En busca de explicaciones al repentino aumento de la diabetes tipo 2 en ni?os
Este trastorno metab¨®lico se conoc¨ªa como una enfermedad de la edad adulta. Ahora est¨¢ aumentando en la infancia y adolescencia, con consecuencias preocupantes
La aparici¨®n de diabetes tipo 2 en ni?os y adolescentes desconcert¨® a los m¨¦dicos desde el principio. Fida Bacha recuerda que trabajaba como becaria de endocrinolog¨ªa pedi¨¢trica en Pittsburgh (EE UU) poco despu¨¦s del a?o 2000, cuando empezaron a llegar a la consulta pacientes j¨®venes con sobrepeso y obesidad, algunos de los cuales describ¨ªan un aumento de la sed, visitas m¨¢s frecuentes al ba?o y otros s¨ªntomas de lo que entonces se denominaba diabetes de aparici¨®n en la edad adulta.
¡°Fue una nueva toma de conciencia de que nos enfrentamos a una enfermedad que sol¨ªa ser solo de adultos y que ahora se est¨¢ convirtiendo en una enfermedad de la infancia¡±, afirma Bacha, que ejerce en el Hospital de Ni?os de Texas, en Houston.
M¨¢s de dos d¨¦cadas despu¨¦s, m¨¦dicos e investigadores siguen tratando de desentra?ar qu¨¦ est¨¢ impulsando la aparici¨®n y proliferaci¨®n de la enfermedad en j¨®venes, especialmente entre las comunidades marginadas, incluida la hispana. La creciente prevalencia de la obesidad entre los j¨®venes es claramente uno de los factores que contribuyen a ello, pero los investigadores tambi¨¦n est¨¢n analizando la posible influencia de otros factores relacionados con el estilo de vida y el ambiente, desde la exposici¨®n al estr¨¦s cr¨®nico y la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica hasta las dietas ricas en az¨²car. Adem¨¢s de los factores fisiol¨®gicos, como el lugar donde se acumula el exceso de grasa, los j¨®venes de niveles socioecon¨®micos m¨¢s bajos pueden ser vulnerables debido a aspectos de la vida cotidiana que escapan de su control, como un acceso m¨¢s limitado a alimentos saludables y a oportunidades de hacer ejercicio de forma segura en barrios menos contaminados.
A medida que los investigadores tratan de resolver la interacci¨®n entre la gen¨¦tica, los factores metab¨®licos y las influencias ambientales en la poblaci¨®n hispana y otras poblaciones, su objetivo es responder a esta pregunta clave: ?por qu¨¦ algunos adolescentes aparentemente en riesgo desarrollan diabetes y otros no?
A largo plazo, los retos y los riesgos para la salud son importantes. Cuando la diabetes tipo 2 apareci¨® por primera vez en los j¨®venes, los m¨¦dicos pensaron inicialmente que su progresi¨®n ser¨ªa similar a la de los adultos y que, por tanto, podr¨ªa tratarse en consecuencia. Pero no ha sido as¨ª, dice Barbara Linder, endocrin¨®loga pedi¨¢trica y asesora principal de investigaci¨®n sobre diabetes infantil del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK, por sus siglas en ingl¨¦s). Por ejemplo, los investigadores han determinado que la metformina, un medicamento antidiab¨¦tico oral que se suele recetar a los adultos, no funciona tan bien en los j¨®venes.
¡°Sabemos que la enfermedad es muy agresiva en los j¨®venes y muy dif¨ªcil de tratar¡±, afirma Linder. ¡°As¨ª que es realmente imperativo que desarrollemos enfoques eficaces de prevenci¨®n. Y para ello, obviamente, tenemos que ser capaces de identificar eficazmente cu¨¢les j¨®venes corren mayor riesgo¡±.
