¡°La calle tambi¨¦n es nuestra¡±
Miles de personas protestan por el recorte de las ayudas discapacitados y dependientes. El CERMI pide un pacto de Estado para evitar el retroceso
Nekane V. tiene cuatro a?os y una silla diminuta. Carmelo Reina tiene 97 y la bandera de Espa?a sobre las piernas inm¨®viles. La ni?a padece atrofia muscular espinal. El anciano, media docena de medallas en el pecho, es mutilado de la Guerra Civil. Uno y otra comparten motivos para manifestarse por la madrile?a calle Goya en la fr¨ªa ma?ana del domingo: los recortes que acarrea la crisis les dificultan a¨²n m¨¢s la vida. Son una gota bajo un mar de banderas blancas. ¡°SOS discapacidad¡±, rezan.
Con Nekane y Carmelo, miles de ciudadanos ¡ª15.000 en la estimaci¨®n de este peri¨®dico, 50.000 seg¨²n la organizaci¨®n¡ª. Buena parte ha viajado ¡ªdurante la noche los que ven¨ªan de desde A Coru?a, Algeciras o Barcelona¡ª en unos 300 autobuses para acudir a la primera manifestaci¨®n masiva de las personas con discapacidad. La organiza el Comit¨¦ Espa?ol de Personas con Discapacidad (CERMI), la entidad que agrupa a 7.000 organizaciones, y que cifra en 300 millones de euros la deuda de las Administraciones auton¨®micas y locales ¡ªen servicios, subvenciones y salarios¡ª con el sector. Un monto que deja fuera las deudas con los ciudadanos individuales y que el PP achacaba ayer a ¡°la herencia¡± recibida.
La marcha es un grito de socorro para pedir que el deterioro econ¨®mico no cercene sus precarias conquistas. Aunque hay quienes, como Sandra Florido, ni siquiera han podido venir: los recortes les han cercenado la posibilidad de trasladarse. Su padre lleva una pancarta en el pecho y una l¨¢grima en la mejilla. En la cartulina, la joven denuncia que la Comunidad de Madrid ha retirado a las personas como ella ¡ªvarada en una silla de ruedas¡ª los 720 euros anuales de ayuda para el transporte en taxi, ese medio que ¡°nos permite desarrollarnos como personas normales¡±.
Los manifestantes ponen rostro a los recortes. A Rub¨¦n Valle la Comunidad de Madrid le adeuda ¡°desde hace m¨¢s de un a?o¡± la parte que deb¨ªa abonar por la silla de Nekane: 3.400 de los 9.200 euros que desembols¨® la familia. Tambi¨¦n retrasa el abono parcial de las f¨¦rulas imprescindibles para el desarrollo del cuerpo infantil castigado por la atrofia. ¡°Si nos quedamos callados, seguir¨¢n los recortes¡±, plantea.
¡°Nos complican todo¡±, tercia Pedro Bonilla, al tanto de su peque?a de 10 a?os con par¨¢lisis cerebral, sentada en una silla de colores. Vienen desde Guadalajara, empujados por ¡°los recortes de Rajoy y Cospedal¡±. ¡°Castilla-La Mancha lleva a?o y medio sin pagarnos los productos ortop¨¦dicos ni los viajes a los m¨¦dicos, en Barcelona y Madrid. M¨¢s de 1.000 euros¡±, explica. Y con las rebajas a la Ley de Dependencia la ayuda que perciben ha ca¨ªdo de 417 a unos 350 euros al mes. ¡°Mi mujer no puede trabajar fuera porque tiene que ocuparse de la ni?a¡±, a?ade.
En las mismas est¨¢ Julia Dom¨ªnguez, madre de una adolescente autista a la que debe atender sin apenas respiro. Eso le impide trabajar fuera de casa. Acaba de perder su cotizaci¨®n a la Seguridad Social como cuidadora familiar y la ayuda ha bajado de 400 a 300 euros mensuales, justo lo que cuesta el colegio de la chica. ¡°Si los pol¨ªticos se pusieran en nuestro lugar, aqu¨ª no tendr¨ªamos que estar¡±, reza la pancarta que Dom¨ªnguez y su marido, que ¡°gana muy justito¡±, hicieron la v¨ªspera en casa.
Los efectos de recortes a la dependencia y las ayudas est¨¢n aqu¨ª, pero no solo. Tambi¨¦n est¨¢n los de las rebajas sanitarias. ¡°El ni?o tiene la discapacidad m¨¢xima. La ayuda ha bajado de 500 a 400 euros. Ha perdido la gratuidad de los medicamentos¡±, explica Jorge Mart¨ªn. Y se notan, tambi¨¦n, los ajustes en las pensiones. Lo dice Manuel Moreno, que a sus 61 a?os se manifiesta por primera vez. Va en silla de ruedas, con un nieto a¨²pa y rodeado de hijo y nuera, ambos en paro. Todos dependen econ¨®micamente de ¨¦l, y ¨¦l pierde poder adquisitivo, le cobran cada vez m¨¢s en el gimnasio donde trata de mantener su estado f¨ªsico y se acabaron las medicinas gratis. ¡°Pago el 18%¡±.
Goya abajo, hasta la plaza de Col¨®n. Bastones blancos, sillas de ruedas. En la explanada, un grupo de sordociegos con su hilo con el mundo, sus int¨¦rpretes. Han cantado, bailado y lanzado improperios al Gobierno en lenguaje de signos. Se volver¨¢n como vinieron: en metro porque no hay dinero para alquilar un autob¨²s. ¡°Somos los ¨²ltimos en recibir ayudas y los primeros en sufrir recortes¡±, reflexiona Josefa Ben¨ªtez, medalla de plata en los Juegos Paral¨ªmpicos de Londres. ¡°El premio por una plata ol¨ªmpica es de 46.000 euros, pero si es paral¨ªmpica se rebaja a 5.000¡±, recuerda.
Llegan los discursos, el manifiesto que es un ¡°SOS colectivo¡±, ¡°si nadie lo remedia, estamos a un paso de que la discapacidad sea considerada zona catastr¨®fica¡±. ¡°Tambi¨¦n la calle es nuestra¡±, proclama luego el presidente del CERMI, Luis Cayo P¨¦rez Bueno. ¡°Se?ora Merkel, ent¨¦rese: no se puede asfixiar pa¨ªses. Son conjuntos de personas, y se ahogan¡±, advierte antes de reclamar a los grandes partidos ¡°un pacto de Estado¡± que evite el paso atr¨¢s de las personas con discapacidad.
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