Jack Lewis, neurocient¨ªfico: ¡°Un m¨ªnimo de pecados capitales es perfectamente sano y moralmente apropiado¡±
El investigador brit¨¢nico describe la ciencia que subyace tras los comportamientos que censura la religi¨®n para afirmar que, si se suprimieran por completo, nuestra especie no sobrevivir¨ªa
Jack Lewis es un popular neurocient¨ªfico nacido en Londres hace 46 a?os y formado en la Universidad de Nottingham y el Instituto Max Planck alem¨¢n. Lewis se ha fijado en los condicionantes cerebrales del comportamiento humano para escribir La ciencia del pecado, reci¨¦n publicado en espa?ol por Pinolia. Los llamados pecados capitales, presentes en las religiones mayoritarias, le han servido de gu¨ªa para desentra?ar c¨®mo y por qu¨¦ sucumbimos a las tentaciones. No elude su car¨¢cter de herramientas de control social, a modo de primitivo c¨®digo penal y civil, pero defiende que tambi¨¦n son respuestas que han garantizado nuestra supervivencia: ¡°Las siete tentaciones humanas m¨¢s comunes son una parte perfectamente aceptable, si no totalmente necesaria, de nuestro repertorio de comportamientos. Si se suprimieran por completo, es muy posible que nuestra especie no sobreviviera¡±.
Pregunta. ?Por nuestra configuraci¨®n cerebral, nacemos pecadores o predispuestos al pecado?
Respuesta. Para una especie tan intr¨ªnsecamente social como el Homo sapiens, equipada con incre¨ªbles redes cerebrales que permiten a la gran mayor¨ªa de nosotros entender intuitivamente c¨®mo se sienten los dem¨¢s, lo que facilita el desarrollo y mantenimiento de v¨ªnculos sociales saludables, yo dir¨ªa que la predisposici¨®n predeterminada es no pecar. Si el entorno social en el que se cr¨ªa una persona falla, al no exhibir una evidencia clara de cu¨¢nto m¨¢s se puede ganar persiguiendo resultados prosociales por encima de la ganancia personal, entonces es m¨¢s probable que los comportamientos antisociales resultantes caigan en la categor¨ªa de pecado. Por lo tanto, en mi opini¨®n, un pecador se hace, no nace. Nuestra predisposici¨®n es a aprender los beneficios de actuar de manera justa en nuestro trato con otras personas de nuestro entorno. Esto siempre ha sido esencial para la supervivencia de los miembros de nuestra especie. Ser una parte aceptada de un grupo siempre conduce a mejores resultados que hacerlo solo. Los jugadores de equipo, que se benefician de la cooperaci¨®n social de los dem¨¢s, viven lo suficiente como para transmitir sus genes. Aquellos que son rechazados por su comunidad debido a los extremos de comportamiento antisocial, generalmente, no lo hacen.
P. Pero describe en su libro funciones cerebrales relacionadas con la respuesta a las tentaciones...
R. El cerebro parece generar sensaciones psicol¨®gicas y f¨ªsicas de angustia. El hecho de que un individuo responda o no a tales sentimientos de una manera que conduzca a da?ar sus relaciones sociales dicta si la religi¨®n considera que ha pecado o no. La configuraci¨®n predeterminada es para tener ¨¦xito en aprender a manejar estos sentimientos sin causar rupturas en nuestras relaciones. No siempre lo hacemos bien, pero tendemos a mejorar a medida que envejecemos y nos volvemos m¨¢s sabios, lo que permite a la mayor¨ªa de las personas mantener su pertenencia a un grupo de cooperaci¨®n. Es com¨²n que una persona que se siente herida por los comentarios o acciones de otra persona arremeta de alguna manera con palabras o acciones. Aquellos que pueden resistir la tentaci¨®n de responder as¨ª a tales sentimientos negativos, generalmente, han aprendido a hacerlo gracias a otras personas que dan buen ejemplo y as¨ª demuestran los beneficios a largo plazo, y a mucha pr¨¢ctica imitando estos comportamientos para experimentar personalmente los beneficios. Aquellos incapaces de contenerse de esta manera, generalmente, se han criado en un entorno donde los modelos a seguir dan un mal ejemplo y/o, simplemente, no obtuvieron suficiente pr¨¢ctica para desarrollar los circuitos cerebrales relevantes.
P. Los pecados son una herramienta de control social (ha escrito que ¡°los dioses son muy ¨²tiles a la hora de imponer c¨®digos de conducta a gran escala¡±) y tambi¨¦n clave en nuestra evoluci¨®n. ?D¨®nde est¨¢ el l¨ªmite entre una pulsi¨®n beneficiosa y una da?ina?
R. Este l¨ªmite podr¨ªa describirse en t¨¦rminos muy simples: encontrar el equilibrio entre maximizar el beneficio personal sin molestar seriamente a tu comunidad y condenarte al ostracismo. Un m¨ªnimo de codicia, lujuria, gula, orgullo, envidia, ira y pereza es perfectamente sano y moralmente apropiado. Es solo el exceso el que conduce inevitablemente a resultados antisociales; de ah¨ª las advertencias contra este tipo de comportamientos y las prohibiciones incluidas en varias religiones. Todo con moderaci¨®n es aplicable aqu¨ª, como en otros aspectos de la vida.
