La reina Isabel II contra los excesos ¡®derechistas¡¯ de Margaret Thatcher: el duelo hist¨®rico entre las dos mujeres m¨¢s poderosas de Inglaterra
La nueva temporada de ¡®The Crown¡¯ recrea la compleja relaci¨®n entre la reina de Inglaterra y su Primera Ministra durante 11 a?os: una mezcla de admiraci¨®n y condescendencia, pero sobre todo dos maneras muy distintas de ver el mundo.
¡°Cuando iba a ver a la reina, Thatcher llegaba un cuarto de hora antes y, cada semana, su majestad la hac¨ªa esperar 15 minutos¡±, cuenta el documental de 2012 The Queen and Her Prime Ministers. Aunque podr¨ªa aguardarse cierta complicidad entre la reina de Inglaterra y la primera mujer electa encargada de dirigir su pa¨ªs, todas las cr¨®nicas de la ¨¦poca hablan cuanto menos de menos de frialdad entre ellas. Las mismas informaciones aseveran igualmente que, frente a cualquier desavenencia, termin¨® venciendo el respeto que acabaron profes¨¢ndose y el patriotismo de ambas. Pero no siempre fue f¨¢cil.
La cuarta temporada de The Crown, que se estrena el domingo 15 en Netflix, recupera la compleja relaci¨®n entre las dos l¨ªderes. La nueva tanda de episodios de la galardonada ficci¨®n abarca exactamente los 11 a?os del gobierno de Thatcher: de 1979 a 1990. Ya el tr¨¢iler da fe de las tensiones en palacio: ¡°Su majestad, creo que nos tenemos el suficiente respeto personal para hacernos las preguntas clave, de mujer a mujer. Al fin y al cabo, somos de la misma edad¡±, le espeta la pol¨ªtica a la que interpreta Gillian Anderson a una at¨®nita soberana. Es cierto que nacieron con solo medio a?o de distancia, pero ah¨ª termina el parecido entre la monarca y la hija del due?o de dos tiendas de ultramarinos de Lincolnshire.
Las diferencias se plasman en la serie mediante la acci¨®n, pero tambi¨¦n en la est¨¦tica: ¡°En el segundo episodio, en su primera visita a Balmoral, Thatcher equivoca su elecci¨®n de ropa remarc¨¢ndose as¨ª el abismo entre la hija del tendero y la ¨¦lite brit¨¢nica¡±, explicaba a The Times la dise?adora de vestuario de?The Crown, Amy Roberts. En la vida real la l¨ªder conservadora se obsesion¨® con qu¨¦ se pondr¨ªa Isabel II en cualquier acto p¨²blico en el que fueran a coincidir. Seg¨²n el documental, la casa real le lleg¨® a decir: ¡°No se preocupe, la reina nunca se fija en qu¨¦ visten otras mujeres¡±. Lo que resulta evidente es que el estilo de la dirigente se fue mimetizando paulatinamente con el de la monarca. La reina se convirti¨® en un modelo a seguir: ¡°Los sombreros, los guantes, los abrigos¡ todos eran aspirantes para parecerse a la mujer que admiraba¡±, explicaba la dramaturga Moira Buffini tras el estreno en 2013 de su obra Handbagged, precisamente sobre el trato entre ambas. Pero aquella adulaci¨®n tan manifiesta y las maneras afectadas de la pol¨ªtica contrariaba a la monarca brit¨¢nica.
La excursi¨®n a la residencia escocesa de la familia real supuso una agon¨ªa anual para la tory, que lo ve¨ªa como una p¨¦rdida de tiempo alejada de su gabinete. No se encontraba nada c¨®moda ni en el campo, ni entre arist¨®cratas, ni mucho menos bajo el peculiar humor de la Windsor. ¡°?Alguien le dir¨¢ a esta mujer que se siente?¡±, asegura el bi¨®grafo Andrew Marr que le se?al¨® la reina a Thatcher cuando no dejaba de intentar ayudar en una de las barbacoas en las que la monarca ejerce de anfitriona sirviendo a sus invitados un almuerzo informal. Cuando le preguntaron si la Primera Ministra se unir¨ªa a una caminata por el campo, la soberana respondi¨®: ¡°Creo que ya sabr¨¢ que la se?ora Thatcher solo pasea si es por la carretera¡±. Dos maneras de entender el mundo que tuvieron sus mayores encontronazos en temas pol¨ªticos.
Entre los secretos mejor guardados de Buckingham Palace probablemente se encuentren las conversaciones semanales entre la reina Isabel II y sus primeros ministros. En su ¨²nica biograf¨ªa autorizada, Thatcher fue muy escrupulosa y correcta a la hora de hablar de aquellas reuniones, que simplemente calific¨® como ¡°tranquilas y profesionales. Su majestad aporta una formidable comprensi¨®n de las problem¨¢ticas contempor¨¢neas y su amplia experiencia¡±. En estas entrevistas, seg¨²n la propia casa real, ¡°aunque la reina permanece pol¨ªticamente neutral en todos los asuntos, le est¨¢ permitido aconsejar y advertir cuando sea necesario¡±.
Las dos mujeres tuvieron tiempo de entenderse con sus reuniones semanales (durante 11 a?os), pero lo cierto es que a la dama de hierro, muy pragm¨¢tica e impaciente, le exasperaban las horas invertidas en aquel tr¨¢mite. Las desavenencias entre ambas encontraron su cima de tensi¨®n a mediados de los ochenta. En 1986 un particular episodio de indiscreci¨®n qued¨® reflejado en The Times: fuentes cercanas a palacio informaron al diario de que la reina encontraba las pol¨ªticas del gobierno ¡°indiferentes¡± y ¡°divisorias¡±. La casa real neg¨® aquella filtraci¨®n y unos meses despu¨¦s el secretario de prensa dimiti¨®. Por aquel entonces la sociedad brit¨¢nica estaba tremendamente polarizada, con el pa¨ªs atravesando una crisis y una brecha creciente de desigualdad. En La Reina, Una biograf¨ªa de Isabel II, el historiador Ben Pimlott concluye que la monarca ha estado siempre a la izquierda de los tories y ¡°se sent¨ªa profundamente inc¨®moda con los excesos ¡®derechistas¡¯ del thatcherismo, y en concreto, con la falta de atenci¨®n a los m¨¢s pobres y desfavorecidos miembros de la sociedad brit¨¢nica¡±. La actitud del gobierno ante la huelga minera de 1984 (queriendo reducir la influencia de los sindicatos) y las pol¨ªticas de Thatcher durante el apartheid en Sud¨¢frica (en contra de las sanciones) chocaron con el sentir de la reina. ¡°Creo que es m¨¢s de izquierdas¡±, sentenciaba Olivia Colman, la actriz que la interpreta en The Crown, ¡°pero es lo extraordinario con ella, que puede ser cualquier cosa para cualquiera¡±.
Varios historiadores coinciden en se?alar que Isabel II sab¨ªa captar bien a su Primera Ministra: ¡°Se queda mucho y habla demasiado. Ha vivido demasiado entre hombres¡±, cuenta en sus diarios que dijo la soberana el escritor cercano a la monarqu¨ªa Kenneth Rose. Pero para todos los expertos hubo entendimiento al final y para todos a la monarca no le gust¨® la manera en la que Thatcher fue destituida en 1990. Por una vez, y sin sentar precedente, la reina de Inglaterra dej¨® patente su opini¨®n al concederle solo dos semanas despu¨¦s la Orden del M¨¦rito.
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