¡°Las ni?as no sufren discriminaci¨®n¡±
La integraci¨®n de los hijos de inmigrantes parece m¨¢s f¨¢cil en Espa?a que en otros pa¨ªses Los menores recursos y formaci¨®n familiares lastran el proceso
Hace una d¨¦cada Rosemeri Bastos y su marido Francisco Andre Teixeira hicieron las maletas y se marcharon de su casa en F¨®z de Igua?u, al sur de Brasil, para recalar en Santa Coloma de Gramenet, en Barcelona. Su hija mayor, que ten¨ªa cinco a?os, est¨¢ a punto de acabar la ense?anza obligatoria. El pr¨®ximo a?o cursar¨¢ el bachillerato cient¨ªfico porque quiere estudiar Medicina. ¡°Sus notas son muy buenas. Es muy inteligente. El castellano lo aprendi¨® r¨¢pido; el catal¨¢n le cost¨® un poco m¨¢s¡±, dice orgullosa la madre.
La hija peque?a, de seis a?os, naci¨® en Espa?a, es la ¨²nica de la familia con doble nacionalidad, a la espera de que sus padres y hermana obtengan la espa?ola en 2015. El sentimiento de pertenencia a uno u otro pa¨ªs, sin embargo, no es un tema de conversaci¨®n en la familia. ¡°No es importante¡±, considera Bastos. ¡°Somos una familia normal, trabajamos mucho, tenemos coche, una casa de alquiler y las ni?as nunca nos han dicho que se sientan discriminadas, ni han tenido problemas por ser hijas de extranjeros¡±, afirma la madre.
En Espa?a no se han producido grandes estallidos de violencia como por ejemplo en Francia
El proceso de integraci¨®n como descendientes de inmigrantes que han vivido las hijas de Bastos es la tendencia positiva de integraci¨®n que describe el estudio sobre inmigrantes de segunda generaci¨®n realizado por el Instituto Universitario Ortega y Gasset y la Universidad de Princeton. Un 50% de los encuestados, en total fueron 6.900 adolescentes de centros escolares concertados y p¨²blicos, declararon sentirse espa?oles. La mayor¨ªa, adem¨¢s, contin¨²a con sus estudios y aspira, como los aut¨®ctonos (hijos de espa?oles) a llegar la universidad, aunque todav¨ªa muy pocos lo consiguen.
¡°La integraci¨®n es lenta pero favorable. La sociedad espa?ola ha acogido bien a la poblaci¨®n inmigrante. Aunque no estamos exentos de actitudes racistas, no se han producido grandes estallidos de violencia o conflictos como s¨ª ha sucedido en Francia, por ejemplo¡±, explica Rosa Aparicio, soci¨®loga coautora del estudio. El 11% de la poblaci¨®n en Espa?a es extranjera.
I?aki Garc¨ªa, tambi¨¦n soci¨®logo experto en inmigraci¨®n, no es tan optimista. En su opini¨®n, las posibilidades ¡°reales¡± de conseguir sus anhelos son todav¨ªa remotas en comparaci¨®n con las oportunidades de los aut¨®ctonos. ¡°Precisamente, las notas escolares que est¨¢n sacando [medio punto m¨¢s bajas, seg¨²n el estudio] y el nivel de ingresos de las familias [muy por debajo de las aut¨®ctonas] son los dos indicadores m¨¢s importantes para hacernos una idea de qu¨¦ probabilidades reales tienen de obtener un t¨ªtulo universitario¡±, detalla.
La crisis puede revertir los avances en igualdad de oportunidades
Pese a las diferencias econ¨®micas, Aparicio se?ala que ¡°existe bastante igualdad de oportunidades¡±, aunque reconoce que la crisis puede revertir los avances en este sentido. Ante los recortes y la escasez de ayudas p¨²blicas como becas de estudios, ayudas a la vivienda o para libros, puede cobrar fuerza el pensamiento de que ¡°los nacionales primero¡±, dice la experta. ¡°Pero esta actitud no es muy fuerte en Espa?a¡±.
