El 25% de los pacientes ingresa desnutrido al hospital
Un gran centro sanitario prepara m¨¢s de 22 tipos de dieta distintos al d¨ªa La alimentaci¨®n es clave en el proceso de las enfermedades
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Mientras los alimentos para personas sanas buscan venderse como saludables, las dietas de los hospitales son parte fundamental del tratamiento. ¡°Es lo que tienen en com¨²n todos los ingresados¡±, afirma Carmen G¨®mez Candela, de la unidad de Nutrici¨®n Cl¨ªnica del hospital de La Paz, en Madrid. Y su necesidad es clara. En la poblaci¨®n espa?ola, apenas hay malnutrici¨®n. Pero eso no es lo que sucede en los ingresos hospitalarios, donde entre el 25% y el 30% de los pacientes ¡°llegan con alg¨²n marcador de malnutrici¨®n¡±, indica Abelardo Garc¨ªa de Lorenzo, presidente de la Sociedad Espa?ola de Nutrici¨®n Parenteral y Enteral (Senpe).
No se trata de un problema econ¨®mico, sino de una ¡°malnutrici¨®n asociada a la enfermedad¡±, indica G¨®mez Candela. ¡°Los pacientes mayores, los oncol¨®gicos o los que toman mucha medicaci¨®n¡± son algunos de los que suelen presentar estos indicadores. Y su tratamiento debe empezar desde el principio. No solo porque la alimentaci¨®n es parte de la terapia, sino porque incluso en muchos casos, como en ciertas cirug¨ªas, es un requisito previo. ¡°Si se puede, es preferible operar a una persona bien nutrida¡±, dice.
En La Paz tienen un programa para el abordaje precoz de estos trastornos. ¡°Realizamos un cribado de riesgo nutricional desde el ingreso¡±, relata G¨®mez Candela. Para ello cuentan con un programa inform¨¢tico, y aprovechan esa primera muestra de sangre que se toma a pr¨¢cticamente todo el que llega a un centro hospitalario (m¨¢s de cinco millones al a?o en toda Espa?a) para hacer un primer diagn¨®stico. Es un sistema f¨¢cil y barato, que se basa en tres par¨¢metros: la alb¨²mina (una prote¨ªna), los linfocitos y el colesterol total. Con eso ¡°es suficiente¡±, insiste Garc¨ªa de Lorenzo.
Sin embargo, el propio m¨¦dico admite que es algo que puede mejorarse. ¡°En los hospitales no hemos conseguido que se pese y se mida a todo el que entra¡±. Este proceso, que en personas sanas arroja el ¨ªndice de masa corporal en que se basan todas las mediciones de desnutrici¨®n o sobrepeso, no es tan sencillo en un centro sanitario. ¡°Hay pacientes que no pueden mantenerse de pie, y al final no se sabe qu¨¦ estamos pesando, si al enfermo o a la enfermera que lo sujeta¡±, indica Garc¨ªa de Lorenzo. ¡°Pero eso no es tan importante. En pa¨ªses como Portugal y Holanda no est¨¢n tan obsesionados, y lo que preguntan al paciente es si ha notado una p¨¦rdida de peso en los ¨²ltimos meses¡±.
Los enfermos oncol¨®gicos o muy medicados pierden el apetito
El resultado es que en La Paz (centro elegido como modelo para este reportaje por indicaci¨®n de la Senpe) se preparan hasta 22 tipos de dietas diferentes, de las que hay que ofrecer cuatro ingestas al d¨ªa (desayuno, comida, merienda y cena). Las hay sin gluten, sin az¨²car, bajas en sal, en grasas¡ Al final, ¡°solo el 25% lleva una dieta normal¡±, afirma G¨®mez Candela.
