Carla Antonelli: ¡°Nunca he renunciado a ser yo¡±
La diputada madrile?a, clave en la tramitaci¨®n de la ¡®ley trans¡¯, rememora los tiempos en que dorm¨ªa y trabajaba en la calle tras huir de su casa. ¡°Conmigo no van a poder¡±, dice
A Carla Antonelli (G¨¹¨ªmar, Tenerife, 62 a?os), activista LGTBI, primera y ¨²nica mujer trans en ser diputada de la Asamblea de Madrid, por el PSOE, a¨²n le cuesta creer que los derechos de su colectivo se hayan convertido en una cuesti¨®n de Estado. Ha sido, en parte, gracias al pulso que ha mantenido en el seno de su propio partido. Recibe en el apartamento madrile?o en el que lleva viviendo desde los a?os ochenta, cuando ¡°so?aba con cosas con las que estaba prohibido so?ar¡± y se ganaba la vida en la noche. Entonces a¨²n no sab¨ªa que alg¨²n d¨ªa se convertir¨ªa en un animal pol¨ªtico y que, gracias a su lucha, la ley trans acabar¨ªa viendo la luz.
Pregunta. ?D¨®nde fue tras huir de su casa muy joven porque su familia no la aceptaba?
Respuesta. Hace poco me reun¨ª con el presidente del Gobierno de Canarias y lo llev¨¦ a la esquina del parque Santa Catalina (Las Palmas de Gran Canaria), donde en 1977 me puse al mejor postor despu¨¦s de coger un ferri con 300 pesetas en el bolsillo. No ten¨ªamos otra opci¨®n: o la calle o el espect¨¢culo. De ah¨ª me llevaron a una comisar¨ªa, donde me metieron una paliza. ¡°Estar¨¦is contentos, maricones, ya ten¨¦is lo que quer¨ªais, democracia¡±, nos dec¨ªan. Despu¨¦s de amanecer sobre un charco de sangre me fui al Britannia, una sala de fiestas. Sal¨ª en un reportaje en el que lo m¨¢s interesante era el pie de foto: ¡°Carla, travesti politizado. Dice que siempre votar¨¢ por el partido socialista¡±. A m¨ª ya no me hace falta carn¨¦ del partido [risas].
P. ?Recuerda el d¨ªa que lleg¨® a Madrid?
R. Fue en 1979. Me vine con una chica que me llev¨® a un piso comuna donde pasamos siete d¨ªas hasta que nos echaron, por m¨¢s que llev¨¢bamos bolsas llenas de acelgas para aparentar que ten¨ªamos mucha comida. Estuve viviendo en una choza terrera en el Paseo de Extremadura, durmiendo sobre un colch¨®n y con la ropa en una caja de cart¨®n. Recuerdo que los mendigos que viv¨ªan all¨ª antes que yo volvieron una noche a por sus cosas. Me hice la dormida y les escuch¨¦ decir: ¡°Pobre, no sabe d¨®nde se mete¡±.
P. ?Cu¨¢l fue el peor momento de aquella ¨¦poca?
R. Cuando ca¨ª en depresi¨®n, en 1984. Se unieron muchas cosas: los melones no abiertos por los problemas familiares, los desarraigos, no poder asistir al entierro de mi padre porque no me llamaron, termin¨¦ con una pareja, hubo un robo¡ fue todo un c¨²mulo y me enganch¨¦ en los brazos de Morfeo, por decirlo de alguna manera. Me quise suicidar, pero no tuve ni la valent¨ªa de tirarme de un quinto piso porque ten¨ªa v¨¦rtigo. O sea, una cosa tragic¨®mica.