El exceso conduce inevitablemente a resultados antisociales; de ah¨ª las advertencias contra este tipo de comportamientos y las prohibiciones incluidas en varias religiones¡±
P. Escribe que, si todos resistieran a las siete tentaciones, habr¨ªa menos fricci¨®n social, m¨¢s cooperaci¨®n y, por lo tanto, todos ganar¨ªan. ?C¨®mo resistirse?
R. Pr¨¢ctica, determinaci¨®n y optimismo. La enorme cantidad de evidencia que respalda el concepto de neuroplasticidad ¡ªincluso en la edad adulta el cerebro humano es capaz de fortalecer ciertas conexiones, debilitar otras y, por lo tanto, cambiar de manera lenta pero segura nuestros repertorios de comportamiento¡ª sugiere que, si practicamos la autogesti¨®n emocional de manera regular (diaria), intensiva (presion¨¢ndonos) y a largo plazo (de forma mantenida), podemos desarrollar las ¨¢reas cerebrales que nos dan m¨¢s control sobre los niveles excesivos de actividad en nuestro dACC [siglas en ingl¨¦s de la corteza cingulada dorsal anterior, la regi¨®n cerebral vinculada con el control cognitivo y emocional]. En otras palabras, todos podemos tomar medidas para desarrollar el h¨¢bito de mirar nuestra angustia emocional de manera m¨¢s objetiva. Esto, por s¨ª solo, hace que sea m¨¢s probable que, en lugar de responder de manera antisocial, elijamos una forma prosocial. Por ejemplo, si alguien nos ofende, en lugar de responder con enojo, podemos pensar en el dolor y la angustia que podr¨ªa estar sufriendo, es decir, contemplar cu¨¢n hiperactivo podr¨ªa ser su dACC, lo que hace que se comporte de una manera desagradable y, por lo tanto, cambiar los sentimientos de ira por simpat¨ªa. Esto ciertamente no es f¨¢cil, pero con la pr¨¢ctica podemos mejorar hasta el punto de que, en lugar de ser impulsivos y soltar una respuesta o planear nuestra venganza durante un per¨ªodo de tiempo m¨¢s largo, podemos canalizar nuestras energ¨ªas para empatizar con su sufrimiento. Todo el mundo sufre, solo nos diferenciamos en el grado. Desde ese punto de vista, podemos dirigir nuestro comportamiento hacia lo ¨²nico que realmente importa: alcanzar un resultado prosocial. Alimentar las conexiones sociales en lugar de destruirlas.
Todo el mundo sufre, solo nos diferenciamos en el grado¡±
P. ?Las redes sociales crean narcisistas, soberbios?
R. No siempre, pero ciertamente pueden avivar las llamas del narcisismo incipiente. Depende de c¨®mo interact¨²es con las redes sociales y a qui¨¦n sigues. Si te atiborras excesivamente de personas narcisistas o enojadas, entonces esta exposici¨®n diaria modificar¨¢ los circuitos de tu cerebro para normalizar los tipos de comportamientos que exhiben. Los seres humanos somos imitadores naturales y, a menudo, copiamos los comportamientos de las personas con las que nos relacionamos regularmente; a menudo sin siquiera darnos cuenta de que lo estamos haciendo. Si, por otro lado, sigues a personas inspiradoras, fascinantes y reflexivas que est¨¢n motivadas altruistamente para compartir una perspectiva positiva sobre el arte, la vida, el deporte, la humanidad, la cultura, entonces la exposici¨®n diaria modificar¨¢ los circuitos de tu cerebro de manera diferente. Normalizar¨¢ estos mensajes e ideas, fomentando la imitaci¨®n de comportamientos no narcisistas y una visi¨®n m¨¢s positiva de la humanidad. Los humanos tendemos a seguir a la multitud. Verdaderamente somos animales de manada. Hoy en d¨ªa, con las redes sociales, nos demos cuenta o no, todos tenemos el poder de seleccionar exactamente qu¨¦ multitud permitimos que nos influya a diario. Todo se reduce a estar atentos para encontrar a las personas adecuadas a las que seguir en las redes sociales y desalojar a las manzanas podridas de nuestros feeds [contenidos que seguimos].
