Vino pele¨®n y mentiras: la complicad¨ªsima relaci¨®n de Twiggy con su novio (y m¨¢nager)
La modelo m¨¢s ic¨®nica de la historia de la moda cumple ma?ana setenta a?os. Su ex sigue diciendo que ¨¦l ?la cre¨®?, pero ella no est¨¢ de acuerdo.
Hay dos lugares comunes que se repiten una y otra vez cuando se revisa la trayectoria vital de la primera supermodelo de la historia, la brit¨¢nica Twiggy, que ma?ana cumple setenta a?os: 1. Que fue ¡°un icono de moda¡± de los a?os sesenta. 2. Que el art¨ªfice de su imagen y el creador de su fen¨®meno fue su novio, el peluquero Justin de Villeneuve. La primera afirmaci¨®n se queda corta. La segunda simplemente es mentira. Ella misma ha negado el dato que aparece en muchas de sus biograf¨ªas no oficiales: ¡°No le guardo rencor pero quiero quede claro: yo no fui su pigmali¨®n¡±.
Twiggy fue, efectivamente, un icono, pero el impacto de su imagen trascendi¨® con mucho el ¨¢mbito de la moda. Su f¨ªsico andr¨®gino y su aspecto ani?ado la convirtieron en el maniqu¨ª perfecto para los estilos que empezaban a emerger a mediados de los a?os sesenta: los vestidos de l¨ªnea A con cuellos redondos y las minifaldas (de Mary Quant), los trajes de corte militar (de Yves Saint Laurent) y sobre todo los dise?os minimalistas que se presentaban bajo la etiqueta de ¡®unisex¡¯ (de Pierre Cardin o Andr¨¦ Courr¨¨ges).
Pero la historiadora cultural feminista Linda Benn Delibero explica en This Year Girl. Una historia persona y cr¨ªtica de Twiggy que la aparici¨®n de la modelo fue una conmoci¨®n transformadora en los a?os centrales del Swinging London y del movimiento mod, cuyo eco hab¨ªa llegado a Estados Unidos, donde en 1967 la recibieron como una aut¨¦ntica hero¨ªna: ¡°Los anuncios en los que ella aparec¨ªa, los productos mi idea de que Londres era el centro del universo, y que un trozo de esa ciudad pod¨ªa ser m¨ªa por el precio de una de las prendas que ella llevaba [¡] Para todas las chicas que conozco, adaptar aquella ropas fue un paso hacia una relaci¨®n diferente con nuestros cuerpos, con nuestras ideas sobre lo que pod¨ªamos esperar del mundo. La imagen de Twiggy le daba la vuelta a las r¨ªgidas jerarqu¨ªas de estilo, feminidad, belleza, clase y estilo¡±.
Se llamaba Lesley Hornby cuando naci¨® en 1949 en Neasden, un suburbio del noroeste de Londres. Su sobrenombre viene del apelativo cari?oso con el que la conoc¨ªa en casa cuando era ni?a: ¡°Twigs¡±, o sea, flaca. Era hija de una operaria de imprenta y de un carpintero. Su madre la ense?¨® a coser en su m¨¢s tierna infancia y por eso ella fue capaz de hacerse su propia ropa desde muy joven. Tambi¨¦n por eso desarroll¨® un inter¨¦s por la moda. Siendo una adolescente, so?aba con parecerse a Jean Shripmton, su hero¨ªna. Para conseguir su objetivo se dej¨® el pelo largo y empez¨® a ponerse los vestidos que despu¨¦s se convertir¨ªan en su propia se?a de identidad. Con solo quince a?os ya sol¨ªa moverse en c¨ªrculos mods y con algunos de los personajes m¨¢s peculiares de la escena underground londinense. Uno de ellos era su novio, un buscavidas que le hab¨ªa presentado su propio hermano. El personaje se llamaba Nigel Davies y se dedicaba a hacer negocios ocasionales como conseguirle al peluquero estrella del momento, Vidal Sasoon, el vino de su boda. ¡°Era aut¨¦ntico aguarr¨¢s, pero yo consegu¨ª hacer un buen negocio peg¨¢ndole unas etiquetas elegantes¡±, ha contado Davies despu¨¦s.
Para las chicas de aquel tiempo y aquel c¨ªrculo social, entrar a trabajar en una peluquer¨ªa de Mayfair, aunque fuese a tiempo parcial, era un sue?o hecho realidad. Y eso era lo que hac¨ªa Twiggy: ir los s¨¢bados como asistente al sal¨®n de Leonard, el otro estilista capilar de moda en la ciudad.