P. Su madre falleci¨® hace cinco a?os, ?consigui¨® mejorar su relaci¨®n con ella al final de sus d¨ªas?
R. Mi madre nunca me comprendi¨®, pero, aunque hubo un rechazo inicial, jam¨¢s hubo abandono ni me dio la espalda. Segu¨ª vi¨¦ndola toda la vida de forma clandestina, met¨ªa el coche en el garaje y sub¨ªa a su casa directamente. Yo no volv¨ª a pasear por las calles del pueblo hasta 32 a?os despu¨¦s de haberme ido. Claro, luego me dieron un reconocimiento y cuando [en 2008] hice la serie [de Antena 3] El s¨ªndrome de Ulises me conoc¨ªa todo dios y la paraban por la calle: ¡°Qu¨¦ bien su hija¡±. Y ah¨ª se encontraba con el conflicto interno que le supon¨ªa lo que le comentaban bueno por ah¨ª, frente a lo que dec¨ªan algunos hermanos.
P. ?Por qu¨¦ cree que hay gente que siente tanta animadversi¨®n hacia lo trans?
R. Una conocida me dijo una vez: ¡°Te quiero hacer una pregunta. Un hijo m¨ªo te adora y el otro te odia. ?Por qu¨¦?¡±. Y le dije: ¡°?T¨² puedes explicar por qu¨¦ alguien odia a un negro?¡±. El odio es irracional. Por tus prejuicios, por tus miedos, por tus complejos, afloran todas las cosas que huelen a fango. Pero esto es, digamos, lo at¨¢vico. Si nos centramos en lo que ha pasado en este a?o y medio, la explicaci¨®n es una guerra de cuotas de poder [dentro del PSOE]. Lo he explicado en muchas conferencias: qui¨¦n me iba a decir con 17 a?os en una esquina, en un parque, so?ando algo que no estaba permitido tan siquiera so?ar, que 44 a?os m¨¢s tarde lo trans iba a ser un debate de Estado. Esto ha sido terrible, terrible, sobre todo porque muchos se han olvidado de que somos seres humanos y que si nos pinchan sangramos.
P. ?C¨®mo es Pedro S¨¢nchez?
R. No es que tenga l¨ªnea directa con ¨¦l, pero lo que s¨ª le puedo decir es que Pedro S¨¢nchez siempre ha estado con el colectivo LGTBI, el colectivo trans, y sabe escuchar. Le conozco desde hace mucho, cuando ni estaba en el Ayuntamiento de Madrid, sal¨ª en la portada de la revista Zero y recuerdo que nos fuimos de ca?as con ¨¦l, o de cuando entr¨® en S¨¢lvame y todo el mundo lo critic¨®, pero yo le defend¨ª. No le vot¨¦ en ninguna de las dos primarias y, sin embargo, desde el momento en que fue elegido secretario general te puedo garantizar que jam¨¢s le he puesto un solo palo en la rueda, al contrario, es lo que tiene creer en la democracia. Es m¨¢s, sin duda, ha sido el mejor candidato que pudo salir.
P. ?Teme que Ayuso acabe siendo la presidenta de Espa?a?
R. Si se han podido ganar unas elecciones bajo la consigna de ¡°comunismo o libertad¡±, a m¨ª ya me da miedo todo.
P. ?C¨®mo cuida su salud mental?
R. La amistad es fuente de felicidad, que dec¨ªa un proverbio. La siesta es fundamental. Y mis kit kats, que no es tomarme una chocolatina, sino darte una pausa. Yo llego a casa, me tumbo en mi sof¨¢, me pongo mis almohadas, enciendo mi sistema dolby surround, me pongo a ver una pel¨ªcula y me olvido de todo.
P. ?Est¨¢ contenta con lo que ve a d¨ªa de hoy en el espejo?
R. A mis 62 a?os nunca he renunciado a ser yo. Siempre he defendido lo que creo y a la larga, aunque pueda contrariar a veces a propios y extra?os, siempre se te respetar¨¢. Lo importante es que no te pierdas el respeto a ti misma, porque entonces, ?c¨®mo navegas con tu conciencia? Yo no me arrepiento de nada, de nada. Una se alegra de que haya finalizado el calvario, por supuesto. Cada cual sabr¨¢ y contar¨¢ su propia historia. Yo cuento la m¨ªa.
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