La organizaci¨®n de todo esto recae en la comisi¨®n de nutrici¨®n, y ponerla en pr¨¢ctica es tarea del servicio de hosteler¨ªa del hospital, que dirige Mat¨ªas Ruiz Garrido. Sus funciones combinan las de un jefe de cocina con las de un responsable sanitario. Y tiene tambi¨¦n una importante parte econ¨®mica. Para la primera parte, se hace un seguimiento muy b¨¢sico de cuanto come cada paciente. ¡°El proceso se llama desbarrasado, y consiste en un muestreo para saber cu¨¢nto sale de la cocina, y, sorbe todo, cu¨¢nto vuelve¡±, explica Ruiz Garrido. ¡°La aceptaci¨®n de los platos es muy importante¡±, insiste G¨®mez Candela, ya que si no lo que se intenta conseguir puede quedarse en nada. Por ejemplo, afirma Garc¨ªa de Lorenzo, ya no se insiste tanto en reducir la sal, salvo en los pacientes que la tienen expresamente contraindicada. ¡°Incluso se les dan sobrecitos extra¡±, dice el m¨¦dico. La jefa de Nutrici¨®n afirma con orgullo que, en las encuestas que se realizan a los pacientes, la comida es de los aspectos mejor valorados. ¡°Lo que pasa es que si una persona est¨¢ enferma, d¨¦bil o toma mucha medicaci¨®n, lo normal es que coma poco y que no le apetezca¡±.
El hospital tiene una rotaci¨®n de men¨²s quincenal, pero se est¨¢ estudiando hacerla semanal. Con ello se busca no repetir, y cubrir todos los aspectos nutricionales. El plazo no es arbitrario. La estancia media en un hospital est¨¢ entre siete y ocho d¨ªas. Y esto, que es bueno, en general, para el paciente, dificulta la tarea de los nutricionistas, ya que el plazo es muy corto para solventar los problemas con los que ingresan. ¡°Un 6% aproximadamente sale con d¨¦ficits nutricionales¡±, admite G¨®mez Candela.
La alimentaci¨®n es b¨¢sica para el ¨¦xito de algunos tratamientos
En cualquier caso, la jefa de Nutrici¨®n del centro afirma que su trabajo va m¨¢s all¨¢, y que ¡°se aprovecha el tiempo de ingreso para dar pautas nutricionales que pueden aplicar cuando vuelven a casa¡±. ¡°Hay pacientes que se sorprenden cuando ven que pueden tomar productos que cre¨ªan prohibidos, si est¨¢n preparados de una manera adecuada¡±, indica.
El esfuerzo en este sentido lleva a adaptar platos tradicionales. Todo un esfuerzo de imaginaci¨®n para uno de los jefes de cocina, Juan Siso, ya que entre los productos prohibidos en el centro est¨¢n, ¡°aparte del alcohol, los embutidos¡±. Tampoco se puede abusar de condimentos y especias, que podr¨ªan ser una soluci¨®n para enmascarar sabores, ya que alrededor del 8% de los pacientes tienen alergias, lo que complica el proceso a¨²n m¨¢s, afirma Ruiz Garrido.
Callos saludables
- Las cantidades de comida que maneja un centro sanitario, como el de La Paz (Madrid), son abrumadoras. Un d¨ªa se consumen 460 kilos de patatas, 130 kilos de verdura, 180 kilos de calamares, 40 de arroz, 190 de carne de ternera, 80 de champi?¨®n y 150 de fruta.
- Adem¨¢s, se utilizan como extra cerca 200 litros de leche, m¨¢s de 500 barras de pan y 1.220 litros de zumo.
-? Las cocinas reciben los productos frescos cada d¨ªa. Los otros, por semanas.
- La cantidad no impide innovar. Por ejemplo, el hospital ha preparado unos callos saludables. Cada raci¨®n aporta 335 kilocalor¨ªas, 53 gramos de prote¨ªnas, 12 gramos de grasas y 3 de carbohidratos.
- La receta del cocinero Juan Siso es: se cuecen los callos con cebolla claveteada, laurel, tomillo, ajos y perejil, hasta que est¨¦n tiernos (90 minutos aproximadamente). En una sart¨¦n se pone aceite, el ajo y cebolla picada fina. Se sofr¨ªe lentamente, se a?ade el piment¨®n y el tomate. Una vez hecho el sofrito, se pasa por la batidora y se agregan los callos. Se les da un hervor y se rectifica de sal. Para adaptarse a la dieta hospitalaria se prescinde de morcilla, chorizo y guindilla.
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