Rub¨¦n Baler, neurocient¨ªfico: ¡°Somos conejillos de indias, nuestra atenci¨®n se ha convertido en un bien rentable¡±
El experto en salud p¨²blica del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EE UU alerta del impacto en la salud que puede tener el abuso de las pantallas desde edades muy tempranas
Las adicciones secuestran el cerebro, lo someten hasta hacerlo claudicar en las necesidades m¨¢s b¨¢sicas. Incluso comer y beber, imprescindibles para la vida, dejan de ser prioritarios. Pero esa sustancia o comportamiento que genera tal disfunci¨®n cerebral acostumbra a ser apenas el s¨ªntoma de un fen¨®meno m¨¢s profundo. La punta del iceberg de un complejo entramado de vulnerabilidad y mala salud mental, conviene Rub¨¦n Baler, cient¨ªfico experto en salud p¨²blica y neurociencia de las adicciones del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA): ¡°Nos tiene que preocupar lo importante, no solo lo urgente¡±, advierte el neurocient¨ªfico.
Baler (Buenos Aires, 64 a?os) conoce de primera mano las dimensiones de la crisis sanitaria. Trabaja en ello. Y quiz¨¢s precisamente por eso, eleva el foco de atenci¨®n m¨¢s all¨¢ de las cifras grotescas. No es la sustancia, sino el fen¨®meno que hay detr¨¢s. La clave, asegura, son las manos e intereses m¨¢s o menos ocultos que manejan los hilos de las din¨¢micas nocivas para la salud p¨²blica. Desde el alcohol y el tabaco hasta la comida basura o los contenidos digitales en redes sociales, ¡°hay fuerzas cada vez m¨¢s poderosas que tienen inter¨¦s en que estos productos sean cada vez m¨¢s adictivos y populares¡±, avisa el neurocient¨ªfico, que la semana pasada visit¨® Palma de Mallorca para participar en el congreso conjunto que celebraron la Sociedad Espa?ola de Patolog¨ªa Dual y la Asociaci¨®n Mundial de Patolog¨ªa Dual.
Pregunta. ?Qu¨¦ le sucede a un cerebro adicto?
Respuesta. En realidad es muy simple. El cerebro est¨¢ dise?ado para aprender lo que le da una recompensa natural y sana. Cuando hay algo que nos aumenta la posibilidad de supervivencia, se libera un poco de dopamina, aprendemos de la experiencia y estamos mejor pertrechados para la pr¨®xima. Es un mecanismo muy delicado, que funciona como cualquier termostato, entre valores m¨ªnimos y m¨¢ximos. Es lo que la evoluci¨®n dise?¨®: ese termostato regulado por la dopamina, que es lo que regula el aprendizaje por la recompensa. Ahora bien, en el mundo moderno, hay cosas que pueden tergiversar el termostato y llevar esos valores de liberaci¨®n de dopamina con la recompensa a niveles para los que no est¨¢ dise?ado. Digamos, si el sexo te lleva la dopamina de 1 a 10, la metanfetamina la lleva a mil. Pero el cerebro no est¨¢ dise?ado para eso y si das metanfetamina 10 veces, el termostato se puede romper y lo ¨²nico que le da recompensa en ese caso ser¨ªa la metanfetamina. El cerebro se adapta a eso y ese aprendizaje artificial es la adicci¨®n.
P. ?Por qu¨¦ hay unos cerebros que se hacen adictos y otros no, ante las mismas conductas?
R. Cada individuo es un universo y esa variaci¨®n tambi¨¦n se manifiesta en diferentes vulnerabilidades y robusteces. La diferencia interindividual es enorme por genes y por experiencia.
P. ?Qu¨¦ diferencias hay cuando expones el cerebro de un adulto o de un adolescente a esas sustancias nocivas?
R. El cerebro adolescente se est¨¢ programando, est¨¢ cambiando de forma muy pl¨¢stica, r¨¢pida y din¨¢mica. Todos esos cambios van programando los circuitos para prepararlos para la vida. Esa programaci¨®n es como estar corriendo; y cualquier empujoncito puede hacernos caer, tergiversar la calidad de esa programaci¨®n y llevarla por una trayectoria no sana, da?ina. Las drogas pueden corromper de forma muy efectiva la calidad de la programaci¨®n.
