Odiar es malo para la salud
A nivel f¨ªsico, el odio genera un estado de excitaci¨®n que puede producir tensi¨®n muscular, malestar gastrointestinal, hipertensi¨®n y sentimientos de sobrecarga
A una persona puede caerle mal alguien, entre otras razones, por el tipo de conductas que adopta, por su forma de pensar o por sus valores en la vida. Esta actitud negativa, que se genera a un nivel cognitivo, lleva a una conducta de alejamiento o de evitaci¨®n de esa persona, pero no entra?a habitualmente una emoci¨®n brusca contra ella y mucho menos el desarrollo de un deseo de venganza.
Odiar, sin embargo, supone mostrar o, al menos, sentir una profunda animadversi¨®n contra alguien, a quien se atribuye alguna humillaci¨®n u ofensa, y desearle alg¨²n tipo de mal. El odio no necesariamente se encamina a acciones directas de maldad, como agresiones o insultos, porque la persona puede conservar el sentido de la realidad (el temor a sanciones o reproches) o contar con inhibiciones morales que le impidan transformar un sentimiento de antipat¨ªa visceral en una conducta de destrucci¨®n de la persona odiada. M¨¢s frecuentemente, el rencor se manifiesta en forma de calumnias o, de un modo m¨¢s sutil, en forma de difamaciones mal¨¦volas y constantes.
La humillaci¨®n, m¨¢s a¨²n si es p¨²blica, es el motor principal del odio, sobre todo en personas inseguras. El efecto del rencor se ha hecho m¨¢s visible actualmente porque algunas redes sociales se han convertido en un lugar en el que escupir odio (en forma de racismo y xenofobia, homofobia o descalificaci¨®n personal de los adversarios pol¨ªticos), burlarse del dolor ajeno, quebrantar la intimidad o insultar a diestro y siniestro. No todo es odio en las redes sociales, pero el grado de anonimato y el sentido de impunidad que esas redes pueden proporcionar hace que mucha gente, alentada por el car¨¢cter viral que el odio suele adquirir, pierda la inhibici¨®n a la descalificaci¨®n, el insulto o la amenaza.
El rencor se manifiesta en forma de pensamientos de desprecio, de sentimientos de ira intensa y mantenida en el tiempo y de conductas de alejamiento o de enfrentamiento con el ofensor. Hay veces en que el odio se vive de una forma tosca e intensa, como una aut¨¦ntica pasi¨®n, y otras de modo menos absorbente, como un resentimiento cr¨®nico que se perpet¨²a en el tiempo y que incluso se transmite generacionalmente. El odio, que puede llegar a ser algo obsesivo, suele venir acompa?ado de una descalificaci¨®n moral e incluso de una deshumanizaci¨®n de la persona rechazada y, por ello, anula la compasi¨®n, que es inherente al ser humano.
Los odios pueden ser individuales (como el que se puede mostrar a la expareja porque, en este caso, es f¨¢cil transformar una emoci¨®n intensa positiva en una negativa si se frustran las expectativas fijadas en la relaci¨®n y se culpa a la otra persona por ello), colectivos (contra los homosexuales, los musulmanes o los inmigrantes, por citar algunos ejemplos,) o mutuos (unos extremistas pol¨ªticos o unos fan¨¢ticos religiosos contra otros de signo diferente). Los rencores colectivos o mutuos est¨¢n basados en prejuicios que pueden transmitirse generacionalmente y que dan cohesi¨®n al grupo que los comparte. Las personas pueden reconocer los odios colectivos, pero no los individuales porque estos pueden generar malestar emocional, como desasosiego o sentimientos de culpa, y no cuentan necesariamente con un apoyo social.
Desde el punto de vista de la salud, el odio es un sentimiento negativo que solo hace da?o a quien lo siente y padece; a las personas odiadas no les llega nada de ese odio. Es algo as¨ª como beberse un veneno y esperar a que muera la otra persona. A nivel f¨ªsico, se genera un estado de excitaci¨®n que puede producir tensi¨®n muscular, malestar gastrointestinal, hipertensi¨®n y sentimientos de sobrecarga. Y, a nivel ps¨ªquico, el odio supone un reconocimiento doloroso de la impotencia o inferioridad ante la persona odiada. Vivir con rencor o con deseos de venganza es malo para la salud porque genera m¨¢s odio y no le deja a la persona seguir adelante sin esa pesada carga, paralizando su proyecto de vida. Porque el rencor es como una vaca metida en un charco: cuanto m¨¢s patalea, m¨¢s se atasca.
El odio, que es la vivencia del agravio padecido, es una respuesta primaria y moviliza grandes emociones, pero el rencor enquistado hacia otra persona absorbe la atenci¨®n, encadena al pasado, impide cicatrizar la herida y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, dificulta la alegr¨ªa de vivir. Es dif¨ªcil implicarse en proyectos positivos cuando una persona est¨¢ atrapada por el odio, respira por la herida sufrida y mantiene centrada su atenci¨®n en la afrenta pasada.
En algunas personas el rencor puede llegar a crear sentimientos de culpa, como tambi¨¦n ocurre en el caso de la envidia, porque no pueden evitar desear el mal de la persona odiada y ello va en contra de su conciencia moral y del sistema de valores asumido, lo que puede llevar a mantener el rencor en la intimidad, sin confesarlo a nadie. En estos casos odiar puede convertirse en un desprecio de s¨ª mismo.
Con frecuencia, el odio no termina nunca de extinguirse y crea una excitaci¨®n emocional negativa en la persona que lo padece, por lo que es un mecanismo de adaptaci¨®n negativo. Es m¨¢s, hay quienes, por un fen¨®meno de generalizaci¨®n, llegan a transformar el odio a alguien concreto en un resentimiento contra el mundo entero.
Hay personas predispuestas al odio, como las desconfiadas, las inseguras y las carentes de empat¨ªa. El resentimiento enfermizo est¨¢ ligado a una especial hipersensibilidad para sentirse herido o maltratado, lo que lleva a una deformaci¨®n de la realidad. Los mecanismos del olvido podr¨ªan neutralizar el odio, pero en estas personas hipersensibles la memoria de la humillaci¨®n vivida o percibida como tal impide el olvido.
El odio es muy resistente a la extinci¨®n, pero a veces se aten¨²a durante alg¨²n tiempo o pierde intensidad cuando la persona tiene alg¨²n ¨¦xito personal o profesional o se aleja f¨ªsica y emocionalmente de la persona odiada. Prevenir el odio supone potenciar la estabilidad emocional, la empat¨ªa, el perd¨®n y la capacidad de admiraci¨®n por los logros de los dem¨¢s.
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