Incluso con tratamiento, los j¨®venes desarrollan otros problemas m¨¦dicos relacionados con la diabetes m¨¢s deprisa que los adultos, seg¨²n se?ala un estudio que sigui¨® a 500 j¨®venes, m¨¢s de un tercio de ellos hispanos. El 60% desarroll¨® al menos una complicaci¨®n en los 15 a?os siguientes al diagn¨®stico, antes de cumplir sus 30 a?os.
¡°Es realmente alarmante¡±, afirma Luisa Rodr¨ªguez, endocrin¨®loga pedi¨¢trica que estudia la diabetes de tipo 2 y la obesidad infantil en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio. Por cada 10 adolescentes con diabetes tipo 2 de inicio juvenil, se?ala, ¡°seis de ellos, en el plazo de una d¨¦cada, van a desarrollar una comorbilidad importante que tendr¨¢ un gran impacto en su esperanza y calidad de vida¡±.
Resistencia a la insulina
En la diabetes tipo 2, el organismo tiene dificultades para utilizar la insulina con eficacia. Esta hormona vital, producida por las c¨¦lulas beta del p¨¢ncreas, ayuda a que la glucosa en el torrente sangu¨ªneo entre en las c¨¦lulas de los m¨²sculos, la grasa y el h¨ªgado, donde se utiliza como fuente de energ¨ªa. Pero a veces esas c¨¦lulas pierden gradualmente su capacidad de responder a la insulina, lo que obliga a las c¨¦lulas beta a bombear cada vez m¨¢s cantidad de insulina. Si las c¨¦lulas beta no pueden mantener el ritmo, los niveles de glucosa en sangre empiezan a aumentar, lo que conduce a un diagn¨®stico de prediabetes y, con el tiempo, de diabetes.
En el pasado, la diabetes tipo 2 no sol¨ªa aparecer hasta bien entrada la edad adulta. Pero ahora, los casos en j¨®venes estadounidenses de 10 a 19 a?os est¨¢n aumentando r¨¢pidamente. Desde 2002-2003, los diagn¨®sticos se han duplicado, pasando de 9 por 100.000 j¨®venes a 17,9 por 100.000 en 2017-2018, sobre todo entre asi¨¢ticos, isle?os del Pac¨ªfico, negros e hispanos. Si esas tasas crecientes persisten, se prev¨¦ que el n¨²mero de casos de diabetes tipo 2 en j¨®venes se dispare de 28.000 en 2017 a 220.000 en 2060.
Diversos factores se han relacionado con la resistencia a la insulina en la infancia o la adolescencia, como la obesidad, la inactividad y la gen¨¦tica, seg¨²n una revisi¨®n de las causas de la diabetes tipo 2 en j¨®venes publicada en el Annual Review of Medicine de 2022. La enfermedad tiende a ser hereditaria, independientemente de la raza o la etnia, lo que sugiere que los genes importan. Entre los hispanos de EE.UU., los adultos de ascendencia mexicana o puertorrique?a son los m¨¢s propensos a ser diagnosticados, seguidos de los centro y sudamericanos y de los cubanos.
La obesidad es tambi¨¦n un factor contribuyente: algo m¨¢s de una cuarta parte de los j¨®venes hispanos son obesos, un porcentaje superior al de cualquier otro grupo racial o ¨¦tnico importante. Los ni?os tambi¨¦n tienen m¨¢s probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 si su madre padece la enfermedad o desarroll¨® diabetes gestacional durante el embarazo. Una teor¨ªa es que la exposici¨®n del feto a la diabetes materna mientras est¨¢ en el ¨²tero puede estimular cambios metab¨®licos tras el nacimiento.
