Palabras contra palabras
El experto en violencia de g¨¦nero rebate el mito de las denuncias en falso
Las mujeres nunca han tenido palabra, la sociedad y la cultura no han creado una expresi¨®n como lo han hecho con los hombres (¡°palabra de hombre¡±), para as¨ª darle trascendencia a su voz con la simple referencia a su origen: el hombre. Las mujeres han sido presentadas justo como lo contrario: perversas, mentirosas, traidoras, desleales¡ Desde Eva y Pandora hasta hoy. Y si existe una cultura que ha creado esta doble referencia sobre la desigualdad, no es de extra?ar que cuando la palabra de las mujeres entra en conflicto con la conducta de los hombres, salgan a la luz todos los mitos que buscan defender la desigualdad.
Al analizar el argumento de las denuncias falsas se pone de manifiesto esta construcci¨®n cultural. En primer lugar, porque parte de esa idea de la mujer perversa que denuncia para hacer da?o al hombre y para beneficiarse. Segundo, porque conforme la sociedad ha avanzado m¨¢s en la lucha contra la violencia de g¨¦nero y ha dejado menos espacio a los maltratadores ¡ªse?al de que la respuesta social est¨¢ teniendo ¨¦xito¡ª, en lugar de tomar esa realidad como demostraci¨®n de la verdad de la violencia de g¨¦nero y de la necesidad y eficacia de la denuncia, la reacci¨®n es la contraria: se cuestiona la conducta que permite superar esa violencia y a los hombres violentos.
Tercero: la cr¨ªtica montada sobre las denuncias falsas no se sostiene sobre el an¨¢lisis de la realidad: las mujeres apenas denuncian, la mayor¨ªa de las v¨ªctimas se separan, y las que lo hacen no piden medidas sobre el domicilio, la custodia de los hijos, ni ninguna cantidad de dinero al hombre; los datos est¨¢n en los informes del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Como cuarto argumento encontramos que aquellos hombres que piden que se mantenga la presunci¨®n de inocencia y que no se le d¨¦ credibilidad a una denuncia basada en la palabra de la mujer, no dan ninguna presunci¨®n de inocencia a las mujeres y consideran que la gran mayor¨ªa miente y delinque al denunciar falsamente a un hombre.
En quinto lugar est¨¢n los datos, reveladores de su mentira. El CGPJ y la Fiscal¨ªa General del Estado han analizado la situaci¨®n y han concluido que las denuncias falsas no llegan al 1% del total. As¨ª se deduce que el de violencia de g¨¦nero es, con diferencia, el delito con menos denuncias falsas. Pero, adem¨¢s, el hecho de que aquellos que defienden la falacia de las falsas denuncias cambien sistem¨¢ticamente sus datos demuestra que mienten. Al principio usaban como referencia el porcentaje de sentencias no condenatorias (un 30%), pero como no era sostenible ahora emplean el porcentaje de mujeres que retiran la denuncia o no quieren declarar contra su pareja.
Sus argumentos parten de la ideolog¨ªa que presenta a las mujeres como malas y perversas, y luego buscan datos que encajen en sus ideas. Cuando hablan sobre el tema, en lugar de aportar referencias v¨¢lidas o estudios, recurren a los casos personales (curiosamente todos conocen alguno) o a aquellos que han sido aireados a todo volumen en determinados medios.
La idea de las denuncias falsas es el reflejo de los argumentos que la desigualdad y el machismo ha utilizado hist¨®ricamente para defender sus privilegios y atacar a las mujeres. Nunca han tomado el silencio tras los casos de violencia como falso, porque era coherente con esa normalidad construida sobre la agresi¨®n. En cambio, la denuncia para salir de ella s¨ª es tomada como falsa. Y es que las palabras se las lleva el viento, pero la palabra es la ley.
Miguel Lorente es profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada y ex delegado del Gobierno contra la Violencia de G¨¦nero.
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