?Qu¨¦ nos protege de desarrollar un trastorno mental?
La crianza segura, los h¨¢bitos de vida saludables, la socializaci¨®n, cultivar la tolerancia a la frustraci¨®n y tener un prop¨®sito vital son muy relevantes para reducir la aparici¨®n de trastornos mentales
Ahora que la salud mental se ha convertido en uno de los principales temas de inter¨¦s y que los centros asistenciales p¨²blicos est¨¢n mayoritariamente colapsados, quiz¨¢ sea ¨²til recordar qu¨¦ factores han demostrado capacidad de protecci¨®n en el desarrollo de los trastornos mentales. Apostar por la prevenci¨®n es una medida totalmente complementaria a invertir adecuadamente en una red asistencial de calidad, especialmente dirigida a los pacientes m¨¢s vulnerables con trastorno mental grave.
Empezando por lo b¨¢sico, lo primero es entender que nuestro prodigioso mundo mental es una propiedad emergente de un ¨®rgano biol¨®gico llamado cerebro, esa masa gelatinosa de apenas kilo y medio que, como dice el reconocido neur¨®logo Vilayanur Ramachandran, ¡°es capaz de contemplar el sentido del infinito y puede contemplarse a s¨ª misma contemplando el sentido del infinito¡±.
Maltratar al cerebro es siempre un mal negocio, a corto y largo plazo. Los golpes en la cabeza de los ni?os (por accidentes, ca¨ªdas, ir en bicicleta sin casco o por abuso f¨ªsico) siguen constituyendo un problema de salud p¨²blica. Otra forma de darle una patada a su cerebro es permitirles consumir t¨®xicos, especialmente en la adolescencia. La normalizaci¨®n de las pr¨¢cticas del botell¨®n y el consumo de porros en chicos de 15 o 16 a?os contrasta con la evidencia de que el alcohol se asocia al desarrollo de ansiedad y depresi¨®n, y es clara la asociaci¨®n entre cannabis y psicosis. En personas con vulnerabilidad gen¨¦tica, el consumo de porros puede desencadenar una esquizofrenia, que quiz¨¢ hubiera quedado latente sin ¨¦l. Podemos tener un discurso enrollado en el tema del cannabis, pero tambi¨¦n hay que pensar en qui¨¦n pagar¨¢ la factura de un potencial aumento de experiencias psic¨®ticas, a menudo terror¨ªficas. Un cerebro con falta cr¨®nica de sue?o es tambi¨¦n un cerebro da?ado. Es un factor a tener en cuenta, entre otros, en el an¨¢lisis de los resultados del estudio PISA o de productividad laboral.
Y a veces pienso que tambi¨¦n tiene que ver con la desquiciada polarizaci¨®n pol¨ªtica, espoleada radiof¨®nicamente a primera hora de la ma?ana, cuando a los oyentes les faltan un par de horas de descanso. Cuidar el cuerpo es tambi¨¦n cuidar el cerebro. La nutrici¨®n y los h¨¢bitos de vida (evitar el sedentarismo, hacer ejercicio, no fumar) conducen a una buena salud f¨ªsica y aparecen tambi¨¦n como protectores de enfermedad de Alzheimer o depresi¨®n, por ejemplo.
Algunos factores que nos protegen o confieren riesgo de patolog¨ªa mental aparecen antes de nacer. La correcta nutrici¨®n de la mujer embarazada, su protecci¨®n contra las infecciones, el rechazo total a consumir t¨®xicos durante este periodo o el parto en las mejores condiciones posibles aparecen en los estudios como importantes factores a largo plazo en la vida del ni?o. Pero, como se?al¨® el pionero John Bowlby ¡ªel psicoanalista que mejor ha resistido al auge de la neurociencia¡ª, el v¨ªnculo seguro, cercano y mantenido entre la madre (o el padre) y el beb¨¦ es la principal protecci¨®n para la salud mental. A trav¨¦s de la experiencia de apego, el ni?o aprende a comprender la mente propia y ajena, a confiar en los dem¨¢s y a interaccionar de forma saludable. Por el contrario, los abusos f¨ªsicos, sexuales o emocionales en la infancia aumentan por 4 el riesgo de desarrollar psicosis, conducta suicida o por 11 el riesgo de consumir sustancias il¨ªcitas en la vida adulta. Por tanto, hay dos medidas preventivas a nuestro alcance: una, permitir que la decisiva experiencia ¨ªntima de la crianza pueda prolongarse en el primer a?o de vida (no solo cuatro meses); y dos, reducir las tasas de abuso infantil con una mayor protecci¨®n a la infancia. La vigilancia y persecuci¨®n de los pederastas deber¨ªa incrementarse sensiblemente.
El bullying y la adversidad social son dos factores que aparecen en la mayor¨ªa de los estudios, con sus reversos protectores: el ambiente escolar saludable e inclusivo, y las adecuadas pol¨ªticas de reequilibrio y protecci¨®n social. En el arduo objetivo de desarrollar un proyecto vital, son igualmente importantes los determinantes sociales (condiciones laborales, salario, vivienda) como la capacidad de resiliencia o adaptaci¨®n a la adversidad. Estar en el paro o no llegar a fin de mes, afectan a la salud mental, c¨®mo no. Y apelar en estos casos a la resiliencia individual del sujeto parece en cierta medida culparle de su desgracia, y exigirle que acepte y se adapte a una realidad injusta. Pero apostar toda la comprensi¨®n del malestar ps¨ªquico a lo social es parcial y enga?oso. Con esos par¨¢metros uno dir¨ªa que en las sociedades escandinavas, que tienen un Estado del Bienestar que da gloria verlo, la salud mental debe ser formidable, pero la realidad indica que la tasa de suicidio de Suecia o Finlandia triplica o cuadruplica la de Madrid, por ejemplo. Por otro lado, la idealizaci¨®n de la meritocracia es injusta porque efectivamente no partimos todos de las mismas condiciones; pero su opuesto, la supresi¨®n de los conceptos de m¨¦rito y voluntad individual, manda un peligroso mensaje externalizador, que no favorece la aventura personal, la innovaci¨®n y el esfuerzo. Quiz¨¢ sea mejor fomentar en los adolescentes tres rasgos que se han asociado con bienestar emocional a largo plazo: sentido de agencia o autoeficacia, tolerancia a la frustraci¨®n y desarrollo de un prop¨®sito vital (de forma compatible con razonables pol¨ªticas de equilibrio social).
Los estudios emp¨ªricos esbozan el retrato del sujeto resiliente: de naturaleza optimista, perseverante, amable con el entorno, capaz de reevaluar continuamente sus creencias y regular sus afectos, que afronta activamente el estr¨¦s y tiende a sentir emociones positivas (si lo conozco, te lo presento enseguida). Utiliza el humor, medita y busca el apoyo social cuando lo necesita, no es hostil ni rabioso (no es hater ni troll), se siente comprometido con lo que hace, le da sentido y aborda desaf¨ªos. Pero los estudios indican que la resiliencia de esa fant¨¢stica persona se sustenta en su sentido de pertenencia a un grupo, sea el que sea, en tener un determinado rol en una c¨¦lula social m¨¢s amplia (su familia, grupo de amigos, equipo, pe?a, parroquia, logia¡). Muestra gratitud y compasi¨®n, y se siente capaz de cambiar las cosas. Tendremos que ser resilientes para afrontar esta crisis de la salud mental. La prevenci¨®n es posible y quiz¨¢ sea m¨¢s rentable que esperar a tratar la patolog¨ªa.
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