Hay fuerzas cada vez m¨¢s poderosas que tiene inter¨¦s en que estos productos sean cada vez m¨¢s adictivos¡±
P. ?Y en qu¨¦ se concreta eso? ?Cu¨¢les son los mayores riesgos?
R. Uno de los ejemplos m¨¢s patente es el tema de la pornograf¨ªa bizarra o rara. En los adultos, su cerebro est¨¢ desarrollado y tiene la capacidad de entender que, si bien las im¨¢genes son raras, no son normales o normativas y que dif¨ªcilmente lleven a una recompensa sana o perdurable. Un chico de 12, 13 o 14 a?os que est¨¢ expuesto al mismo tipo de pornograf¨ªa, podr¨ªa terminar con una disfunci¨®n sexual porque el cerebro est¨¢ programando los circuitos que van a servir para la funci¨®n sexual, y si eso se absorbe en ese momento cr¨ªtico, eso podr¨ªa volverse normativo, haciendo que el sexo normal no pueda disparar la respuesta que tendr¨ªa que disparar porque ya ha sido programado y adaptado a cosas bizarras y raras. Es por eso estamos empezando a ver disfunciones sexuales en gente cada vez menor.
P. ?C¨®mo han impactado las pantallas y las nuevas tecnolog¨ªas en las adicciones?
R. Es muy dif¨ªcil decirlo porque la ciencia es muy cuidadosa, muy rigurosa, tiene sus m¨¦todos y su ritmo. Y ese ritmo no tiene nada que ver con el de las tecnolog¨ªas que estamos tratando de prevenir o de regular o de entender. Hay un desfase entre lo que podemos estudiar y lo que es relevante desde la perspectiva de salud p¨²blica. Y ese desfase crea el potencial para un experimento a escalas b¨ªblicas. La posibilidad de que haya una relaci¨®n adversa entre algunos aspectos de las redes sociales y la salud mental es tan potencialmente da?ina, que tenemos que ser mucho m¨¢s precavidos y cautelosos con lo que estamos haciendo. Por lo menos, posponer la exposici¨®n a pantallas hasta los 16 a?os.
P. Cuando habla de potencialmente da?ina, ?se refiere al riesgo de adicci¨®n a las pantallas?
R. S¨ª, porque los algoritmos son adictivos. ?Qui¨¦n invent¨® ese scrolling de la pantalla? Eso es adictivo. Los algoritmos son un laboratorio de dopamina de las plataformas, que estudiaron c¨®mo hacer m¨¢s adictivas estas plataformas. Sobre todo para los chicos que gravitan tant¨ªsimo hacia la comparaci¨®n social, que dependen tanto del feedback de la comunidad. Todo eso es sumamente adictivo y crea h¨¢bitos, en muchos casos, patol¨®gicos.
P. ?Qu¨¦ se puede hacer?
R. No podemos depender de los pol¨ªticos ni podemos esperar a que los cient¨ªficos nos salven. Creo que la soluci¨®n es a nivel local, en las escuelas. Los padres pueden, por lo pronto, frenar el uso de pantallas en la cama porque les afecta al sue?o y eso es un c¨ªrculo vicioso que los lleva a meterse en situaciones de riesgo y la falta de sue?o les cambia el cerebro en s¨ª. No entiendo por qu¨¦ se permite que los chicos lleven los dispositivos a clase porque eso interfiere con el aprendizaje, con la din¨¢mica de la clase y con la atenci¨®n. No tiene pies ni cabeza. Lo primero es educarse sobre c¨®mo funciona el cerebro y sobre que se est¨¢n aprovechando de nosotros: somos conejillos de indias, un bien rentable. Nuestra atenci¨®n se han convertido en un bien rentable.
P. ?Para la industria?
R. S¨ª. Estamos pagando un precio voluntariamente y la decisi¨®n es de cada uno: o somos zombies y son¨¢mbulos o tomamos las riendas de nuestra propia vida. En este momento, estamos vendiendo nuestra alma al diablo, tanto la privacidad como nuestros cerebros, las decisiones de cada uno. Entiendo lo dif¨ªcil que es porque este aparatito [se?ala al m¨®vil] est¨¢ en todas partes y dependemos de ¨¦l, pero tendr¨ªamos que esforzarnos en ver el bien y el mal, tratar de aprovecharnos de lo que nos ofrece para nuestro bienestar y desechar los efectos nocivos de estas tecnolog¨ªas.
