¡®Fake Famous¡¯: c¨®mo una chica an¨®nima se convirti¨® en ¡®influencer¡¯ en unos d¨ªas y destap¨® la gran mentira de las redes
Fake Famous, el nuevo documental disponible en HBO Espa?a, se sumerge en nuestra obsesi¨®n por la influencia digital reclutando a j¨®venes como Dominique Druckman y convirti¨¦ndolos, gracias a miles de falsos seguidores y ¡®Me gusta¡¯, en prescriptores perseguidos por las marcas.
Hace apenas un a?o, la vida de Dominique Druckman no era muy distinta a la de Mia, la so?adora aspirante a actriz interpretada por Emma Stone en La La Land. Esta veintea?era, nacida en Miami, tambi¨¦n decidi¨® cruzarse el pa¨ªs al finalizar los estudios universitarios para perseguir su sue?o de convertirse en una gran estrella del s¨¦ptimo arte. Y en las colinas de Los ?ngeles, como a la mayor¨ªa de las j¨®venes de todo el mundo que comparten su anhelo, las cosas no le iban demasiado bien. En su filmograf¨ªa solo hay espacio para varios cortos y ¨®peras primas de estudiantes de cine, es decir, todos esos proyectos que hacen imprescindible buscar otro trabajo para poder subsistir. El de Dominique est¨¢ en una franquicia de moda de Beverly Hills, pero el almac¨¦n industrial en el que prepara pedidos online mientras ensaya los di¨¢logos para el pr¨®ximo rodaje dista del glamur caracter¨ªstico de aquel barrio. No todo han sido ¡®ya te llamaremos¡¯ para ella. En una ocasi¨®n consigui¨® un papel para una producci¨®n de peso, pero termin¨® rechaz¨¢ndolo ¨Ccontra la voluntad de su agente¨C por tener que aparecer desnuda y recrear una escena sexual. ¡°Tuve que marcar unos l¨ªmites. No creo que Meryl Streep haya mostrado nunca sus pechos en la pantalla¡ ?Por qu¨¦ deber¨ªa hacerlo yo?¡±, confiesa la joven ante la c¨¢mara del documental que, por fin, ha hecho que su vida cambie por completo. Y sin necesidad de toparse con ning¨²n Ryan Gosling.
Drukman es una de las protagonistas de Fake Famous, un interesant¨ªsimo documental sobre nuestra obsesi¨®n con las redes sociales, disponible en HBO Espa?a, y que parte de una clara premisa: ?Puede cualquiera convertirse en un personaje c¨¦lebre en Internet? Para dar con la respuesta, el director Nick Bilton ¨Cperiodista de medios como The New York Times¨C?escogi¨® en un casting a tres j¨®venes an¨®nimos, que apenas ten¨ªan seguidores en las redes, y puso a su servicio todos los medios posibles para convertirlos en estrellas de Instagram. Desde un equipo de estilistas para concebir la imagen p¨²blica perfecta para cada uno hasta sesiones de fotos en escenarios falseados ¨Cel asiento de un inodoro y una pantalla de plasma puede simular perfectamente la ventanilla de un avi¨®n¨C o la compra masiva de seguidores, comentarios y ¡®Me gusta¡¯ en granjas de bots que se hacen pasar por personas reales. En p¨¢ginas como Famoid, por ejemplo, se pueden comprar unos 7500 seguidores por menos de cien euros.
Si dec¨ªa Andy Warhol que todo en Hollywood era pl¨¢stico, las redes sociales est¨¢n m¨¢s cerca de una nube de humo, del truco de magia de un ilusionista. En el transcurso de unos d¨ªas, tras lucir un nuevo corte de pelo y fingir una vida de ensue?o con retratos y localizaciones falseadas, Dominique pasa de ser una mera aspirante a actriz a una microinfluencer con decenas de miles de seguidores que no existen. A nadie parece importarle esta ficci¨®n. Las compa?¨ªas tecnol¨®gicas presumen en sus cuentas de resultados de cifras de usuarios mareantes, los jefes de marketing de las marcas que publicitan sus productos en ellas engordan el alcance de sus campa?as y los influencers se enriquecen y moldean su perfil de ¡®celebridad¡¯ aprovech¨¢ndose de esta dejaci¨®n de funciones. Un estudio realizado por el instituto brit¨¢nico ICMP desvel¨® en 2019 que personajes p¨²blicos del calibre de Taylor Swift, Ellen DeGeneres o las hermanas Kardashian cuentan con un porcentaje de seguidores falsos superior al 40%.
