Gigantes planetarios
Cada uno de los cuatro grandes cuerpos celestes del Sistema Solar forman un mundo ¨²nico y asombroso
M¨¢s all¨¢ de la ¨®rbita de Marte, fr¨ªos y lejanos orbitan nuestro Sol cuatro planetas muy distintos a la Tierra, diferentes de los familiares Marte o Venus e inh¨®spitos para la vida. Son mundos inmensos. J¨²piter, el mayor de todos, tiene m¨¢s de mil veces el volumen de la Tierra y 310 veces su masa. Es el aut¨¦ntico rey de nuestro sistema planetario y aunque flota en su ¨®rbita a 700 millones de kil¨®metros de nosotros su brillo al reflejar la luz del Sol rivaliza visto desde la Tierra con las estrellas m¨¢s brillantes del cielo nocturno. M¨¢s lejos, a 1.500 millones de kil¨®metros pero tres veces m¨¢s ligero se encuentra Saturno con sus hermosos y evocadores anillos. A 3.000 y 4.500 millones de kil¨®metros (distancias inimaginables, comparables a unos 12.000 viajes de ida y vuelta a la Luna) encontramos a Urano y Neptuno, peque?os comparados con los anteriores y a¨²n as¨ª masivos en relaci¨®n a la Tierra, cada uno de ellos 15 veces m¨¢s pesados que nuestro mundo.
Urano y Neptuno son mundos helados formados en los l¨ªmites exteriores del Sistema solar primitivo
Estos cuatro gigantes no est¨¢n hechos de los mismos materiales que la Tierra (un planeta rocoso con algunos metales y algunos elementos m¨¢s ligeros que forman sus oc¨¦anos, la atm¨®sfera y los seres vivos que lo habitamos). J¨²piter y Saturno son inmensas bolas de gas hidr¨®geno y helio, los materiales que forman el Sol y las dem¨¢s estrellas. Ni J¨²piter ni Saturno poseen la masa necesaria para convertirse en una estrella (J¨²piter necesitar¨ªa engordar m¨¢s de diez veces su peso actual y Saturno m¨¢s de 40). Urano y Neptuno, los peque?os gigantes, son algo distintos, mundos helados formados en los l¨ªmites exteriores del Sistema solar primitivo y envueltos por espesas atm¨®sferas de hidr¨®geno y helio de unos pocos miles de kil¨®metros de espesor.
Vientos de centenares de kil¨®metros por hora
En las atm¨®sferas de todos estos mundos podemos encontrar los elementos de la vida (carbono, nitr¨®geno y ox¨ªgeno) combinados con el hidr¨®geno formando nubes de metano, amoniaco y agua que permiten visualizar la meteorolog¨ªa de estos planetas. Sus atm¨®sferas est¨¢n dominadas por vientos que soplan a centenares de kil¨®metros por hora permanentemente. Algunos poseen tormentas mayores que la Tierra y extraordinariamente longevas como la Gran Mancha Roja de J¨²piter, visible de manera continuada desde finales del siglo XIX. En sus nubes se trazan ondas, remolinos de escalas planetaria y al menos en J¨²piter y Saturno se forman rel¨¢mpagos centenares de veces m¨¢s energ¨¦ticos que en las tormentas terrestres. Ninguno de estos mundos tiene una superficie definida. Si envi¨¢ramos una sonda espacial a posarse sobre ellos penetrar¨ªa en una atm¨®sfera cada vez m¨¢s densa y caliente al profundizar en el planeta hasta desintegrarse por las enormes presiones del interior. As¨ª ocurri¨® en diciembre de 1995, cuando la sonda americana Galileo penetr¨® en la atm¨®sfera de J¨²piter dejando de enviar se?ales a la Tierra tras descender apenas unos 100 kil¨®metros en una atm¨®sfera de m¨¢s de 70.000 kil¨®metros de profundidad.
Cada uno de estos cuatro planetas constituye una versi¨®n reducida de un sistema planetario. J¨²piter tiene cuatro grandes lunas que fueron observados por primera vez por Galileo hace ahora 400 a?os y docenas de sat¨¦lites menores. Saturno tiene el r¨¦cord de sat¨¦lites, con m¨¢s de 60, y Urano y Neptuno agrupan cada uno al menos media docena de mundos que orbitan a su alrededor en el fr¨ªo Sistema Solar exterior.
Volcanes de azufre
Cada sat¨¦lite es un mundo ¨²nico y asombroso: orbitando J¨²piter encontramos volcanes de azufre en la luna ?o, ocultos oc¨¦anos de agua en la luna Europa y un misterioso campo magn¨¦tico en Gan¨ªmedes (una luna mayor que Mercurio). Las lunas de Saturno tambi¨¦n tienen sus secretos: Tit¨¢n, s¨®lo un poco m¨¢s peque?o que Gan¨ªmedes, tan fr¨ªo que el gas metano forma nubes y precipita sobre la superficie formando lagos y r¨ªos como el agua en la Tierra. O el diminuto Enc¨¦lado, cuyo tama?o no es superior a la distancia entre Madrid y Sevilla y que posee un interior de agua l¨ªquida y g¨¦iseres activos que obligan a inventar nuevas palabras para describirlos: criovolcanismo, volcanismo a 180? cent¨ªgrados bajo cero. En el interior de algunos de estos sat¨¦lites helados hay agua l¨ªquida y energ¨ªa, los requisitos fundamentales para el desarrollo de la vida.
Los cuatro gigantes han sido explorados por varias sondas espaciales, aunque solo la Voyager 2 pudo visitar Urano y Neptuno. En la actualidad se dise?an ambiciosas misiones de retorno a J¨²piter, Saturno y sus sat¨¦lites pues a¨²n quedan muchas preguntas importantes por responder, entre la que destaca su formaci¨®n y las relativas a la habitabilidad de sus lunas. De los muchos mundos que se han descubierto orbitando otras estrellas (los llamados exoplanetas) la inmensa mayor¨ªa son gigantes en condiciones muy distintas a nuestros cuatro planetas gigantes. Sin duda un zoo planetario a¨²n m¨¢s diverso y emocionante que contribuye a recordarnos el privilegiado lugar ocupado por nuestro peque?o planeta azul.
Ricardo Hueso Alonso es investigador Ram¨®n y Cajal en el Departamento de F¨ªsica Aplicada I y miembro del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del Pa¨ªs Vasco
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