Los hombres tambi¨¦n tienen reloj biol¨®gico: estos son los problemas derivados de tener un padre mayor
Un estudio con m¨¢s de 46 millones de nacimientos en Estados Unidos muestra que, cuando los padres tienen m¨¢s de 50 a?os, aumenta el riesgo de complicaciones en el embarazo
Se habla mucho del reloj biol¨®gico de la mujer y de c¨®mo la edad afecta a las posibilidades de embarazo. Pero ?qu¨¦ pasa con los hombres? Una nueva investigaci¨®n muestra que la fertilidad masculina tambi¨¦n se ve afectada por la edad. Cuando los padres tienen m¨¢s de 50 a?os, aumenta el riesgo de complicaciones en el embarazo.
El estudio se basa en datos de m¨¢s de 46 millones de nacimientos en Estados Unidos entre 2011 y 2022, a partir de los cuales los autores compararon a padres de 30 a?os con padres de 50 a?os. Pese a que tuvieron en cuenta la edad de la madre y otros factores que afectan a la gestaci¨®n, los investigadores detectaron que cada aumento de diez a?os en la edad paterna se relacionaba con un incremento de las complicaciones durante el embarazo.
Asimismo, descubrieron que, en comparaci¨®n con las parejas en las que el padre ten¨ªa entre 30 y 39 a?os, en aquellas en las que el padre superaba los 50 a?os aumentaba en un 16 % el riesgo de parto prematuro, en un 14 % el riesgo de bajo peso al nacer y en un 13 % el riesgo de diabetes gestacional. Los padres de m¨¢s edad tambi¨¦n ten¨ªan el doble de probabilidades que sus hom¨®logos m¨¢s j¨®venes de haber utilizado tecnolog¨ªa de reproducci¨®n asistida, incluida la fecundaci¨®n in vitro (FIV), para concebir.
Los padres envejecen
El estudio estadounidense calcul¨® que la edad media de los padres aument¨® de 30,8 a?os en 2011 a 32,1 en 2022. En ese mismo periodo, la proporci¨®n de hombres de 50 a?os o m¨¢s que tuvieron descendencia aument¨® del 1,1% al 1,3%. La tendencia se repite en Europa. En Alemania, por ejemplo, los padres han envejecido hasta alcanzar una edad media de 34,6 a?os cuando nace su primer hijo. En Holanda, la media actual es de 32,8 a?os, y en Francia supera los 33 a?os.
Como sabemos por lo que nos cuentan los medios de comunicaci¨®n sobre padres famosos, los hombres producen esperma desde la pubertad y durante toda su vida, y pueden engendrar hijos hasta una edad bastante avanzada. Sin embargo, estas historias no hacen referencia a que la calidad del esperma disminuye notablemente a partir de los 40 a?os. Las parejas femeninas de hombres mayores tardan m¨¢s en quedarse embarazadas que las que tienen parejas m¨¢s j¨®venes.
Un estudio sobre el efecto de la edad masculina en el tiempo que transcurre hasta el embarazo mostr¨® que las mujeres con parejas masculinas de 45 a?os o m¨¢s ten¨ªan casi cinco veces m¨¢s probabilidades de tardar m¨¢s de un a?o en concebir que aquellas con parejas de 25 a?os o menos. M¨¢s de tres cuartas partes (76,8%) de los hombres menores de 25 a?os dejaron embarazada a su pareja en un plazo de seis meses, frente a algo m¨¢s de la mitad (52,9%) de los hombres mayores de 45 a?os.
Los datos agrupados de diez estudios mostraron que las parejas de hombres de edad avanzada tambi¨¦n tienen m¨¢s probabilidades de sufrir un aborto espont¨¢neo. En comparaci¨®n con las parejas en las que el var¨®n ten¨ªa entre 25 y 29 a?os, la edad paterna superior a 45 a?os aumentaba el riesgo de aborto espont¨¢neo en un 43%.
Los resultados de la tecnolog¨ªa de reproducci¨®n asistida, como la FIV, tambi¨¦n se ven influidos por la edad de la pareja masculina. Una revisi¨®n de estudios en parejas que utilizaban tecnolog¨ªas de reproducci¨®n asistida descubri¨® que la edad paterna inferior a 40 a?os reduc¨ªa el riesgo de aborto espont¨¢neo en aproximadamente un 25% en comparaci¨®n con las parejas con hombres que ya hab¨ªan cumplido los cuarenta.
Si el var¨®n era menor de 40 a?os tambi¨¦n se duplicaba la probabilidad de un nacido vivo por ciclo de tratamiento. Con un var¨®n mayor de 40, el 17,6% de los ciclos de tratamiento dieron lugar a un nacido vivo, frente al 28,4 % cuando el hombre no hab¨ªa cumplido los 40.
?C¨®mo afecta la edad masculina a la salud de los hijos?
Como resultado de los cambios relacionados con la edad en el ADN del esperma, los hijos de padres mayores tienen un mayor riesgo de padecer una serie de afecciones: autismo, esquizofrenia, trastornos bipolares y leucemia. Adem¨¢s, una reciente revisi¨®n cient¨ªfica concluy¨® que los hijos de padres mayores presentan mayores tasas de enfermedades psiqui¨¢tricas y alteraciones del comportamiento.
Pero aunque el aumento del riesgo de resultados adversos para la salud ligado a una mayor edad paterna es real, la magnitud del efecto es moderada. Es importante recordar que el aumento de un riesgo muy peque?o sigue siendo un riesgo peque?o, y que la mayor¨ªa de los hijos de padres mayores nacen sanos y se desarrollan bien.
Mejorar la salud puede mejorar la fertilidad
Adem¨¢s de los efectos de la edad, algunas enfermedades cr¨®nicas que afectan a la fertilidad y a los resultados reproductivos son m¨¢s frecuentes a medida que los hombres envejecen. Entre ellas se incluyen la obesidad y la diabetes, que afectan a la calidad del esperma al reducir los niveles de testosterona.
Aunque no podemos cambiar nuestra edad, s¨ª podemos abordar algunos factores del estilo de vida que aumentan el riesgo de complicaciones en el embarazo y reducen la fertilidad. Concretamente, conviene evitar tanto fumar como el consumo recreativo de drogas, el consumo de esteroides anabolizantes y el abuso del alcohol.
Los datos indican que los hombres desean tener descendencia tanto como las mujeres. Y la mayor¨ªa de los varones quiere ser padre de al menos dos hijos. Sin embargo, la mayor¨ªa de los hombres desconocen las limitaciones de la fertilidad femenina y masculina y sobrestiman la posibilidad de ¡°quedarse embarazados¡±, con y sin tecnolog¨ªas de reproducci¨®n asistida.
Necesitamos una mejor educaci¨®n p¨²blica, empezando en la escuela, para mejorar la concienciaci¨®n sobre el impacto de la edad masculina y femenina en los resultados reproductivos. De este modo ayudaremos a las nuevas generaciones a tener beb¨¦s sanos.
Karin Hammarberg es Senior Research Fellow de la Escuela de Salud P¨²blica y Medicina Preventiva de la Universidad de Monash
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation.
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