La pubertad tambi¨¦n influye mucho: la mayor¨ªa de los casos se diagnostican tras su aparici¨®n. Durante la pubertad, los j¨®venes experimentan temporalmente resistencia a la insulina, debido en gran parte a un aumento de las hormonas, afirma Linder. La mayor¨ªa de los j¨®venes compensan esa resistencia transitoria segregando m¨¢s insulina. Pero por razones que a¨²n no est¨¢n claras, una subpoblaci¨®n de adolescentes no lo hace. ¡°Cuando se enfrentan a esta prueba de estr¨¦s de la pubertad, no pueden aumentar su secreci¨®n de insulina lo suficiente como para compensar¡±, dice Linder. ¡°Y probablemente por eso desarrollan diabetes tipo 2¡å.
Un an¨¢lisis, que examin¨® las tendencias de la diabetes tipo 2 desde 2002 hasta 2018, identific¨® que la edad pico para el diagn¨®stico era de 16 a?os en ni?os y ni?as. La ¨²nica excepci¨®n fueron los j¨®venes negros, en los que el diagn¨®stico alcanz¨® su punto m¨¢ximo a los 13 a?os, y posiblemente antes entre las ni?as negras, lo que puede estar relacionado con un inicio m¨¢s temprano de la menstruaci¨®n.
Las directrices de la Asociaci¨®n Americana de Diabetes recomiendan que los m¨¦dicos realicen pruebas de detecci¨®n de la enfermedad a los j¨®venes con sobrepeso u obesidad a partir de los 10 a?os o una vez iniciada la pubertad; lo que ocurra antes, si presentan uno o m¨¢s factores de riesgo. Entre ellos figuran antecedentes familiares de la enfermedad, signos de resistencia a la insulina o de pertenencia a determinados grupos raciales o ¨¦tnicos, como los hispanos o latinos.
Durante las revisiones, los m¨¦dicos pueden buscar un signo visible de resistencia a la insulina, una afecci¨®n cut¨¢nea asociada denominada acantosis nigricans, explica Paulina Cruz Bravo, m¨¦dica e investigadora sobre diabetes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en San Luis. Los cambios cut¨¢neos tienden a aparecer en la zona del cuello o a lo largo de los pliegues de la piel, incluidas las axilas, los codos y las rodillas. ¡°La capa superior de la piel se engrosa. Se describe como un aspecto aterciopelado de la piel ¡ªes m¨¢s oscura en comparaci¨®n con la piel en otros lugares¡ª¡±.
El lugar donde un adolescente carga con los kilos de m¨¢s tambi¨¦n importa, ya que la resistencia a la insulina se ha asociado a un tipo de grasa llamada visceral, dice Alaina Vidmar, endocrin¨®loga pedi¨¢trica del Hospital Infantil de Los ?ngeles. A diferencia del tipo de grasa m¨¢s com¨²n, llamada subcut¨¢nea y que se siente al pellizcar alrededor de la cintura, la grasa visceral rodea el h¨ªgado y otros ¨®rganos vitales, aumentando el riesgo de diabetes tipo 2, enfermedad del h¨ªgado graso y otras afecciones.
¡°Realmente necesitas que el h¨ªgado procese la glucosa para poder utilizar bien la insulina¡±, dice Vidmar. ¡°Y si est¨¢ lleno de grasa, no puede hacerlo¡±. La enfermedad del h¨ªgado graso, que se ha asociado tanto a la obesidad como a la diabetes tipo 2, es m¨¢s frecuente en adultos hispanos, seguidos de los blancos y los negros, seg¨²n un metaan¨¢lisis que analiza 34 estudios.
Las exploraciones por imagen ser¨ªan la forma ideal de identificar la extensi¨®n y localizaci¨®n de la grasa visceral en los adolescentes, afirma Vidmar. Pero dado que la exploraci¨®n rutinaria ser¨ªa costosa, los m¨¦dicos pueden medir en su lugar el per¨ªmetro de la cintura de un adolescente, ¡°un gran marcador sustitutivo¡±, dice.