A nadie le import¨® tampoco que Dominique Druckman se erigiera de la noche a la ma?ana en la nueva instagramer de moda en Estados Unidos. Las marcas se pusieron en contacto con ella con una asombrosa celeridad y, a cambio de una menci¨®n en sus redes, comenzaron a enviarle todo tipo de art¨ªculos y experiencias gratuitas. A saber: gafas de sol, entrenamientos en gimnasios privados, zapatos, sesiones de crioterapia, refrescos de cannabis, cruceros por el Caribe, lotes de comida org¨¢nica, kits de higiene dental y de depilaci¨®n, carcasas de m¨®vil, productos de belleza, chucher¨ªas, colonias, pasteles, botellas de vino, bisuter¨ªa, electrodom¨¦sticos, varios armarios completos de ropa y una larga lista de productos diferentes que bien podr¨ªan llenar varios p¨¢rrafos.
Fake Famous reflexiona sobre el valor y las consecuencias de la fama digital, a medida que sus protagonistas gestionan y digieren de manera muy diferente la exposici¨®n reci¨¦n acu?ada. Si actualmente en Instagram hay 140 millones de cuentas, tres veces la poblaci¨®n de Espa?a, con m¨¢s de cien mil seguidores, ?de verdad toda esa cantidad de gente pueden considerarse celebridades? Tenga respuesta la pregunta o no, lo cierto es que las redes han adquirido un peso en el d¨ªa a d¨ªa que va m¨¢s all¨¢ del concurso de popularidad. ¡°Los ¡®Me gusta¡¯, los seguidores, las visualizaciones¡ Esas m¨¦tricas se han convertido en un indicador de que eres una persona querida y de que tienes una vida interesante. Todo eso importa para ser contratada en un trabajo, para tener relaciones sociales, para encontrar pareja¡ Si no participas, te est¨¢s perdiendo muchas oportunidades¡±, aduce en el documental la periodista de The New York Times, Taylor Lorenz.
Esas mismas oportunidades son las que ahora s¨ª llaman a la puerta del piso californiano de Drukman. La int¨¦rprete ha pasado del escepticismo a la admiraci¨®n en lo relacionado con la dificultad y dedicaci¨®n que exige su nuevo trabajo, de jornadas tan interminables como la capacidad de los discos duros que alojan las fotograf¨ªas de cada sesi¨®n. Con m¨¢s de 340 mil seguidores en Instagram, es la embajadora de una cadena de gimnasios, protagoniza anuncios publicitarios y los directores de casting que antes descartaban su videobook ahora, para su sorpresa, se la rifan. ¡°Fui a una audici¨®n y una mujer sali¨® y me dijo, ¡®?Eres Dominique? Estamos muy contentos de conocerte¡¯. Nunca me hab¨ªan recibido as¨ª en un casting, lo habitual era, ¡®Escribe aqu¨ª tu nombre¡¯ y punto. Y luego me dijo, ¡®Por cierto, al fot¨®grafo le encanta tu Instagram¡¯. Un par de horas despu¨¦s me hab¨ªan contratado. Nunca hab¨ªa conseguido un trabajo tan r¨¢pido¡±. Ni siquiera el final de la grabaci¨®n del documental o la irrupci¨®n de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus han frenado su imparable proyecci¨®n como prescriptora digital. Da igual lo enga?osas que puedan ser las apariencias, las nuevas Emma Stone ya no sue?an con triunfar en la ciudad de las estrellas, sino con reinar en la ciudad de los likes.
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