?Es una alternativa saludable beber agua con gas? Esto es lo que dice la ciencia
Esta bebida mantiene la efervescencia, es m¨¢s refrescante y no aporta az¨²cares ni calor¨ªas
En la ¨²ltima d¨¦cada, el desprestigio de los refrescos y las bebidas azucaradas por sus efectos negativos para la salud, m¨¢s all¨¢ de que fomentan la obesidad, ha generado un cambio en la demanda de los consumidores. Ahora buscamos aguas con nuevos sabores y productos con calidad nutricional y mayores beneficios para la salud, sin renunciar a que sean apetecibles.
Y entre las diferentes opciones se encuentra el agua con gas. Pero ?merece la pena pasarse a las burbujas? Esta alternativa cuenta, desde luego, con puntos a favor: mantiene la efervescencia, es m¨¢s refrescante (lo que ayuda a calmar la sed) y no aporta az¨²cares ni calor¨ªas.
En algunos pa¨ªses europeos se bebe de manera habitual. Y aunque en otros lugares, como Espa?a, su consumo ha experimentado un crecimiento en los ¨²ltimos a?os, sigue siendo residual: supone el 3% del mercado del agua embotellada, lo que se traduce en 1,91 litros por persona y a?o.
Ricas en minerales
Las modalidades burbujeantes no son m¨¢s que agua con ¨¢cido carb¨®nico disuelto, responsable del ligero sabor amargo y la efervescencia. Y como sucede con el agua natural, existen diferentes tipos: carbonatadas, c¨¢lcicas, sulfatadas, magn¨¦sicas, s¨®dicas o cloruradas.
Entre los rasgos distintivos, cabe destacar que su concentraci¨®n de minerales parece ser superior a la normal, tiene mayor osmolaridad (concentraci¨®n total de sustancias disueltas en un l¨ªquido) y un pH b¨¢sico (superior al de agua pura, que es neutro). Ese contenido de minerales var¨ªa seg¨²n la marca comercial o la zona geogr¨¢fica donde se obtenga.
Pero ?influye todo esto en su capacidad de hidratar? Aunque no se ha investigado lo suficiente, parece que lo hace tan bien como el agua sin gas embotellada o del grifo. O incluso mejor, gracias precisamente a su abundancia de minerales.
En 2009, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud destac¨® la importancia de la composici¨®n del agua que bebemos y subray¨® la necesidad de promover el consumo de productos altamente mineralizados, ya que ayuda a conseguir el aporte de las necesidades nutricionales de esos ingredientes. El agua con gas cumplir¨ªa con creces la recomendaci¨®n de la OMS.
Sus verdaderos efectos para la salud
Aunque el conocimiento de las propiedades beneficiosas de ciertas aguas se remonta a Hip¨®crates (460 a. e. c.-370 a. e. c.), no fue hasta el siglo XX cuando aparecieron los primeros datos epidemiol¨®gicos que relacionaron su consumo con la (buena) salud.
Estos efectos positivos parecen estar relacionados con la cantidad de minerales que incorporan, y aunque hacen falta m¨¢s estudios, parece que las opciones burbujeantes presentar¨ªan ventajas, con algunos matices:
1. Funci¨®n digestiva o gastrointestinal. Varios trabajos sugieren que el agua con gas mejora la degluci¨®n en sujetos sanos, incluso en pacientes con disfagia, y alivia la dispepsia (malestar estomacal). Adem¨¢s, ayudar¨ªa a reducir el estre?imiento y producir la sensaci¨®n de saciedad, virtudes que podr¨ªan favorecer la reducci¨®n del peso corporal.
Pero tambi¨¦n hay pruebas de lo contrario. Estudios in vitro y en j¨®venes sanos han observado que beber agua con burbujas aumenta los niveles de grelina (la hormona encargada del aumentar el apetito) y, por tanto, la ingesta de alimentos. Asimismo, podr¨ªa favorecer la distensi¨®n abdominal y las molestias g¨¢stricas, posiblemente por la acci¨®n del ¨¢cido carb¨®nico. En suma: se necesita m¨¢s investigaci¨®n.
2. Funci¨®n urinaria y prevenci¨®n de c¨¢lculos renales. Un estudio australiano indica que el consumo diario de agua con gas puede prevenir la formaci¨®n de c¨¢lculos renales. El contenido de bicarbonato y el aumento de la carga alcalina y el pH urinario evitar¨ªa las agregaciones de oxalato de calcio. A largo plazo, las aguas ricas en calcio, magnesio y bicarbonato tendr¨ªan ventajas en este aspecto. Conviene, por tanto, leer atentamente las etiquetas de las botellas.
En el lado negativo, otro trabajo indica que la ingesta de bebidas carbonatadas (incluida la protagonista de este art¨ªculo) aumenta el riesgo de incontinencia de esfuerzo o vejiga hiperactiva en mujeres mayores de 40 a?os.
3. Disminuci¨®n del riesgo cardiovascular. La ciencia respalda la importancia de hidratarse correctamente para mantener la salud metab¨®lica, reducir el riesgo cardiovascular y el s¨ªndrome metab¨®lico y prevenir la hipertensi¨®n. Concretamente, diferentes estudios indican que las aguas ricas en minerales, incluida la que incorpora ¨¢cido carb¨®nico, son beneficiosas para regular la presi¨®n arterial. Eso se debe al efecto alcalino y al aporte de magnesio o calcio, que mejoran los mecanismos de vasoconstricci¨®n y frecuencia cardiaca.
Al mismo tiempo, algunas investigaciones han observado que beber un litro de agua con gas al d¨ªa parece reducir los marcadores de riesgo cardiometab¨®lico (colesterol y glucosa). Sin embargo, no se registran cambios en los niveles de triglic¨¦ridos, peso e ¨ªndice de masa corporal.
4. Salud ¨®sea y dental. Seg¨²n indican las evidencias, ingerir un litro de este tipo de bebida diariamente no afecta a la remodelaci¨®n ¨®sea en mujeres posmenop¨¢usicas. Por el contrario, el agua con gas parece que puede deteriorar el soporte de la dentici¨®n en edades tempranas, debido a que no est¨¢ fluorada. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el potencial de erosi¨®n dental del agua con o sin gas es cien veces inferior al de los refrescos.
Visto todo lo anterior, se necesita m¨¢s investigaci¨®n para comprender completamente los efectos sobre la salud del agua con gas, dependiendo de la composici¨®n de minerales y la procedencia geogr¨¢fica o marca. Aun as¨ª, podemos considerarla como una alternativa m¨¢s saludable al agua de baja mineralizaci¨®n. Y, por supuesto, a las bebidas o refrescos azucarados.
Sof¨ªa P¨¦rez Calahorra es doctora en Ciencias de la Walud. Profesora en grado de Enfermer¨ªa. Investigadora postdoctoral IIS Arag¨®n y Universidad de Zaragoza., Universidad de Zaragoza.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation.
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