en torno a los hombres.
Finalmente, hay un ataque que azota por igual a sistemas de previsi¨®n y algoritmos como los de Netflix. Se resume en una comparaci¨®n con las cadenas de comida r¨¢pida: invitan a lo seguro, a repetir siempre la misma hamburguesa, anulando la b¨²squeda de sabores m¨¢s atrevidos y desconocidos. ¡°Hemos dise?ado Cinelytic para ayudar a reducir el tiempo que el usuario emplea en asuntos de menor valor y permitirle centrarse m¨¢s en las decisiones clave, incluidas las creativas. Si acaso, usar la inteligencia artificial puede reforzar al que quiera asumir riesgos art¨ªsticos¡±, asevera Den Sev. Y Talavera, esta vez, le da la raz¨®n: ¡°Si existiera un peligro, ser¨ªa igual con o sin inteligencia artificial. Los objetivos y decisiones editoriales y empresariales los fijan y toman las personas; el sistema inform¨¢tico simplemente ayudar¨ªa a que el resultado se acerque lo m¨¢ximo posible al objetivo fijado¡±.
Muy arriesgado todav¨ªa es, sin duda, otro de los usos que el cine intenta dar a las m¨¢quinas. Puede que evaluen un guion igual o mejor que un hombre. Para escribirlo, sin embargo, todav¨ªa han de aprender mucho. Scriptbook est¨¢ experimentando con Deepstory, una suerte de musa digital del guionista: el programa archiva miles de textos y quiere ser capaz de sugerir opciones v¨¢lidas a un escritor poco inspirado o empantanado en un bloqueo creativo. Aunque la propia Azermai reconoc¨ªa a The Guardian que el sistema todav¨ªa falla a menudo, ¡°a ratos enloquece un poco¡± y estimaba al menos cinco a?os para tener resultados satisfactorios.
Casi los mismos han pasado ya desde el experimento que inaugur¨® esta corriente. En 2016, Oscar Sharp film¨® el primer cortometraje basado en un guion escrito por una m¨¢quina. Se titulaba Sunspring, y contaba con Thomas Middleditch. Hasta aqu¨ª, las certezas. Por lo dem¨¢s, la obra resultaba, cuando menos, confusa. Tras varios di¨¢logos herm¨¦ticos, el protagonista vomitaba un ojo humano. Y otro personaje sentenciaba: ¡°Bueno, tengo que ir a la calavera¡±. En el fondo, la frase m¨¢s repetida en los nueve minutos de metraje serv¨ªa de resumen de toda la experiencia: ¡°No s¨¦ de qu¨¦ me est¨¢s hablando¡±.
Nuevos mundos, viejos problemas
Si en muchos ¨¢mbitos art¨ªsticos la inteligencia artificial es parte del futuro, para los videojuegos siempre estuvo ah¨ª. Mov¨ªa en 1980 los enemigos que persegu¨ªan al comecocos en Pac Man, o retaba en los noventa a los genios del ajedrez, al igual que hoy controla al xenoformo que acecha al jugador en Alien: Isolation. Ha evolucionado, eso s¨ª: hace cuatro d¨¦cadas, las criaturas movidas por el ordenador segu¨ªan esquemas y patrones. Ahora, en cambio, se han vuelto imprevisibles. ¡°Nos dimos cuenta que no llegaba con que el Alien fuera invencible. Una vez aprend¨ªas por d¨®nde te iba a aparecer, evitarlo se convert¨ªa en una rutina y dejaba de ser aterrador. As¨ª que decidimos que su comportamiento ser¨ªa aleatorio. Ni siquiera nosotros, sus creadores, sabemos qu¨¦ va a hacer¡±, explicaba Gary Napper, dise?ador jefe de Isolation, a EL PA?S en 2014.
La inteligencia artificial de No Man¡¯s Sky permite que el explorador espacial se encuentre siempre con planetas nuevos, al igual que sus habitantes, imaginados y generados por el sistema. Superproducciones como Red Dead Redemption 2 mueven a cientos de personajes secundarios que charlan y viven al margen de lo que haga el protagonista. Y obras como The Binding of Isaac recrean un mundo nuevo en cada partida. La idea es que la experiencia del usuario sea ¨²nica. Pero, tambi¨¦n, entretenida. De ah¨ª que el debate de fondo permanezca a lo largo del tiempo: ?d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites? Un t¨ªtulo de terror capaz de intuir y aprovechar los miedos del jugador puede resultar fascinante. Una m¨¢quina que se adapta y responde al estilo del que controla el mando abre nuevas fronteras. Sin embargo, choca con otra prioridad: la diversi¨®n. La tecnolog¨ªa debe ser lo bastante lista para ofrecer un desaf¨ªo a la altura, pero sin excederse. A nadie le gusta perder siempre, ni sentirse poco inteligente. Sobre todo, si enfrente hay un ordenador.
- Cr¨¦ditos
- Coordinaci¨®n: J. A. Auni¨®n
- Direcci¨®n de arte: Fernando Hern¨¢ndez
- Dise?o: Ruth Benito
- Maquetaci¨®n: Nelly Natal¨ª