Cien a?os con mujeres en la universidad
Hace cien a?os, el 8 de marzo de 1910, la Gaceta de Madrid public¨® una Real Orden del Ministerio de Instrucci¨®n P¨²blica, que dirig¨ªa entonces el Conde de Romanones, permitiendo por primera vez la matriculaci¨®n de alumnas en todos los establecimientos docentes. Esta orden derogaba otra Real Orden, del 11 de junio de 1888, que admit¨ªa la entrada de mujeres en la universidad como estudiantes privados, pero requer¨ªa la autorizaci¨®n del Consejo de Ministros para su inscripci¨®n como alumnas oficiales. Este importante hito en el avance hacia la igualdad, cuyo centenario hoy celebramos, fue posible por la tenacidad y decisi¨®n de algunas mujeres que decidieron rebelarse contra regulaciones injustas que imped¨ªan su acceso al conocimiento y su pleno desarrollo como seres humanos. Entre ellas quiero recordar a tres: Concepci¨®n Arenal, Mar¨ªa Elena Maseras y Dolores Aleu.
Concepci¨®n Arenal estudi¨® Derecho en la Universidad de Madrid entre 1841 y 1846 como oyente, asistiendo a las clases disfrazada de hombre. Fue una mujer admirable, luchadora infatigable por los derechos de la mujer y la igualdad durante toda su vida. Mar¨ªa Elena Maseras fue la primera mujer que consigui¨® en 1872 matricularse en una universidad espa?ola, con un permiso especial del rey Amadeo de Saboya para cursar estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Este permiso abr¨ªa la posibilidad de cursar la carrera en r¨¦gimen privado, pero no la facultaba para asistir a clase. No fue hasta 1875, por una valiente iniciativa del catedr¨¢tico de Terape¨²tica Dr. Carb¨®, que Mar¨ªa Elena fue admitida oficialmente a una clase universitaria, ocupando un asiento especial en la tarima junto al profesor. Al finalizar sus estudios en 1878 su t¨ªtulo no la habilitaba para ejercer la Medicina. El Ministerio de Instrucci¨®n P¨²blica tard¨® cuatro a?os en responder a sus alegaciones y, despu¨¦s de un encendido debate, el Consejo de Instrucci¨®n P¨²blica accedi¨® en 1882 a los requerimientos de Mar¨ªa Elena Maseras y Dolores Aleu, que hab¨ªa finalizado sus estudios un a?o despu¨¦s, tambi¨¦n en la Universidad de Barcelona, para expedirles los t¨ªtulos que les facultaban para ejercer la profesi¨®n de Licenciado en Medicina.
Entre 1882 y 1910 s¨®lo 36 mujeres finalizaron licenciaturas universitarias en Espa?a y s¨®lo ocho, la primera Dolores Aleu en 1882, consiguieron defender su tesis y obtener el t¨ªtulo de Doctor.
La incorporaci¨®n de la mujer en nuestras universidades ha sido m¨¢s lenta que en otros pa¨ªses de Europa, donde las mujeres adquieren este derecho entre 1850 y 1890. Las universidades de Par¨ªs y Z¨²rich fueron pioneras en aceptar mujeres en todos los estudios universitarios con igualdad de derechos con los varones, seguidas de otras universidades en Reino Unido, B¨¦lgica, Dinamarca, Italia y Alemania.
La incorporaci¨®n masiva de la mujer a la universidad es el factor m¨¢s importante para explicar el gran crecimiento de la econom¨ªa espa?ola en la segunda parte del siglo XX, aspecto que ha sido poco reconocido en nuestra sociedad. Desde 1910 el n¨²mero de mujeres en las universidades espa?olas ha aumentado r¨¢pidamente: representaban el 12,6% de los estudiantes en 1940, el 31% en 1970, el 53% en 2000 y el 54% en 2010. Su tasa de ¨¦xito es, adem¨¢s, mayor que la de los varones, y, por ejemplo, en el curso 2007/8 el 61% de los diplomados y licenciados fueron mujeres.
Se reconoce actualmente que el activo m¨¢s valioso de una sociedad es su conocimiento y que este factor es el que mejor explica su grado de desarrollo. Este conocimiento depende decisivamente del grado de educaci¨®n y de la inversi¨®n en investigaci¨®n en el pa¨ªs, que, en el 50%, viene determinado por la educaci¨®n universitaria de las mujeres y su participaci¨®n en el desarrollo de la ciencia. Quedan indudablemente muchas barreras que destruir en nuestro pa¨ªs para estimular y favorecer la presencia de las mujeres en todos los estamentos universitarios y ¨¢mbitos de la ciencia. Es imprescindible avanzar en la corresponsabilidad de las tareas dom¨¦sticas y los poderes p¨²blicos, y las universidades debemos poner los medios para que la maternidad no se convierta en una limitaci¨®n para la carrera profesional de las mujeres. La lucha por la igualdad entre mujeres y hombres es un componente fundamental en el progreso de los derechos humanos y en el avance hacia una sociedad m¨¢s justa y solidaria. En este camino, el trabajo conjunto de hombres y mujeres es imprescindible, porque el avance de los derechos de la mujer es la garant¨ªa de un mundo mejor. Hace cien a?os dimos un paso fundamental en esta direcci¨®n que todos, y las universidades de manera muy especial, debemos hoy celebrar.
Daniel Pe?a es rector de la Universidad Carlos III de Madrid
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