Las tabaqueras invierten miles de millones en investigaci¨®n para tergiversar la evidencia cient¨ªfica
Un an¨¢lisis descubre 876 estudios en los que hab¨ªa conflictos de intereses. Solo ocho de las 40 revistas cient¨ªficas estudiadas proh¨ªben expresamente trabajos financiados por las empresas de tabaco
El humo intoxica la literatura cient¨ªfica. La industria del tabaco financia estudios que se publican en las principales revistas del sector, seg¨²n una investigaci¨®n realizada por The Investigative Desk y la revista m¨¦dica The BMJ. Esta ¨²ltima es una de las pocas publicaciones cient¨ªficas que ha prohibido estudios total o parcialmente financiada por tabaqueras. Solo ocho de las 40 revistas analizadas lo hacen. El an¨¢lisis se?ala a un total de 876 estudios del repositorio cient¨ªfico PubMed, publicados desde 1996. En estos, al menos uno de los investigadores estaba relacionado con una empresa m¨¦dica con v¨ªnculos financieros industria del tabaco. El estudio se?ala que este es un problema que se repite en el tiempo, a pesar de los intentos de algunas revistas de cortar por completo los v¨ªnculos con la industria.
Hay cuatro grandes empresas tabacaleras en el mundo, pero estas se han diversificado en un complejo entramado empresarial con ramificaciones en filiales m¨¦dicas y farmac¨¦uticas. Estas son m¨¢s complicadas de detectar, incluso si la revista en cuesti¨®n lo intenta. Los autores del estudio ponen como ejemplo algo que les sucedi¨® en sus propias publicaciones. Hace unos meses BMJ Open tuvo que retractarse de un art¨ªculo despu¨¦s de que saliera a la luz que uno de sus financiadores recib¨ªa el patrocinio de la Fundaci¨®n para un Mundo sin Humo, un grupo dependiente de la tabacalera Philip Morris International.
¡°No me sorprende en absoluto¡±, contesta en un intercambio de mensajes Francisco Camarelles Guillem, profesor de medicina en la Universidad Aut¨®noma de Madrid y delegado del Comit¨¦ Nacional para la Prevenci¨®n del Tabaquismo. ¡°La industria tabacalera ha financiado muchos estudios para negar lo perjudicial que son sus productos o que no causan adicci¨®n. Sus tent¨¢culos son muy largos y afectan a muchos campos, entre ellos, la investigaci¨®n¡±.
En Mercaderes de la duda (Capit¨¢n Swing) Erik M. Conway y Naomi Oreskes denuncian c¨®mo un entramado empresarial lleva a?os entorpeciendo la investigaci¨®n cient¨ªfica para beneficiar sus intereses econ¨®micos. Esta pr¨¢ctica es especialmente habitual, explican los autores, en el mundo del tabaco y del cambio clim¨¢tico, donde las empresas ¡°mantienen viva la controversia mediante la difusi¨®n de la duda y la confusi¨®n¡± despu¨¦s de que se haya llegado a un consenso cient¨ªfico. Esta fue la estrategia repetida durante d¨¦cadas por las empresas tabaqueras a partir de los a?os cincuenta, cuando se empez¨® a comprobar cient¨ªficamente la relaci¨®n del tabaco con el c¨¢ncer. Se invirtieron millones en investigaciones sobre el tabaco que en realidad estudiaban otras cosas, lo que los historiadores llaman ¡°investigaci¨®n se?uelo¡±.
Y esta ser¨ªa la estrategia que est¨¢n replicando ahora con las alternativas del tabaco, como los vapeadores, que intentan hacer pasar como un suced¨¢neo saludable al tabaco. El vapeo ya es m¨¢s com¨²n que los cigarrillos entre los j¨®venes, seg¨²n un informe coordinado por la Universidad de Glasgow y encargado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). Los cigarrillos electr¨®nicos con nicotina son ¡°da?inos para la salud y muy adictivos¡±, seg¨²n este organismo. Aunque no se conocen del todo sus efectos a largo plazo, se ha demostrado que liberan sustancias t¨®xicas cancer¨ªgenas y que aumentan el riesgo de sufrir trastornos cardiacos y pulmonares.