Los dos hijos de Pauly Osorio, ecuatoriana de 31 a?os que vive en un pueblo de C¨¢ceres, dicen no saber lo que es discriminaci¨®n en Espa?a. ¡°El mayor vino cuando ten¨ªa 20 meses y ahora tiene 13. Sabe que es ecuatoriano. No le da importancia¡±, dice la madre, que trabaja en el mantenimiento edificios. ¡°Tampoco sus amigos, que siempre han sido espa?oles porque es el ¨²nico extranjero en la clase¡±, a?ade.
Los expertos puntualizan, sin embargo, que no sentirse discriminados no quiere decir que no lo sean. ¡°A veces es muy sutil¡±, dice Vladimir Paspuel, presidente de la asociaci¨®n de ecuatorianos Rumi?ahui. ¡°Aunque sean espa?oles se les sigue percibiendo como inmigrantes y no tienen las mismas oportunidades. ?Qu¨¦ piensa un empresario si le llega un curr¨ªculum de un joven que se llama Mohamed?¡±, pregunta. ¡°Seguramente le descarte aunque est¨¦ igual de preparado que un nativo¡±, responde.
Aunque sean espa?oles se les ve como inmigrantes, asegura Vladimir Paspuel, de Rumi?ahui
Un indicador menos subjetivo es la amistad. Los amigos de los inmigrantes de segunda generaci¨®n son mayoritariamente aut¨®ctonos. Una ¡°mezcla que fomenta la integraci¨®n¡±, dice Aparicio. En este sentido, tambi¨¦n la dispersi¨®n de las familias inmigrantes en el territorio espa?ol es crucial. ¡°No se han formado grandes guetos¡±, subraya H¨¦ctor Cebolla, profesor de Sociolog¨ªa en la UNED. ¡°Tampoco en las grandes ciudades¡±, se?ala Aparicio. ¡°Hay algunos barrios con m¨¢s poblaci¨®n inmigrante en Madrid o Barcelona, pero no es comparable con la gran concentraci¨®n, sobre todo en suburbios, que se observa en otros pa¨ªses europeos¡±.
Las costumbres comunes tambi¨¦n tienen mucho peso en el proceso de integraci¨®n. As¨ª, la poblaci¨®n latinoamericana en el pa¨ªs presenta los ¨ªndices m¨¢s altos de integraci¨®n. Dominar el idioma facilita el ¨¦xito acad¨¦mico de los peque?os y la empleabilidad de los padres, seg¨²n Aparicio. Pese a la ventaja ling¨¹¨ªstica, los hijos de argentinos, mexicanos o colombianos no son los que m¨¢s se identifican como espa?oles, sino los filipinos. ¡°Conservan valores y costumbres comunes a las espa?olas¡±, se?ala Mar¨ªa Dolores Elizalde, investigadora cient¨ªfica sobre ese pa¨ªs del CSIC. ¡°Celebran la Semana Santa y Navidad como en Espa?a; toman polvorones y turr¨®n como nosotros. Y la cocina filipina es muy espa?ola. Sus platos t¨ªpicos son el lech¨®n y el adobo. Tambi¨¦n los bailes y m¨²sica tradicionales son muy hisp¨¢nicos. Tienen rondallas, jotas y fandangos¡±, detalla Javier Ruescas, director de la Asociaci¨®n Cultural Gale¨®n de Manila.
En Espa?a no se han formado guetos, como en otros pa¨ªses
En el otro extremo, los hijos de marroqu¨ªes, la segunda comunidad de inmigrantes m¨¢s importante en Espa?a tras los rumanos, son los que menos se identifican con el pa¨ªs, los que peores notas sacan de media y los que menos contin¨²an en el sistema escolar. Aparicio no cree que la cuesti¨®n religiosa tenga que ver con una peor integraci¨®n de estos adolescentes en la sociedad, sino por el estereotipo que los propios espa?oles tienen de ellos. ¡°Les atribuimos que no respetan los derechos humanos, que minusvaloran a la mujer y otra serie de caracter¨ªsticas negativas¡±, explica. Ese rechazo dificulta, seg¨²n la experta, la asimilaci¨®n cultural en ambos sentidos.
Aunque la inmigraci¨®n se ha frenado y se ha avanzado en t¨¦rminos de integraci¨®n, todav¨ªa queda mucho camino por recorrer. Los expertos alertan de que los recortes en programas y pol¨ªticas p¨²blicas pueden dar al traste con lo conseguido hasta ahora con el esfuerzo de los que llegan y la hospitalidad espa?ola.
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