P. En el NIDA se centran en el abuso de drogas. ?Cu¨¢l es la sustancia que m¨¢s le preocupa?
R. En adolescentes, la prevalencia del alcohol es muy problem¨¢tica, sobre todo, en culturas en las cuales es normativo. Es un problema, no solo porque es adictivo, sino porque el alcohol tiene propiedades neurodegenerativas, produce agujeros en el cerebro cuanto m¨¢s larga la trayectoria de uso. El problema es que el alcohol se combina con la percepci¨®n de riesgo bajo, todo el mundo lo hace normativo y no pasa nada. Pero s¨ª pasa.
Somos conejillos de indias, nuestra atenci¨®n se ha convertido en un bien rentable¡±
P. ?Y en adultos? En Estados Unidos tienen encima de la mesa una gran crisis de opioides.
R. S¨ª, pero lo que nos ense?a la crisis es que no es una droga, es un fen¨®meno. Eso son todo s¨ªntomas: esta epidemia empez¨® con las drogas de prescripci¨®n recetadas (OxyContin, Vicodina¡). Cuando apretamos la v¨¢lvula de los doctores que sobreprescrib¨ªan estas cosas, baj¨® la curva de esas prescripciones y empez¨® la curva de la hero¨ªna. Cuando la hero¨ªna empez¨® a subir, los traficantes se dieron cuenta de que pod¨ªan cortarla con algo mucho m¨¢s poderoso, empezaron a crear fentanilo y aparecieron los opi¨¢ceos sint¨¦ticos. Ahora, la cuarta ola tienen que ver con la anfetamina que se corta con la hero¨ªna y que aparece mezclada con el fentanilo y una droga nueva, la xylazina, que alarga los efectos psicoactivos del fentanilo. Pero todo esto son s¨ªntomas. Lo que tiene que preocuparnos no es lo urgente, sino lo importante: ?por qu¨¦ la gente usa drogas? ?Qu¨¦ es lo que los lleva a ello? ?La miseria? ?La desesperanza? ?El aburrimiento? Eso es lo que hay que atacar. Hay que buscar las ra¨ªces de fondo.
P. ?Y cu¨¢les son?
R. Hay una financializaci¨®n de la econom¨ªa. Hay grupos que est¨¢n muy interesados en la rentabilidad de los negocios: si hablamos de la comida basura, son industrias que producen una cantidad incre¨ªble de ganancias, pero estas comidas son adictivas, no ayudan a la salud p¨²blica. Las plataformas [de contenidos digitales] son adictivas. Las industrias del tabaco, el cannabis o el alcohol producen cantidades enormes de ganancias. Y a los due?os, los que se sientan en las juntas de accionistas, lo ¨²nico que les importan son los beneficios de la compa?¨ªa, la salud p¨²blica no es una prioridad. Y en esa ecuaci¨®n, la poblaci¨®n siempre va a perder. Hay fuerzas cada vez m¨¢s poderosas que tiene inter¨¦s en que estos productos sean cada vez m¨¢s adictivos y populares.
P. ?El problema es el capitalismo?
R. No, creo que el capitalismo es el ¨²nico sistema que funciona. No estoy en contra del capitalismo, pero s¨ª de esta forma de capitalismo desbordado que no tiene, aparentemente, ning¨²n tipo de responsabilidad con el ciudadano.
P. ?Los cerebros enfermos por la adicci¨®n se pueden curar? ?Pueden volver al principio?
R. Ning¨²n cerebro, ni sano ni enfermo, vuelve al principio. A los cerebros, si algo los caracteriza, es el cambio constante. El aprendizaje cambia la arquitectura del cerebro, pero puede ser buen o mal aprendizaje. Y las adicciones est¨¢n basadas en el aprendizaje por medio de la recompensa. Es como andar en bicicleta: puedes imaginar una situaci¨®n en la que desaprendas a andar en bicicleta? No. Porque lo que se aprendi¨® de esa manera, con esa intensidad, en esas trincheras de aprendizaje en el cerebro, no se puede desaprender. La adicci¨®n es igual; nunca se va a curar, no va a desaparecer. Las trincheras de aprendizaje van a quedar ah¨ª. Se pueden tapar con aprendizaje nuevo, mejor, m¨¢s apasionado, m¨¢s natural, m¨¢s apropiado evolutivamente, pero las trincheras van a quedar ah¨ª y por eso siempre existe el riesgo de reca¨ªda.
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