Aun as¨ª, la obesidad solo representa una parte del perfil de riesgo de la diabetes tipo 2, lo que refleja la complejidad que entra?a comprender la fisiopatolog¨ªa de la enfermedad de inicio en la juventud. Aproximadamente una cuarta parte de los j¨®venes con diabetes tipo 2 no son obesos, seg¨²n un metaan¨¢lisis publicado en 2022 en JAMA Network Open. Los j¨®venes asi¨¢ticos son los menos propensos a ser obesos; aproximadamente un tercio no cumple los criterios de obesidad.
Adem¨¢s, aunque la obesidad y la resistencia a la insulina aumentan el riesgo de desarrollar diabetes, estos factores por s¨ª solos no predicen si un adolescente acabar¨¢ siendo diagnosticado con la enfermedad, seg¨²n los autores de la revisi¨®n en el Annual Review of Medicine. En su lugar, se?alan el papel del deterioro de la funci¨®n de las c¨¦lulas beta.
En un estudio en el que participaron 699 j¨®venes con diabetes tipo 2, el f¨¢rmaco antidiab¨¦tico est¨¢ndar metformina control¨® los niveles de glucosa en sangre solo en aproximadamente la mitad de los participantes. La medicaci¨®n fue menos eficaz entre los j¨®venes negros, por razones que no est¨¢n claras, seg¨²n los investigadores. Otro an¨¢lisis de la misma poblaci¨®n de estudio identific¨® un descenso anual de la funci¨®n beta de entre el 20% y el 35% en los j¨®venes diab¨¦ticos, en comparaci¨®n con estudios anteriores que mostraban un descenso anual de entre el 7% y el 11% en los adultos diab¨¦ticos.
¡°Lo que vemos en los j¨®venes es que la funci¨®n de las c¨¦lulas beta falla muy r¨¢pidamente¡±, afirma Linder, y a?ade que el declive de las c¨¦lulas beta tiende a correlacionarse con la falta de respuesta a la metformina.
Se desconoce si determinados grupos raciales o ¨¦tnicos son m¨¢s vulnerables a la p¨¦rdida de funci¨®n de las c¨¦lulas beta, dice Linder, que espera que un nuevo estudio a gran escala del NIDDK que se iniciar¨¢ este verano identifique tales diferencias fisiol¨®gicas y de otro tipo entre las poblaciones. El estudio, denominado Discovery of Risk Factors for Type 2 Diabetes in Youth Consortium (Consorcio para el descubrimiento de los factores de riesgo de la diabetes tipo 2 en los j¨®venes), pretende inscribir a 3.600 chicos y chicas adolescentes con sobrepeso u obesidad, el 3% de ellos hispanos. Bacha y otros investigadores del proyecto planean seguir a los j¨®venes hasta la pubertad, analizando marcadores gen¨¦ticos y fisiol¨®gicos como la resistencia a la insulina y la funci¨®n de las c¨¦lulas beta. Su objetivo es saber qui¨¦n desarrolla diabetes tipo 2 y qu¨¦ factores precipitan la enfermedad.
Adem¨¢s, los investigadores conocer¨¢n la salud mental, los estilos de vida y los determinantes sociales de la salud de los participantes, explica Linder. Para ello, se pedir¨¢ a las familias que compartan detalles sobre nutrici¨®n, actividad f¨ªsica y sue?o, as¨ª como sobre inseguridad alimentaria, exposici¨®n al racismo y otros factores de estr¨¦s.
¡°El estr¨¦s induce ciertas hormonas que antagonizan la insulina, por lo que crean m¨¢s resistencia a la insulina¡±, dice Linder. ¡°El estr¨¦s tambi¨¦n se asocia con la inflamaci¨®n cr¨®nica en el cuerpo, que afecta a la capacidad del cuerpo para responder normalmente¡±.