P. El cortisol perjudica el autocontrol de la gula. ?Puede haber una soluci¨®n qu¨ªmica, como Ozempic?
R. Ozempic puede suprimir el apetito, pero la gula es mucho m¨¢s que solo comer. Se trata de ingerir cantidades excesivas de una sustancia a trav¨¦s de la boca. Por lo tanto, un glot¨®n que toma Ozempic podr¨ªa comer menos alimentos, pero ?ayuda a moderar su consumo de bebidas o drogas? El cortisol alto en nuestro sistema nos hace sentir estresados y el estr¨¦s drena nuestra capacidad para suprimir la gratificaci¨®n inmediata. Muchas formas de gratificaci¨®n inmediata reducen temporalmente el cortisol solo para que suba, cada vez m¨¢s, despu¨¦s. Los m¨¦todos qu¨ªmicos para reducir el apetito o el estr¨¦s, a veces, son efectivos, pero la mayor¨ªa de los productos qu¨ªmicos que introducimos en nuestro sistema suelen tener efectos secundarios no deseados. Los medicamentos dan con una mano, pero quitan con la otra, por lo que las rutas no qu¨ªmicas para controlar los niveles altos de cortisol suelen ser m¨¢s sostenibles y preferibles en general. La mejor manera de reducir el cortisol es participar en la interacci¨®n social con personas con las que te resulta f¨¢cil llevarte bien, hacer ejercicio regularmente, disfrutar de la naturaleza y, quiz¨¢s lo m¨¢s importante, practicar alguna forma de meditaci¨®n, ya sea centrando la atenci¨®n en la respiraci¨®n o perdi¨¦ndose en el flujo de un buen libro, una manualidad o la m¨²sica. Es extremadamente eficaz para controlar el estr¨¦s y los muchos impactos potencialmente negativos del estr¨¦s.
P. Sobre la lujuria: ?el porno desarrolla una preferencia por lo falso sobre lo real?
R. En los sitios web pornogr¨¢ficos todo es accesible con un clic. Un tipo de pornograf¨ªa que, al principio, parece desagradable, puede no parecerlo tanto si se vuelve a ¨¦l. Varias exposiciones m¨¢s tarde, tal vez semanas o incluso meses despu¨¦s, la respuesta puede haber pasado de una leve aversi¨®n a algo tentador. Antes de que se d¨¦ cuenta, una persona puede encontrarse buscando activamente una forma de pornograf¨ªa que se ha vuelto deseable, a pesar de encontrar la experiencia inicial un poco desagradable. Esto podr¨ªa comenzar con mujeres con senos grotescamente agrandados u hombres con penes intimidantemente grandes. Despu¨¦s de un tiempo, las respuestas a estos est¨ªmulos sexuales de gran tama?o pueden pasar de ser desagradables a excitantes hasta que, en ¨²ltima instancia, se consideren aburridas y el consumidor de pornograf¨ªa, probablemente, se sienta motivado para ver qu¨¦ m¨¢s hay por ah¨ª. Y as¨ª, el ciclo contin¨²a. No necesariamente conduce a una preferencia por lo falso sobre lo real, pero es probable que conduzca a un inter¨¦s sexual en fen¨®menos que no se ofrecen f¨¢cilmente por parte de la pareja.
El porno no necesariamente conduce a una preferencia por lo falso sobre lo real, pero es probable que conduzca a un inter¨¦s sexual en fen¨®menos que no se ofrecen f¨¢cilmente por parte de la pareja¡±
P. ?Somos esclavos de la respuesta del cerebro a la excitaci¨®n sexual?
R. Los sentimientos de excitaci¨®n sexual est¨¢n fuera de nuestro control. Son una respuesta autom¨¢tica, fisiol¨®gica y qu¨ªmica. Sin embargo, actuar sobre esos sentimientos sexuales est¨¢ muy bajo nuestro control. Podemos estar fisiol¨®gicamente preparados para el sexo, pero elegimos no actuar. Tomar una ducha fr¨ªa o pensar en un pariente anciano desnudo son m¨¦todos populares para tomar medidas decisivas para reducir la preparaci¨®n sexual.
P. La codicia no es instintiva, sino que requiere cierto grado de deliberaci¨®n consciente. ?Se puede ense?ar la codicia?
R. La codicia ciertamente se puede ense?ar. Hay todo tipo de narrativas convenientes que la gente puede contarse a s¨ª misma (y a sus hijos) para justificar el control desproporcionado de los recursos de los que disfrutan los ricos en comparaci¨®n con los pobres.
P. Sobre la envidia, asegura que, desde el punto de vista de la psicolog¨ªa evolutiva, disfrutar de la desgracia de un superior tiene sentido. ?C¨®mo?
R. La schadenfreude, la alegr¨ªa derivada de la desgracia de los dem¨¢s, probablemente, evolucion¨® como un mecanismo para reforzar los lazos sociales. Aquellos que percibimos como superiores a nosotros, de alguna manera, suelen tener mayor poder o influencia sobre los dem¨¢s que nosotros mismos. Los que tienen poder sobre los dem¨¢s suelen ser una minor¨ªa: el gerente, el l¨ªder, la celebridad, el d¨¦spota... Cuando un gran n¨²mero de personas que comparten el sentimiento de estar en desventaja frente a los que tienen mayor poder se sienten simult¨¢neamente felices porque sus superiores caen en desgracia o sufren una verg¨¹enza, se refuerza la sensaci¨®n de que est¨¢n juntos en esto. Puede que no tengan el poder y la riqueza de las personas que envidian, pero al menos se tienen los unos a los otros.
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