¡°Cualquiera que entienda (¡) esta epidemia y los esfuerzos estrat¨¦gicos de la industria tabaquera para dividir a la comunidad de la salud p¨²blica sabe que el dinero de la industria debe rechazarse¡±, afirma en un editorial asociado Ruth Malone, profesora de ciencias sociales del comportamiento en la Universidad de California y ex editora en jefe de la revista Tobacco Control del Grupo BMJ. Pero no todo el mundo es tan contundente. El estudio incluye las declaraciones de distintos cient¨ªficos cuyos estudios han sido financiados por el sector, y si bien la mayor¨ªa lo considera un error y hace prop¨®sito de enmienda, hay quien defiende que esta connivencia puede ser positiva. ¡°Mientras British American Tobacco no interfiera en mi trabajo cient¨ªfico, no veo ning¨²n problema inmediato¡±, ha declarado Alexander Sack, profesor de estimulaci¨®n cerebral y neurociencia cognitiva aplicada de la Universidad de Maastricht, a BMJ.
Preguntado por EL PA?S, Camarelles se muestra mucho m¨¢s tajante. ¡°La influencia de la industria tabacalera en la investigaci¨®n tiene serias implicaciones para la salud p¨²blica. La manipulaci¨®n y el sesgo en los estudios pueden retrasar la implementaci¨®n de pol¨ªticas efectivas contra el tabaquismo y la adopci¨®n de medidas de salud p¨²blica basadas en la evidencia¡±, se?ala.
El tabaco mata a ocho millones de personas cada a?o, seg¨²n la OMS. Aunque sigue siendo una industria boyante, (Imperial Brands, una de las cuatro grandes tabacaleras, cifra el valor total del mercado en 850.000 millones de d¨®lares) su consumo est¨¢ disminuyendo r¨¢pidamente. En el a?o 2000, el 32,7% de la poblaci¨®n mundial fumaba; en 2020, lo hac¨ªa el 22,3%, y se estima que para 2025 el porcentaje caer¨¢ al 20,4%. Las empresas utilizan su menguante pero considerable capacidad financiera no solo para diversificar su emporio m¨¢s all¨¢ del cigarrillo tradicional, tambi¨¦n para cambiar la percepci¨®n de sus nuevos productos.
Esto se consigue financiando investigaciones e intentando influir en los profesionales sanitarios. Hace poco sal¨ªa a la luz que la tabacalera Philip Morris estaba financiando cursos para m¨¦dicos en Medscape, una web sanitaria con informaci¨®n y cursos para profesionales del sector. ¡°Yo estoy suscrito a Medscape y recib¨ª esa informaci¨®n sobre formaci¨®n de ayuda para dejar de fumar¡±, se?ala Camarelles. ¡°Detr¨¢s estaba la industria¡±. Los cursos, que ya han sido retirados, apuntaban a los cigarrillos electr¨®nicos como una alternativa al tabaco, una forma de ¡°reducci¨®n de da?os¡± para los fumadores. ¡°Se prev¨¦ que m¨¢s del 50% de los ingresos de Philip Morris en 2030 vengan de la comercializaci¨®n de estos productos¡±, apunta Camarelles.
La industria tabacalera tiene un largo historial de subversi¨®n de la ciencia, pero solo el 20% de las principales revistas m¨¦dicas tienen pol¨ªticas para protegerse contra su influencia. Esta reciente investigaci¨®n puede suponer un toque de atenci¨®n al sector. Pero incluso si se aumenta la vigilancia, escapar de la influencia de esta industria puede ser dif¨ªcil, reconocen los autores. Hay filiales y organizaciones asociadas con las empresas tabaqueras, hay cient¨ªficos con intereses econ¨®micos, institutos y asociaciones financiados de forma indirecta por el sector. Hay cuatro enormes empresas, valoradas en 850.000 millones de d¨®lares, que se ven abocada a renovarse o desaparecer. A menos que cambie la forma en la que son percibidas por el gran p¨²blico.
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