Los investigadores que han estudiado a los j¨®venes hispanos en riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y a sus familias ya han empezado a esclarecer las influencias ambientales y de otro tipo arraigadas en la vida cotidiana que pueden aumentar la probabilidad de padecer obesidad o diabetes. Michael Goran, investigador de obesidad infantil del Hospital Infantil de Los ?ngeles, ha dirigido un proyecto de investigaci¨®n denominado Estudio de Adolescentes Latinos en Riesgo (SOLAR, por sus siglas en ingl¨¦s), en el que se realiz¨® un seguimiento de 328 j¨®venes hispanos/latinos considerados de alto riesgo de padecer diabetes juvenil en funci¨®n de su ¨ªndice de masa corporal y sus antecedentes familiares de la enfermedad. Los participantes, reclutados en dos oleadas entre 2000 y 2015, completaron cuestionarios de salud y se sometieron a ex¨¢menes anuales, incluidas exploraciones de imagen y otras mediciones.
Un an¨¢lisis revel¨® que los j¨®venes hispanos que viv¨ªan en barrios con altos niveles de contaminaci¨®n atmosf¨¦rica eran m¨¢s propensos a experimentar un deterioro de la funci¨®n de las c¨¦lulas beta. ¡°No sabemos cu¨¢l es el mecanismo¡±, afirma Goran, coautor de un estudio sobre la resistencia pedi¨¢trica a la insulina publicado en 2005 en el Annual Review of Nutrition.
En los ¨²ltimos a?os, ha centrado su atenci¨®n en el estudio de la nutrici¨®n poco despu¨¦s del nacimiento, con especial atenci¨®n a las f¨®rmulas infantiles que contienen sirope de ma¨ªz. Seg¨²n ¨¦l, estas f¨®rmulas tienen m¨¢s probabilidades de provocar picos de az¨²car en sangre que las f¨®rmulas a base de lactosa. ¡°Si est¨¢s elevando la glucosa en sangre de los beb¨¦s con sirope de ma¨ªz¡±, dice, ¡°se puede ver c¨®mo eso ser¨ªa problem¨¢tico para el control a largo plazo de los niveles de az¨²car en sangre¡±.
En un estudio, Goran y sus colegas analizaron las tendencias de obesidad en 15.246 ni?os que recibieron leche de f¨®rmula a trav¨¦s del Programa Especial de Nutrici¨®n Suplementaria para Mujeres, Beb¨¦s y Ni?os (WIC). Los beb¨¦s que consum¨ªan cualquier f¨®rmula con sirope de ma¨ªz ten¨ªan un 10% m¨¢s de probabilidades de ser obesos a los dos a?os de edad que los que no lo hac¨ªan. Casi el 90% de los participantes en el estudio eran hispanos.
En otra investigaci¨®n, la epidemi¨®loga Carmen Isasi, de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York, ayud¨® a dirigir el estudio Study of Latinos (SOL) Youth, que analiz¨® hasta qu¨¦ punto las circunstancias familiares de un ni?o contribuyen a la obesidad y a los cambios metab¨®licos que pueden aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 en j¨®venes. Isasi y sus colegas descubrieron que el estr¨¦s cr¨®nico era generalizado. Tres cuartas partes de los padres y cuidadores declararon sufrir estr¨¦s y el 29% detall¨® tres o m¨¢s factores estresantes relacionados con la salud, el trabajo o las relaciones. Cuanto mayor era el n¨²mero de factores estresantes de los padres, m¨¢s probabilidades ten¨ªa el ni?o de ser obeso.
Una mirada de cerca a factores de riesgo en los ni?os hispanos
Isasi tambi¨¦n ha estudiado la relaci¨®n entre la inseguridad alimentaria y la salud metab¨®lica. Los j¨®venes hispanos criados en hogares con los niveles m¨¢s altos de inseguridad alimentaria presentaban resultados metab¨®licos significativamente peores, como glucosa y triglic¨¦ridos ¡ªun tipo de colesterol¡ª elevados en sangre. Seg¨²n Isasi, es probable que las familias que sufren inseguridad alimentaria sigan una dieta de menor calidad y escatimen en prote¨ªnas y productos frescos m¨¢s caros.