Uno de aquellos s¨¢bados, Leonard decidi¨® experimentar con la cabeza de Twiggy justo cuando pasaba por all¨ª el fot¨®grafo Barry Latega, quien inmortaliz¨® por primera vez aquel corte pixie rubio y aquel cuello de cisne que despu¨¦s se convertir¨ªan en el s¨ªmbolo de un tiempo. Una periodista del Daily Telegraph se fij¨® en las im¨¢genes y quiso enterarse de qui¨¦n era la muchacha que las protagonizaba. Un mes despu¨¦s de aparecer en el peri¨®dico la llamaron de Vogue. Un a?o m¨¢s tarde, las revistas de todo el mundo llamaban a su puerta: quer¨ªan en sus p¨¢gina a aquella muchacha ultradelgada, de 1.67 con tres capas de pesta?as.
Para entonces, el mismo hombre que le hab¨ªa vendido vino pele¨®n a Vidal Sasoon en el d¨ªa de su boda se hab¨ªa cambiado de nombre, para ponerse uno mucho m¨¢s sofisticado. Bajo el sobrenombre de Justin de Villeneuve empez¨® a gestionar su carrera. Se quedaba con el cincuenta por ciento de lo que ella ganaba: desde sus honorarios como modelo hasta los ingresos por la l¨ªnea de ropa que cre¨® y las franquicias de accesorios, maquillaje y mu?ecos que aprovechaban su imagen. De Villeneuve empez¨® a llevar una vida m¨¢s que extravagante: cada seis semanas se compraba un coche italiano nuevo y adquir¨ªa de diez en diez trajes en las sastrer¨ªas m¨¢s caras de la ciudad. ¡°No sab¨ªa ni lo que hac¨ªa, pero te puedo garantizar que ten¨ªa muy buen gusto. Form¨¢bamos parte de la alineaci¨®n de los m¨¢s grandes. Estaban Mick, Keith, John y Paul. Y luego nosotros. Ten¨ªamos criados, cinco de ellos: un cocinero, un mayordomo, un ch¨®fer. Era rid¨ªculo. Pero no me arrepiento de un solo segundo¡±, cont¨® ¨¦l a The Telegraph en 2006.
Cuando Twiggy empez¨® a darse cuenta de la cantidad de dinero que era capaz de generar, sin la ayuda de nada m¨¢s que su propia imagen, De Villeneuve empez¨® a tener que demostrar lo importante que era su papel en la carrera de su novia: con fama de hueso y un temperamento dif¨ªcil, muchos de los grandes fot¨®grafos de la ¨¦poca (y esto incluye a Richard Avedon o a David Bailey) se negaban a fotografiar a la modelo si ¨¦l formaba parte de la ecuaci¨®n. Y as¨ª fue como el m¨¢nager se convirti¨® tambi¨¦n en fot¨®grafo profesional: para poder controlar esa parte de la carrera de su ¡°representada¡±. Cuando Twiggy empez¨® a dar sus primeros pasos en el cine, el m¨¢nager comenz¨® a ejercer otras formas de control: por ejemplo imponer unas condiciones imposiblemente caprichosas a las productoras.
Fue precisamente la carrera cinematogr¨¢fica de la modelo lo que acabar¨ªa con aquella relaci¨®n personal y profesional: participando en la pel¨ªcula de Ken Russell¡¯s The Boyfriend, que le vali¨® en un Globo de Oro, ella se enamor¨® de un actor llamado Michael Whitney. Sin inter¨¦s alguno en volver a posar para revistas de moda y sin necesidad de un fot¨®grafo, Twiggy ya no necesitaba a Justin para nada. De Villeneuve nunca volvi¨® a brillar en solitario despu¨¦s de Twiggy.
Llevan m¨¢s de cuarenta a?os sin hablar. ?l ha escrito unas memorias en las que cuenta su versi¨®n de los hechos (por supuesto, se pinta como su ¡°descubridor¡±). Ella solo habl¨® de ¨¦l en una ocasi¨®n hace diez a?os: ¡°?D¨®nde est¨¢ ahora? No tengo la m¨¢s remota idea. Pero esa es la cuesti¨®n. Lo que me pas¨®, me pas¨® por la prensa y las circunstancias. Pero ¨¦l no ¡°me hizo¡±.
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