La prevenci¨®n de la diabetes ha resultado ser todo un reto. Una revisi¨®n de las iniciativas relacionadas con la dieta y otros estilos de vida dirigidas a los j¨®venes hispanos encontr¨® pocos estudios hasta la fecha que hayan demostrado mejoras en el ¨ªndice de masa corporal o en los niveles de glucosa en sangre.
Los adolescentes de nivel socioecon¨®mico m¨¢s bajo tambi¨¦n pueden cargar con responsabilidades que pueden socavar sus esfuerzos por mantenerse sanos, dice Erica Soltero, cient¨ªfica del comportamiento del Baylor College of Medicine, en Houston, que trabaja con j¨®venes hispanos. Por ejemplo, los adolescentes mayores pueden tener dificultades para asistir a una clase de ejercicios si tienen un trabajo extraescolar o deben recoger a sus hermanos peque?os o preparar la cena. La tecnolog¨ªa, dice Soltero, puede ser una mejor forma de llegar a los ocupados adolescentes hispanos; ella est¨¢ realizando un estudio piloto que proporcionar¨¢ orientaci¨®n sobre el estilo de vida a trav¨¦s de mensajes de texto a adolescentes hispanos con obesidad.
Las opciones de medicaci¨®n aprobadas siguen siendo limitadas para ni?os y adolescentes. Si la metformina no funciona, la alternativa es la insulina, y los padres pueden resistirse a administrar inyecciones por las dificultades que entra?a, afirma Rodr¨ªguez. Ella participa en un estudio en curso en j¨®venes con diabetes tipo 2 para estudiar la eficacia de la semaglutida oral, uno de los nuevos f¨¢rmacos para la diabetes que tambi¨¦n ha logrado una notable p¨¦rdida de peso. Rodr¨ªguez calcula que los resultados estar¨¢n disponibles en 2026.
El nuevo estudio del NIDDK no evaluar¨¢ los tratamientos farmacol¨®gicos, ya que se trata de un estudio observacional. Pero los investigadores participantes son optimistas en cuanto a que las conclusiones del estudio podr¨ªan conducir a mejores enfoques de prevenci¨®n y tratamiento. ¡°Si alguien est¨¢ predispuesto a la disfunci¨®n de las c¨¦lulas beta, ?deber¨ªamos ser mucho m¨¢s agresivos en el tratamiento de su sobrepeso/obesidad para que esta funci¨®n de las c¨¦lulas beta se conserve durante m¨¢s tiempo?¡±, dice Bacha. Los m¨¦dicos podr¨ªan, por ejemplo, decidir iniciar antes el tratamiento, a?ade.
Investigadores como Soltero tampoco se ven disuadidos por las dificultades que entra?a la b¨²squeda de cambios en los h¨¢bitos de vida. Soltero, que ha trabajado con adolescentes hispanos obesos y con sobrepeso para mejorar la actividad f¨ªsica y hacer cambios en la dieta, los describe como personas a menudo muy motivadas, dado el da?o que han visto que la enfermedad ha infligido sobre sus propias familias. ¡°Muchas veces tendr¨¢n un punto de contacto con un familiar que est¨¢ en di¨¢lisis y al que quiz¨¢ le amputaron un dedo. O dir¨¢n: ¡®No quiero pincharme todos los d¨ªas como mi t¨ªo Fulano de Tal¡¯. O ¡®No quiero estar medic¨¢ndome el resto de mi vida como mi abuela¡±, dice Soltero.
Art¨ªculo traducido por Debbie Ponchner.
Este reportaje forma parte de la serie de Knowable en espa?ol sobre ciencia que afecta a o que es realizada por latinos en Estados Unidos, apoyada por el Grupo de Ciencia y Medios Educativos del HHMI.
Este art¨ªculo apareci¨® originalmente en Knowable en espa?ol, una publicaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro dedicada a poner el conocimiento cient¨ªfico al alcance de todos.
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